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Decisión de Corte Internacional sobre frontera entre
Perú y Chile no logra calmar rivalidades nacionalistas
Por César Uco and Bill Van Auken
19 Febrero 2014
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el autor
La sentencia por la Corte Internacional de Justicia que establece
una larga disputa sobre fronteras marítimas entre Chile
y Perú no ha podido calmar las tensiones nacionalistas
entre los dos países. También ha subrayado la continua
presencia de brechas regionales que pueden volverse en un detonante
de más amplios conflictos.
La sentencia de la denominada Corte Mundial en La Haya no pudo
lograr satisfacer a ningún país: Perú obtuvo
control de 50,000 km2 de océano abierto, pero Chile mantiene
su control sobre 16,000 km2 de la área en disputa, incluyendo
áreas ricas en pesca cercanas a la orilla.
En vez de que se continúe la frontera marítima
hacia el occidente desde la frontera de tierra entre los dos países,
la decisión de la Corte Mundial traza una línea
diagonal hacia el suroeste a partir de las 80 millas desde la
costa, otorgando al Perú un triángulo de océano
que previamente había sido reclamado por Chile.
Contrarrestando los sentimientos nacionalistas avivados en
ambos lados de la frontera, en la capital chilena de Santiago,
trabajadores de construcción peruanos y chilenos manifestaron
bajo una bandera que leía "Trabajadores de Chile y
Perú, una fuerza que ama la paz". Se estima que hay
un estimado 130,000 inmigrantes peruanos trabajando en Chile.
Mientras tanto, en el puerto pesquero fronterizo de Arica -a
2,000 millas al norte de Santiago- pescadores protestaron la decisión
de La Haya. El ministro del interior chileno, Andrés Chadwick,
quién se encontraba en Arica, tuvo que ser rescatado por
la policía de los manifestantes, quiénes fueron
dispersados por gas lacrimógeno y cañones de agua.
Los pescadores alegaban que la decisión los privará
de sus áreas de pesca de tiburón, bacalao y otros
peces.
En Perú, el Presidente Ollanta Humala se jactó
de que su gobierno había sido el ganador en la sentencia
de la corte, declarando que "el país se beneficiará
de la explotación de una de las áreas marinas más
ricas del mundo". Habiendo sido elegido en el 2011 en una
campaña de demagogia nacionalista y de izquierda, la popularidad
de Humala ha caído cada vez más debido a que su
gobierno ha reprimido las luchas de los trabajadores y defendido
a las multinacionales mineras. Claramente, el presidente espera
que con la carta del nacionalismo él pueda invertir su
suerte política.
Más allá de la frontera chilena, el saliente
presidente Sebastián Piñera declaró estar
"en un profundo desacuerdo con la decisión... y la
pérdida económica de un área de entre 20,000
y 22,000 km2 a favor de Perú". Su sucesora , Michelle
Bachelet, quién toma el poder el próximo mes, describió
la sentencia como una "dolorosa pérdida".
Si bien Piñera se encontró con Humala en los
banquillos de la conferencia de la CELAC (Comunidad de Estados
Latinoamericanos y Caribeños) la semana pasada en La Havana
y acordó con implementar "gradualmente" la decisión
de la corte, nuevas disputas ya han estallado por un pedazo de
tierra fronteriza que es reclamado por ambos países que
no fue parte de la sentencia de La Haya.
Piñera llegó al punto de exigir que Perú
cambie su constitución para que reconozca la soberanía
chilena sobre el territorio. Mientras tanto, el periódico
chileno El Mercurio publicó un editorial refiriéndose
al crecimiento de comercio e inversiones entre los dos países
y advirtió que "la demanda peruana coloca esta prometedora
realidad en un serio riesgo".
En la misma conferencia de la CELAC en la Havana, los jefes
de estado regionales declararon con optimismo que Latinoamérica
y el Caribe eran "una zona de paz", prometiendo no usar
la fuerza para resolver las disputas entre ellos. Sin embargo,
bajo condiciones de tensiones globales cada vez más profundas
y de crisis económica capitalista, las brechas nacionalistas
pueden volverse una nueva arena de confrontación.
Efectivamente, en el 2012, un documento chileno clasificado
fue publicado bosquejando los planes del ejército del país
para "establecer un conflicto armado en un corto período"
si la batalla estallaba en la frontera.
La disputa sobre la frontera peruana-chilena se remonta a la
Guerra del Pacífico (1879-1882), la cual estalló
cuando Chile reaccionó bélicamente a las amenazas
de los gobiernos peruanos y chilenos de nacionalizar los intereses
mineros de nitrato en los dos países. El ejército
chileno -que estaba mejor armado- avanzó hacia el norte,
apoderándose de 120,000 kilómetros cuadrados de
tierra de Bolivia, incluyendo todo su territorio costeño
y el 25 por ciento del territorio nacional peruano.
La guerra -la cual incluyó el saqueo de Lima- dejó
profundos resentimientos arraigados en ambos países derrotados.
La pérdida del acceso al mar de Bolivia restringió
severamente su crecimiento económico, dejándolo
como uno de los países más empobrecidos de la región.
Durante sus ejercicios, las tropas bolivianas aún llevan
a cabo el grito de "Viva Bolivia, Muere Chile", y el
país celebra un anual "Día del Mar" para
conmemorar su pérdida.
Bolivia ya ha indicado que usará la decisión
de la Corte Mundial para presionar su demanda histórica
de la restauración de su ruta al mar. El gobierno del presidente
Evo Morales ha presentado su propio caso en La Haya a finales
del año pasado. Chile ha dejado claro en varias ocasiones
de que no tiene intenciones de entregar ninguna parte de su territorio
costeño del cual se apoderó hace unos 130 años.
El año pasado, el presidente Piñera advirtió
que Chile defendería "con toda la fuerza de la unidad
nacional, la historia y la verdad, su territorio, su mar, su cielo
y también su soberanía".
Hay seis conflictos fronterizos adicionales en Latino América
ante la Corte Mundial. Estos incluyen la disputa entre Guatemala
y Belize que se remonta 130 años atrás y la reclamación
de Venezuela de territorio que mantiene Guyana, como resultado
de una partición hecha en 1899 por Gran Bretaña,
los EE.UU. y Rusia sin la participación de Venezuela. Como
en un número de disputas, esta involucra los derechos a
considerables riquezas mineras.
Asimismo, también sigue en litigio el confrontamiento
entre Nicaragua y Colombia. La Corte Mundial sentenció
en el 2012 a favor de la soberanía nicaragüense sobre
una zona marítima que cubría 70,000 kilómetros
cuadrados en el Caribe, mientras que al mismo tiempo le permitía
a Colombia mantener su dominio sobre un grupo de islas, incluyendo
el archipiélago de San Andrés, los cuales se encuentran
más cercano a la costa de Nicaragua que la de Colombia.
El gobierno colombiano ha ignorado la sentencia de la Corte
Mundial, yendo tan lejos como retirarse del Pacto de Bogotá
de 1948, un documento fundacional de la Organización de
Estados Americanos, el cual compromete a sus miembros a aceptar
la jurisdicción de la corte en territorios en disputa.
Nicaragua, mientras tanto, reporta que sus pescadores son acosados
por buques de guerra colombianos en lo que se supone que son aguas
de naciones centroamericanas.
Colombia y Venezuela también se disputan el control
sobre partes del Golfo de Maracaibo, el cual vincula el lago Maracaibo
de Venezuela, un centro de producción petrolero, al mercado
caribeño y mundial. La disputa involucra una estrecha península
e islas así como aguas territoriales. Esto tiene el potencial
de desencadenarse en un conflicto armado debido a los estrechos
lazos del gobierno colombiano con Washington, el cual lo ha convertido
en uno de los países más fuertemente armados en
el hemisferio, y los conflictos de Venezuela con la política
estadounidense en la región.
Cada uno de los países de Centroamérica tiene
por lo menos un conflicto fronterizo con alguno de sus vecinos.
El Salvador y Honduras resolvieron una disputa fronteriza a través
de la Corte Mundial en 1992, pero sólo después de
una breve guerra 23 años atrás que dejó unos
3,000 muertos.
En la historia reciente, hay otros precedentes en la región
de guerras por disputas fronterizas. En 1941, 1981 y 1995, Perú
y Ecuador se fueron a la guerra debido a conflictos que se remontaban
a las líneas trazadas por España en el siglo dieciocho,
cuando España dividía y redividía a sus colonias
sudamericanas.
La demagogia nacionalista de ambos gobiernos en Perú
y Chile sobre el tema de la frontera sirve un propósito
político definitivo. Hay un creciente conflicto social
en Chile, con una clase trabajadora que se aproxima hacia una
confrontación con una entrante y débil presidencia
de Bachelet y su Nueva Mayoría (una coalición de
los partidos Socialistas, Comunistas y la Democracia Cristiana).
En Perú, Humala ha visto caer en picado su popularidad,
particularmente entre la clase trabajadora y los pobres. La demagogia
nacionalista ha sido empleado por mucho tiempo para desviar tales
tensiones políticas y sociales.
Hay también el potencial de las presiones y los conflictos
internacionales estimulando tales disputas y convirtiéndolas
en un instrumento de luchas globales geo-estratégicas.
China ha emergido como un poderoso rival a la hegemonía
histórica de Washington en las tierras al sur de éste,
suplantando a los EE.UU. como el socio comercial número
de uno de Brasil y creciendo en una tasa considerable en términos
de comercio e inversiones a través de la región.
De la misma manera en la que EE.UU. ha intervenido e inflamado
las disputas por las islas en el Mar del Este de China como un
medio de confrontar a China y de promover sus esfuerzos para cementar
una alianza regional, así mismo las mismas disputas en
Latino América pueden volverse el foco de intereses internacionales,
y en particular la de los esfuerzos del imperialismo estadounidense
para contrarrestar su relativo declive económico por medios
militares.
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