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Ricos y pobres en Estados Unidos
Por Andre Damon
30 Octubre 2013
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Este artículo de perspectiva política apareció
en inglés el 25 de octubre del 2013
Cinco años desde el inicio de la crisis financiera en
2008, en medio de una creciente pobreza y miseria social, la clase
dirigente de los EE.UU. ahora acumula enormes cantidades de riqueza
sin paralelo en la historia.
El ingreso combinado de los 10 gerentes de empresa mejor pagados
sumó la cifra record de 4.7 mil millones en tan solo un
año, el 2012. Cada uno de ellos recibió más
de 100 millones de dólares, según una encuesta hecha
pública la semana pasada por la Calificadora GMI. Dos de
ellos retuvieron ingresos de más de mil millones de dólares.
Para poner esta cifra en perspectiva, el ingreso combinado
de estos empresarios es 50 por ciento mayor que el presupuesto
federal del 2014 para calefacción de viviendas en todo
el país. Es 12 veces mayor que el déficit presupuestario
de la ciudad de Detroit, déficit que ahora sirve de pretexto
para justificar el recorte de beneficios de salud, de pensiones
y la venta de las obras de arte de uno de los mejores museos del
mundo, el Instituto de Arte de Detroit.
Al que le fue mejor entre todos ellos, Mark Zuckerburg de Facebook
(2.27 mil millones) tuvo ganancias suficientes para pagar más
de 16 años de sueldos para los 2,300 trabajadores del metro
BART del área de la Bahía de San Francisco (donde
Zuckerburg vive), obreros que por atreverse a parar por cuatro
días fueron acusados de ser avaros y de ganar demasiado
por periódicos y políticos.
Un informe previo de la revista Forbes, indica que la riqueza
en manos de los 400 más ricos del mundo había aumentado
un 17 por ciento relativo al año anterior, subiendo de
1.7 mil millones a USD 2 mil millones de dólares. La riqueza
de estas 400 personas podría cubrir más de dos veces
el déficit del presupuesto federal. Ese déficit
también sirve de excusa para reducir programas como cupones
de alimentos, educación, asistencia en vivienda, retiro
y cuidado médico.
Lo peor es que la pobreza va en aumento, acompañando
el enriquecimiento obsceno de la aristocracia financiera. Un estudio
hecho público a principios de este mes por la Fundación
de Educación del Sur (Southern Education Foundation) indica
que vivían en la pobreza casi la mitad de los niños
que en el 2011 habían sido alumnos de escuelas públicas
de los EE.UU. De los 45 países mas ricos del mundo, Estados
Unido ocupa es segundo en la lista de países con mayor
índice de pobreza infantil, superado sólo por Romanía.
Un nuevo estudio que se publicó el 24 de octubre, usando
cifras proporcionadas por el Departamento de Educación
de los EE.UU., encontró que más de 1.1 millones
de niños que asisten a las escuelas públicas pasaron
épocas sin techo en el periodo 2011-2012, una cifra 10
por ciento mayor que durante 2010-2011 y 72 por ciento más
alta que la anterior a la crisis financiera actual. En realidad
esa cifra subestima el número de niños que no tienen
un hogar donde vivir.
Tomando todas las cifras en conjunto, ingreso familiar, pobreza,
desempleo, se puede afirmar que las condiciones de vida para una
mayoría de la población ha sufrido un declive histórico,
con un impacto que durará varias décadas. Los trabajadores
más viejos encuentran que no tienen con que jubilarse,
en condiciones en que están bajo ataque sus pensiones y
beneficios de salud. Para los jóvenes el futuro que les
espera es de dislocación económica permanente, desempleo,
pobreza y deuda.
Lejos de sentir bochorno por el desastre, y por el monstruoso
crecimiento de la pobreza y la desigualdad que ha creado, la clase
dirigente norteamericana continúa intensificando su pillaje
de la sociedad y su guerra contra la clase trabajadora. Al nombrar
a Janet Yellen como gerente del Banco Federal de Reserva (banco
central de los Estados Unidos), la Casa Blanca deja en claro que
se seguirá la política monetaria de proveer a los
mercados financieros más de mil millones de dólares
anuales. Mientras tanto, siguiendo la reapertura del gobierno
federal, el gobierno y el Congreso ahora acuerdan recortar cientos
de miles de millones de los programas Medicare y Seguro Social.
La creciente desigualdad es la realidad social estadounidense
dominante y omnipresente; no es exclusiva de los Estados Unidos.
Desde el 2008, la plutocracia que controla los mecanismos de poder
económico y político ha diseñado una transferencia
global sin precedentes de la riqueza desde los de abajo hacia
la cúpula social. En países como Grecia y España,
la pobreza y el desempleo se han convertido en la norma; los bancos
dictan medidas de austeridad para extraer del proletariado todo
el dinero que puedan para pagar las deudas. El resto del mundo
no se queda atrás.
Se proclama a todos los vientos que la sociedad no puede darse
el lujo de niveles de vida decentes para los trabajadores, de
que los jóvenes tengan una educación, o de proporcionar
servicios de salud a los enfermos y ancianos. Hay discusiones
en los círculos gobernantes sobre el gran problema de las
personas que viven mucho tiempo y consumen los recursos que de
otra manera podrían entrar en las bóvedas del uno
por ciento más rico.
La declaración que "no hay dinero" para satisfacer
las necesidades sociales básicas es una absurdidad evidente
en medio de la orgía de acumulación de riqueza personal
en cantidades nunca antes vistas en la historia humana. La mentira
de que no hay recursos, es cada vez más increíble
con cada repetición.
Al sostener la noción que la preservación del
capitalismo requiere que la gran masa de la población renuncie
a todo lo que ha ganado en el pasado, implícitamente los
representantes de la clase dominante pasan un juicio devastador
contra su propio sistema económico. La implacable campaña
de recortes de sueldos, beneficios, servicios sociales e infraestructura
pública, en verdad reconoce de que el capitalismo es un
sistema fallido sin ninguna justificación histórica.
En realidad, son los ricos los que ya no tienen cabida. La
sociedad no puede darse el lujo de sus apetitos voraces y terribles,
del irracional despilfarro de recursos para alimentar su insaciable
codicia. El proletariado ya no puede permitirse el lujo de que
todos sus derechos e intereses sean subordinados a la cada vez
mayor acumulación de riqueza personal por parte de la burguesía.
No se trata de postrarse ante la clase dominante y sus representantes
políticos pidiendo una u otra reforma. El que continúe
el saqueo de la sociedad a pesar de sus consecuencias catastróficas
para la humanidad es un fenómeno internacional, que refleja
el hecho de que el robo está objetivamente incrustado en
la naturaleza del sistema capitalista.
La historia nos impone la misión de acabar con este
sistema. Para eliminar la desigualdad, la pobreza y la miseria
social que dominan la sociedad estadounidense, es imprescindible
la expropiación total de la riqueza de la oligarquía
financiera y utilizar esos recursos para satisfacer las necesidades
sociales.
La propia crisis del sistema capitalista crea las condiciones
para derrocarlo. Millones de personas ven el estado actual de
las cosas con ira creciente. Buscan una alternativa. Pero la rabia
de los trabajadores tiene que tomar forma política. Debe
organizarse y construir una dirección consciente y bien
articulada. Para ello, se requiere un partido, una dirección
que se base en una perspectiva histórica revolucionaria
y socialista.
Hacemos un llamado a todos los trabajadores y jóvenes
a estudiar el programa del Partido Socialista por la Igualdad
y a hacerse parte de la lucha por la construcción de un
movimiento socialista de la clase obrera.
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