WSWS
: Español
Resistencia artística a las juntas respaldadas por
EE.UU.
Perder la forma humana: una imagen sísmica de los años
ochenta en Latino América
Por Armando Cruz
30 Abril 2014
Utilice
esta versión para imprimir
Durante los años sesenta y comienzos de los setenta,
Latino América era un polvorín social. El crecimiento
de la clase trabajadora - como resultado de que millones dejaran
el campo por la ciudad - y la creciente radicalización
del momento condujeron finalmente a los trabajadoras hacia una
directa confrontación con sus respectivas burguesías
nacionales y el imperialismo.
Trágicamente, sin un partido socialista revolucionario,
la clase trabajadora fue conducida a un camino sin salida. El
estalinismo y sus cómplices centristas (pablistas-mandelistas)
bloquearon el surgimiento revolucionario, subordinando a la clase
trabajadora a la burguesía, la cual - como Trotsky había
establecido - debido a sus lazos con el imperialismo y su miedo
a la clase trabajadora no podía llevar ejecutar ni las
inacabadas tareas democráticas-burguesas en los países
oprimidos.
El resultado fue el desarme de la clase trabajadora ante la
ofensiva imperialista. Golpes respaldados por la CIA en Chile
en 1973 y en Argentina en 1976 aplastaron a las dos principales
oportunidades revolucionarias y condujeron a "Operación
Cóndor", la infame red de dictaduras que coordinó
la cacería y masacre de trabajadores de mentalidad socialista
y jóvenes en los subsecuentes años.
En esta infernal situación de muerte y represión,
uno podría pensar que el surgimiento de artistas opuestos
al status quo sería algo imposible, pero ese no fue el
caso.
"Perder la forma humana: una imagen sísmica de
los años ochenta en Latino América" es una
fascinante recopilación de los trabajos de la época
que proclamaron su oposición a los regímenes militarizados
de la región, expusieron su criminalidad y atacaron a sus
fundaciones ideológicas. Las variadas selecciones de "intervenciones
artísticas", serigrafía, afiches, fotografía,
performance callejera, arte gráfico no dejarán impasible
a ningún espectador y presentarán un poderoso testimonio
del sufrimiento, la pérdida e indignación de la
época.
La exhibición fue organizada por el Museo Nacional Centro
de Arte Reina Sofía de Madrid y 31 investigadores de la
Red de Conceptualismos del Sur, una "plataforma internacional
de trabajo, pensamiento y toma de posición colectiva"
cuyo objetivo es promover y restaurar las obras de artes más
críticas de los sesenta, setenta y ochenta, para así
"reactivar dicha potencia crítica". La exhibición
debutó en Madrid en el 2012 y recientemente acabó
su presentación en Lima, Perú en dónde fue
bien recibida.
La exhibición comienza explicando su título:
"Alude por un lado a la masacre y al exterminio ejercidas
por las dictaduras militares y las guerras internas y, por el
otro, a las metamorfosis de los cuerpos y las experiencias de
libertad que corrieron paralelamente como resistencia y subversión
durante los años ochenta".
Al lado de este texto se encuentra "Hablo por mi diferencia",
una fotografía del autor gay y estalinista chileno Pedro
Lemebel, con la hoz y el martillo pintada en su cara. Al acercarse
a esta imagen, uno escucha un discurso de Lemebel sobre la dictadura
de Pinochet en Chile intercalado con "La Internacional",
el himno internacional de los trabajadores.
La primera instalación, "Hacer política
con nada", embarca los movimientos sociales y el activismo
durante los ochenta, los cuales "buscaron hacer visible todo
aquello que había sido borrado por las dictaduras y los
acuerdos de paz". Esto encuentra expresión en el "Siluetazo",
práctica que involucra crear la silueta de un cuerpo voluntario
sobre un largo pedazo de papel y escribir en éste el nombre
de uno de los desaparecidos (las víctimas que "desaparecían"
bajo las dictaduras latinoamericanas apoyadas por la CIA), o escribir
textos como "Soy una víctima de la dictadura. Me torturaron,
me desaparecieron y me mataron. ¿Me has olvidado?".
Fotografías del argentino Eduardo Gil muestran a docenas
de personas reunidas en una plaza de Buenos Aires pintando las
siluetas sobre el piso; manifestantes cargando carteles con las
siluetas que llevaban los nombres de sus familiares "desaparecidos";
paredes con las siluetas pegadas en ellas; e, inevitablemente,
policías arrancándo las siluetas.
Otro ejemplo de "hacer política con nada"
es "Arte al paso", trabajos políticos serigráficos
que aspiran a ser "baratos, rápidos, callejeros y
populares" al igual que la "comida rápida".
A pesar de surgir en diferentes momentos y en diferentes contextos,
los varios trabajos de "arte al paso" están vinculados
por el deseo de intervenir en las luchas de la clase trabajadora
a través de medios que pueden ser reproducidos fácilmente.
El colectivo Paréntesis (Perú, 1979), por ejemplo,
hizo collages agit-prop en apoyo a una huelga de SUTEP, el sindicato
de profesores, mientras que Taller E.P.S. Huayco (Perú,
1980-1981) combinó docenas de hoces y martillos para formar
un enorme retrato del poeta comunista César Vallejo. La
Asociación de Jóvenes Plásticos (Chile) apoyó
las luchas de la clase trabajadora y la lucha contra la amnistía
del régimen de Pinochet, re-imaginando afiches políticos
con estéticas dadaístas.
CAPaTaCo (Argentina) se burló de los políticos
de su época - incluyendo al presidente derechista argentino
Carlos Menem y al ex presidente estadounidense George H.W. Bush
- vandalizando afiches en lugares públicos con material
serigráfico. Varios miembros de CAPAaTaco estaban alineados
con el morenista Movimiento al Socialismo (MAS) y produjeron propaganda
para éste, incluyendo un collage pop-art de cuatro retratos
de Trotsky.
En medio de estas dos instalaciones, los curadores colocaron
un mapa de Latino América sobre el piso y lo cubrieron
con piezas rotas de botellas de Coca-Cola.
El Colectivo de Acciones de Arte (CADA) un colectivo de arte
chileno, realiza en 1985 la performance "Viuda". En
esta "intervención" una mujer solitaria en negro
baila la cueca - declarada por Pinochet el baile nacional de Chile.
La performance expresa la pérdida de los desaparecidos
y el sufrimiento impuesto a los que los sobrevivieron, la mayoría
mujeres.
En 1989, en la sede de la Comisión de Derechos Humanos
en Santiago de Chile, las "Yeguas del Apocalipsis",
un dúo formado por los artistas Francisco Casas y Pedro
Lemebel, bailan una danza cueca gay en el mencionado mapa de Latino
América "ante la represión gubernamental, el
peligro de contagio de SIDA, los hirientes pedazos de vidrios
y los desconcertados miembros de la comisión", para
así "desnaturalizar" y "desmitificar"
la imagen de la sufriente, abnegada mujer.
La siguiente sección de la exhibición presenta
tres grupos experimentales de teatro de finales de los setenta
y comienzos de los ochenta, cuyo enfoque en las "intervenciones
artísticas" probablemente los elevaron por encima,
en términos artísticos, de la mayoría de
los demás artistas de la exhibición.
El Taller de Investigaciones Teatrales (TIT), el Grupo Experimental
Cucaño (GEC) - de Buenos Aires y Rosario en Argentina,
respectivamente - y Viajou Sem Passaporte (VSP) de São
Paulo, Brazil declararon que su objetivo era "reclamar un
arte revolucionario para la creación de un nuevo movimiento
surrealista en un momento en el que la represión militar
había sofocado los movimientos revolucionarios de emancipación".
Apelando a la "imaginación, la provocación
y la creación colectiva" intentaron "transformar
las condiciones normales existentes". Esto, la introducción
explica, es una "reinvindicación del cruce del surrealismo
con el trotskismo".
"Por menos artistas y más hombres y mujeres que
hagan arte" era el lema de Cucaño, impreso encima
del muro dedicado al grupo. "La intervención como
un método de transgredir las ideologías que rigen
la producción del arte", declara su manifiesto. "Nuestra
función es violar los convencionalismos coartantes del
arte de hoy y construir la base de la expresión sensible
de la humanidad liberada del futuro".
Otro párrafo declara: "Hoy la producción
artística tiene propietarios, tiene patrones, a costa del
sacrificio y usurpación de su verdadera finalidad enriquecedora
de la percepción del hombre. (...) La intervención
artística como medio de producción artística
nos sirve como una forma de subvertir esa ideología burguesa
de la producción del arte arrancando el hecho creativo
de sus garras, el espacio determinado (claustro de pasatiempo
de fin de semana) para transgredir de lleno con el verdadero arte,
con la convulsión de la imaginación en la realidad
consciente y cotidiana".
Cucaño, conformado por artistas de 15 a 20 años
según otro texto, creía que la más importante
fuente de arte era la vida, la realidad y todo su potencial. Esta
perspectiva estaba basada no sólo, en gran parte, en la
influencia de los escritos y manifiestos de André Breton,
los cuales ellos mismos citan, sino en la urgencia de responder
al aplastamiento del potencial revolucionario dentro del país.
El grupo escribió: "Rosario es una de las ciudades
más golpeadas por la represión de la dictadura (...)
Los jóvenes que no sufrimos en carne propia el golpe, nos
enfrentamos con sus consecuencias: la desinformación, el
aislamiento y la coerción ejercida. En este momento cuando
carecemos de todo para nuestra formación cultural (...)
sentimos con más fuerza la necesidad de revertir la vida,
nuestra vida".
Una de las "intervenciones" más famosas del
grupo fue mostrada en formato documental. La Penetración
o "La Escalada Lautremoniana" (nombrada a partir del
Comte de Lautreamont [Isidore-Lucien Ducasse], el poeta francés
y uno de los héroes del surrealismo) fue un ataque satírico
a la Iglesia Católica que ocurrió dentro de una
iglesia en 1982 (el documental comienza con comentarios de sacerdotes
argentinos defendiendo a la dictadura).
"Fuimos ahí porque sabíamos que muchas familias
militares iban. Era una misa oligárquica", recuerda
el miembro Carlos Ghioldi. Vestidos con ternos y lentes oscuros,
escenificaron varios actos bizarros y simultáneos para
crear una especie de "contra-misa", conmocionando a
la audiencia. "Fue teatro puro, la idea de teatro del director-dramaturgo
francés Antonin Artaud", explica el miembro Guillermo
Giampietro.
En Brasil, los mismos motivos impulsaron a colectivos de arte
como Viajou Sem Passaporte, 3Nós3 y Manga Rosa, quiénes
participaron de las denominadas "inter-versiones": intervenciones
artísticas para "revertir el orden" en lugares
públicos.
VSP declaró en uno de sus manifiestos: "Queremos
acabar con la mística de las técnicas (...) que
arbitrariamente separan los que saben de los que no saben, los
que pueden de los que no pueden, los que tragan de los que no
tragan. Nuestras únicas armas para esta actividad son nuestros
cuerpos, nuestra creatividad y nuestra creencia en la liberación
del hombre".
El grupo brasileño realizó varios provocativos
actos públicos sin permiso, como colocar bolsas plásticas
sobre las cabezas de estatuas de héroes nacionales, o la
simulación de una intoxicación masiva durante un
encuentro de arte internacional - Alterarte II de 1982, con la
participación de TIT y Cucaño - que terminó
en un escándalo y el arresto de los involucrados.
El colectivo Gang, también de Brasil, también
participó en la arena pública, pero su objetivo
era la "austeridad castradora" y la "represión
moral" de la dictadura brasileña (1964-1985), a la
cual intentaron subvertir por medio de la liberación sexual.
En 1982, miembros del colectivo invadieron la Playa de Ipanema
en Rio de Janeiro y comenzaron a recitar poemas de su "Movimento
de Arte Pornô " a una docena de personas mientras se
desnudaban, en desafío de la represión gubernamental.
Este acto fue grabado en video y proyectado en la exhibición.
La liberación sexual bajo condiciones de represión
también fue el tema del trabajo del fotógrafo y
artista de performance peruano Sergio Zevallos. Rosa Cordies (1986)
es una serie de autoretratos de Zevallos vestido como una versión
travestida de Santa Rosa - santa patrona de Lima - en una esquina
ensangrentada. El objetivo de Zevallos no sólo era la Iglesia
Católica - la cual apoyaba la represión militar
durante el llamado Conflicto Interno del Perú en los ochenta
- sino exponer la violencia contra los homosexuales y otras minorías.
Si bien el elemento más poderoso de la exhibición
yacía en cómo nos recordaba el coraje y espíritu
de resistencia que mostraron docenas de artistas de la región,
cabe señalar que uno de las principales razones del considerable
éxito de la exhibición, tanto en Madrid como en
Lima, es la ausencia hoy en día de artistas comprometidos
al cambio social.
La mayoría de los jóvenes que nacieron en el
período cubierto por la exhibición no sólo
nunca han encontrado un movimiento de arte como los presentados,
sino que nunca han visto un movimiento social de masas. El trabajo
de la exhibición sobresale en un mundo cultural presentemente
dominado por el postmodernismo y su rechazo del arte como medios
de entender y cambiar el mundo.
¿Por qué artistas y colectivos con objetivos
similares (o incluso más enfocados) no han emergido cuando
las condiciones de la clase trabajadora están peor hoy
día que en décadas previas, y no sólo en
Latino América, sino en el resto del mundo?
La Red de Conceptualismos del Sur, la organización que
elaboró la exhibición, hace referencia en su sitio
web a la "violencia del estado" como la principal razón
del desmantelamiento del "proyecto emancipatorio". Desde
entonces, los autores escriben, "la inoculación de
la memoria colectiva desde los aparatos de Estado, el olvido defensivo
asimilado por la sociedad civil, la despolitización de
las subjetividades en su reacomodo dentro de las economías
neoliberales (y) la estetización de la contracultura"
han impedido la "reactivación" del arte vinculado
a los movimientos sociales y el cambio revolucionario.
Todo esto es cierto, no hay duda. Pero el cerebro del artista
socialmente comprometido no está diseñado sólo
para recibir golpes, uno tras otro, sino para nutrirse del mundo
exterior y sus posibilidades de cambio. Los artistas que emergieron
en los sesentas, setentas y ochentas fueron productos de diferentes
circunstancias, se encontraron en un período extraordinario
y llevaron a cabo un arte inspirado directamente por las aspiraciones
sociales revolucionarias (ya sea durante la creciente ola radical,
su aplastamiento y duelo).
Los artistas de hoy en día son herederos de una era
culturalmente reaccionaria. Una era que surge desde "el fin
de la historia"; la elevación de la búsqueda
del logro individualista en lugar del bien común social;
la glorificación del dinero y el estatus social y la tóxica
diseminación del postmodernismo.
Sin embargo, los factores objetivos socioeconómicos
que produjeron los levantamientos de los sesentas y setentas no
han desaparecido. Al contrario, la actual crisis del capitalismo
los está trayendo de vuelta por todo el mundo con una inimaginable
fuerza destructiva, lo cual una vez más llevará
a los trabajadores latinoamericanos a la ofensiva y de esta manera
creará una vez más las condiciones para la emergencia
de nuevos artistas con importantes y revolucionarios objetivos
artísticos y políticos. "Perder la forma humana"
otorga una base de inspiración para este futuro, el cual
puede que no esté muy lejos.
Regresar a la parte superior de la página
Copyright 1998-2012
World Socialist Web Site
All rights reserved |