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¿Había estado los Estados Unidos prevenido del
ataque del 11 de septiembre?
Tercera parte: Los Estados Unidos y el terrorismo del Medio
Oriente
Por Patrick Martin
13 Febrero 2002
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el autor
Ver Primera parte: Advertencias;
Segunda parte: Vigilando a los piratas
aéreos; Tercera parte:
Los Estados Unidos y el terrorismo del Medio Oriente;
Cuarta parte: La negativa en
investigar
Uno de los aspectos fundamentales de la versión oficial
de los ataques contra el World Trade Center y el Pentágonoque
sostiene que los ataques sorprendieron totalmente al gobierno
de los Estados Unidos y a todo su sistema de espionajees
que la CIA y otras agencias de espionaje llegaron a depender demasiado
del espionaje electrónico y no de agentes que pudieran
infiltrar las organizaciones terroristas.
Según el cuento, lo que sucedió fue que el FBI
y la CIA, sin agentes infiltrados entre los fundamentalistas islámicos,
fueron incapaces de descubrir los planes de Osama bin Laden y
prevenir que se cumplieran.. Simplemente se asevera, sin ningún
análisis de la evidencia, que los agentes estadounidenses
se encontraban ausentes. Este razonamiento es circular: el mismo
al éxito de los ataques del 11 de septiembre sirve para
demostrar que los Estados Unidos no tenía agentes infiltrados
entre los piratas.
Esto supone dos cosas: primero, que agentes estadounidenses
no podían penetrar los ámbitos terroristas; y segundo,
que esos mismos agentes habrían actuado para prevenir un
ataque si lo hubieran sabido con anticipación. Ambas presunciones
descansan sobre arena movediza.
La declaración oficial que no había conocimiento
humano acerca de 11 de septiembre es, por supuesto, difícil
de analizar o de refutar si uno se basa en pruebas forenses o
empíricas. La índole de estas actividades es que
toman lugar en secreto y por lo tanto el público las desconoce.
Pero la credibilidad de esta afirmación se puede juzgar
en términos de la historia de la relación que existe
entre el imperialismo estadounidense y el fundamentalismo islámico.
Los Estados Unidos ha estado profundamente involucrado en el
Medio Oriente por más de medio siglo, y en Afganistán
por dos décadas. Las agencias de espionaje de los Estados
Unidos han tenido largos e íntimos vínculos con
los fundamentalistas islámicos, alentándoles a que
participaran en actividades terroristas. Sin los Estados Unidos
haber desempeñado este papel, Al Qaeda no habría
existido, bin Laden se habría quedado en Arabia Saudita
como magnate en la industria de la construcción y 11 de
septiembre jamás habría ocurrido.
Los orígenes de los muyadejines
Los que llevaron a cabo los ataques terroristas del 11 de septiembre
de 2001 ni siquiera habían nacido cuando el gobierno estadounidense
primero comenzó a auspiciar a los fundamentalistas islámicos
y usarlos contra sus adversarios políticos en el Medio
Oriente. Ya para la década de los 1950, los Estados Unidos
y su principal agenciaArabia Sauditale habían
prestado ayuda económica a grupos fundamentalistas, tales
como la Hermandad Musulmana en Egipto. Los funcionarios estadounidenses
respaldaron a éstos contra el nacionalismo pan-árabe
del egipcio Gammal Abdel Nasser, así como también
contra elementos socialistas en la clase obrera árabe,
sobretodo la de los campos petroleros sauditas.
Un analista de este proceso escribe: Fue durante el período
1958-60 que el Departamento de Estado de EE.UU. comenzó
a exagerar la amenaza comunista en el Medio Oriente. Más
bien la CIA de ARAMCOy también la de Beirut y Cairocomenzaron
a brindarle apoyo a grupos fundamentalistas islámicos como
contrapeso a Nasser. Hasta cierto punto, ésto fue una expansión
del uso exitoso de elementos musulmanes (Fadayeen Islam) contra
la izquierda de Irán. Política llevada a cabo por
Kim Roosevelt. Se financió a la anti nasserista Hermandad
Mulsulmana y a los clérigos dirigentes se les empujó
para que criticaran a la Unión Soviética porque
sus costumbres eran anti musulmanas. (Said K. Aburish ,
La grandeza, la corrupción y la decadencia de
la Casa de Saud, Prensa San Martín, Nueva York, NY,
1996, p. 161)
Esta relación crecería cuantitativa y cualitativamente
con la guerra civil en Afganistán. Aún antes que
la Unión Soviética invadiera al país en diciembre
de 1979, los Estados Unidos había decidido respaldar económica
y militarmente a los partidos fundamentalistas islámicos
que participaban en la guerrilla contra el gobierno en Kabul,
que contaba con el apoyo soviético y había llegado
al poder en 1978 por medio de un golpe de estado.
El asesor de seguridad nacional, Zbigniew Brzezinski, esperaba
que una guerra total debilitara a a la URSS tanto como la de Vietnam
había socavado a los Estados Unidos. El gobierno de Carter
comenzó a tirarles armas y dinero, con favores especiales
a los fundamentalistas islámicos más reaccionarios,
quienes llegaron a ser los precursosres ideológicos del
Talibán y Osama bin Laden.
Pero el hombre que mejor merece el título de Padre
Fundador de Al Qaeda fue el director de la CIA bajo el presidente
Reagan, William Casey. Casey originaría la campaña
para reclutar a militantes islámicos de todos los rincones
del mundo para que fueran a Afganistán para luchar por
la causa anti soviética. Fundamentalistas islámicos
procedentes de docenas de paísesdesde Marruecos hasta
Indonesia, y hasta Musulmanes Negros de los Estados Unidosviajaron
a Afganistán bajo los auspicios de la CIA, la cual los
capacitó para que aprendieran a manejar armas y explosivos,
y entraron en combate con armas proporcionadas por los Estados
Unidos.
El mismo Osama bin Laden fue producto de este proceso. Primero
él fue a Afganistán a principios de la década
de los 1980 como partidario de los muyajedines afganos y con su
conocimientos de ingeniería ayudó a construir carreteras,
bases y otras instalaciones, todos financiados con su propio dinero
y contribuciones de los Estados Unidos. Fue en Afganistán
donde entró en comunicación con los fundamentalistas
islámicos de todos los rincones del mundo, lo cual luego
facilitó los ataques terroristas contra blancos estadounidenses.
Lo que el gobierno de Bush y la prensa estadounidense hoy consideran
una confabulación mundial demoníaca de extremistas
islámicos es, en realidad, un Frankenstein creado por el
mismo gobierno estadounidense.
Los más conscientes estrategas del imperialismo estadounidense
entienden esta historia muy bien. Hace varios años que
Brzezinski cínicamente sugirió que la creación
de Al Qaeda fue un precio razonable para poder adelantar los intereses
de los Estados Unidos en el Medio Oriente y por todo el mundo.
Le dijo a un periódico francés: ¿Qué
es más importante para la historia mundial? El Talibán
o el desplome del imperio soviético? ¿Unos pocos
islamitas histéricos o la liberación de la Europa
Central para ponerle fin a la Guerra Fría? (Entrevista
con Vincent Javert en Le Nouvel Observateur [ El nuevo
observador], 15-21 enero 1998)
Al Qaeda y la CIA
Según se ha reportado ampliamente, bin Laden se opuso
a los Estados Unidos en 1991-92 luego que grandes cantidades de
tropas estadounidenses se desplegaran en la Arabia Saudita durante
la Guerra del Golfo Pérsico. La historia oficial es que
esta ruptura marcó el fin de toda comunicación entre
las agencias de espionaje estadounidenses y los fundamentalistas
islámicos que proseguirían a formar Al Qaeda.
Desde este punto en adelante, nuestro análisis, por
necesidad, llega a cierta esfera donde los hechos establecidos
son escasos y fragmentados. Nos vemos obligados a depender de
deducciones y probabilidades. ¿Se puede creer que la CIA,
tras una década de vínculos íntimos con los
mujayedines afganos, fue repentinamente despojada de toda comunicación
y rendida incapaz de averiguar los que sus ex protegidos hacían?
La perpetuamente servil prensa estadounidense nunca ha contradicho
al gobierno de Bush, o a los voceros del Pentágono o del
FBI, y nadie debe quedarse esperando ninguno de esos tan bien
pagados periodistas estadounidenses arriesge su puesto haciendo
preguntas. Pero no existe ninguna probabilidad que la estrecha
y antigua relación entre la CIA y los mujayedines afganos
pueda apagar repentinamente todas las fuentes de que antes existían.
Es la responsabilidad de la CIA conocer a sus colaboradores
íntimamente, lo cual dio resultados en relación
a bin Laden y sus partidiarios y seguidores por aproximadamente
doce años. Aún hoy día, luego de una década
en la cual las hostilidades aumentaron, aquellos que el gobierno
estadounidense ha identificado como asesores claves de bin Laden
provienen, en su mayoría, de los fundamentalistas islámicos
de la Arabia Saudita y Egipcio que se radicalizaron durante la
guerra en Afganistán. La CIA conocía sus familias,
sus debilidades, sus vicios; y nunca mostró ningún
escrúpulo para usar semejante información con tal
de comprometer sus reputaciones y así asegurar su cooperación
para ciertos fines.
Ello no significa que no había conflictos reales entre
bin Laden y el gobierno estadounidense, o que Al Qaeda era simplemente
un frente. No es necesario recurrir a teorías de confabulaciones
para rechazar la aseveración que los Estados Unidos no
tenía ninguna idea de los planes que el grupo terrorista
había puesto en marcha. Pero es la versión oficial
lo que es improbable y ridícula: la insistencia en que
la maquinaria de espionaje mayor y mejor financiada del mundo
no pudo abrir la menor grieta en una organización cuyo
personal, en gran parte, consistía de sus propios ex-empleados.
A pesar de la mistificación oficial actual, bin Laden
y sus compinches eran mucho más accesibles que, por ejemplo,
regímenes estalinistas como Vietnam del Norte o Corea del
Norte. La CIA ha cultivado fuentes de información entre
los fundamentalistas islámicos desde la década de
los 1950. Además, las agencias de espionaje simpatizantes,
inclusive las de Egipto, Arabia Saudita y Pakistánpara
no mencionar a Israeltambién habrían tenido
sus fuentes de comunicación.
El papel de los espías provocadores
Es de suma importancia considerar el 11 de septiembre en el
contexto de ataques terroristas anteriores contra blancos estadounidenses,
sobretodo el bombardeo de las Torres Gemelas en 1993 y los bombardeos
en 1998 de las embajadas estadounidenses en Kenya y Tanzanía.
Se ha revelado que en ambos ataques espías plantados jugaron
un papel central. Esto pone en duda las aseveraciones que el espionaje
estadounidense fue incapaz de penetrar Al Qaeda. Y nos lleva a
una pregunta: ¿tenían espías provocadores
plantados algún vínculo con el 11 de septiembre?
Los que fueron imputados del ataque contra el World Trade
Center en 1993 y luego de la conspiración para destruir
otros objetivos de Nueva York fueron, en su mayor parte, ex guerrilleros
en Afganistán que habían ingresado en los Estados
Unidos con la asistencia secreta de las agencias de espionaje
estadounidenses. Entre ellos se encontraba Emad Salem, espía
egipcio y a la vez soplón del gobierno estadounidense,
quien fue identificado como instigador principal de los planes
para bombardear objetivos de la zona metropolitana de Nueva York.
Salem y el FBI sostuvieron que él había participado
como espía en 1991-92 y de nuevo a partir de abril, 1993,
pero no durante el período en que se organizó el
bombardeo de marzo, 1993, que terminó matando a seis personas
y destruyendo un sótano de las Torres Gemelas. Esto fue
un esfuerzo bastante obvio para evitar que se hicieran indagaciones
acerca de por qué el FBI, a quien este espía le
había revelado información, no hizo nada para prevenir
el ataque.
Durante los sucesos de 1998, se reveló que el gobierno
estadounidense había recibido, con dos semanas de anticipación,
advertencias acerca del bombardeo en Kenya. En el transcurso del
juicio establecido contra los cuatro individuos acusados del bombardeo,
los abogados defensores pudieron mostrar que los funcionarios
del gobierno estadounidense no le habían comunicado al
personal de las embajadas amenazadas la información debida,
lo cual resultó en gran pérdida de vida para los
civiles locales que se encontraban dentro o cerca de las instalaciones
cuando reventó la bomba.
Igual que al menos una otra advertencia acerca del 11 de septiembre,
esta información provino de Mossad, la agencia de espinaje
israelita. Además, uno de los acusados de los bombardeos
en Kenya y Tanzania había sido un ex sargento de los boinas
verdes e instructor sobre las guerras especiales. Se llamaba Alí
A. Mohamed, ex oficial del espionaje egipcio. A éste se
le permitió ingresar a los Estados Unidos bajo un programa
especial de la CIA que le ofrecía ciudadanía a espías
importantes. Aunque presuntamente Mohamed se había virado
contra los Estados Unidos debido a la Guerra del Golfo Pérsico
en 1991, siguió como espía del gobierno hasta por
lo menos el 1995.
No cabe duda que la mayoría de los que participaron
en el bombardeo contra el World Trade Center en 1993 y
las embajadas del país en Kenya y Tanzanía, además
de otros ultrajes semejantes, eran fundamentalistas islámicos
que creían que de alguna manera le habían dado un
golpe mortífero a los Estados Unidos. Pero en el pantano
de espías, contra espías y espías provocadores,
puede que hayan sido usados para lograr los objetivos del imperialismo
estadounidense, el cual ha utilizado los ataques terroristasy
sobretodo el 11 de septiembrecomo pretextos para intervenir
militarmente en el extranjero y agredir los derechos democráticos
dentro de este país.
Los ataques terroristas contra civiles inocentes, sea cual
fuera su razón o pretexto, son olíticamente reaccionarios.
Además, puesto que el terrorismo trata de sustituir a la
lucha por desarrollar la conciencia política de las masas
con la lucha armada de una pequeña minoría, es mucho
más fácil para los agentes imperialistas fingir
estar de acuerdo [con su política]. De tal modo manipulan
y se adentran en organizaciones de esta índole. Desde este
punto de vista político, lo que los Estados Unidos afirmaque
su maquinaria de espionaje no pudo infiltrar Al Qaedaes
increíble.
Ciertos vínculos extraños
Tal vez el aspecto más difícil acerca del 11
de septiembre es como acalarar la relación verdadera que
existía entre bin Laden y el gobierno de los Estados Unidos.
Él fue, claro, una ventaja para la CIA por más de
una década. Es uno de varias docenas de hijos de un ingeniero
multi millonario saudita cuya familia ha estado vinculada a los
Estados Unidos por largo tiempo, principalmente con la familia
de George W. Bush. (Los bin Ladens fueron inversores en el Grupo
de Carlysle, empresa multi-millonaria que financia actividades
de negocio arriesgadas pero rentables. El padre del Presidente,
es decir, el ex presidente, es bien pagado como promovedor de
los negocios de la empresa en el Medio Oriente. Los bin Ladens
vendieron sus acciones en la empresa luego del 11 de septiembre.)
Para 1996, más de cuatro años después
que Osama bin Laden anunciara su intención de sacar a los
Estados Unidos de la Arabia Saudita, el gobierno estadounidense
rehusó la oferta del Sudán para entregarlo por extradición.
Funcionarios estadounidenses sugirieron que no existían
suficientes pruebas para condenarlo por acciones terroristas en
un tribunal de los Estados Unidos.
Aún después que los bombardeos contra las embajadas
en 1998 lo hicieron famoso, la CIA tuvo dificultades sorprendentes
encontrándolo en Afganistán.
El 31 de octubre pasado, el periódico francés,
Le Figaro, que es de los más conservadores en el
país, publicó un informe sensacional que en cierto
momento de su estadía de casi dos semanasdel 4 al
14 de julio, 2001en el hospital estadounidense en Dubai
(Emiratos Unidos Árabes), donde recibiera tratamientos
para una enfermedad de los riñones, bin Laden se había
reunido con agentes de la CIA.
Voceros de los Estados Unidos y de EUA rotundamente negaron
el informe. No existe manera de comprobarlo independientemente.
Pero lo cierto es que el periódico tiene vínculos
excelentes. Uno de sus inversionistas principales es el Grupo
Carlysle, empresa de acciones con vínculos directos a la
familia Bush y a la de bin Laden.
Existen otros indicios que las relaciones entre los Estados
Unidos y los terroristas islámicos no son exactamente lo
que la prensa estadounidense pretende.
Existe el caso de Nabil al-Marabh, quien en junio, 2001, fue
detenido en Niagara Falls mientras cruzaba la frontera
a Nueva York. Se le había encontrado viajando como polizón
en un camión con remolque. Llevaba un pasaporte falso y
las autoridades de inmigración estadounidenses lo hicieron
regresar a Canadá. Nueve meses antes se le había
identificado a espías estadounidenses como uno de los espías
de Osama bin Laden en los Estados Unidos. Agentes de la aduana
de los Estados Unidos sabían que él había
trasladado dinero a un socio de bin Laden en el Medio Oriente.
La policía de Boston había emitido una orden para
arrestarlo por incumplir con su libertad condicional, que se le
había impuesto por apuñalar a un amigo. Al-Marabh
fue puesto en libertad bajo fianza en Canadá. Después
de los ataques del 11 de septiembre, fue arrestado en las cercanías
de Chicago. Mientras se encontraba encarcelado en Canadá,
hacía alardes ante sus compañeros de celda
que el FBI lo consideraba especial'. ( New York
Times, 5 octubre 2001)
El 24 de septiembre también apareció un artículo
en la revista semanal, Newsweek. Éste nos informa
que el 10 de septiembre, un grupo de funcionarios de alto
rango en el Pentágono de repente cancelaron sus planes
para viajar al otro día, aparentemente por razones de seguridad.
Esto sugiere que ciertos niveles del estado estadounidense tenían
conocimiento no sólo del ataque inminente, sino también
de su hora exacta. Huelga decir que ninguna de las publicaciones
principales de los Estados Unidos le ha seguido la pista a esta
historia.
¿Y qué se puede decir del artículo que
apareció el en la primera página del Washington
Post, bajo titular de doble línea, el 23 de septiembre:
Investigadores identifican a 4 o 5 grupos vinculados a bin
Laden que funcionan como espías en los Estados Unidos;
Funcionarios alegan que no existe ninguna conexión entre
los miembros de esta célula' y los 19 piratas aéreos
?
El artículo informa que el FBI había identificado
a varios grupos de Al Qaeda que habían funcionado durante
los últimos años en los Estados Unidos pero
a quienes no se les encontró ningún vínculo
a los 19 piratas aéreos que desataron el ataque del 11
de septiembre. Esto es una admisión asombrosa dado que
toda la campaña militar estadounidense contra Afganistán
se había predicado en que que Osama bin Laden era el responsable
por la piratería suicida. El artículo sigue:
El FBI no ha arrestado a nadie porque los miembros del
grupo ingresaron al país lícitamente durante los
últimos años y no han participado en ninguna actividad
delictiva desde su llegada, declaran los funcionarios.
Los funcionarios del gobierno sostienen que no saben
por qué las células se encuentran en el país,
cual es su objetivo o si sus miembros planean ataques. Un funcionario
llegó a describirlas probablemente benignas', aunque
otras personas las tachan de siniestras y aseguran que se han
tomado precauciones para proteger al público.
Ésto desatina la mente: en medio de una red barredera
nacional, cuyo balancer actual es el arresto e interrogación
de cientos de estadounidenses árabes y musulmanes solamente
debido a su religión y origen nacional, el FBI le dice
al periódico principal de la nación que no ha detenido
a ninguno de los conocidos colaboradores de Osama bin Laden porque
no han cometido ningún delito desde su llegada a los Estados
Unidos. Puede que su presencia hasta sea benigna,
adjetivo espeluznante cuando se toma en cuenta la matanza de casi
3000 personas.
El artículo del Post fue escrito conjuntamente
por Bob Woodward y Walter Pincus, hecho que le da mayor significado.
No es necesario presentar a Woodward a los versados en el escándalo
de Watergate. Fue el corresponsal que logró obtener la
información subrepticia más famosa en la historia
de los Estados Unidos; información interna acerca de las
acciones de Nixon durante las investigaciones sobre Watergate
proveída por cierta fuente secreta a la cual Woodward le
dio el pseudónimo de Deep Throat [Garganta
honda].
La identidad de esta persona nunca llegó a establecerse,
pero se cree que fue un funcionario importante de la maquinaria
de seguridad nacional. Walter Pincus es corresponsal del Post
y escribe sobre cuestiones de seguridad nacional, lo cual
significa que cubre a la CIA y el Pentágono. Trabajó
como espía para la CIA durante la década de los
1960, cuando era miembro de la Asociación Nacional de Estudiantes,
hecho que salió a la luz dos décadas después.
Este artículo, dado su prominencia en la primera página
del Washington Post y que fue escrito por estos dos individuos,
debe interpretarse como una señal semi-oficial que la relación
entre el espionaje estadounidense y Osama bin Laden es mucho más
compleja que lo que indica la propaganda que actualmente rige
los medios de prensa.
Continuará
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