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Recortes de ayuda alimenticia para 48 millones:
La desigualdad social y el vacío político en
los EE.UU.
Por Andre Damon
13 Noviembre 2013
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el autor
Este artículo de perspectiva política apareció
en ingles el 4 de noviembre del 2013
El viernes 1ro de noviembre, sin que el Congreso levantase
un dedo, beneficios de asistencia alimentaria que cubren a 48
millones de estadounidenses fueron recortados, la primera reducción
nacional de los subsidios de alimentos para la gente de bajos
recursos. Los recortes suman 11 billones Dls. en los próximos
tres años y equivalen a 300 Dls. por año para una
familia de tres. Estos recortes significarán hambruna para
millones de niños, madres recientes, ancianos y personas
con discapacidad.
El Congreso discute actualmente aún más recortes
a los cupones de alimentos; el debate entre Demócratas
y Republicanos ya no es sobre si recortar o no, eso ya está
decido; simplemente gira en torno a la cantidad fondos a tijeretear
de un programa que otorga asistencia mínima a los más
vulnerables.
Mientras tanto, el programa federal de Compensación
de Emergencia para los Desempleados, que extiende beneficios para
los obreros parados más allá de las 26 semanas que
son la norma en casi todos los estados va a acabar en diciembre,
sin que haya ocurrido ninguna disminución de importancia
en las cifras del desempleo real (medido por figuras como la proporción
entre trabajadores empleados y la población del país)
y cuando muchos Estados ya han hecho sus propios recortes..
La pobreza, la falta de empleo y la inseguridad económica
son una realidad diaria para la gran mayoría. Según
una encuesta, cuatro de cada cinco americanos o han vivido en
la pobreza, o han estado sin empleo o han usado la asistencia
social por un año o más.
El recorte a la asistencia alimentaria no es ningún
problema para los grupos políticos burgueses. Poco reaccionaron
los medios de comunicación, que sólo respondieron
a la noticia con superficiales resúmenes. Ningún
político importante ha sugerido que se haga algo para evitar
que ocurra el brutal tijeretazo. El presidente Barack Obama no
ha dicho nada al respecto, hecho que no sólo expresa su
indiferencia al sufrimiento de la población, sino refleja
la perspectiva social de su administración y el de todo
el sistema político.
Uno nota en este caso la muy evidente existencia de un profundo
vacío político en los Estados Unidos. El sistema
político es incapaz de resolver a las necesidades básicas
de la población, a no ser de manera desalmada.
Una ola de recientes encuestas indican cada vez más
un distanciamiento popular de Obama y de todo el aparato político.
De acuerdo a una encuesta realizada hace una semana por el diario
financiero Wall Street Journal y la cadena de televisión
NBC, sólo el 42 por ciento de la gente aprueba de Obama,
la tasa más baja de su gerencia. Más encuestados
declararon que desaprueban de la administración que los
que la aprueban, por la primera vez en su presidencia.
Hay, sin lugar a dudas, muchos diferentes factores que se combinan
para producir estas cifras. Las revelaciones del espionaje enorme,
ilegal y anticonstitucional a manos de este estado policíaco
han dado luz are repetidas mentiras del equipo presidencial y
de sus principales jefes de espionaje. Las últimas revelaciones
del informante de la Agencia de Seguridad Nacional Edward Snowden
(que el gobierno copia toda la data interna de Google y Yahoo
y ha estado espiando a docenas de líderes mundiales) enfatizan
la putrefacción de la democracia estadounidense.
La implementación de la Ley de Salud Accesible (Obamacare,
ACA), que cada día que pasa está siendo desenmascarada
como un regalo más a las corporaciones, también
ha tenido un impacto importante. Al presentar sus propuestas de
cuidado de salud a la población, Obama repetidamente recalcó
que "Ud. podrá quedarse con su plan de salud, si Ud.
quiere". Ahora, millones de personas están expulsadas
de sus planes existentes. Para Obama esta evidente marcha atrás
de sus previas promesas no es ningún problema.
Esto, junto con la fallida e incompetente operación
de su página de Internet, son expresiones básicas
del carácter del programa en sí, que desde un principio
no fue creado para otorgar cuidado de salud a la gente, sino más
bien para lo contrario. Es un enorme subsidio para las compañías
de seguros, aumentando aún más su control del sistema
de cuidado a la salud. También les sirve a las corporaciones
y los gobiernos para recortar costos eliminando sus propios planes
de salud y obligando a los trabajadores a comprar seguros en el
mercado privado. La principal "reforma" de la administración
es un fraude monumental.
Junto al creciente resentimiento hacia la administración
Obama, las encuestas señalan un distanciamiento general.
Las cifras para los Republicanos han caído aún de
manera más estrepitosa que las de los Demócratas.
De acuerdo a la encuesta WSJ/NBC, más de la mitad de la
población afirma no pertenecer ni al partido Demócrata
ni al partido Republicano. El apoyo por un tercer partido ha alcanzado
los niveles más altos en la historia, de acuerdo a la agencia
de encuestas Gallup. Estas cifras son, en parte, consecuencia
del cierre federal del gobierno, que fue tramado para crear las
condiciones de más ataques contra la clase trabajadora.
La similitud entre las cifras de las encuestas para Obama y
para su antecesor George W. Bush llama la atención y es
importante. De acuerdo a una encuesta anterior, también
de la Gallup, la actual tasa de aprobación de Obama es
sólo 0.6 por ciento más alta que la de George W.
Bush durante el mismo periodo de su presidencia, que fue en otoño
del 2005. Éste fue el período que siguió
al manejo monstruoso, indiferente e incompetente del Huracán
Katrina, uno de los más grandes desastres en la historia
de EE.UU..
El candidato de la "esperanza" y el "cambio",
alabado por los partidarios liberales y de la seudoizquierda del
Partido Demócrata como el presidente "transformador",
queda al descubierto; vino a ser un representante más de
los bancos y del aparato militar-inteligencia, y un mentiroso
poco convincente.
Después de la enorme ola de oposición a Bush,
quién dejó al gobierno siendo el presidente más
impopular en la historia moderna estadounidense, Obama había
sido presentado como envase atractivo de la política de
la clase gobernante. Sin embargo, Obama ha gerenciado la crisis
económica más grande desde la crisis del 1929 con
la entrega de trillones de dólares a los bancos y ejerciendo
una política que ha producido las crecientes ganancias
de las grandes empresas, acompañadas por los salarios cada
vez más bajos y el estancamiento económico para
la mayoría.
En cuestión no está un individuo o una administración,
sino el completo y podrido sistema político. Es necesario
que los trabajadores y los jóvenes generalicen la experiencia
de la década y media pasada. La continuidad básica
de las política de las administraciones Bush y Obama es
un producto del hecho de que ambos son representantes de la clase
gobernante y defensores del sistema capitalista.
Reemplazar a un político del gran capital con otro no
solucionará nada. El único camino para resolver
todos los problemas de la sociedad y de la desigualdad social
que es el construir un partido político que represente
al pueblo trabajador, armado con un programa socialista de reorganizar
a la sociedad sobre la base de satisfacer las necesidades sociales,
no el enriquecimiento de los súper adinerados.
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