EN INGLES
Visite el sitio inglés
actualizado a diario
pulsando:
www.wsws.org

Análisis Actuales
Sobre el WSWS
Sobre el CICI

 

WSWS : Español

El ejército de EE.UU. y las Filipinas

Por Bill Van Auken
25 Noviembre 2013

Utilice esta versión para imprimir | Email el autor

Este artículo apareció originalmente en inglés el 21 de noviembre del 2013

En un breve comunicado la semana pasada sobre el impacto del huracán Haiyan en las Filipinas, el presidente Barack Obama declaró que era un "recordatorio doloroso de cómo la vida es frágil".

Siendo la cabeza de un gobierno que ha llovido muerte y destrucción sobre los pueblos oprimidos de Irak, Afganistán, Pakistán, Libia, Yemen y Siria, no le era en realidad necesario al presidente estadounidense esperar que la furia de la naturaleza cayera sobre el pueblo filipino para hacer ese recordatorio.

El ejército de EE.UU., instrumento más indicado para llevar a cabo masacres de ese tipo -infligiendo 100 veces más el número de muertes causadas por el huracán Haiyan durante los últimos doce años de guerras agresivas emprendidas por Washington - ahora es presentado como indispensable buen samaritano en las Filipinas.

Unos 50 buques de guerra y aeronaves militares estadounidenses y 13,000 marineros norteamericanos, aviadores e infantes de marina han sido enviados para los esfuerzos de socorro, dirigidos por el grupo de batalla naval del súper portaaviones nuclear, USS George Washington, junto con la 3ra brigada expedicionaria de infantes de marina.

"Vamos a estar presentes, siempre y cuando se nos necesite, y no más de lo necesario", dijo el lunes el comandante de las operaciones militares estadounidenses la infantería de la marina, en las Filipinas, el teniente general John Wissler.

La gente de las Filipinas tiene razones de sobra, arraigadas tanto en la trágica historia de su país como en su actual posición geoestratégica, para tratar tales promesas con un escepticismo extremo.

No existe ejemplo más flagrante de abuso de bienvenida que el las fuerzas militares norteamericanas en las Filipinas. Fue allí, al final del siglo XIX, que el imperialismo estadounidense por primera vez afiló sus dientes, convirtiéndose en un poder colonial por medio de conquista militar y represión salvaje.

En su testimonio el martes ante el Senado de los EE.UU. en las operaciones de socorro para las Filipinas, un funcionario del Departamento de Estado citó los "estrechos lazos históricos entre los dos países. Ni los funcionarios del gobierno, ni los medios de comunicación, sin embargo, muestran ninguna inclinación para examinar estos "lazos" a ningún nivel, por la obvia razón de que sólo serviría para exponer un crimen histórico.

La primera aparición de los militares de EE.UU. en las Filipinas llegó en forma de una escuadra de la armada al mando del comodoro George Dewey, quien entró al puerto de Manila el 1ro de mayo de 1898 y en cuestión de horas hundió completamente la flota del Pacífico española, que había gobernado ese territorio como colonia durante los 300 años previos.

Traído del exilio a bordo del buque de guerra junto con Dewey estaba Emilio Aguinaldo, el líder de un movimiento nacionalista en lucha para poner fin al colonialismo español durante tres años antes de que llegaran las fuerzas armadas de EE.UU. Las fuerzas yanquis fueron capaces de tomar a Manila tan sólo porque los luchadores independentistas ya tenían esa ciudad estaba bajo sitio. Washington fingió ser aliado de estos y libertador de las Filipinas el tiempo suficiente para asegurarse el control de un territorio codiciado como mercado cautivo, como fuente de mano de obra barata y materias primas, y como base militar estadounidense para dominar la cuenca del Pacífico, China en especial.

Al poco tiempo reprimía salvajemente a los filipinos y firmaba un tratado con España pagándole $20 millones por un país que los españoles ya no controlaban. Quedaron al margen de las negociaciones los filipinos, que ya habían proclamado su independencia, la primera república independiente de Asia, resultado de una rebelión anticolonial.

Lo que siguió fue la imposición de un régimen colonial y más de una década de sangrientas guerras de contrainsurgencia que cobró varios cientos de miles de vidas filipinas. En 1901, el general Franklin Bell, quién encabezaba las fuerzas de EE.UU. en Luzón, el grupo de islas que incluía Manila y aproximadamente la mitad de la población del país, dijo al New York Times que sólo allí unas 600,000 personas habían muerto o como resultado de ataques militares o a causa de enfermedades.

Salió de la boca de otro general: "Puede que sea necesario matar a la mitad de los filipinos para que la otra mitad de la población pueda sobreponerse al actual estado de semibarbarie que existe".

Mark Twain, el oponente más importante y apasionado de la guerra en las Filipinas, condenó la retórica del día de "apoyar a nuestras tropas", denunciando a los militares yanquis por llevar acabo masacres que no dejaban "ni siquiera un bebé vivo para llorar por su madre muerta". El célebre escritor estadounidense se refirió a las fuerzas de ocupación estadounidenses como "carniceros cristianos" y "asesinos uniformados".

La campaña de las Filipinas fue una de las primeras operaciones de contrainsurgencia emprendidas por los militares de EE.UU. Aparecen por vez primera todas las atrocidades que más tarde se volverían a repetir con los vietnameses, los afganos y los iraquíes: desde masacres y tortura, hasta campos de concentración.
El dominio colonial yanqui continuó hasta fines de la Segunda Guerra Mundial, después de la cual los yanquis impusieron una serie de gobiernos semicoloniales, incluyendo el régimen marcial odiado de Ferdinand Marcos, quien gobernó al país durante dos décadas. Hasta 1991, el Pentágono mantuvo el control de la gran base naval de Subic Bay y de la base de Clark Air Force, que desempeñó un papel crucial las guerras de Corea y Vietnam.

Esto no es sólo una historia antigua cuando se trata de la difícil situación de las Filipinas a raíz del huracán Haiyan. La pobreza generalizada, la desigualdad social, la vivienda inadecuada y la corrupción del gobierno, son el resultado de la opresión colonial y neocolonial que juegan un papel al menos tan grande como las fuerzas ciegas de la naturaleza sembrando muerte y destrucción.

Y los designios estadounidenses en las Filipinas no se tratan sólo de una época pasada. La agencia de noticias Reuters señaló el miércoles "A la misma vez que los buques estadounidenses entregan alimentos, agua y medicinas, también donan fondos comerciales que podrían pavimentarle el camino de fortalecer su presencia militar, a menudo polémica, en uno de los países más estratégicos del sudeste de Asia".

Si llegó el ejército de EE.UU. la primera vez a las Filipinas como el instrumento de una pujante potencia imperialista que buscaba asegurarse nuevos mercados en Asia, ahora regresa como punta de lanza de una potencia menguante, decidida a cercar y contener a un creciente rival regional y mundial, China.

Las Filipinas son estratégicamente cruciales para la el apetito que tiene la administración de Obama sobre Asia. El gobierno filipino, después de haber cerrado las gigantescas bases militares de Estados Unidos en 1992, ha permitido que tropas de operaciones especiales estadounidenses regresen para entrenamiento y para llevar a cabo operaciones conjuntas con sus pares filipinos. Ha permitido las visitas de 72 buques de guerra y submarinos de Estados Unidos en Subic Bay durante los primeros seis meses de este año solamente. Mientras tanto, las negociaciones están en curso para garantizar los derechos de los Estados Unidos para mantener bases para sus buques, aviones, equipos y tropas.

Ya se construye otra base naval en Oyster Bay, en la provincia de la isla de Palawan. Las autoridades se refieren a la instalación como una "mini Subic", y se han reportado planes para estacionar dos buques de guerra y marinos estadounidenses allí. Situada en la isla más occidental del país, se encuentra en las proximidades de las Islas Spratly, que es un sitio ideal para provocar una confrontación entre Manila y Beijín incitada por los Estados Unidos.
Por lo tanto, la supuesta operación "humanitaria" en las Filipinas está inextricablemente ligada a los planes de guerra que bien podrían arrastrar al país a una conflagración mundial.

Poniendo de lado los cálculos depredadores de la clase dominante de EE.UU., lo que si es real el sentimiento hacia los filipinos de las masas de los trabajadores estadounidenses; sentimientos genuinos de simpatía y solidaridad con los trabajadores de las Filipinas. Los profundos lazos se expresan más concretamente con la presencia estimada de 4 millones de personas de origen filipino en los Estados Unidos.

La catástrofe causada por el huracán Haiyan sólo subraya la necesidad de una lucha unida para deshacerse de las condiciones de pobreza y desigualdad en ambos países, junto con el sistema de ganancias capitalista que los ha creado.

Regresar a la parte superior de la página



Copyright 1998-2012
World Socialist Web Site
All rights reserved