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Las lecciones políticas del affaire Leonarda
Por Peter Schwarz
28 Octubre 2013
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el autor
Este artículo de perspectiva política apareció
en inglés el 24 de octubre del 2013
El affaire Leonarda ha expuesto la realidad de
las condiciones sociales y políticas en Francia. La captura
y deportación ordenada por el gobierno del Presidente François
Hollande de la estudiante Roma de 15 años de edad Leonarda
Dibrani y los actos de protesta que esta acción causó,
saca a la luz el enorme abismo que hoy existe entre a los partidos
de la clase política y los sentimientos de la gran mayoría
de la población francesa.
Existe una enorme oposición a la política antiinmigrante
del Ministro del Interior Manuel Valls, quien ha declarado que
toda la población Roma - gitanos - debe ser
desalojada de Francia y devuelta a Europa Oriental. La posición
de Hollande, hecha pública el fin de semana pasado, cancelando
la deportación de Leonarda, pero no la del resto de su
familia, dice mucho sobre las políticas racistas que apoya
su gobierno.
Hay un creciente reconocimiento que el Partido Socialista (PS)
de Hollande, el cual es el principal partido de izquierda
de la burguesía francesa, está tomando medidas que
lo acercan al electorado neofascista del Frente Nacional (FN)
- tal como lo hizo su predecesor, el ultra derechista Presidente
Nicolás Sarkozy.
Los eventos alrededor de la deportación de Leonarda
revelan una vez más el rol de la seudoizquierda. Partidos
como el Frente de Izquierda (siglas en francés FdG) y el
Nuevo Partido Anticapitalista (NPA) ayudaron a elegir a Hollande,
subordinando a la clase trabajadora a un gobierno burgués.
Son acontecimientos que de plano plantean la necesidad de una
nueva orientación política y la construcción
de un nuevo partido de la clase trabajadora. La necesidad de una
nueva estrategia contra el neofascismo ya se había hecho
obvia durante las elecciones presidenciales de 2002.
En ese entonces, la oposición al candidato presidencial
Lionel Jospin, quien durante cinco años había sido
Primer Ministro, representando al PS en el gobierno del Presidente
gaulista Jacques Chirac, se manifestó en un voto sustancial
por tres candidatos, quienes - falsamente - pretendían
ser trotskistas: Arlette Laguiller, Oliver Besancenot y Daniel
Gluckstein. Colectivamente éstos recibieron más
del 10 por ciento del voto popular. Jospin fue eliminado porque
salió tercero detrás del candidato del FN, Jean-Marie
Le Pen.
La respuesta de los supuestos trotskistas fue apoyar
a Chirac contra Le Pen en la segunda vuelta de las elecciones
de aquel año. Todos ellos repudiaron enfáticamente
el llamado del World Socialist Web Site (WSWS) a boicotear
las elecciones.
Como el WSWS y el Comité Internacional de la Cuarta
Internacional explicaron en esa elección, la campaña
de un boicot generalizado habría demostrado a las
masas que existe una fuerza social progresiva capaz de desafiar
el existente orden social y político. Tal campaña
habría preparado a la clase trabajadora para las luchas
que seguirían a las elecciones.
Nosotros rechazamos categóricamente el argumento que
un voto por Chirac hubiera sido un voto contra Le Pen. En ese
tiempo escribimos, Chirac no tiene ninguna diferencia política
de principios con Le Pen... Un voto masivo por Chirac serviría
para agrandar su autoridad política, como figura casi bonapartista;
autoridad que no titubeará en usar despiadadamente contra
los intereses de la clase obrera.
El WSWS enfatizó que la cuestión histórica
central era la necesidad que la clase trabajadora adopte
un punto de vista político independiente y que desarrolle
independientemente sus propias fuerzas en todas las cuestiones
políticas, incluyendo la ardiente cuestión de la
lucha contra el fascismo.
Ocurrió tal como el WSWS lo había anticipado.
Chirac tomó un camino derechista contra la clase trabajadora
y, como Sarkozy lo hiciera después, gradualmente hizo suyas
las propuestas del FN. Atacó a los musulmanes que usaban
el velo y persiguió a los Roma y a otros grupos de inmigrantes.
Su sucesor, Sarkozy, implementó una agresiva política
militar imperialista, llevó al retorno de Francia a las
altas estructuras de comando de la NATO, y tomó la iniciativa
de guerra contra Libia.
La respuesta de los grupos seudoizquierdistas fue enfilar más
a la derecha. La Liga Comunista Revolucionaria de Besancenot se
transformó en el Nuevo Partido Anticapitalista, abiertamente
rechazando cualquier afiliación al trotskismo. Desde ese
entonces apoya la guerra imperialista contra Libia y ahora contra
Siria.
En la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de 2012,
todos los grupos de la seudoizquierda, desde el Frente de Izquierda
de Melenchon, hasta el NPA, apoyaron a Hollande, declarando que
era mal menor relativo a Sarkozy. Su apoyo jugó un papel
central en la victoria de Hollande.
Sin embargo, como era de esperarse, le fue fácil a Hollande
continuar la política de Sarkozy. Intensificó los
ataques contra los Roma e inmigrantes, presionó a favor
de una guerra imperialista contra Siria, y aprobó enormes
ataques a los derechos sociales y a los empleos.
Un año y medio después, la mayoría de
obreros franceses opina que Hollande es peor que Sarkozy. El partido
que más se ha beneficiado de todo esto es el FN, que cobra
fuerzas con la política racistas del gobierno, mientras
que a la vez se presenta como enemigo de los ataques a los derechos
sociales.
El caso de Leonarda ahora revela la amplia oposición
a esta orientación derechista de parte del gobierno. Miles
de jóvenes protestaron contra el trato de su compañera
Leonarda. El gobierno entró en pánico ante
el estallido de la juventud. Así como lo describió
Le Nouvel Observateur.
Las organizaciones de la seudoizquierda intervienen para calmar
ese estallido. Compiten una contra otra para organizar
protestas de indignación moral con el fin de traer al movimiento
bajo su control, descarrilarlo, y convertirse en grupos de presión
sobre al PS.
Tanto Besancenot como Mélenchon exigieron la renuncia
inmediata de Valls - como si deshaciéndose de algunos ministros
pudiera cambiar el carácter del gobierno del PS.
El vocero del Partido Comunista, Oliver Dartigolles, le pidió
al Presidente Hollande que respondiera contra la tensión
social con una ofensiva republicana. Según
Dartigolles, el fracaso de Hollande de explotar esta oportunidad
fue un serio error político y moral.
De hecho, la política de Valls y Hollander no es un
error. Se origina en la naturaleza de clase del PS,
que, como otros partidos burgueses, defiende los intereses de
la clase dirigente y trata de dividir al proletariado según
líneas raciales y étnicas. Este fenómeno
se repite en diferentes países de Europa, con mayor prominencia
en el auge de la organización fascista griega Amanecer
Dorado, resultado de la devastación social de Grecia
a manos de la Unión Europea.
La defensa del PS por el Frente de Izquierda, el NPA y otras
organizaciones seudoizquierdistas no es un error.
Estas organizaciones representan capas de la clase media adinerada
que responden cada vez con más hostilidad a la clase trabajadora.
Son partidos de derecha de la burguesía que cada vez más
se deshacen de sus pretensiones izquierdistas en su camino hacia
el campo imperialista - como, por ejemplo, el apoyo del NPA a
la guerra contra Libia.
La defensa de los derechos sociales y las ganancias históricas
de la clase trabajadora, el rechazo a la guerra y el militarismo,
la defensa de los refugiados e inmigrantes, la lucha contra el
FN - toda esa misión hoy se combina con y presupone el
desarrollo de un movimiento de la clase obrera independiente del
PS, de la burocracia sindical, y de sus defensores seudoizquierdistas.
Es imprescindible la construcción de un nuevo partido
político con bases en un programa socialista que una a
los trabajadores y juventud a través de fronteras nacionales,
religiosas y étnicas - eso es: la construcción de
una sección del Comité Internacional de la Cuarta
Internacional en Francia.
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