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El marxismo, el Comité Internacional y la ciencia de
la perspectiva: un análisis histórico de la crisis
del imperialismo estadounidense
Tercera Parte
Por David North
2 Febrero 2005
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el autor
La versión original en inglés de esta primera
parte apareció en nuestro sitio por primera vez el 11 de enero, 2005. La segunda
apareció el 12 del mismo y
la tercera el 13.
Durante el fin de semana del 8 al 9 de enero, el Partido
Socialista por la Igualdad [PSI] celebró una reunión
de sus militantes en la ciudad de Ann Arbor, estado de Michigan.
David North, Secretario Nacional del PSI y presidente del Comité
de Redacción de la WSWS, pronunció el discurso de
apertura, el cual publicaremos en tres partes. La primera parte
en castellano fue publicada anteayer y la segunda ayer.
En el documento de perspectivas que se adoptaron en agosto,
1988, el Comité Internacional de la Cuarta Internacional
(CICI) identificó las siguientes características
que esencialmente definen una crisis revolucionaria en proceso:
1. La integración histórica sin precedentes del
mercado mundial y la integración global del proceso de
producción, del cual la empresa transnacional es expresión
institucional. Este proceso mundial intensificó la contradicción
fundamental entre la economía internacional y el sistema
de naciones-estados.
2. El fin de la hegemonía económica mundial de
Estados Unidos, lo cual representa unatransformación histórica
que se expresó concretamente cuando Estados Unidos pasó
de nación acreedora a nación deudora. El desbordamiento
precipitado de la economía estadounidense fue la causa
fundamental del deterioro en el nivel de vida de amplios sectores
de la clase trabajadora.
3. La intensificación del conflicto entre los imperialistas
a medida que Europa y el Japón directamente desafiaron
la posición de Estados Unidos en el mercado mundial.
4. La rápida expansión de las economías
del Sudeste Asiático que bordean el Pacífico, que
terminara en la creación de nuevas pelotones del proletariado
industrial. Tendencias similares también estaban en proceso
en África y Latinoamérica. Desde el punto de vista
internacional, este desarrollo significó un enorme fortalecimiento
del potencial económico y del poder social de la clase
trabajadora.
5. El empobrecimiento continuo de gran parte del "Tercer
Mundo" y el fracaso total deun conjunto de estrategias para
el "desarrollo"de las burguesías nacionales de
estospaíses.
6. La desestabilización del orden político, establecido
luego de la Segunda Guerra Mundial, que surgió de la orientación
de todos los elementos nacionales de laburocracia estalinistaen
la URSS, Europa Oriental y Chinahacia una política
de restauración capitalista.
Casi diecisiete años han pasado desde la adopción
de esas perspectivas. La elaboración de nuevas perspectivas
mundiales requiere que repasemos de nuevo esas perspectivas con
ojo crítico. Primero tenemos que admitir que las perspectivas
no son pagarés. Simplemente son una prognosis, la cual,
como notara Trotsky, mientras más concreta, más
condicional.
Como reza el dicho, ¡las predicciones son muy difíciles
de hacer, sobretodo cuando se trata del futuro! Aquellos que quieren
adivinar el futuro con exactitud absoluta deberían dirigirse
al oráculo más cercano.
No obstante, a pesar de estos obstáculos, creo que el
análisis de 1988 ha sostenido su validez muy bien. Comenzaré
con el último de los elementos esenciales de la crisis
mundial que el CICI identificó en 1988: la desestabilización
y las consecuencias revolucionarias que nosotros anticipamos como
resultado del viraje de las burocracias estalinistas hacia una
política a favor del libre mercado. Permítanme señalarles
que las advertencias de estas perspectivas de 1988 (así
como otros documentos de la época)que la política
que Gorbachev seguía bajo las insignias de la política
del glasnost [apertura] y del perestroika representaba
el apogeo de la política contrarrevolucionaria del estalinismopintaban
un contraste muy marcado al apoyo entusiasta que el último
líder soviético recibió de los teóricos
pablistas.
Ernesto Mandel, quien había sido el colaborador teórico
más íntimo de Michel Pablo y eventualmente teórico
principal del movimiento revisionista, elogió a Gorbachev
como el político más brillante del mundo y criticó
de "absurda" la acusación que el objetivo de
su programática política era la restauración
del capitalismo. El protegido de Mandel, Tariq Ali, hasta llegó
a dedicar uno de sus libros a Boris Yeltsin. Quizás podamos
perdonar la visión limitada de los revisionistas si nos
pertacamos de que la burguesía internacional también
exhibió una visión bastante limitada acerca de las
consecuencias de la política de Gorbachev. Todos luego
confesaron que el colapso repentino de los regímenes estalinistas
en Europa Oriental y la URSS los había sorprendido totalmente.
Cuando repasamos el análisis del CICI de la crisis de
los regímenes estalinistas, podemos declarar, sin temor
a ser ser refutados, que nos fue posible anticipar las rebeliones
que ocurrieron entre 1989 y 1991, incluso la enorme rebelión
de estudiantes y obreros en China que culminó en la masacre
de la Plaza Tiananmen. Lo que no pudimos anticipar fueron las
consecuencias políticas inmediatas de la crisis de los
regímenes estalinistas. Durante la trayectoria de esta
crisis, llegamos a entender que décadas de represión
estalinistadirigida sobretodo contra las tendencias socialistas
en la clase obrera y los intelectualeshabían dejado
profundas huellas en la conciencia de las masas. De la filosofía
socialista que una vez había inspirado a amplios sectores
de la clase obrera poco quedaba. Las manifestaciones de las masas
que ocurrieron en Europa Oriental y en la URSS fueron desviadas,
con el aliento de las burocracias, hacia una línea pro
capitalista. El resultado inicial de las rebeliones anti estalinistas
fueron, pues, el establecimiento de regímenes restauracionistas.
Pero esto no desmiente las perspectivas del CICI , sobretodo
cuando si consideramos las ramificaciones históricas más
amplias de los acontecimientos entre 1989 y 1991. ¿Qué,
a fin de cuentas, condujo a la disolución repentina de
los regímenes estalinistas en Europa Oriental y la USRR?
Paradójicamente, estos regímenes probaron ser los
menos adaptados al impacto de las tendencias económicas
que el Comité Internacional había identificado en
su análisis de crisis económica mundial; es decir,
la aceleración de la "globalización" económica.
No fue el atraso de las economías de Europa Oriental y
de la Unión Soviética lo que imposibilitó
el manejo del sistema nacional de auto suficiencia autártica,
sino una complejidad cada vez mayor. Pero mientras más
estas economías buscaban, bajo las presiones de la necesidad,
acceso a los recursos del mercado mundialexpandiendo el
comercio, animando las inversiones internacionales y tratando
de conseguir créditomás exponían a
sus empresas nacionalizadas, protegidas artificialmente, a las
despiadadas presiones de la economía mundial para las cuales
no estaban preparadas.
La reacción inicial de la clase obrera soviética
a la política promercadista de Gorbachev había consistido
de una serie de huelgas bastante enérgicas, sobretodo por
parte de los mineros. Las burocracias estalinistas llegaron a
temer cada vez más que la clase obrera se virara hacia
la izquierda e hicieron todo lo posible para asegurar que el colapso
de sus ruinosos regímenes pondrían el poder en manos
de elementos pro capitalistas. Y en esto tuvieron éxito.
Pero las consecuencias políticas de las rebeliones no altera
el hecho que sus bases ecómicas eran los explosivos procesos
ecómicos que la a "globalización" había
puesto en marcha.
La forma política que los hechos toman no es nada trivial.
No somos indiferentes a las consecuencias políticas del
colapso de los regímenes estalinistas. La restauración
del capitalismo en Europa Oriental, la antigua URSS y en China
tuvo un impacto colosal no sólo sobre la evolución
de la política mundial, sino sobre la economía mundial
durante la década de los 90 y la primera década
del Siglo XXI. Para apreciar la magnitud de las consecuencias
de la restauración capitalista sólo tenemos que
preguntarnos como el mundo sería hoy día si los
acontecimientos en Europa Oriental, la URSS y China habrían
culminado en revoluciones políticas por medio de las cuales
regímenes obreros democráticos y socialistas habrían
llegado al poder. Dudo que habríamos sufrido la exhuberancia
especulativa, a nivel mundial, que impulsó la subida de
los valores de las acciones en Wall Street y de otros mercados
de acciones durante la década del 90. No cabe duda que
el colapso de la Unión Soviética alentó,
por lo menos temporalmente, despertó la confianza en sí
mismas de las burguesías norteamericana e internacional.
Y fue sobretodo para Estados Unidos que la muerte de la URSS abrió
enormes posibilidades para ejercer su poder militar.
Pero si consideramos la situación del capitalismo mundial
y la posición de Estados Unidos dentro de otras restricciones
establecidas por otros elementos de la crisis que el documento
de 1988 identificara, y si consideramos el contexto aún
más amplio de la situación general que se presentó
luego de Bretton Woods, se produce un panorama más realista.
Todos los elementos de crisis que el CICI había señalado
en 1988 perseveran en el 2005. Más bien se han intensificado
y puéstose más peligrosos.
Desde el punto de vista histórico, el colapso de la
URSS no fue ninguna cura para los profundos males internos del
sistema capitalista mundial; ni tampoco creó nuevos campos
para que éste se desarrollara de manera progresista. Más
bien, este suceso abrió nuevas esferas para la expansión
de sus caraterísticas malignas. Al caer la URSS, la contradicción
entre los procesos irreversibles de la mundialización de
la economía y los rígidos imperantes del arcáico
sistema de naciones-estados no disminuyó para nada; al
contrario, la última década y media ha presenciado
una horrible intensificación de esa contradicción.
En cuanto a los conflictos entre las potencias capitalistas principales,
el colapso de la URSS, cuya existencia había sido uno de
los factores que desde la Segunda Guerra Mundial había
frenado la tendencia de las naciones capitalistas hacia el conflicto,
los ha exacerbado. La última década y media también
ha presenciado un enorme desarrollo del poder y de la población
de la clase obrera de Asia.
El documento de 1988 le dio gran énfasis a la decadencia
económica de Estados Unidos y la resultante pérdida
de su hegemonía. Este proceso no se ha invertido durante
los últimos 17 años, a pesar de Estados Unidos tratar
de lograrlo con su poderío militar. Más bien, el
hecho que Estados Unidos ahora depende de una violencia cada vez
más temeraria para lograr sus objetivos mundiales refleja
dos tendencias: que su dominio económico se ha contraído;
y que su clase gobernante, enloquecidamente ciega por el dinero,
ha quedado profundamente desorientada.
Anteriormente mi informe se había referido al colapso
del sistema de Bretton Woods. Éste, como ya expliqué,
representó un nuevo punto de partida para el futuro del
capitalismo después de la Guerra. El fin de un sistema
basado en la convertibilidad del dólar en oro reveló
los límites del poder económico mundial de Estados
Unidos y puso en movimiento un prolongado proceso de decadencia
económica. Un análisis de la actual posición
del capitalismo estadounidense, que se concentra más bien
en la enormidad de sus déficits y deudas que en la fortaleza
de su arsenal militar, indica claramente que ahora nos encontramos
en una etapa muy avanzada de la crisis que comenzó con
el colapso del sistema de Bretton Woods en agosto del 1971.
Indicios objetivos de la decadencia económica
de Estados Unidos
Durante el año pasado, los ámbitos financieros
internacionales se han mostrado cada vez más inquietos
ante la situación de la economía estadounidense,
sobretodo con la enormidad de su posición inversionista
internacional neta (PINN) y los déficits actuales de su
balanza de pagos y el impacto de esos déficits sobre el
valor del dólar norteamericano. La honestidad de las preocupaciones
que estos déficits y la caída del dólar han
ocasionado refleja lo que ya se sabe: que estos no son simplemente
problemas de Estados Unidos, sino del mundo entero.
Aún luego de pasar casi 35 años, pero la burguesía
mundial todavía no ha podido encontrar una alternativa
estable a Bretton Woods. El sistema prevalente de tasas flotantes
nunca ha sido más que una serie de arreglos improvisados
perpétuamente vulnerables a las turbulencias de los mercados
actuales de divisas. Antes del 1971, el dólar estadounidense
había garantizado al mundo la estabilidad económica,
pero desde ese entonces se ha convertido en causa principal de
la inestabilidad económica que azota al mundo entero. Esta
peligrosa situación surge del hecho que el dólar
todavía es, a pesar de las eternas fluctuaciones de su
valor en el mercado mundial de divisas, la moneda mundial principal
de reservas. Tenemos que hacerle hincapié a varios puntos
relacionados a este hecho.
En primer lugar, el significado sin excepciones de los males
que azotan a las monedas es que expresa los desiquilibrios fundamentales
de una economía mundial fracturada por la persitencia de
la nación-estado. Una moneda única, universalmente
válida y estable, estimularía enormemente la organización
racional de la economía mundial. Esto lo entendieron muy
bien los representantes de la burguesía de mayor visión
durante la década del 40. Franklin Delano Roosevelt jugó
con la idea de proponerle a los poderes gobernantes el establecimiento
de una moneda mundial, la cual propuso llamar unitas, y
le pidió a su asesor economista, Harry Dexter White, quien
tenía ciertas inclinaciones socialistas, que comenzara
los planes para su realización. Pero Roosevelt, siempre
el realista, comprendió que esta expresión concreta
de un altruismo instinctivamente social no era compatible con
los intereses del capitalismo estadounidense. Sus planes nunca
llegaron a ver la luz del día. Significantemente, al mismo
tiempo, el economista británico, John Maynard Keynes, desarrollaba
sus propios planes para una moneda internacional, la cual llamó
bancor. Pero sin el apoyo de Estados Unidos, esto terminó
en los que los ingleses llaman "non-starter" [idea que
no puede ponerse en práctica]. Bajo el capitalismo, la
moneda nacional funciona como emisario de la burguesía
que rige el país donde se origina. Cualquier compatibilidad
entre la política monetaria nacional que esa moneda representa
y el bien general de la economía mundial es bienvenida,
pero, a fin de cuentas, no se puede confiar en en ella.
En segundo lugar, Estados Unidos cuenta, y continúa
contando, con una gran ventaja económica debido a la posición
privilegiada que el dólar ha gozado desde 1947 como divisa
principal mundial de reservas. Hasta el punto en que el dólar
se usa como medio principal para cumplir las transacciones financieras
internacionales, y que, por lo tanto, los bancos centrales de
todo el mundo intencionalmente acumulan, Estados Unidos no tienen
que obedecer las restricciones económicas y presupuestales
que se le imponen a todos los otros países. Se le permite
tener déficits por cuenta corriente mucho mayores de los
que otros países consideran tolerable. No obstante, hasta
para Estados Unnidos llega el punto en que la enormidad del déficit
deja de ser una mera procupación y se convierte en alarma.
Una deuda de un trillón de dólares por aquí
y otro trillón por allá y de repente, como va el
dicho, aparece la verdadera realidad. Y es en ese momento que
hasta los banqueros centrales comienzan a sudar y a desvelarse,
peocupadísimos acerca del valor del dólar que se
acumula en sus bóvedas.
Tercero, la crisis actual del dólar se presenta en el
momento en que la soberanía mundial de la moneda estadounidense
se enfrenta una dificultad histórica sin precedente en
la forma del euro. El economista Robert Mundell, ganador del Premio
Nóbel, recientemente escribió que los dos acontecimientos
más importantes del último medio siglo fue, en primer
lugar, el fin del sistema de Bretton Woods en 1971, y en el segundo,
el establecimiento del euro. Por primera vez desde que terminara
la Segunda Guerra Mundial existe una moneda que ha llegado a ser
aceptada como alternativa al dólar como moneda de las reservas
mundiales. Un porcentaje bastante alto, que sigue aumentando a
gran velocidad, de las transacciones comerciales internacionales
ya se denominan en euros. Esto ha de aumentar las presiones económicas
sobre Estados Unidos.
Aunque ciertos maniáticos ilusos de la derecha, como
el columnista Charles Krauthammer, han elogiado el inicio de un
mundo unipolar, dominado por Estados Unidos, los mercados financieros
mundiales definitivamente se han vuelto bipolares. Y mientras
otro estratega de la hegemonía estadounidense, Walter Russell
Meade, quien desestima con menosprecio las objeciones europeas
a la guerra contra Irak y predice que Estados Unidos, a su debido
tiempo, le cobrará el alma a los obstruccionistas franceses.
Observa sardónicamente que "la venganza es un plato
que mejor se sirve cuando está frío", pero
falla en considerar que puede que Estados se vea obligado a pagar
por los ingredientes de ese plato en euros.
La explosión del militarismo estadounidense está
profundamente vinculada a estas tendencias económica desfavorables.
Por medio de su poderío militar, Estados Unidos espera
obtener la ventaja geo estratégica que le permita desviar,
paro no decir revertir, la disminución de su influencia
económica. Sin embargo, el precio de mantener un enorme
arsenal militar y financiar sus actividades militares por todo
el mundo exacerban el problema económico esencial. Los
enormes déficits presupuestales contribuyen al deterioro
de los déficits por cuenta corriente, a una debilitación
más aguda del dólar, y a que el euro parezca una
alternativa más atractiva. Durante los últimos tres
años, la tasa de cambio entre el dólar y el euro
ha disminuído aproximadamente un 35% [Ver la Gráfica
# 1]. Estados Unidos, pues, se ve atrapado en un dilema programático
sin salida racional.
En cuanto al euro, su atracción es de carácter
relativo, no absoluto. Sólo luce bien cuando se le compara
a su hermano mayor y gordo. Contradicciones internas azotan al
proyecto de la unidad europea, de la cual el euro es producto.
Examinemos las estadísticas. El déficit de la
balanza comercial de Estados Unidos alcanzó $420.000.000.000
en 2002. En el 2004 excedió los $500.000.000.000. Se espera
que el déficit sobrepasará $600.000.000.000 en 2005.
La posición posición neta de inversiones internacionales
(PNII) de Estados Unidoses decir, la acumulación
total de pagarés que Estados Unidos reclamos en contra
de estados Unidos (menos la deuda y el dinero líquido)
menos los reclamos de Estados Unidos contra el resto del mundoaumentó
de -$360.000.000.000 en 1997 a-$2.300.000.000.000.000 en el 2003.
Todavía no tenemos las cifras finales, pero se espera que
el PNII llegará aproximadamente a-$3.300.000.000.000.000
en el 2004. Esta cifra representa 24% del Producto Interno Bruto
(PIB) de Estados Unidos. Deberíamos mantener en mente que
el PNII de Estados Unidos fue positivo hasta el 1989. Para el
1995 el PNII todavía era solamente -$306.000.000.000. Pero
para finales del 1999 había alcanzado $1.000.000.000.000.
Se espera que la hemorragia continúe. Estados Unidos seguirá
produciendo enormes déficits por cuenta corrientecurrent,
los cuales lo obligaron a tomar prestado $665.000.000.000 en el
2004. Nadie, excepto quizás Bush y la corte que lo rodea,
cree que esta situación pueda seguir por mucho tiempo más.
Permítanme citar un artículo escrito conjuntamente
por tres autores: el Ministro de la Tesorería, Robert Rubin,
y los conocidos economistas, Allen Sinai y Peter Orszag:
"El presupuesto federal de Etados unidos sigue un rumbo
que no puede sostener. Se espera que, debido a que no hay cambios
de política significantes, los déficits del gobierno
federal alcanzarán un total de $5.000.000.000.000 durante
la próxima década. Estos déficits causarán
que la deuda del gobierno de Estados Unidos, relativa al PNB,
aumente enormemente. De ahí en adelante, a medida que la
generación nacida después de la Segunda Guerra Mundial
comience a jubilarse y a reclamar los beneficios del Seguro Social
y del Medicare [seguro federal médico para ancianos], lo
más probable es que los déficits y la deuda del
gobierno aumenten de manera aún más pronunciada.
Los desiquilibrios presupuestales de la nación que se proyectan
para el futuro han llegado a tal nivel que el riesgo de adversas
y severas consecuencias tiene que considerarse en serio, aunque
es imposible predecir cuando semejantes consecuencias puedan ocurrir...
"Si los inversionistas criollos y extranjeros, a causa
de estos déficits, llegaran a perder la confianza, causarían
un cambio: los portafolios se quitarían de encima los bienes
valorizados en dólares y y se producirían presiones
para que suban las tasas de interés internas. Estas mismas
fuerzas podrían llevar a los inversionistas y a los negocios
a reducir el uso del dólar como moneda principal del mundo
para las transacciones internacionales. Eso a la vez podría
restringir la capacidad de Estados Unidos para financiar los déficits
por cuenta corriente por medio de pasivos dominados por el dólar
y aumentar la posibilidad que el país sufra cambios radicales
en el mecanismo de tipos de cambio".
El aumento de las tasa de interés, la depreciación
del dólar, y un deterioro en la confianza de los inversionistas
seguro reduciría los precios de la bolsa de valores y a
los ingresos de los hogares, y aumentaría el coste del
financiamiento de los negocios. Estos efectos podrían entonces
pasar de los mercados financieros a la economía real".
[2]
Un estudio publicado por las Oficinas Congresionales del Presupuesto,
que Rubin, Sinai y Orszag citan en su informe, presenta la siguiente
catástrofe hipotética:
"Los inversionistas extranjeros podrían cesar
sus inversiones en el mercado de valores de Estados Unidos, el
valor del dólar como divisa podría caer estrepitosamente,
las tasas de interés podrían aumentar, los precios
para los consumidores podrían subir, o la economía
podría contraerse de manera tajante. Con todo el mundo
anticipando que las ganancias [beneficios] de los negocios podrían
declinar y que la inflación y las tasas de interés
podrían aumentar, las bolsas de valores podrían
estrellarse y los consumidores de repente tendrían que
reducir su consumo. Además, los problemas económicos
en Estados Unidos podrían desbordarse y afectar al resto
del mundo, debilitando así a las economías de los
socios comerciales del país.
"Una política que promueva mayor inflación
podría reducir el valor real de la deuda del gobierno,
pero la inflación no es una viable estrategia de largo
alcance para resolver los déficits presupuestales que perseveran...Si
el gobierno continuara imprimiendo dinero para saldar el déficit,
la situación eventualmente llegaría a la hiperinflación
(como sucedió en Alemania en los 1920, en Hungría
en los 1940, y en Argentina a finales de los 80, y en Yugoslavia
en los 1990)...Una vez que el gobierno pierde su credibilidad
en los mercados financieros, es difícil que la obtenga
de nuevo".
Cuando presentamos estas cifras y citamos la opinión
de los expertos, no es nuestra intención afirmar que cualquiera
de las posibilidades sugeridas en las citas mencionadas puedan
suceder exactamente de la manera que el informe de las Oficinas
Congresionales del Presupuesto indica. Hay que presumir, no obstante
toda evidencia a lo contrario, que todavía existen sectores
de la clase gobernante de Estados Unidos que no están dispuestos
a seguir ciegamente al gobierno de Bush mientras éste se
dirige hacia el abismo. Antes de que los déficits por cuenta
corriente lleguen a equivaler el 50 o el 75% del PIB y el valor
del dólar disminuya otra vez de 30 a 40%, por encima de
la caída de 35% que ha sufrido durante los últimos
tres años, ciertas poderosas capas de la burguesía
han de intervenir para exigir un cambio de rumbo. Pero, ¿cuáles
son las alternativas a su alcance? No importa cual opción
se proponga, todas tienen consecuencias graves. Además,
toda política alterna, para no mencionar la continuación
del rumbo actual, han de terminar en peores ataques contra los
niveles de vida y las condiciones sociales de la clase obrera
de Estados Unidos.
Nunca se debe olvidar que el proceso histórico fundamental,
cuya expresión son estas estadísticas, es la prolongada
decadencia del capitalismo estadounidense. El destino del dólar
está inexorablemente vinculado al poder productivo y a
la posición de la industria de Estados Unidos. Ese repugnante
auto enriquecimiento de la clase gobernantelo que verdaderamente
lo hace especialmente repugnantees que el proceso de de
la fabricación del dinero cada vez más se ha desligado
de la verdadera capacidad productiva de la industria estadounidense.
El capitalismo estadounidense restriega al mundo para descubrir
fuentes de mano de obra y materias primas baratas a medida que
las bases de manufactura de la industria norteamericana se detrioran
y los niveles de vida de las amplias masas trabajadoras se estancan
o se deterioran.
¿Cuál es, pues, nuestra prognosis política?
La clase gobernante estadounidense no puede sacarse a sí
misma de esta crisis por medio de métodos pacifistas, ni
en el extranjero, ni en su misma tierra. Las acciones del imperialismo
estadounidense más allá de sus fronteras serán
cada vez más temerosas y bestiales. El hecho extraordinario
que el gobierno de Estados Unidos ha proclamado descaradamente
que las guerras son un modo aceptable y adecuado para lograr objetivos
geoestratégicos sólo puede comprenderse si la consideramos
expresión de un profundo conocimiento de que no hay otra
manera en que Estados Unidos pueda lograr la posición eminente
de la cual gozaba durante las décadas que siguieron el
fin de la Segunda Guerra Mundial.
Si Estados Unidos ha de quedarse en la posición de potencial
imperialista principal, tiene que asegurar acceso a los recursos
petrolíferos y de gas natural en el Oriente Medio y Asia
Central. Y no solo eso: tiene que estar en una posición
en debe tener la última palabra en cuanto esos recursos
tan críticos van a ser divididos entre las otras potencias
principales, no solo Europa y Japón, sino China y la India.
Y finalmente tiene que asegurar que el precio del petróleo
será determinado en dólares, no en euros.
Pero los sangrientos planes del imperialismo estadounidense
requieren que los recursos económicos tomen una nueva dirección
y pasen del sector social de la economía al sector militar
de la misma. Esto no puede lograrse sin una exacerbar severamente
las tensiones sociales, ya de gran peso, que existen en Estados
Unidos. ¿Qué puede hacer el gobierno de Bush? Las
respuestas no son ni buenas ni fáciles. Mutatis mutandis:
es decir, si tomamos en consideración las diferencias más
obvias, la situación a la cual el gobierno de Bush se enfrentaa
medida que entra en el cuarto año de su auto proclamada
y fraudulenta "guerra contra el terror"es extrañamente
similar a la que el régimen nazi enfrentaba hacia fines
de la década del 30, justamente antes de la Segunda Guerra
Mundial. Como ha notado un historiador muy perspicaz:
"...desde el punto de vista nazi, aparentemente no
había problemas políticos de índole económica
y social en 1938/39 que no tuvieran soluciones sin ambigüedad
al alcance. Las forzadas preparaciones para la guerra desde el
comienzo de 1938 habían sobrecargado la capacidad y las
reservas por todos lados...Las dificultades...se convirtieron
en la crisis total de todo el sistema económico y gubernamental;
en su centro latía esta cuestón: ¿cómo
se va a dividir el producto social entre las necesidades militares
y las civiles? Para ponerlo en otras palabras, el gobierno se
enfrentaba a una política extremadamente difícil:
¿cuánto sacrificio le podían exigir al pueblo
para justificar el rearmamento y la guerra? [3]
Si esto fue problema para el país en el que la burguesía
ya había logrado instalar en el poder a la dictadura más
bestial y despiadada que el mundo había visto, la encrucijada
política ante el cual el gobierno de Bush actualmente se
encuentra es peor aún. Ya existe una amplia oposición
popular al gobierno de Bush. El mismo hecho que ésta no
puede encontrar como expresarse dentro de los parámetros
establecidos por las estructuras políticas actuales le
da a esta oposición social latente un carácter excepcionalmente
explosivo.
La misión del Partido Socialista por la Igualdad tienen
que basarse en la lógica de la crisis económica
mundial, anticipar la reanudación de la lucha social en
estados Unidos y orientarse a la fuerza revolucionaria de la sociedad
norteamericana: la clase trabajadora. A aquellos que no están
familiarizados con la historia de los conflictos sociales en Estados
Unidos desde los 1870 hasta fines de 1980; a aquellos que han
crecido y madurado en un ambiente social en que apenas se conocen
las huelgas, las batallas con la policía, las manifestaciones
de masas y otras formas típicas de la lucha de clases según
se han practicado tradicionalmente en Estados Unidos por más
de un siglo, nuestra insistencia en el papel revolucionario de
la clase obrera puede parecerles utópico, para no decir
extraño. Pero la experiencia histórica nos muestra
que la prostracióno, para usar palabras más
adecuadas, el letargo y el estancamientode la última
década y media representa una gran excepción al
patrón básico de la historia social de Estados Unidos.
Si estudiamos los índices más obvios del conflicto
de clases en Estados Unidoslas estadísticas sobre
la huelgasinmediatamente nos sorprende que las acciones
laborales organizadas de masas casi han desaparecido durante las
últimas dos décadas. La cantidad de trabajadores
que participaron en paros, la cantidad de días laborales
perdidos y, lo más importante, el porcentaje de tiempo
de mano de obra total que se perdido como consecuencia de las
huelgas, han llegado a un punto casi insignificante. Estas cifras
son totalmente atípicas del patrón básico
que define las relaciones de clase que evolucionaron en Estados
Unidos entre los 1870 y los 1980.
¿Qué explicación se puede ofrecer para
esta estaordinaria caída de los índices básicos
más objetivos del conflicto social en Estados Unidos? La
clase obrera de Estados Unidos se ha vuelto totalmente indiferente
al deterioro se su propia posición social y el vasto aumento
en la desigualdad social durante las dos últimas décadas
se ha logrado sin de ninguna manera contribuir a las tensiones
sociales y grietas de la sociedad estadounidense, o las estructuras
políticas y formas organizacionales por medio de las cuales
los trabajadores tradicionalmente han expresado su descontento
social han laborado duramente para suprimir toda manifestación
de ira obrera popular. Esta última parece la explicación
más plausible. Y también es la correcta.
El resurgimiento de la clase obrera como fuerza política
revolucionaria e independiente no es solamente asunto de organización,
sino de la conciencia y de la perpsectiva política y de
la comprensión teórica de las leyes de la historia
y del modo de producción capitalista. Durante décadas,
el movimiento oficial de los trabajadores gozó de bastante
influencia en Estados Unidos. Consagró todos sus esfuerzos
a extirpar todo rasgo de las características intelectuales
que son esenciales para la adquisición de una conciencia
clasista. Además, su provincialismo nacionalista, junto
con una devoción exagerada al Partido Demócrata,
le cerró las puertas a toda reacción a la ofensiva
capitalista de los 1980 y a las nuevas circunstancias creadas
por la "globalización" capitalista.
Es inevitable que conflictos sociales y clasistas se produzcan
de nuevo en Estados Unidos y a nivel internacional. Nuestra misión
es prepararnos para esta inevitable renacimiento de la lucha de
clases a nivel internacional elaborando las perspectivas y el
programa internacional sobre los cuales la clase obrera debe basar
sus luchas, y laborando con grandes energías para expander
la influencia del World Socialist Web Site y así
introducir a una nueva generación de la juventud, de las
masas estudiantiles y trabajadoras al socialismo, educándolos
como marxistas en base a la incomparable historia del Comité
Internacional de la Cuarta Internacional.
Concluído
Notas:
1. The U.S. as a Net Debtor: The sustainability
of the U.S. External Imbalances, by Nouriel Roubini and Bred Setser
/Estados Unidos como deudor neto: la insostenibilidad de los desiquilbrios
externos, por Nouriel Roubini y Bred Setser, noviembre, 2004.
2. "Sustained Budget Deficits: Longer-Run U.S. Economic Performance
and the Risk of U.S. Financial and Fiscal Disarray"/"El
sostenimiento de los déficits presupuestales: las acciones
de mayor alcance sobre la economía y el peligro que presenta
el desorden de las finanzas y de la economía de Estados
Unidos", 4 de enero, 2004 (asequible en http://www.brook.edu/views/papers/orszag/20040105.pdf)
3. Nazism, Fascism and the Working Class, por Tim Mason/El nazismo,
el fascismo y la clase obrera, de Tim Mason (Cambridge, Reino
Unido, 1995), pág. 106.
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