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El marxismo, el Comité Internacional y la ciencia de
la perspectiva: un análisis histórico de la crisis
del imperialismo estadounidense
Segunda parte
Por David North
1 Febrero 2005
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el autor
La versión original en inglés de este discurso
apareció en nuestro sitio por primera vez en tres partes,
publicadas el 11, el 12
y el 13 de enero, 2005, respectivamente.
Durante el fin de semana del 8 al 9 de enero, el Partido
Socialista por la Igualdad [PSI] celebró una conferencia
de militancia en la ciudad de Ann Arbor, estado de Michigan. David
North, Secretario Nacional del PSI y presidente del Comité
de Redacción de la WSWS, pronunció el discurso de
apertura, el cual publicaremos en tres partes. La versión
en castellano de la primera parte apareció en nuestro sitio
ayer. Le segunda aparece hoy y sigue abajo. La tercera será
publicada mañana.
Esta semana se cumplen exactamente 20 años desde que
en enero, 1985, delegados de diferentes secciones del Comité
Internacional de la Cuarta Internacional (CIC) viajaran a Inglaterra
para asistir al Décimo Congreso de la Cuarta Internacional.
Este resultó ser el ultimo congreso dirigido por el Partido
Revolucionario de los Trabajadores (PRT) de Inglaterra, dirigido
por Gerry Healy, Cliff Slaughter y Michael Banda.
En aquel momento, una crisis política había estado
acumulándose en, y apoderándose del, movimiento
internacional por mas de una década. En los tres años
previos a dicha crisis política, la dirigencia del Partido
Revolucionario de los Trabajadores había acallado todos
los esfuerzos para tratar, debatir y estudiar conceptos filosóficos
erróneos y graves errores en la orientación política
del Comité Internacional. Cuando el CICI se reunió
en enero del 1985, el movimiento internacional estaba seriamente
desorientado; y el Partido Revolucionario de los Trabajadores
se encontraba en la peor situación de todas. El documento
de perspectivas esbozado por Slaughter trató de ocultar
su vacío analítico con una retórica rimbombante.
Un fragmento característico de dicha retórica anunciaba
que "Las leyes objetivas del ocaso del capitalismo, que ahora
se mueven y funcionan sin obstáculos, han realizado un
avance importante". De ser esto verdad significaría
que se habría producido una situación sin precedentes
en la historia del capitalismo, no obstante una situación
que el Marx mismo habría considerado imposible desde el
punto de vista teórico y práctico.
Afirmar que las leyes del capitalismo funcionan sin obstáculos
sólo puntualizaría lo siguiente: 1) que la resistencia
propia e intrínseca de la burguesía a esta decadencia
se ha agotado; y 2) que aún aquellas tendencias contrarias,
que surgen naturalmente de los procesos internos del capitalismo
para atenuar y poner totalmente en reversa la decadencia, se han
convertido en algo irrealizable. En otra palabras, la dialéctica
socioeconómica del capitalismo como sistema histórico
y mundial se habría detenido totalmente.
Otro fragmento anunciaba que "La realidad indica que ya
se han entablado luchas revolucionarias decisivas". Al mismo
tiempo que estas palabras surgían de la pluma de Cliff
Slaughter, había signos inequívocos de que la clase
trabajadora estaba en retaguardia en todo el mundo. Si hubiera
sido cierto que "luchas revolucionarias decisivas" estaban
desarrollándose, cualquiera se habría sentido obligado
a reconocer que estas batallas se habían perdido.
Igualmente, envevenado por su propia retórica, Slaughter,
afirmó que el "El invicto proletariado de Estados
Unidos simultáneamente entablaba luchas de índole
revolucionaria con el resto del mundo". Pero el hecho es
que la la clase obrera de Estados Unidos, desde la entrada de
Reagan en la Casa Blanca cuatro años antes, sufrió
toda una serie de derrotas importantes sin tregua. Las huelgas,
desanimadas por el peso de las traiciones, disminuyeron a su nivel
más bajo en décadas. Que semejantes análisis
políticos podrían presentarse como contribución
a la elaboración de perspectivas revolucionarias era otra
prueba de la confusión teórica y del fracaso político
de los dirigentes del PRT.
Dada la extraordinaria historia política de los dirigentes
del PRT, sobretodo la de Gerry Healy, la situación en que
se encontraban era profundamente trágica. Healy había
participado directamente en el movimiento socialista revolucionario
por más de medio siglo. Había jugado un papel importantísimo
como colega de James P. Cannon en la lucha internacional contra
el revisionismo pablista que culminó en la fundación
del Comité Internacional de la Cuarta Internacional en
1953. Durante la siguiente década, Healy resistió
la recaída teórica y política del Partido
Socialista de los Trabajadores (PST) en Estados Unidos y se opuso
a sus planes para reunificarse, sin basarse en ningún principio,
con el movimiento pablista. La supervivencia del Comité
Internacional ante una situación política tan desfavorable
se debió, en gran parte, a la lucha incansable de Healy
para defender los principios fundamentales del trotskismo. Sin
la lucha que dirigiera, la Liga Obrera, predecesora del Partido
Socialista por la Igualdad, nunca habría nacido.
Además, fue debido en gran parte a los esfuerzos de
Healy que el Comité Internacional, sobretodo después
de la escisión con el Partido Socialista de los Trabajadores
[Estados Unidos] en 1963, comenzó a prestarle mayor atención
a a una crisis económica cuyos indicios cada vez se hacían
más evidentes. Al contrario de los pablistas, cuya política
oportunista reflejaba su profunday continuafe en la
estabilidad del capitalismo tras la Segunda Guerra Mundial, el
CICI siguió muy de cerca las señales que las bases
económicas y monetarias del capitalismo mundial, establecidas
al culminar la Segunbda Guerra Mundial, comenzaban a entrar bajo
presión. El Comité Internacional, pues, se encontraba
en buen lugar para comprender las insinuaciones económicas
y políticas de largo alcance que se habían sembrado
cuando el gobierno de Nixon, en 1971, abruptamente terminó
"la Edad de oro" del capitalismo de post guerra.
Una noche de domingo, el 15 de agosto de 1971, el Presidente
Richard M. Nixon se presentó por televisión nacional
para anunciar que estaba tomando una serie de medidas económicas
en reacción no sólo al marcado deterioro del comercio
internacional y al pago de la balanza comercial de los Estados
Unidos, sino también a las crecientes señales de
presiones inflacionarias. Anunció que Estados Unidos ya
no honraría sus obligaciones de convertir, automáticamente,
los dólares en las bóvedas de sus socios comerciales
en oro, según habían establecido los reglamentos
del sistema monetario internacional de la conferencia de Bretton
Woods en julio, 1944. Este acontecimiento pasó inadvertido
para los Pablistas. Para el Comité Internacional, sin embargo,
representó uno de los acontecimientos económicos
más significantes desde la finalización de la Segunda
Guerra Mundial; acontecimiento que le abrió paso a una
profundización de la crisis económica mundial e
intensificó el conflicto internacional de clases. El corazón
de esa crisis se encontraba en el deterioró de la posición
mundial del capitalismo estadounidense.
En su análisis, el CICI hizo un repaso de la importancia
del sistema económico internacional, cuyos fundamentos
se habían establecido en la conferencia de Bretton Woods
en 1944, hacia finales de la Segunda Guerra Mundial. En el exterior
de Estados Unidos, los viejos poderes burgueses de la Europa láica
se hallaban en decadencia irreversible. La burguesía francesa
estaba desacreditada políticamente y su sistema financiero
totalmente quebrantado. El régimen de Hitler había
zambullido al capitalismo alemán en el abismo y el país
ardía en las llamas. El costo de la Segunda Guerra Mundial,
que siguió a la primera después de un intervalo
de sólo 20 años, había llevado a Gran Bretaña
a la bancarrota. Por toda Europa, la clase obrera había
tomado la ofensiva en contra del fascismo y de la barbarie imperialista.
Era agobiante el sentimiento popular de llevar a cabo un ajuste
de cuentas revolucionario en contra del capitalismo. Una situación
similar ocurría en Japón, donde la guerra estaba
a punto de llegar a su horrible fin. Por toda Asia, el Oriente
Medio y África, la marea antiimperialista y las luchas
anti-coloniales crecían.
En medio del caos de la de guerra, Estados Unidos seguía
como gran baluarte del capitalismo. La guerra había destruido
a todos sus competidores capitalistas internacionales, y éste
ahora podía imponerle a sus rivales postrados las condiciones
del orden económico mundial que saldría de las cenizas
de la guerra. La clase gobernante estadounidense, sin embargo,
entendía muy bien que su propio destino dependía
de la supervivencia de capitalismo en Europa. Si la ola post revolucionaria
barría con el continente europeo, estableciendo el poder
de la clase obrera en los viejos centros del capitalismo, se sellaría
el destino final e inevitable de un capitalismo estadounidense
aislado. Así, en una serie de decisiones perspicaces, la
clase gobernante de Estados Unidos resolvió movilizar sus
inmensos recursos industriales y financieros para estabilizar
y reconstruir el sistema capitalista mundial. Las bases de este
plan económico constaron de un nuevo sistema monetario
internacional que mantendría los recursos necesarios para
el reestablecimiento del comercio mundial y la reconstrucción
de Europa y Japón tras una década de rupturas causadas
por la depresión y la guerra.
Los desastres financieros de la post guerra mundial habían
convencido a los Estados Unidos que la expansión del comercio
mundial y la reconstrucción del capitalismo internacional
era incompatible con el viejo régimen de crédito
restrictivo establecido por la norma del oro. Pero, ¿qué
podría reemplazar al oro como instrumento primordial del
crédito y el comercio? La respuesta era simple: la moneda
estadounidense.
Bajo reglas establecidas por el nuevo Fondo Monetario Internacional,
creado en1947, el dólar estadounidense serviría
de moneda principal de reserva mundial, es decir, la moneda con
que la que se realizaría la mayor parte del comercio internacional.
El valor de todas las monedas sería calculado en relación
al dólar. En cuanto al dólar, su valor se definiría
en relación directa al oro. Para ser preciso, $35 equivaldrían
a una onza de oro.
Había dos hechos importantes que formaban las bases
de este arreglo : primero, una porción considerable de
la reserva mundial de oro se encontraba en las bóvedas
del Fuerte Knox, en el estado de Kentucky. Segundo, y más
importante, la enorme superioridad industrial de Estados Unidos
tras la Segunda Guerra Mundial garantizaba una balanza comercial
que registraría grandes superávits. Los dólares
invertidos o transferidos aol extranjero con el tiempo serian
repatriados a medida que los países extranjeros comprasen
bienes y servicios estadounidenses.
Así, el sistema monetario establecido después
de la guerrasistema basado en el dólar anclado al
orouna expresión de la superioridad mundial de Estados
Unidos en los asuntos del capitalismo internacional. Si podemos
referirnos a la era de hegemonía estadounidense, ésta
fue el periodo iniciado por la puesta en marcha del un sistema
monetario mundial basado en el dólar establecido por el
acuerdo de Bretton Woods.
Sin embargo, el sistema de Bretton Woods contenía en
sí mismo una contradicción fatal. El funcionamiento
exitoso del sistema dependía de cierta premisa: la capacidad
de Estados Unidos de mantener un nivel favorable en cuanto al
comercio y sus cuentas y pagos, aún cuando a la vez le
proporcionaba capital a Europa y a Japón para reconstruir
sus industrias, y así proveerse a sí mismo un mercado
para sus exportaciones. Pero era inevitable que la reactivación
de las industrias japonesas y europeas socavarían el control
inalterable de Estados Unidos sobre los mercados mundiales y tendría
un impacto en la balanza de pagos y su comercio. La resultante
acumulación de dólares en el extranjero, qué
con el tiempo aumentaría substancialmente en exceso del
valor de las reservas de oro estadounidenses, pondría en
duda la viabilidad del sistema de Bretton Woods. Un economista
europeo, Robert Triffin, advirtió acerca de dicha contradicción
hacia finales de la década del 50. Para mediados de la
década del 60, era indiscutible que las presiones sobre
el sistema eran cada vez más severas. La crisis se exacerbó
por una presión financiera de mayor influencia sobre el
presupuesto estadounidense; presiones causadas por el costo de
la guerra en Vietnam y la financiamiento de nuevos programas sociales
concedidos por la clase gobernante de Estados Unidos ante las
luchas de las masas.
Tal como el CCI lo había anticipado, el fracaso de Bretton
Woods tendría consecuencias económicas, políticas
y sociales de largo alcance. Se debilitaron y desequilibraron
las relaciones económicas internacionales a un nivel no
visto desde los años treinta. El antiguo sistema de tipos
de cambio fijos cedió ante un sistema nuevo e imprevisible
basado en monedas flotantes, en que el mercado determinaba el
valor de cada moneda nacional. En cuanto al dólar, que
ya no podía convertirse en oro a precio fijo, entró
en un prolongado proceso de declive. La desvalorización
del dólar llevó casi inmediatamente a una explosión
inflacionaria de los precios mundiales y al colapso del valor
de los bonos en los mercados accionarios. Para 1973, el capitalismo
mundial se enfrentaba a una de las crisis políticas y económicas
más peligrosas desde los años treinta.
Estos sucesos corroboraron el análisis del Comité
Internacional de la crisis mundial del capitalismo internacional.
Los años setenta presenciaron el resurgimiento revolucionario
de la clase obrera. La clase obrera pasó a la ofensiva
en reacción a la inflación. La huelga de los mineros
británicos en el invierno de 1973-74 obloigó la
renuncia del gobierno Conservador. En abril de 1974 se derrumbó
la dictadura fascista en Portugal, y en julio se derrumbó
la dictadura militar del General Papadopoulos en Grecia. Un mes
después, en el 1974 de agosto, Richard Nixon renunciaba
a la presidencia. Menos de un año después, entre
abril y mayo de 1975, la guerra imperialista en Vietnam y Camboya
llegó a su humillante conclusión.
Pero la política contrarrevolucionaria de las burocracias
estalinista y socialdemócrata dentro del movimiento obrero
internacional lisió este resurgimiento de la lucha de clases.
Incluso en Irán, donde las huelgas de los trabajadores
petrolíferos hacia finales de 978 habían sido decisivas
en postrar al régimen del Shah (instalado por la CIA en
1953), la política de los estalinistas detuvo la victoria
del la revolución socialista. En cambio, el poder cayo
en manos de fuerzas religiosas nacionalistas. Las deslealtades
en las luchas de la clase obrera proporcionaron al imperialismo
del tiempo necesario para tramar su estrategia contra-revolucionaria
y asestar su ofensiva contra la clase obrera.
A medida que la marea política cambiaba, el Partido
Revolucionario de los Trabajadores en Inglaterra fracasó
en hacer un nuevo y claro análisis de la situación,
lo cual resultó en que no hicieran los cambios necesarios
en su práctica. Cliff Slaughter a menudo le había
advertido a secciones del CICI: "Cuando sus perspectivas
se hayan comfirmado, verifíquenlas de nuevo". Pero
el PRT no siguió su propio consejo y se tornó incapaz
de adaptar su práctica al cambio en la situación
política. A medida que las posibilidades de una revolución
socialista desaparecían, el Partido Revolucionario de los
Trabajadores trató de encontrar la manera de sostener su
ímpetu organizacional por medio de nuevas y oportunistas
relaciones con ciertas capas de la burocracia laborista británica
y los movimientos nacionalistas burgueses en el Oriente Medio
y en África. Dando la espalda a luchas del CICI en contra
del revisionismo, el PRT desarrolló una línea política
que cada vez más se parecía a la de los pablistas.
Además, la línea de la sección británica,
restringida por la obsesión con lo que Healy percibía
era la imperativa organizacional del partido, asumió una
orientación cada vez más nacionalista. La labor
del CICI como partido internacional se subordinó cada vez
más a actividades cuyo fin era la "construcción
del partido" a base del nacionalismo.
La crisis que estalló dentro del PRT en el verano y
el otoño de 1985 fue el resultado inevitable de su alejamiento
prolongado de los principios trotskistas y de la desorientación
política que resultó de dicha traición. El
PRT había comenzado a valorar más sus varias alianzas
con los burócratas sindicalistas, los nacionalistas burgueses
y los radicales pequeño-burgueses que sus relaciones fraternales
con sus camaradas y co pensadores del CICI. Incluso durante el
otoño de 1985, cuando se encontraban en medio del naufragio
creado por su desastrosa política, militantes del PRT se
jactaban descaradamente de sus nuevos vínculos con tendencias
anti trotskistas. En una reunión pública en Londres,
Slaughter, con un gesto fanfarrón y petulante, le ofreció
la mano a Monty Johnstone, entre los representantes más
infames e indeseables del Partido Comunista británico.
Todas estas acciones se arraigaban en un análisis completamente
falso de la situación política internacional. No
se le ocurrió a ninguno de los dirigentes del PRT que las
varias organizaciones reformistas, nacionalistas y oportunistas
cuya simpatía querían ganar estaban al borde del
desastre. Cuando el PRT abandonó la labor seria y sistemática
sobre las perspectivas internacionales, el trabajo sistemático
y serio de las perspectivas internacionales, el PRT fracasó
rotundamante en percatarse de las nuevas tendencias en la economía
capitalista mundial, y mucho menos consideró lo que estas
tendencias significaban para el desarrollo de la lucha internacional
de clases.
Tras la escisión con el Partido revolucionario de los
Trabajadores en febrero, 1986, all Comité Internacional
se le plantearon dos problemas teóricos cruciales y relacionados.
El primero consistía en hacer un análisis detallado
de las raíces de la traición del trotskismo por
el PRT y refutar sus ataques contra la historia de la Cuarta Internacional.
El segundo consistía de reanudar la elaboración
de perspectivas que tan primordiales eran pero que el PRT había
abandonado. La crítica al PRT y una nueva apreciación
de la historia de la Cuarta Internacional le permitió al
Comité Internacional reestablecer sus vínculos históricos
conscientes a todo el patrimonio programático del movimiento
trotskista, comenzando con la fundación de la Oposición
Izquierdista en 1923. Al mismo tiempo, era necesario la reanudación
del trabajo sistemático en relación a las perspectivas
internacionales para reorientar la labor del CICI según
las verídicas tendencias del desarrollo de la economía
capitalista mundial.
La cuarta sesión plenaria del Comité Internacional
en julio, 1987, se planteó el siguiente problema: ¿Cuáles
son las tendencias que la Cuarta Internacional obligatoriamente
expresa en el desarrollo de la economía mundial y la lucha
de clases internacional? Desde un punto de vista histórico,
siempre ha existido una relación profunda entre el desarrollo,
a nivel mundial, de las fuerzas productivas del capitalismo, el
impacto de éste sobre la evolución de la clase obrera
como fuerza social, y las formas políticas a través
de las cuales estas tendencias socioeconómicas encontraron
su expresión en el desarrollo histórico del movimiento
marxista internacional.
La fundación de la Primera Internacional a mediados
de los 1860 fue el preludio político del surgimiento del
proletariado internacional que la expansión de la industria
capitalista y el comercio a nivel mundial habían iniciado.
Las formas de estos procesos económicos y sociales reales
todavía no habían alcanzado su completo desarrollo
y fueron insuficientes para sostener los esfuerzos de la Primera
Internacional, la cual cesó sus actividades prácticas
a mediados de los 1870. Sin embargo, en menos de dos décadas,
el extraordinariamente acelerado crecimiento de la industria en
Europa Occidental y en América del Norte activó
el desarrollo de un nuevo proletariado industrial cuyo movimiento
era hacia el establecimiento de una organización política
independiente. Al mismo tiempo, la expansión del sistema
colonial arrastraba a las masas del mundo entero al remolino del
desarrollo capitalista internacional.
La fundación de la Segunda Internacional en 1889, reflejó
esta nueva fase en el desarrollo de capitalismo y en la expansión
numérica y la importancia económica de la nueva
clase obrera industrial que resultaron. Durante el próximo
cuarto de siglo, el desarrollo de la Segunda Internacional estuvo
vinculado a la expansión de la industria capitalista. Aunque
este proceso era esencialmente internacional, la forma dominante
en que se expresaba era el crecimiento de poderosas economías
industriales nacionales y el surgimiento de poderosas organizaciones
obreras nacionales. Es indiscutible que la Segunda Internacional
defendía la perspectiva de la solidaridad internacional
de la clase obrera; pero la labor práctica de sus secciones
se arraigaba profundamente en la industria nacional. Pero la Segunda
Internacional, cuando entraba en la segunda década del
Siglo XX, fue incapaz de comprender hasta que punto el desarrollo
de la amenaza creciente del militarismo imperialista manifestaba
el deterioro de la soberanía de las economías nacionales
bajo las presiones de la economía mundial.
El estallido de la de Primera Guerra Mundial, el derrumbamiento
de la Segunda Internacional, y el surgimiento de la Tercera Internacional
eran manifestaciones de este cambio fundamental. Como explicara
Trotsky: "El 4 de agosto de 1914 el toque de ánimas
anunció la muerte de los programas nacionales para siempre.
El partido revolucionario del proletariado sólo puede basarse
en un programa internacional acorde con a la naturaleza de la
época actual, es decir, la época del máximo
desarrollo y el derrumbamiento del capitalismo. De ninguna manera
consiste el programa comunista internacional en la suma total
de los programas nacionales; ni tampoco es una mescolanza de sus
caracteríticas comunes. El programa internacional debe
proceder de acuerdo al análisis de las condiciones y tendencias
de la economía mundial y del sistema político en
sus totalidades, tomando en cuenta todas sus conexiones y contradicciones,
es decir, la interdependencia recíprocamente antagónica
de sus diferentes elementos. En la época actual, y en mayor
medida que en el pasado, la orientación nacional del proletariado
debe y puede emanar solamente de una orientación mundial
y no a la inversa. Esta es la diferencia primordial y básica
entre el internacionalismo comunista y todas variedad de socialismo
nacional." (La Tercera Internacional después de
Lenín [Londres, 1974] pp. 3-4)
CuandoTrotsky escribió estas palabras en 1928, la idea
de que la economía mundial formaba las bases fundamentales
sobre las cuales la estrategia revolucionaria tiene que elaborarse
ya estaban bajo ataque dentro de la misma Internacional Comunista.
El programa estalinista del socialismo en un solo país
era la antípoda del internacionalismo, el cual había
sido la piedra angular teórica de la estrategia del Partido
Bolchevique para la conquista del poder en octubre, 1917. El concepto
estalinista de que el desarrollo de la economía nacional
soviética sería el factor determinante y decisivo
principal del éxito del proyecto socialista en la URSS
fue un retroceso al nacionalismo que se había apoderado
de la Segunda Internacional. Vale la pena que las dirigencias
de muchas de las secciones de la Internacional Comunista respaldaron
esta perspectiva de Stalin; compartieron con él la idea
que el verdadero punto de partida para la actividad práctica
eran las condiciones nacionales que directamente influían
sobre la clase obrera de cada país.
Entre los que defendierony trataron de justificarla
orientación nacionalista de Stalin desde el punto de vista
teórico y político se encontraba Antonio Gramsci,
quien escribiera lo siguiente: "Seguro que la línea
de desarrollo es hacia el internacionalismo, pero el punto de
partida es nacional'; y es desde este punto que hay que
empezar". (Cuadernos de la prisión, Nuevea York,.
1971, péag. 240) A raíz de la historia posterior
del Partido Comunista de Italia, que rescatara al capitalismo
de la burguesía italiana luego de la caída del régimen
de Mussolini y evolucionara hasta convertirse en el partido reformista
por excelencia, las insinuaciones políticas de Gramsci
ahora son explícitas. No es nada sorprendente que los estalinistas
italianos ahora respeten la memoria de Gramsci, quien falleciera
durante la década de los 30 debido al abuso criminal de
los fascistas, y lo consideren su inspiración teórica.
Trotsky fundó la Cuarta Internacional en 1938 en reacción
a la degeneración estalinista de la Tercera Internacional.
El estallido de la segunda guerra mundial imperialista mostró
de la manera más trágica la primordialidad de la
economía y de la política mundiales. No obstantey
esto es una paradojala reestabilización del capitalismo
tras la guerra, a base de los acuerdos de Bretton Woods, resucitó
al reformismo nacionalista en el movimiento obrero internacional.
La nueva expansión del comercio mundial, el aumento
del Producto Interno Bruto de las economías capitalistas
nacionales, y hasta la extraordinaria mejora en los niveles de
vida en la Unión Soviética durante las décadas
del 50 y del 60, le dieron a los partidos reformistas nacionales,
incluso a las organizaciones estalinistas, una nueva oportunidad
de vida. Pero a pesar de lo impresionante del aumento de los Productos
Internos Brutos y la mejora de los niveles de vida durante este
período, la época resultó ser no más
que el otoño del reformismo nacional. El colapso del sistema
de Bretton Woods y el inicio de una crisis económica prolongadafrecuentes
períodos inflacionarios, recesiones, aumentos en el desempleo,
una prolongada baja en las ganancias y ciertos cambios por parte
de la burguesía, sobretodo en Estados Unidos e Inglaterra,
y una despiadada ofensiva contra la clase obreraresultó
en el colapso total del reformismo nacional como política
viable.
Fue bajo estas circunstancias, en el verano de 1987, que el
Comité Internacional comenzó a prepara el borrador
de nuevas perspectivas. Para resolver el problema planteado al
comienzo del debate durante la cuarta sesión plenaria,
el Comité Internacional le hizo hincapié al estudio
de las nuevas formas de producción mundial capitalista
que habían surgido de las décadas del 70 y el 80;
formas facilitadas por que la evolución de la tecnología
de computadoras y la disponibilidad de nuevas formas de transporte
y comunicación más veloces y menos caras. La creación
de la empresa transnacional representó un adelanto cuantitativo
en la integración mundial de la producción y de
las finanzas capitalistas. Este desarrollo llevó la contradicción
histórica entre la economía internacional y el sistema
de naciones-estadosen que el capitalismo se arraiga históricamente
y forma la unidad básica de la organización políticaa
un nivel de tensiones sin precedente.
Una solución revolucionaria a esta crisis sólo
podía encontrarse a base del internacionalismo socialista;
es decir, por medio de la unificación política y
práctica de la clase obrera internacional. Ninguno de los
partidos y ninguna de las organizaciones de la clase obrera cuya
orientación es nacionalistaestalinistas, socialdemócratas,
o laboristas reformistaspodía resolver esta crisis.
Más bien, la interminable serie de derrotas que habían
sufrido durante el período reciente había surgido
inevitablemente de la impotencia total de su orientación
nacionalista, a pesar de las nuevas formas de organización
internacional capitalista que se habían producido. Sólo
el programa internacionalista del Comité Internacional
podía hacerle frente al problema que la integración
mundial del capitalismo había planteado.
See Also:
Una nueva publicación
de la Editorial Mehring: The Crisis of American Democracy,
the Presidential elections of 2000 and 2004
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