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Devaluación de monedas en mercados emergentes: nueva
etapa en la crisis monetaria global
Por Nick Beams
10 Febrero 2014
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el autor
Este artículo apareció en inglés el
1 de febrero del 2014
Cualquiera sea el resultado inmediato de la turbulencia en
los tipos de cambio afectando las llamadas economías "emergentes",
ésta representa una nueva etapa en crisis económica
mundial. Las raíces de la crisis en la política
de "flexibilización cuantitativa" (la inyección
de miles de millones de dólares en el sistema financiero
mundial por el Banco Federal de Reserva de EE.UU. (FED), y otros
bancos centrales), resultado de la ruptura financiera de 2008,
y del colapso del banco de inversión Lehman Brothers en
los Estados Unidos.
Gran parte de este dinero fluyó hacia los países
en desarrollo en la búsqueda de mayores ganancias. Los
precios de las acciones y las tasas de rendimiento de otros activos
financieros en estos países subieron desmedidamente. Pero
ahora que la burbuja explota, el capital "volátil"
(o "golondrina", llamado así porque entra y sale
si dar aviso) está en fuga, creando devaluaciones e inestabilidad.
Una serie de bancos centrales, en particular en Sudáfrica,
India, Brasil y Turquía, han subido las tasas de interés
significativamente sin lograr contener la salida de capitales
financieros.
Como Neil Shearing, economista jefe de mercados emergentes
de Capital Economics, dijo al Financial Times: "El hecho
de que las monedas se hayan continuado debilitando (incluso en
países donde han empezado a subir las tasas de interés)
plantea la posibilidad de una nueva y potencialmente más
preocupante fase de inestabilidad en los mercados financieros,
donde los funcionarios políticos de las naciones emergentes
se encuentran desorientados e incapaces de defender sus monedas".
Los primeros signos de una crisis potencial aparecieron el
pasado mayo y junio, cuando el gerente del FED, Ben Bernanke,
indicó que el banco central estadounidense (el FED) comenzaría
a reducir gradualmente sus compras de hipotecas y bonos del tesoro
de los Estados Unidos que hasta ese momento eran de por un valor
mensual de US$ 85 mil millones. Sus comentarios estremecieron
a los "mercados emergentes" y se inició la fuga
de capitales.
La estabilidad regresó a los mercados cuando el FED
retiró su política de "reducción gradual"
en septiembre. Pero al retomar el FED la decisión de reducir
las compras de activos en US$ 10 mil millones en cada uno de los
dos últimos meses, se ha reanudado el flujo de salida de
capital.
Tratando de ponerle buena cara a una mala situación,
algunos comentaristas sostienen que la turbulencia financiera
refleja los problemas específicos de cada país y
no tiene consecuencias globales. Según el secretario del
Tesoro de EE.UU. Jack Lew, el principal problema consiste en la
mala política monetaria de varios de esos países.
"Diría que estamos viendo una gran cantidad de diferenciación
en el mercado y que los países que han tomado medidas duras
y administrado bien sus recursos están teniendo experiencias
diferentes".
Sus declaraciones recuerdan a las del ex presidente del FED,
Alan Greenspan, durante la crisis financiera asiática de
1997-1998, época en que insistía que esa crisis
no había resultado de las operaciones del capitalismo de
"libre empresa", sino que había resultado de
lo que llamó "capitalismo entre compinches" en
Asia. Como resultado de la crisis financiera asiática,
Rusia se declara insolvente en 1998; le sigue la quiebra del fondo
inversión de EE. UU. Long Term Capital Management (LTCM).
Este último fue rescatado por el FED con fondos públicos.
La desaparición de LTCM una señal de lo que ocurriría
10 años después, cuando todo el sistema financiero
estadounidense se declara insolvente.
La afirmación de que la actual turbulencia es el resultado
de problemas "específicos de cada país"
no tiene en cuenta el hecho de que la entrada masiva de capital
hacia los "mercados emergentes" en los cinco años
transcurridos desde la crisis de 2008 es parte de un desarrollo
mucho más importante.
La inyección continua de dinero del FED (al menos un
millón de millones de dólares anuales) combinada
con tasas de cero interés ha creado una situación
en la que el sistema financiero mundial cobra el aspecto de pirámide
invertida, con activos financieros en rápida expansión
descansando en una base productiva que disminuye.
Esto significa que una gran proporción de estos activos
se han convertido en "tóxicos", sin ningún
valor real, situación muy parecida a la de hace un lustro.
En ese entonces cientos de miles de millones de dólares
en activos poseían un valor que dependía de hipotecas
de alto riesgo. En otras palabras, la actual turbulencia es un
preámbulo de una nueva crisis financiera, potencialmente
más destructiva que la de 2008.
Las cifras sobre la magnitud del movimiento del capital financiero
volátil en el período pasado así lo demuestran:
Según el Instituto de Finanzas Internacionales, los mercados
emergentes han atraído alrededor de US$ 7 billones de dólares
desde 2005, lo que se ha invertido en una mezcla de empresas manufactureras
y de servicios, fusiones y adquisiciones, así como en acciones
y bonos. JP Morgan Chase estima que los bonos de países
en desarrollo en circulación suman US$ 10 billones, en
comparación con sólo US$ 422 mil millones en 1993.
Además de la fuga de capitales provocada por la "reducción
gradual", otro factor en la crisis es la desaceleración
económica en China. Según una encuesta publicada
esta semana, los fabricantes chinos ahora aceleran le eliminación
de empleos a un ritmo que se aproxima al de marzo del 2009, la
sima de la recesión que resultó de la crisis financiera
global.
Se anticipa que el crecimiento de China será el más
bajo en más de 20 años; hay crecientes preocupaciones
sobre la estabilidad del sistema financiero de ese país.
Esta semana, la China Credit Trust, valorada en US$500 billones,
tuvo que ser rescatada para evitar el incumplimiento de un producto
financiero respaldado por préstamos a una empresa minera
de carbón en quiebra. China Credit Trust es parte del sistema
bancario paralelo (en negro) que se cree representa aproximadamente
un tercio de todos los nuevos créditos en la economía
china.
La crisis de los "mercados emergentes" saca a la
luz fisuras importantes en el grupo G20 de las principales economías,
que tuvo una serie de reuniones cumbres para tratar las crisis
y coordinar la política internacional en el 2009 y el 2010.
En declaraciones a raíz de la decisión del FED del
miércoles, en el que no hubo ninguna mención de
los efectos de una mayor disminución de las compras de
activos en el resto del mundo, el gobernador del Banco Central
de la India, Raghuram Rajan, dijo que la expansión de dólares
había ayudado a sacar al mundo de la crisis financiera
global y que eso no debe ser ignorado.
"La cooperación monetaria internacional se ha roto",
dijo. Los países industrializados tienen que jugar un papel
en su restauración, y "no pueden en este momento lavarse
las manos y decir que vamos a hacer lo que nos conviene y Uds.
se encargan del ajuste." Advirtió que si los países
industrializados insisten en que los países en desarrollo
se las arreglen solos, a estos "no les gustará el
tipo de ajustes que se verán obligados a hacer en el futuro."
La importancia de esta observación es resaltada por
el hecho de que en los cinco años transcurridos desde septiembre
de 2008, los "mercados emergentes", entre ellos China,
han sido responsables de cerca de tres cuartas partes del aumento
en la producción mundial. En 1997-1998, el resultado de
la crisis financiera asiática fue una recesión con
tanto impacto en esa región como lo fue la Gran Depresión
de los años 30 en las economías capitalistas avanzadas.
Cualquier repetición traería rápidamente
la profundización de la recesión en todo el mundo.
Para la clase obrera internacional, la erupción de la
crisis acarrea importantes consecuencias. En todos los mercados
emergentes el aumento de la tasa de interés y otras medidas
de emergencia significarán una intensificación de
la ofensiva capitalista de recortes de puestos de trabajo, salarios
y condiciones sociales.
La crisis monetaria demuestra una vez más que son un
fraude las afirmaciones de las elites gobernantes y de sus expertos
aduciendo que la economía se recobra. El sistema capitalista
mundial ha fracasado. Las mismas medidas que se suponía
iban a producir una recuperación sólo han aumentado
la riqueza de los multimillonarios y han creado las condiciones
para otra crisis financiera.
La clase obrera internacional debe sacar las lecciones de esta
experiencia y responder con su propio programa: la lucha política
en el ámbito internacional por el derrocamiento de las
élites capitalistas como el primer paso hacia el desarrollo
de una economía planificada socialista.
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