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Setenta años después de la guerra civil española la derecha en España intenta rehabilitar a Franco

Tercera parte

Por Paul Mitchell and Vicky Short
28 Noviembre 2006

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Esta es la tercera parte de una serie de tres. Primera parte, Segunda parte.

La posguerra

La supervivencia de la dictadura del General Franco, consiguiente al final de la Segunda Guerra Mundial ,fue asegurado por una nada santa alianza de las potencias imperialistas, la Unión Soviética junto con el PSOE(Partido Socialista Obrero Español-PSOE) y(Partido Comunista de España-PCE).

La recuperación de la depresión mundial de los años 1930 requirió una sangrienta guerra mundial que resultó en la destrucción de una enorme parte de las fuerzas productivas, incluyendo las vidas de aproximadamente sesenta millones de personas.

La reconstrucción de la posguerra de Europa y Japón a través del Plan Marshall y otras inversiones dependieron de la fuerza financiera e industrial del capitalismo americano. De acuerdo con los acuerdos de Bretton Woods de 1944, el dolar americano llegó a ser la moneda de cambio mundial, convertible en oro a $35 la onza. Las instituciones patrocinadas por EE:UU tales como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial fueron constituidos para regular las relaciones económicas entre los estados y evitar el retorno a las políticas proteccionistas que habían demolido el mercado mundial en los años 30. La burguesía occidental adoptó políticas de estado de bienestar y de reformas para reducir el conflicto de clases y prevenir la revolución.

La supervivencia del capitalismo en el periodo de posguerra dependió sobre todo de la colaboración de los socialdemócratas y especialmente de los estalinistas, quienes impusieron los acuerdos de Yalta y Potsdam, firmados por Roosevelt, Churchill y Estalin, sobre la clase obrera y previno un ajuste de cuentas revolucionario con el imperialismo. A cambio del control de los así llamados "estados tapón" en Europa del Este, la burocracia del Kremlin aceptó suprimir la resistencia de la clase trabajadora usando los partidos comunistas en países como Francia e Italia y devolver el poder a los capitalistas.

En España hacia el fin de la Segunda Guerra Mundial, los partidos republicanos y el PSOE en el exilio establecieron una alianza nacional de fuerzas democráticas- anticipando que las victoriosas fuerzas aliadas marcharían dentro del país después de la derrota de las potencias del eje, depondrían a Franco y restaurarían un sistema democrático burgués.

Basado en la misma perspectiva, el PCE inició una guerra de guerrillas en 1944 que supuso el sacrificio de las vidas de aproximadamente 15.000 de sus miembros. El liderazgo del PCE el cual pocos años antes había echado la culpa de la derrota de la Revolución Española al Imperialismo, estaba ahora "convencida que estableciendo centros de lucha en el país y diseminando el pánico entre la clase gobernante, se crearía una situación tal que las fuerzas aliadas nos ayudarían" (1)

Sin embargo, con la llegada de la Guerra Fría, las potencias imperialistas vieron al dictador español como barrera contra el comunismo y persiguieron una vez más una política de no intervención. La Unión Soviética intentó solamente neutralizar a Franco, impidiendo que España se uniera a la OTAN y a la Comunidad Económica Europea (CEE, antecesora de la Unión Europea) y llegara a ser parte de una amplia unión económica y militar amenazadora del bloque del Este.

En 1949, el año en que la OTAN fue creada, Estalin aconsejó al PCE abandonar su guerra de guerrillas y en cambio buscar la captura de las organizaciones fascistas y católicas para intentar influenciarlas y llevarlas por el camino de una democracia burguesa.

Bajo el régimen de Franco, el nivel de vida llegó a ser uno de los más bajos de Europa y a pesar de la legislación sobre una reforma agraria la agricultura siguió siendo muy primitiva. La economía fue llevada por principios autárquicos nacionales falangistas y España fue excluida de la ayuda del Plan Marshall por las simpatías pro-eje de Franco. El país permaneció en una profunda depresión económica con una inflación rampante, hambre y racionamiento. El consumo de carne era la mitad del que había sido en 1926. A pesar que el estado de vigilancia y la brutal represión estuvo siempre presente, la clase obrera permaneció combativa, llevando a cabo una serie de huelgas incluyendo la huelga general de Barcelona con 300.000 participantes en 1951 que incluso atrajo a los falangistas locales y a la clase media.

Un temporal desahogo de la crisis económica fue proporcionado por el Pacto de Madrid de 1953 cuando los EE.UU garantizaron a España una ayuda de un millardo de dólares a cambio de permitir la instalación de bases militares americanas en territorio español. Pero para 1957 el país afrontó una bancarrota. Un programa de austeridad de emergencia fue negociado con el Fondo Monetario Internacional por un nuevo equipo de tecnócratas del estado liderados por Laureano López Rodo, el cual empezó a sustituir las restricciones autárquicas por una economía de libre mercado sin hacer ninguna concesión de derechos democráticos.

López Rodó declaró al Movimiento Nacional como católico y monárquico y quitó todas las referencias al falangismo. Los EE.UU presionaron a Juan de Borbón, el hijo del rey exiliado Alfonso XIII, para que persuadiera a Franco a restaurar la monarquía para lo cual Franco dijo que él luchó durante la Guerra Civil.

Al fin se alcanzó un compromiso a través del cual el hijo de Don Juan, Juan Carlos el presente Rey de España, sería entrenado por Franco para llegar a ser Rey dejando mientras tanto a Franco como Jefe de Estado. Sin embargo, esta acción provocó disturbios en las calles por los falangistas quienes veían que su "revolución fascista" estaba siendo socavada.

La economía española comenzó a crecer como resultado de la inversión de capital y ayuda extranjera atraídas por el régimen laboral represivo, las divisas enviadas por más de 500.000 trabajadores españoles quienes se vieron forzados a buscar trabajo en el extranjero y los enormes incrementos de turistas desde el norte de Europa facilitado por vuelos baratos.

El colapso de Bretton Woods

Sin embargo, el expansivo crecimiento de posguerra que estaba comenzando a beneficiar a España estaba alcanzando su fin. El sistema de Bretton Woods no superó las esenciales contradicciones de la recuperación de posguerra--el hecho que EE.UU se viera forzado a reconstruir sus rivales económicos para reanimar el mercado mundial y prevenir la revolución. Para los años 1960, la exportación de capital americano a ultramar produjo una crisis del dolar, la cual señaló una ruptura en el equilibrio de posguerra y el decline de la hegemonía estadounidense. Incapaz de contener la crisis, el gobierno de EE.UU. acabó con la convertibilidad del dólar-oro y destruyó los fundamentos del acuerdo de Breton Woods.

La crisis económica mundial a la vez provocó y fue intensificada por el resurgimiento de clase obrera internacional. El periodo entre 1968 y 1975 marcó el más grande movimiento revolucionario desde los años 1920. La supervivencia del capitalismo a través de estos turbulentos años, no menos que en los años 1930 y después de la Segunda Guerra Mundial, dependió de la traición de las burocracias de los estalinistas, maoistas y socialdemócratas y los liderazgos de los sindicatos, los cuales trabajaron para mantener a la clase obrera limitada a la agitación y las demandas de reformas.

En España, el régimen de Franco estaba en una perpetua crisis y encarando una creciente oposición. El régimen zigzagueaba entre, por un lado la represión brutal de los disturbios de estudiantes y trabajadores por la policía, los Guardias Civiles y grupos de terror, constituidos por los servicios de inteligencia, que sembraban el pánico, y por el otro lado ofreciendo concesiones tales como un salario mínimo y grandes incrementos salariales. Los disturbios siguieron creciendo en 1969 con la declaración del estado de emergencia.

El régimen además enfrentó el crecimiento del movimiento separatista terrorista ETA ( Euskadi Ta Askatasuna, Patria Vasca y Libertad ) en el país Vasco, resultado en gran parte de su propia cruel represión en la provincia. ETA alcanzó bastante popularidad por sus ataques a la policía y los militares que culminaron en el asesinato en 1973 del presidente del país, Carrero Blanco. Una serie de juicios espectáculo, evidentemente fraudulentos y manipulados, así como ejecuciones por parte del Estado de izquierdistas y separatistas provocó una condena internacional e incrementó el aislamiento del régimen.

Muchos de los antiguos intelectuales franquistas desertaron del Movimiento Nacional y establecieron alianzas con los partidos de la oposición en el extranjero. En un intento de parar este éxodo el régimen relajó la censura de prensa y permitió la formación de "asociaciones políticas" dentro del Movimiento Nacional. Por vez primera el consejo de ministros de Franco empezó a discutir las dificultades políticas en sus reuniones y presionaron al dictador para que completara la Ley Orgánica, en la cual se detallaba su sucesión y diera una fecha para la ascensión de Juan Carlos al trono.

Resultó obvio que el régimen de Franco estaba en crisis terminal y la clase gobernante una vez más se dirigió hacia el PCE para su salvación. Desde 1956, el año que Khrushchev hizo su discurso secreto denunciando a Estalin, el PCE había seguido una política de "Reconciliación Nacional." El secretario general del PCE, Santiago Carrillo, arguyó que existía una "objetiva convergencia" entre la clase trabajadora y el sector "moderno" del capitalismo español que necesitaba un sistema parlamentario burgués y libertades democráticas. Insistió: " Solamente después de que estas libertades hayan sido ganadas será posible hablar sobre las posibilidades del socialismo." (2)

El PCE además arguyó que los sindicatos corporativos del régimen (Sindicato Vertical) podrían transformarse en organizaciones elegidas democráticamente y llevar a cabo un cambio democrático. En 1966, líderes del PCE (todavía actuando ilegalmente) ganaron con una abrumadora victoria en las elecciones sindicales. Carrillo admite que el PCE deliberadamente trabajó para desviar a los comités obreros clandestinos (Comisiones Obreras, CC.OO.), que habían surgido cuando los sindicatos empezaron a colapsar como consecuencia de las huelgas de alcance nacional en 1962, en una dirección reformista y volverlos de nuevo hacia los sindicatos fascistas. Para Carrillo, el gran éxito del PCE ocurrió cuando los sindicatos verticales adoptaron como suyo el programa mínimo del PCE, el cual incluía una escala móvil de salarios e igual pago por igual trabajo.

Sin embargo el régimen se volvió contra el PCE anulando los resultados de las elecciones sindicales y poniendo fuera de la ley los comités obreros.

Los partidos comunistas europeos utilizaron la invasión de Checoslovaquia por la Unión Soviética en 1968 para realizar otro giro a la derecha. El PCE anunció un "Pacto de Libertad" que proclamó podría unir a la clase trabajadora con los sectores del ejército más liberales y la "dinámica burguesía."

La transición a la democracia

El PCE ofreció su ayuda a la clase gobernante. Carrillo apareció en la plataforma con uno de los consejeros de Juan de Borbón para anunciar la formación de la Junta Democrática y declaró que contaba con el apoyo de 200 hombres de negocios. El apoyo del PCE a Don Juan no impidió que Juan Carlos reconociera que el PCE podría asegurar una transición pacífica después de la muerte de Franco y envió al sobrino de Franco, Nicolás Franco Pascual de Pobil, a reunirse con Carrillo y averiguar como iba a reaccionar el PCE cuando Franco muriera. Carrillo le aseguró que no había nada que temer.

Franco murió en Noviembre de 1975 y la clase gobernante española entró en crisis una vez más con masivas huelgas, manifestaciones, disturbios de estudiantes y ocupaciones. Juan Carlos fue nombrado Rey y juró lealtad al Movimiento Nacional. El nuevo gobierno, con Carlos Arias Navarro como Presidente, anunció cambios cosméticos del régimen franquista y un programa de austeridad que provocó una serie de huelgas que Arias dijo que aplastaría. En Vitoria la policía disparó contra los manifestantes matando a 7 e hiriendo a otros 150.

El PCE y PSOE se unieron con los Cristiano-Demócratas en una plataforma común. Dejando a un lado su oposición a la monarquía, propusieron discusiones sobre una "ruptura negociada" con el régimen. En Diciembre de 1976 Carrillo comunicó al nuevo Presidente, Adolfo Suarez, de la Unión de Centro Democrático (UCD) y antiguo secretario general del Movimiento Nacional, que el PCE estaba dispuesto a participar en un gobierno encabezado por Juan Carlos y que participaría en un "pacto social" pos-electoral. A cambio, Suárez efectivamente legalizó al PCE, permitiendo a sus candidatos presentarse a las elecciones de 1977- pero solo a título individual.

A pesar de las amplias expectativas de que habría un cambio real y un propósito de pedir responsabilidades a aquellos que habían participado en el régimen de Franco, la así llamada "transición democrática" a una democracia burguesa fue impuesta a la clase trabajadora sin discusión y contra el surgimiento de luchas militantes. En las elecciones de 1977 el PCE y el PSOE omitieron cualquier referencia al republicanismo, la lucha de clases o el Marxismo--todas las cuales estaban en su programa--con la intención de aparecer como respetables parlamentarios.

Procesos similares pudieron verse durante las discusiones sobre otros temas políticos, sociales y económicos, con la inicial resistencia del PSOE a apoyar algunas propuestas sirviendo para dar una apariencia de izquierdas al apoyo del PCE al gobierno. La propuesta del PSOE de convertir a España en una república fue derrotada. Carrillo apoyó la monarquía diciendo que su única condición era la continuada presencia de Juan Carlos para liderar el país hacia la democracia. El PSOE propuso inicialmente que la constitución declarara a España un estado secular pero Carrillo advirtió que la "izquierda" no debería perseguir a la Iglesia y convertir a los clérigos en mártires.

La colaboración del PSOE y el PCE en rescatar el capitalismo español y sofocar la oposición revolucionaria alcanzó su clímax cuando los principales partidos firmaron los Pactos de la Moncloa en 1978 proporcionando una nueva constitución. El comité que trabajó en secreto para redactar la constitución comprendía tres miembros de la UCD de Adolfo Suárez , un miembro del PSOE, uno del PCE y uno del franquista Alianza Popular de Manuel Fraga, y un representante de los nacionalistas catalanes.

Carrillo afirmó que la Constitución "haría posible una transformación socialista". En realidad las acciones del PSOE y del PCE solo sirvieron para la facilitar la supervivencia de los secuaces de Franco y la continuidad de su propia participación en el aparato del Estado.

El perverso papel de los estalinistas y la izquierda socialdemocráta durante y después de la transición quedó ejemplificado por el hecho que después de 14 años del gobierno del PSOE, entre 1982 y 1996, los herederos de Franco, el PP, volvieron al poder.

El pacto de silencio sobre la dictadura fascista, acordado durante la transición y mantenido hasta hoy, efectivamente absolvió al PP de cualquier asociación con los crímenes de Franco y animó su oposición a la reparación de las víctimas de la represión y al veto a las propuestas para anular las sentencias hechas durante los juicios políticos de Franco.

¿Porqué Franco está siendo rehabilitado?

Los actuales intensivos esfuerzos para rehabilitar a Franco no son meramente un tema de revisionismo histórico sino que expresan el avanzado estado de los antagonismos sociales y políticos en la España contemporánea.

A pesar de la unanimidad entre la clase gobernante respecto al pacto de silencio, éste no pudo hacer desaparecer las contradicciones subyacentes del capitalismo que habían llevado a la burguesía española a recurrir al fascismo en 1936. Las mismas contradicciones se están intensificando hoy y dando lugar al resurgimiento de los mismos problemas que nunca fueron resueltos.

Se están desarrollando las condiciones que inevitablemente han de desembocar en intensas luchas de clases, para las cuales la clase gobernante no tiene otra respuesta que volver a la represión. España está en vísperas de una grave crisis económica y política debido al bajo crecimiento de la productividad y su pérdida de competitividad y de los subsidios de la U.E. por los que compiten los nuevos países miembros en el Este de Europa. A través del último año, el gobierno, los sindicatos y las organizaciones de empresarios han estado en discusiones dirigidas a imponer reformas del estado de bienestar y del trabajo exigidas por las instituciones financieras internacionales.

Los gobiernos españoles trataron durante muchos años evitar una confrontación abierta con la clase trabajadora sobre estas reformas y los esfuerzos del PP para cambiar esta política provocó una oposición popular que fue alimentada por el apoyo del gobierno a la guerra contra Irak. La clase obrera española respondió al apoyo a la invasión de Irak por los Estados Unidos y a la política de económica y social de derechas de José María Aznar con enormes manifestaciones en contra de la guerra.

El 11 de Marzo de 2004, tres días antes de las previstas elecciones generales, diez bombas fueron detonadas en trenes de cercanías que se dirigían hacia Madrid, matando 191 personas e hiriendo otras 1.900. El gobierno del PP inmediatamente intentó explotar la atrocidad con el propósito de retener el poder político. A pesar de la evidencia de la implicación de Al Qaeda, Aznar continuó proclamando que las bombas fueron obra del grupo separatista ETA, con tal de evitar que la población estableciera cualquier vinculación entre el ataque y el apoyo del gobierno a la guerra liderada por EE.UU. contra Irak.

Cuando las mentiras de Aznar empezaron a salir a la luz se hicieron protestas masivas en frente de la sede del partido del PP, con manifestantes denunciando su intento de robar las elecciones que llevaron al PSOE al poder en una revuelta popular contra el PP. Sólo unos días más tarde el nuevo Presidente del Gobierno, José Luis Zapatero, anunció que España retiraría sus tropas de Irak.

Elevado al poder en una ola de hostilidad contra el PP, el Gobierno de Zapatero no presenta fundamentales diferencias con las políticas de derechas de su predecesor. Sin embargo, el PP nunca se ha reconciliado con el resultado electoral del 14 de Marzo de 2004 y ha denunciando continuamente la elección general como un "golpe izquierdista."

Durante la campaña electoral Zapatero prometió que las fosas comunes serían abiertas y se haría justicia para aquellos perseguidos o asesinados bajo el régimen de Franco en el 30 aniversario de su muerte, pero esto no ha sucedido. Desde el año 2000, la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica ha exhumado los restos de 500 personas "sin un euro del gobierno", de acuerdo con las declaraciones de su líder, Emilio Silva. En cambio, José Bono, Ministro de Justicia, invitó a representantes de la División Azul desfilar junto con soldados republicanos en el desfile militar en el Día de la Hispanidad en Octubre el pasado año en una pública manifestación de "reconciliación nacional."

Más recientemente, varios oficiales de alto rango han amenazado con movilizar sus tropas contra el gobierno del PSOE si llegaba a un acuerdo para hacer cualquier cambio en los estatutos autonómicos del País Vasco y Cataluña. En vez de tomar estas declaraciones con la seriedad que se merecen, Zapatero, Bono y otros ministros continuaron minimizando su relevancia y repitiendo que eran puntos de vista individuales.

La virulencia mostrada por la clase gobernante no está dirigida tanto contra el PSOE como contra la clase trabajadora española. No ha olvidado ni perdonado a los millones de personas trabajadoras cuyo movimiento progresista de izquierdas forzaron la salida del régimen de Aznar y debilitaron la alianza de apoyo a lo que Bush denomina "guerra contra el terror." También teme un mayor movimiento independiente por amplias masas de la población mucho más político en el futuro.

La historia de la Revolución Española y la Guerra Civil demuestra muy claramente que ni la más grande cantidad de militancia, valentía o auto-sacrificio pueden reemplazar el desarrollo de una perspectiva socialista y la construcción de un partido que luche por ellos. Solamente sobre estas bases pueden los trabajadores contrarrestar la ofensiva del ala derecha y superar las traiciones de las viejas organizaciones de trabajadores. Esto significa aprender todas las lecciones de la historia del movimiento obrero tanto en España como internacionalmente, tarea a la cual el Comité Internacional de la Cuarta Internacional y el Sitio Web Socialista Mundial (World Socialist Web Site) están dedicados.

Notas:
(1) Carrillo S, Lawrence and Wishart, 1974, página 92
(2) Carrillo S, Diálogo sobre España, Lawrence and Wishart, 1974, página 169

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