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Político australiano justifica golpe de estado de Pinochet
en Chile
Por Eduardo Ballesteros
14 Octubre 2013
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el autor
Este artículo apareció en inglés el
12 de octubre del 2013
El mes pasado un parlamentario del Partido Liberal australiano
se alineó abiertamente a las formas dictatoriales de gobierno
en un discurso conmemorativo del 40avo aniversario del golpe de
estado de Chile que instaló el régimen fascista-militar
del general Augusto Pinochet, apoyado por la CIA.
Peter Phelps, líder del Consejo Legislativo en la Cámara
Alta de Nuevo South Wales, declaró que quería "justificar
a Augusto Pinochet. Dijo que hay muchos que creen
que el general Pinochet fue un héroe muy a su pesar, un
hombre moralmente valiente, que no sólo salvó al
país del comunismo, sino que también trajo prosperidad
a su país adoptando medidas dictadas por la Escuela de
Economía de Chicago ".
La justificación escalofriante de Phelps de los crímenes
de Pinochet le causó indignación y graves preocupaciones
a los exilados chilenos en Australia, muchos de los cuales se
vieron obligados a huir de la represión de la junta militar
tras el derrocamiento del gobierno de coalición social
democrático de Salvador Allende el 11 de septiembre de
1973.
El imperialismo norteamericano y la burguesía chilena temían
que el gobierno del Frente Popular encabezado por el Partido Socialista
de Allende y el Partido Comunista estalinista sería incapaz
de reprimir indefinidamente un enorme movimiento militante de
la clase obrera. Conspiraron entre sí durante los tres
años en que la coalición de Allende estuvo en el
poder, y organizaron una contrarrevolución violenta.
El resultado fue una gran derrota infligida a la clase obrera
chilena e internacional. Durante sus 17 años en el poder,
el régimen de Pinochet, con la ayuda financiera, política
y militar de Washington, capturó, torturó y sacrificó
decenas de miles de trabajadores, estudiantes e intelectuales
de izquierda. Miles de personas más perdieron la vida en
la Operación Cóndor, de inspiración estadounidense,
en la que los regímenes militares de América Latina
asesinaron opositores políticos en todo el continente.
Hasta ahora, el apoyo al baño de sangre de Pinochet no
se había manifestado públicamente dentro de la clase
política australiana, aunque Pinochet sí había
recibió elogios en círculos gobernantes de otros
países, de parte de la primera ministra británica
Margaret Thatcher, después de la muerte de Pinochet, y
del ex . Asesor de Seguridad Nacional estadounidense Henry Kissinger,
quien había participado activamente en el golpe. Más
recientemente, un editorial del periódico Wall Street
Journal expresó su apoyo al reciente golpe militar
egipcio, que puso fin a casi dos años y medio de efervescencia
revolucionaria, y su esperanza de que "los nuevos generales
gobernantes sigan los pasos de Augusto Pinochet en Chile. "
Phelps, un libertario ferviente, es un discípulo de las
panaceas de libre empresa de Friedrich Hayek y Milton Friedman,
que se pusieron en práctica con resultados brutales en
Chile y más tarde fueron imitadas por Thatcher, Ronald
Reagan y los gobiernos laboristas de Hawke-Keating en Australia,
entre otros.
A pesar de ser una figura relativamente menor y poco conocida,
Phelps fue elevado al parlamento estatal en el 2011 con el apoyo
de conexiones de alto nivel. Había servido como jefe de
personal o asesor de una serie de Liberales de alto nivel, incluyendo
Eric Abetz (ahora consejero de empleos), Ian McLachlan y John
Moore (ambos ex ministros de defensa), Chris Ellison y Bronwyn
Bishop.
Los comentarios de Phelps van más allá de ofrecer
apoyo a los sangrientos acontecimientos en Chile hace 40 años.
Buscan como justificar las dictaduras siempre que sea necesario
defender el sistema de ganancias privadas. "Todo es muy fácil
de decir: Creemos que nunca se debe sancionar a la dictadura o
que no deberíamos tener nada que ver con el mal, pero estos
principios son tontos y contraproducentes en el mundo real",
dijo Phelps al parlamento. "Sí, Pinochet mató
gente. Si alguien conoce de alguna otra manera de derrocar a un
gobierno que no sea con fuerzas militares, déjenmelo saber."
Estas observaciones indican el tipo de debates que tienen lugar
en los círculos gobernantes a puertas cerradas. Phelps
argumentó que como un "requisito para la supervivencia",
es "a veces necesario hacer cosas malas para prevenir que
sucedan cosas terribles."
Estas observaciones se realizaron bajo condiciones de profundo
descontento público por el orden político existente
y su programa apoyados por los Liberales, el Partido Laborista
y los Verdes que imponen medidas de austeridad, a instancias
de la élite financiera y apoyan al militarismo agresivo
del gobierno de los EE.UU.
Varias capas de los sectores dominantes han llegado a la conclusión
de que el tipo de asalto al por mayor a la posición social
de la clase obrera exigido por las grandes empresas es incompatible
con el mantenimiento de las formas democráticas parlamentarias
del gobierno. Por eso, en Australia y en todo el mundo, en los
últimos diez años se ha visto como un gobierno tras
otro hace uso de la "guerra contra el terror" fraudulentamente
para construir un estado policial, con vigilancia sin precedentes
y mayores poderes de detención.
Ni los grupos políticos ni los medios de comunicación
condenaron los comentarios de Phelps. Su líder de partido
de Estado, el Primer Ministro Barry O'Farrell, no intentó
despedirlo o disciplinarlo. O'Farrell simplemente declaró
que Phelps debería haber encontrado un mejor ejemplo para
poner en evidencia los excesos del comunismo que el de un
dictador militar asesino". El líder Liberal Federal,
el Primer Ministro, Tony Abbott, no hizo comentario alguno, ni
tampoco ningún dirigente laborista o sindical.
Está claro que el discurso de Phelps había sido
preparado con anterioridad. Se produjo un día después
de que la parlamentaria Laborista Lynda Voltz y el parlamentario
Verde John Kaye habían criticado la participación
del gobierno de Nixon, el Pentágono y la CIA en el golpe
de estado chileno, y sus consecuencias.
En sus contribuciones en el aniversario del golpe de Estado, Voltz
y Kaye promovieron la coalición del Frente Popular de Allende,
que incluían al Partido Socialista de Allende, al Partido
Comunista de Chile estalinista y a una sección de la Democracia
Cristiana. La coalición del Frente Popular se propuso el
papel clave de desarmar políticamente a la clase obrera
chilena y estrangular sus luchas, abriendo directamente el camino
para el golpe de Estado; sus socios estalinistas en particular
sembraron ilusiones mortales en el supuesto carácter "democrático"
de las fuerzas armadas, e invitaron a generales, como Pinochet,
a unirse al gobierno para ayudar en la represión del movimiento
obrero de masas, que incluían a los trabajadores que se
apoderaban de las fábricas.
El reciente estallido de Phelps es una advertencia a la clase
obrera, en Australia y en todo el mundo, del desprecio por los
derechos democráticos en los círculos de poder del
proceso ya en marcha hacia formas autoritarias de gobierno mientras
que la resistencia de las masas crece en contra de la agenda capitalista
global de más guerra, austeridad social y represión.
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