Este artículo fue publicado en nuestro sitio en su
inglés original el 13 de enero, 2007.
Las audiencias del Congreso nacional sobre los planes del Presidente
Bush para expandir la guerra en Irak han revelado amplia oposición
por parte no solo de los Demócratas, sino también
de varios Republicanos destacados.
La Ministro de Relaciones Exteriores, Condoleezza Rice, presentó
testimonio ante los comités sobre asuntos exteriores de
ambas cámaras del Congreso; es decir, el Senado y la Cámara
de Representantes. El jueves, el Ministro de Defensa, Robert Gates,
y el jefe del Estado Mayor, Peter Pace, también dieron
fe ante el Comité sobre las Fuerzas Armadas de la Cámara
de Representantes. El viernes se presentaron ante el mismo comité
pero del Senado.
Rice se mostró bastante polémica cuando apareció
ante el Comité sobre Relaciones Exteriores del Senado.
Enfatizó las inquietudes de los legisladores Republicanos
y Demócratas que la decisión de Bush en mandar a
más de 21,000 tropas estadounidenses a Iraklo cual
se anunció por medio de un discurso por televisión
el miércoleses un preludio a la intensificación
de provocaciones contra Siria e Irán que resultarían
en acciones militares contra uno o ambos países.
El presidente Demócrata del comité, el Senador
Joseph Biden, planteó el tema de una manera muy directa
con sus comentarios y en su interrogación a Rice. Biden
puntualizó que habían sido las esperanzas del pueblo
de Estados Unidos escuchar un plan que "comenzaría
a regresar a las tropas al país de nuevo", pero lo
que "oyeron" fue "un plan para expandir la guerra",
no sólo en Irak, sino también posiblemente en Irán
y Siria". Continuó con que "la estrategia del
presidente no ofrece ninguna solución; más bien
es un trágico error".
Luego de la presentación inicial de Rice, Biden comenzó
su interrogación con las siguientes palabras: "Anoche
el presidente dijoy lo citoque Vamos a interrumpir
el apoyo que brindan Siria e Irán. Buscaremos y destruiremos
las redes que abastecen armas avanzadas y capacitación
a nuestros enemigos en Irak'. ¿No significa eso que el
presidente tiene la intención de cruzar las fronteras con
Siria y/o Irán para perseguir aquellas personas o individuos
o gobiernos que ofrecen ayuda?"
La respuesta de Rice fue intencionalmente ambigua. Dijo que
"Estamos tratando de proteger nuestras fuerzas y hacemos
ello tratando de encontrar estas redes que sabemos funcionan en
Irak...Podemos, tal como sucedió el 21 de diciembre [cuando
las fuerzas yanquis arrestaron a dos funcionarios iraníes
en Bagdad], perseguirlos hasta que los encontremos... Nuestros
planes según estas redes es que creemos que podemos hacer
lo que se debe hacer en Irak. Evidentemente, el presidente no
va descartar nada para proteger a nuestras tropas".
Biden entonces le preguntó a Rice si ella creía
que Bush "tiene la autoridad constitucional para cruzar la
frontera con Irán o Siria para acabar con las redes en
ambos países.
Rice contestó así: "A mi no gustaría
especular acerca de la autoridad constitucional del presidente
o decir algo que limite su autoridad constitucional como jefe
de las fuerzas armadas. El pueblo de Estados Unidos y el Congreso
exigen que el presidente haga lo necesario..." Biden respondió
que, según su punto de vista, el voto para autorizar el
uso de la fuerza en Irak no tenía nada que ver con ningún
plan "para invadir a Siria o a Irán", y que semejante
acción requeriría una nueva autorización.
Biden después añadió: "Sólo
quiero que las actas muestreny me gustaría recibir
del Ministerio de Estado una respuesta jurídica en cuanto
a si cree que tiene la autoridad de investigar a las redes o a
cualquier otra cosa al otro lado de la frontera con Siria o Irány
predigo que semejante acción resultará en una confrontación
constitucional con el Senado".
Este intercambio, que tomara lugar durante las audiencias,
no sólo muestra las inquietudes principales que motivan
esta oposición a los planes de Bush, sino también
los límites de la oposición.
En el Congreso se teme que la rama legislativa del gobierno
se enfrenta a una pandilla del gobierno de Bush que no sólo
está preparada para desafiar el enorme sentimiento anti
bélico del pueblo de Estados Unidos, tal como se expresara
en las elecciones congresistas de noviembre y en todas las encuestas
de opinión pública desde los comicios, sino que
está empedernidamente dispuesta a expandir la guerra más
allá de Irak y que no va a tolerar ninguna interferencia
por parte del Congreso.
El Senador Check Hagel, Republicano por el estado de Nebraska
y veterano de la Guerra de Vietnam, planteó el asunto de
la manera más rotunda. Le dijo a Rice: "Tomando como
base lo que el presidente dijo anoche, usted no puede sentarse
ahí y decirle al pueblo de nuestro país que nosotros
no vamos a entrar en liza con los sirios y los iraníes
si cruzamos las fronteras. Varios de nosotros recordamos el 1970...y
cuando nuestro gobierno le mintió al pueblo estadounidense
y dijo que no habíamos cruzado la frontera con Camboya,
el hecho fue que sí habíamos cruzado...Me incumbe
expresar que, según mi parecer, el discurso que este presidente
pronunció anoche es el error de política exterior
más peligroso para este país desde Vietnam..."
El aislamiento político del gobierno no pudo haber sido
más negro. Además de todos los Demócratas
y Hagel, los Republicanos Norm Coleman, por el estado de Minnesota,
y George Voinovich, por el estado de Ohio, se expresaron en contra
del plan de Bush. Con la única excepción de Johnny
Isakson, por el estado de Georgia, los oros Republicanos mostraron
varios niveles de escepticismo.
Biden logró decirle a Rice: "Espero que le pueda
comunicar al presidente el mensaje que usted escuchó a
21 integrantes [del comité], con una o dos notables excepciones,
expresar una hostilidad y desacuerdo rotundos, además de
una profunda inquietud con lo que el presidente ha propuesto".
El apoyo a la guerra, que rápidamente se evapora dentro
de las fuerzas militares mismas, también encontró
su reflejo ese mismo día cuando Bush se apareció,
luego de mucho ensayo, ante los soldados estacionados en el Fuerte
Benning, estado de Georgia. Integrantes de la Tercera División
de Infantería, Tercera Brigada, ya han servido dos giras
en Irak, y varios fueron notificados que comenzarían una
tercera a mediados de marzo, dos meses por adelantado, como resultado
del expansionismo de Bush.
Informes de la prensa describieron la reacción de los
soldados al discurso motivador de Bush con una cortesía
casi hosca. Funcionarios de la Casa Blanca le habían prometido
a los periodistas que podrían hablarle a los soldados,
pero el General Mayor Walter Wojdakowski, comandante de la base,
lo prohibió.
A pesar de todo esto, los congresistas que critican el programa
de guerra se encuentran ante un dilema debido a que sus diferencias
con la política temeraria e incendiaria de la Casa Blanca
son de índole táctica, no principista.
Esta oposición no se basa en el hecho que la guerra
es ilegal, que se lanzó a base de mentiras y que ha dejado
muertos a cientos de miles de iraquíes, para no mencionar
que ha destruido a una sociedad entera. No tienen ningún
problema con una campaña imperialista cuyo objetivo es
apoderarse de la riqueza petrolífera de Irak y establecer
la conquista del Oriente Medio por parte de Estados Unidos. La
dirigencia del Partido Demócrata apoya este objetivo, razón
por la cual respaldó la invasión en el 2003. Más
bien la oposición en el Congreso se basa en que Bush ha
sido un incompetente que no ha sabido como conducir la guerra
y que ha fracasado en triunfar.
Esto le ofrece al gobierno y a sus partidarios en el Congreso,
quienes cuentan con el candidato para la presidencia en el 2000,
el Senador Joseph Lieberman, una enorme ventaja, a pesar de que
una gran mayoría del pueblo los detesta y que el apoyo
del cual gozan en el Congreso rápidamente disminuye.
El gobierno de Bush representa la campaña más
constante de la clase gobernante de Estados Unidos para establecer
su hegemonía en el Oriente Medio y a nivel internacional.
Todas las facciones de ambos partidoslos críticos
de la política pro guerra de Bush no menos que sus partidariosestán
comprometidos a defender los intereses fundamentales de esta clase
gobernante.
He ahí la razón por la cual ambos partidos apoyaron,
durante ciertas audiencias, el anuncio del Ministro de Defensa,
Robert Gates, que había autorizado un gran aumento permanente
de tropas para el ejército y los marinos de guerra para
la "larga guerra contra el terrorismo".
Voceros del gobierno contrarrestan las quejas de sus críticos
en el Congreso con la repetida aseveración que el retiro
de tropas de Irak se consideraría una derrota para Estados
Unidos; derrota con graves insinuaciones para los intereses de
Estados Unidos en todo el mundo. Exigen que sus críticos
en la misma clase gobernante presenten un plan para evitar semejante
fracaso, pero, desde el punto de vista del imperialismo yanqui,
esos críticos son incapaces de ofrecer una alternativa
viable.
Y fue por eso que Rice comenzó su testimonio con la
siguiente aseveración: "Todos sabemos que en Irak
lo que está en juego es de importancia primordial. Y todos
compartimos el punto de vista de que la situación en Irak
es inaceptable. Esto nos une a todos." Rice retornó
a este tema al terminar su testimonio, declarando que "es
una imperante nacional no fracasar en Irak".
Pero Gates fue todavía mucho más insistente.
"Sea el punto de vista que sea en cuanto a la decisión
original de lanzarse a la guerra y las decisiones que nos han
llevado a este punto", dijo al comenzar su presentación
ante el Comité del Senado sobre las Fuerzas Armadas, "estamos
en amplio acuerdo que el fracaso en Irak sería una calamidad
para nuestro país con consecuencias históricas perdurables".
Hizo una lista de las consecuencias: "Irán se haría
más osado"; "una derrota humillante en la campaña
general contra el extremismo violento por todo el mundo";
y que "la credibilidad de Estados Unidos sería socavada".
En la audiencia del Comité del Senado sobre la Fuerzas
Armadas, el Senador Republicano, John McCAin, quien ha propuesto
un aumento de las fuerzas militares mayor que el que Bush ha pedido,
le exigió los congresistas que favorecen el retiro de las
tropas: "Es la responsabilidad de aquellos que abogan por
semejante plan...decirnos lo que ellos creen serán las
consecuencias del retiro de tropas en Irak".
Detrás de la dura retórica de los críticos
existe una desesperación bastante fuerte y un deseo para
formar una coalición bipartita entre el Congreso y la Casa
Blanca para lograr el "éxito" en Irak. Biden
representa esta visión.
Declaró que "mi consciencia" no me permite
apoyar el plan de Bush, pero terminó con las siguientes
palabras: "Debido a que la situación es de extrema
importancia, tampoco estoy preparado para darme por vencido en
encontrar una manera bipartita para seguir adelante...El fracaso
en Irak no será limitado a Irak; la causará daños
terribles a nuestra capacidad para proteger los intereses de Estados
Unidos en todo el mundo por mucho, mucho tiempo. Esa es la razón
por la cual tenemos que continuar colaborando para encontrar una
solución...una solución que se gane la confianza
de nuestros ciudadanos".
Biden, quien se ha anunciado como candidato del Partido Demócrata
para la nominación a la presidencia en 2008, ha criticado
todo esfuerzo por el Congreso para cancelar o limitar los fondos
para la guerra en Irak. Las propuestas para cancelar los fondos
para la guerra, que, según encuestas de la opinión
pública, reciben el apoyo de la mayoría de los ciudadanos
estadounidenses, cuentan con el apoyo de sólo un puñado
de Representantes Demócratas y de un senador, Rusell Feingold,
por el estado de Wisconsin.
Un proyecto de ley presentado por el senador del estado de
Massachussets, Edward Kennedy, que requiere la autorización
del Congreso para pagar por el despliegue de tropas adicionales
a Irak (lo cual sería una medida de camino medio puesto
que continuaría los fondos para la ocupación militar
actual), ha sido ignorado por el dirigente de la Mayoría
Demócrata, Larry Reid, y por la Presidente Demócrata
de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi. Otros dirigentes
Demócratas, tales como Biden y el jefe del Bloque Demócrata
en la Cámara de Representantes, Emmanuel Rahm, abiertamente
se oponen a semejante proyecto de ley.
La dirigencia Demócrata se encuentra en una posición
malabarista: al mismo tiempo que desea aparecer como representante
de los enormes sentimientos anti bélicos de la población,
rechaza toda acción para ponerle paro al derramamiento
de sangre. El gobierno de Bush ha elevado la importancia de este
conflicto a un nivel más alto al cambiar a una política
de mayor expansión de la guerra y a la enorme intensificación
de la violencia en Irak en conjunto con un aumento de provocaciones
militares contra Irán.
Actualmente, la dirigencia Demócrata en el Senado ha
limitado su reacción a una resolución simbólica
y no vinculante para el "redespliegue" de tropas. Dicha
resolución ha de presentarse la semana entrante. Los dirigentes
de la Cámara de Representantes desean postergar el debate
sobre esta medida sin dientes.
Se contemplan otras maniobras legislativas. El viernes, David
Ignatius, columnista del Washington Post, escribió
con aprobación acerca de una propuesta del Representante
Demócrata, John Murtha, para "establecer normas estrictas
para la preparación [militar], lo cual haría difícil
financiar el aumento de tropas en Irak sin fortalecer a las fuerzas
militares en general". Ignatius continúa con que "la
idea es pintar a los Demócratas como amigos de los militares
a la vez que éstos critican ferozmente a la política
de Bush en Irak".