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Escándalo de corrupción militar-policial desata crisis en gobierno peruano

Por Armando Cruz
7 Febrero 2014

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Este artículo apareció en inglés el 20 de diciembre 2013

El destape de un ilegal resguardo policial a un individuo -Oscar López Meneses-, previamente condenado por corrupción, ha estremecido al gobierno peruano de Ollanta Humala así como las instituciones militares y policiales. Varias figuras han sido dadas de baja o expulsadas -incluso algunas cercanas al mismo presidente- y una comisión del congreso ha sido formada para investigar los hechos que tiene visto citar al mismo Humala.

El destape, realizado por la periodista derechista Cecilia Valenzuela, fue publicado por el diario peruano El Comercio el 13 de Noviembre. En éste se reporta que una guardia policial era desplegada todo el día en la casa de López Meneses y la de su padre en el distrito de clase alta de Surco en Lima. Algunas de las patrullas formaban parte de operaciones especiales.

La trayectoria y registro de vida de López Meneses ejemplifica la putrefacción de la democracia durante el gobierno dictatorial y corrupto del ex presidente Alberto Fujimori y su "asesor de inteligencia" Vladimiro Montesinos, el cual gobernó al Perú de 1990 al 2000. Un ex militante del Partido Aprista Peruano y odontólogo con título falso, López Meneses se abrió su camino en los años noventa hasta volverse un protegido de Montesinos, entonces jefe del Servicio de Inteligencia Peruana, y co-partícipe de su red de corrupción y espionaje.

Según la secretaria de Montesinos, una de los trabajos de López Meneses era convencer a políticos de la oposición de pasarse a las filas del oficialismo y apoyar al presidente Fujimori. Tarea por la cual, según el testimonio de la secretaria, recibía hasta $150,000 que Montesinos robaba de la tesorería del estado. Desde esta posición, López Meneses creó toda una red de contactos en todos los sectores posibles: partidos políticos, los altos mandos de la policía y las fuerzas armadas y en los grandes negocios.

Ante la caída del gobierno fujimorista en el año 2000, López Meneses, al igual que su jefe Montesinos, fugó del país. Cuando la policía allanó su casa, encontró aparatos de espionaje telefónico y armas de guerra. Esta era la misma casa a la que se brindó resguardo policial desde Junio de este año, explica El Comercio. Deportado de EE.UU. en el 2003 pasó nueve años en prisión por peculado y tenencias de armas ilegales. Sin embargo de acuerdo a diferentes reportes, una vez libre, López Meneses, usando sus conexiones, volvió aparentemente a consagrarse con los altos mandos del ejército.

Los días que siguieron al destape de El Comercio la pregunta en boca de todos era: "¿Por qué había tanto resguardo policial en la casa de López Meneses?" y "¿Había algo dentro de la casa que requería una masiva protección policial?".

La periodista Rosa María Palacios, en su columna de opinión en el diario liberal La República, sugirió dos hipótesis: "En la primera y más grave, se trataría de una estructura de poder paralela al gobierno (...) que se organiza con el propósito de traficar con información obtenida ilícitamente con instrumentos del Estado (intercepciones telefónicas), presionar para ascensos o posiciones ventajosas en el reparto de poder y obtener dinero extraído de actividades ilícitas (...)". Y, en la segunda hipótesis, plantea que el resguardo policial es un regalo por parte de los altos mandos de la Policía y las Fuerzas Armadas para que López Meneses, quién afirma tener "una íntima amistad con el presidente", los ayude con sus amplias conexiones y supuesta influencia en el gobierno.

Sea cual sea la verdad, el destape ya ha cobrado sus víctimas en el gobierno. Tres días después de las revelaciones, en medio de la purga de jefes policiales y las acusaciones internas sobre quién decidió el resguardo policial, el Ministro del Interior Wilfredo Pedraza renunció al cargo, aparentemente bajo presión del presidente. Adrián Villafuerte, el asesor del presidente Humala en materias de seguridad -y según algunos el "Montesinos" de Humala- llamó a la radio RPP en su primera aparición ante los medios para negar tener vínculos con López Meneses, aunque El Comercio informó una reunión entre él y López Meneses en un restaurante. Poco después, la secretaría del gobierno anunció que Villafuerte había renunciado también.

La República informó que la oposición "no contenta con la renuncia de Pedraza también pidió la renuncia del asesor". (Cabe recordar que, según algunas versiones, Villafuerte fue quién aconsejó a Humala una mayor represión contra las manifestaciones en contra del proyecto minero Conga en Cajamarca durante el 2011).

Si bien El Comercio y el resto de sus diarios y medios -los cuales conforman el 70% de la prensa escrita en el país y el canal de noticias más visto- han hecho hincapié de las conexiones de López Meneses con el gobierno de Humala omiten deliberadamente que López Meneses y sus ilegales actividades son un producto del gobierno autoritario de Fujimori, encarcelado hoy día en las afueras de Lima por violación de derechos humanos. Esto es porque la derecha y el gran capital están allanando el camino para las próximas elecciones. Las encuestas indican que hasta ahora que la favorita es nada menos que Keiko Fujimori, hija del ex dictador y lideresa de Fuerza Popular, el partido derechista que reivindica al ex dictador y sus políticas. Ella es vista como la mejor opción para el capitalismo peruano.

Palacios, concluyendo la ya citada columna, afirma: "¿Quiénes están cosechando de la crisis? Apristas y fujimoristas que hoy, agresivamente, niegan sus manifiestos vínculos históricos con López Meneses. ¿Quién va perdiendo? El presidente."

Tanto el fujimorismo como el APRA tienen razones para provocar una crisis gubernamental de la que pueden ser los principales beneficiarios. Hace unos meses Humala negó darle el indulto a Fujimori cuando éste alegó poseer cáncer terminal (resultó ser falso). También negó darle el arresto domiciliario. El ex dictador también está siendo enjuiciado una vez más por otro crimen de su gobierno: la malversación del presupuesto del ejército para financiar tabloides populares que fueron usados para atacar grotescamente a figuras de oposición.

En cuanto al APRA, desde hace meses su principal figura, el ex presidente Alan García, está siendo investigado por una comisión estatal por "presuntas irregularidades" de su último gobierno, incluyendo un caso en el cual, según varios ex-convictos, García habría sido el jefe de una organización que cobraba dinero a narcotraficantes encarcelados por reducciones de condena. García y su séquito aprista han llamado a esta y las demás investigaciones una "persecución política" por parte del gobierno de Humala.

Ningún partido es un movimiento de masas ni tiene ningún amplio apoyo en la clase trabajadora. El APRA, el que fuera alguna vez un partido socialdemócrata que movilizó a millones de peruanos con sus ilusiones reformistas ("Sólo el APRA salvará al Perú") y fuera ilegalizado por diversas dictaduras, es ahora en gran parte considerado una mafia política en cuyo núcleo se encuentra un club de poderosos lobbyistas profesionales, incluido García.

Fuerza Popular, no obstante, se basa en el legado populista que el gobierno de Fujimori ejecutó en los noventa, el cual otorgó comedores populares y otra mínima asistencia a los estratos más pobres de la sociedad, mientras coordinaba masiva represión, privatizaciones al por mayor y la destrucción de derechos laborales de la clase trabajadora peruana.

En las últimas elecciones del 2011, Fujimori hija pasó a la segunda vuelta en dónde fue derrotada por Humala. Hoy, con todas las ilusiones generadas por la retórica populista y nacionalista de Humala en gran parte desvanecidas, estas fuerzas derechistas son capaces de tramar la renuncia de sus ministros y empujar a su gobierno aún más a la derecha.

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