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Peter Schwarz: La Unión Europea y los Estados Unidos
Socialistas de Europa
Por Peter Schwarz
22 Mayo 2014
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Publicamos aquí el texto del discurso pronunciado
por Peter Schwarz, secretario del Comité Internacional
de la Cuarta International (CICI), al Mitin Internacional online
celebrando el Primero de Mayo, organizado por el CICI y el WSWS
el pasado domingo 4 de mayo.
***
Estimados camaradas,
En tres semanas, cerca de 400 millones de votantes en 28 países
europeos irán a las urnas a elegir a un nuevo Parlamento
Europeo. En realidad, sólo una fracción de las personas
con derecho a votar lo hará. Y se espera un resultado récord
para los partidos políticos que rechazan la Unión
Europea (UE).
Se trata principalmente de partidos de extrema derecha, que
se oponen a la UE desde el punto de vista nacionalista y de promoción
del chovinismo. Estos partidos se benefician del hecho que todos
los otros partidos burgueses están defendiendo a la Unión
Europea - incluyendo la variedad de pseudo-izquierda como SYRIZA
en Grecia y Die Linke en Alemania.
Estos partidos alegan que la UE ofrece una protección
contra un retorno a los conflictos nacionales, la guerra, la dictadura
y todos los horrores que acosaron a Europa en el siglo 20.
¡Pero qué fraude!
En realidad, la UE es el principal instrumento para incitar
divisiones sociales, fomentar los antagonismos nacionales y desarrollar
formas autoritarias de gobierno.
Toda la historia de la Unión Europea ha confirmado la
visión marxista, articulada por León Trotsky en
1917, que "una unión económica de Europa completa
y coherente a medias, originada desde arriba por medio de un acuerdo
de los gobiernos capitalistas es pura utopía".
"La unión económica de Europa", Trotsky
continuó, "que ofrece ventajas colosales a productores
y consumidores por igual, y en general a todo el desarrollo cultural,
se convierte en la tarea revolucionaria del proletariado europeo
en su lucha contra el proteccionismo imperialista y su instrumento
- el militarismo".
La Unión Europea no representa la unidad de los pueblos
europeos, sino más bien la dictadura de los más
poderosos intereses económicos y financieros en Europa.
Constituye el marco en el que las potencias europeas organizan
sus ataques contra la clase trabajadora, llevan a cabo sus conflictos,
y planifican sus guerras.
Desde la crisis financiera de 2008, Bruselas, instigado por
Berlín, ha impuesto medidas de austeridad brutales contra
Grecia, España, Portugal e Irlanda. Se ha condenado a millones
al desempleo y la pobreza; incluyendo la destrucción de
la educación, servicios de salud y jubilación; y
dejó sin futuro a la nueva generación de jóvenes.
Los países de Europa del Este, que ingresaron en la
UE hace exactamente 10 años, se han transformado en plataformas
de mano de obra barata para las corporaciones internacionales.
Ellos han pasado por innumerables rondas de privatizaciones y
recortes en los servicios sociales, que han dejado en ruinas toda
la infraestructura pública.
Siguiente en la lista de la contrarrevolución social
están Francia e Italia. La Comisión de la UE, la
prensa financiera y todos los demás portavoces de la aristocracia
financiera internacional insisten en que debe ser destruido lo
que queda de las conquistas sociales duramente logradas en el
período de posguerra.
Alemania, supuestamente la economía más fuerte
de Europa, no es una excepción en este asalto a los trabajadores.
Ya en la actualidad, uno de cada tres trabaja en condiciones precarias,
y una de cada cuatro no tiene trabajo a tiempo completo, y uno
de cada seis está en riesgo de vivir en la pobreza.
El resurgimiento del militarismo alemán y la promoción
de la guerra en Ucrania son el resultado directo de estos crecientes
antagonismos.
Ante la creciente oposición social, una profundización
de una crisis económica que podría resultar en un
colapso del euro y la desintegración de la Unión
Europea, el imperialismo alemán está repudiando
las restricciones impuestas, debido a sus crímenes en la
Segunda Guerra Mundial, contra la militarización del país.
Al igual que en 1914 y en la década de 1930, ahora recurre
al militarismo y la guerra para enfrentar sus insolubles contradicciones
económicas y sociales.
En el pasado, el papel dominante de Alemania en la Unión
Europea se basaba principalmente en su fuerza económica.
En el futuro, para mantener su papel dominante necesitará
de su poderío militar.
El resurgimiento del militarismo expondrá aún
más abiertamente el carácter reaccionario de la
UE. Anteriormente, se definía principalmente por cuestiones
económicas - tales como la libre circulación de
capitales y mercancías y la moneda común. En el
futuro, la lucha contra un enemigo común sustituirá
al económico como la base de la cohesión interna
de la Unión Europea.
Teniendo en cuenta los enormes costos del rearme y la oposición
popular masiva a éste, el giro hacia el militarismo inevitablemente
estará acompañado de nuevos ataques contra los derechos
sociales y democráticos de la clase trabajadora alemana.
La Unión Europea ya juega el papel principal en la creación
de la estructura de un estado policial.
Edward Snowden ha revelado que los servicios secretos de Gran
Bretaña, Alemania y Francia están colaborando estrechamente
con sus socios estadounidenses en espiar a millones de personas
en Europa y en todo el mundo.
Europol y otros organismos de las policías europeas
han construido masivas bases de datos registrando el paradero
y datos personales de millones de ciudadanos europeos.
Y las fronteras de Europa se han transformado en una fortaleza
donde miles de refugiados mueren cada año.
Los nuevos años de austeridad y el resurgimiento del
militarismo han revelado el carácter totalmente reaccionario
de lo que una vez fue erróneamente llamado el "movimiento
obrero" europeo, dirigido por los partidos socialdemócratas,
los mal llamados comunistas y los sindicatos.
Hace 100 años, los principales partidos de la Segunda
Internacional traicionaron su programa anti-guerra y apoyaron
a sus respectivas clases dominantes en la Primera Guerra Mundial.
Hoy en día, no hay nada que los socialdemócratas
pueden traicionar. En su programa y en la práctica están
promoviendo sin reservas el militarismo y los ataques a la clase
trabajadora.
Hace 10 años el canciller alemán, Gerhard Schröder,
un socialdemócrata, estableció un punto de cambio
en la política europea atacando los derechos y condiciones
de los trabajadores con su "Agenda 2010". Ahora, el
canciller del PSD, Frank-Walter Steinmeier, está liderando
la campaña por el resurgimiento del militarismo alemán.
En Italia, los sucesores del antiguo Partido Comunista se han
comprometido a destruir todos los avances sociales conquistados
por los trabajadores italianos en décadas de amarga lucha.
El primer ministro Matteo Renzi es el niño mimado de los
empresarios, los estafadores financieros y los bancos.
En Francia, el presidente del Partido Socialista, François
Hollande, ha reaccionado a la última derrota electoral
nominando a la figura más derechista de su partido como
primer ministro. La misión de Manuel Valls consiste en
intensificar la guerra contra la clase trabajadora y apelando
al chauvinismo.
Esto, inevitablemente, fortalecerá al neo-fascista Frente
Nacional. Esto no es un efecto secundario indeseado, sino un objetivo
político perseguido conscientemente. Hollande prefiere
aceptar un gobierno del Frente Nacional que hacer alguna concesión
a la creciente oposición de la clase obrera.
Los ataques a los trabajadores preparados por Valls no se pueden
llevar a cabo con métodos democráticos. La clase
dominante juguetea cada vez más con la idea de llamar a
los fascistas para reprimir la lucha de clases. Esto no se limita
a Francia. El apoyo por la Unión Europea de un golpe de
estado fascista en Kiev marca un cambio radical en este sentido.
Los socialdemócratas tienen el pleno apoyo de los sindicatos.
Ya no son las organizaciones de trabajadores de antes, sino aparatos
burocráticos privilegiados. A sus funcionarios se les paga
generosamente para vender a los trabajadores. Hoy en día,
todos los despidos, reducción de salarios y cierres de
plantas llevan la firma de estos traidores. Cuando no pueden impedir
completamente las protestas y las huelgas, se aseguran que no
lleguen a ninguna parte.
Los partidos como Die Linke en Alemania, el Front de Gauche
en Francia y SYRIZA en Grecia juegan un papel especialmente repugnante.
Estos están estrechamente vinculados a los sindicatos.
Hacen todo lo posible para evitar que la clase trabajadora construya
independientemente su propio partido revolucionario. De vez en
cuando, emplean frases "izquierdistas" para engañar
a los trabajadores. Pero en la práctica, están defendiendo
incondicionalmente el capitalismo y la Unión Europea.
Nuestro movimiento es completamente hostil a estas organizaciones
y se diferencia de ellos en todos los sentidos.
Rechazamos la Unión Europea y todas sus instituciones
antidemocráticas, incluido el Parlamento Europeo. Nuestra
respuesta a la Unión Europea son los Estados Unidos Socialistas
de Europa. Esto no es sólo un eslogan, sino la base de
un programa socialista revolucionario.
Los trabajadores y trabajadoras de toda Europa se están
oponiendo a la destrucción de sus medios de vida y al peligro
de guerra. Nosotros luchamos para unirlos en una lucha común
contra el capitalismo.
Nos oponemos a toda forma de chovinismo anti-inmigrante, racismo
y nacionalismo, incluyendo la promoción del separatismo
en Escocia, Cataluña, el norte de Italia y Bélgica.
Eso sólo inflamaría más divisiones entre
los trabajadores en un momento en que es esencial una lucha unida
contra el enemigo común.
Estamos a favor de la formación de gobiernos de los
trabajadores en todos los países y la unificación
de Europa sobre una base socialista.
Esta es la única manera de prevenir el descenso de Europa
hacia el nacionalismo y la guerra, y crear las condiciones para
la utilización y el desarrollo de sus amplios recursos
y fuerzas productivas en interés de la sociedad en su conjunto.
El Partido Socialista por la Igualdad (PSI) en Gran Bretaña
y el Partei für Soziale Gleichheit (PSG) en Alemania participan
en las elecciones europeas para luchar por este programa y para
construir secciones del CICI en toda Europa.
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