EN
INGLES
Visite el sitio inglés
actualizado a diario
pulsando:
www.wsws.org
Análisis
Actuales
Sobre
el WSWS
Sobre
el CICI
|
|
WSWS
: Español
El Papa de la Guerra sucia
Por Bill Van Auken
25 Marzo 2013
Utilice
esta versión para imprimir | Email
el autor
Esta declaración de perspectiva política se publicó
en inglés el 16 de marzo 2013
Por más de una semana los medios han inundado al público
con una ola de banalidades eufóricas. Se trata de la selección
de un nuevo Papa en la Iglesia Católica Romana.
Esta interminable celebración del dogma y ritual alrededor
de una institución desde hace siglos es asociada a la opresión
y el atraso está sellada con un carácter profundamente
antidemocrático. Es un reflejo del giro hacia la derecha
y del repudio de los principios democráticos por todas
las estructuras políticas incluyendo el principio de separación
entre iglesia y Estado consagrado en la Constitución estadounidense.
¡Qué lejos se encuentra de los ideales políticos
que animaron aquellos quienes redactaron ese documento! Fue la
opinión de Thomas Jefferson que "en cada país
y en cada era, el sacerdote es hostil a la libertad. Siempre está
aliado al déspota, siendo cómplice de sus abusos
a cambio de su propia protección".
La opinión de Jefferson -y el carácter reaccionario
del servil reportaje de los medios- no encuentra mayor confirmación
que en la identidad del nuevo Papa, oficialmente celebrado como
un ejemplo de "humildad" y "renovación".
Colocado en el trono papal se encuentra otro duro enemigo del
marxismo, de la ilustración y de toda manifestación
del progreso humano. También se trata de un hombre que
está profunda y directamente implicado en uno de los más
grandes crímenes desde la Segunda Guerra Mundial: la "Guerra
Sucia" argentina.
En medio de la pompa y las ceremonias del día viernes,
un representante del Vaticano tuvo que responder públicamente
a interrogatorios sobre el pasado del nuevo Papa Franciso, el
arzobispo de Buenos Aires Jorge Bergoglio. Éste descartó
las acusaciones hechas contra Bergoglio, llamándolas maniobras
de "elementos anticlericales de izquierda".
No es de extrañar que "elementos de izquierda"
denuncien la complicidad de los líderes de la iglesia en
la "guerra sucia", obra de la junta militar que gobernó
a Argentina entre 1976 y 1983. Eran de izquierda muchos de los
30,000 trabajadores, estudiantes, intelectuales y otros que fueron
"desaparecidos" y asesinados, y las decenas de miles
de personas que fueron encarcelados y torturadas.
Pero algunos de los críticos más duros del nuevo
Papa son de la misma Iglesia Católica, incluyendo a sacerdotes
y trabajadores laicos que han declarado que Bergoglio los entregó
a los torturadores como parte de un trabajo colaborativo para
"limpiar el patio" de la Iglesia de "izquierdistas".
Uno de ellos, el sacerdote jesuita Orlando Yorio, fue secuestrado
junto con otro sacerdote después de ignorar una advertencia
de Bergoglio, en aquel entonces cabeza de la orden jesuita en
Argentina, de que detengan su labor en barrio pobre de Buenos
Aires.
Durante el primer juicio a los líderes de la junta militar
en 1985, Yorio declaró: "Estoy seguro de que él
mismo entregó la lista con nuestros nombres a la Marina".
Los dos fueron conducidos al centro de tortura de la infame Escuela
de Mecánica de la Armada y mantenidos por más de
cinco meses antes de ser drogados y botados en un pueblo afuera
de la ciudad.
Bergoglio estaba ideológicamente predispuesto a apoyar
las matanzas políticas que fueron desatadas por la junta.
A comienzos de la setenta se había asociado con la derechista
Guardia de Hierro del peronismo, cuyos cuadros -junto con elementos
de la burocracia sindical peronista- formaron los escuadrones
de la muerte conocidos como la Triple A (Alianza Anticomunista
Argentina), que condujeron una campaña de exterminación
de izquierdistas opositores de izquierda del ejército antes
que la junta tomara el poder. El admirante Emilio Massera, jefe
del Ejército y el ideólogo principal de la junta,
también empleó a la Guardia de Hierro, particularmente
en la eliminación de la propiedad personal de los "desaparecidos".
Yorio, quién murió en el 2000, acusó a Bergoglio
de tener "comunicación con el almirante Massera, le
habrían informado que yo era el jefe de los guerrilleros."
Para la junta la más mínima expresión de
oposición al orden social existente o la simpatía
a los oprimidos equivalía a terrorismo. El otro sacerdote
que fue secuestrado, Francisco Jalics, recordó en un libro
que Bergoglio les había prometido de que le diría
al ejército de que no eran terroristas. Según Jalics:
"Por parte de declaraciones posteriores hechas por un oficial
y 30 documentos a los cuales obtuve acceso después, fuimos
capaces de comprobar, sin ningún lugar a dudas, de que
este hombre no cumplió su promesa, sino que, al contrario,
presentó una falsa denuncia al ejército".
Bergoglio declinó aparecer en el primer juicio a la junta
así como a procesos posteriores en los cuales fue convocado.
En el 2010, cuando finalmente se sometió a un interrogatorio,
los abogados de las víctimas lo describieron como "evasivo"
y "mentiroso".
Bergoglio afirma que sólo se enteró después
del fin de la dictadura de la práctica de la junta de robar
los bebés de las madres desaparecidas, las cuales habían
sido secuestradas, mantenidas hasta que dieran a luz y entonces
ejecutadas; sus hijos luego pasarían a familias de los
militares o la policía. Esta mentira fue desenmascarada
por las personas que le habían pedido ayuda para encontrar
a familiares perdidos.
La colaboración con la junta no fue una mera flaqueza personal
de Bergoglio, sino una política de la jerarquía
católica, que apoyó los objetivos y métodos
del ejército. El periodista argentino Horacio Verbitsky
expuso el intento de encubrimiento de Bergoglio a esta sistemática
complicidad en un libro que Bergoglio escribió, el cual
editó pasajes comprometedores de un memorando que registraba
un encuentro entre el liderazgo de la Iglesia y la junta en Noviembre,
ocho meses antes del golpe militar.
La declaración extirpada incluía el compromiso de
que la Iglesia: "De ninguna manera pretendemos plantear una
posición de crítica a la acción de gobierno"
dado que "un fracaso llevaría, con mucha probabilidad,
al marxismo", por lo cual "acompañamos al actual
proceso de re-organización del país". El documento
original expresa de forma explícita la "comprensión,
adhesión y aceptación" en relación al
nefasto "Proceso" que desató el reino del terror
contra la clase trabajadora argentina.
Este apoyo no fue de ninguna manera platónico. En los
centros de tortura y detención había sacerdotes
asignados, cuyo trabajo no era atender y consolar a aquellos que
sufrían tortura y muerte, sino ayudar a los torturadores
y asesinos sobrepasar todas sus angustias de consciencia. Usando
parábolas bíblicas como la de "separar el trigo
de la paja", ellos aseguraban a aquellos que operaban los
llamados "vuelos de la muerte" -prisioneros eran drogados,
desnudados, y lanzados al mar- de que estaban haciendo el "la
obra de Dios". Otros curas participaban en las sesiones de
tortura y trataban de usar el rito de la confesión para
extraer información para los torturadores.
Esta colaboración contó con la aprobación
del Vaticano y de ahí hacia abajo. En 1981, en la víspera
de la guerra de Argentina con Gran Bretaña por las Islas
Malvinas, el Papa Juan Pablo II viajó a Buenos Aires, apareció
con la junta y besó a su entonces jefe, el general Leopoldo
Galtieri, sin decir ni una palabra sobre los miles que habían
sido torturados y asesinados.
Como Jefferson señalaba, la Iglesia "siempre está
aliada a déspotas". Lo fue en España. apoyando
a los fascistas de Franco; colaboró con los Nazis mientras
éstos llevaba a cabo el Holocausto en Europa, y también
dio su apoyo a los Estados Unidos durante la guerra en Vietnam.
El que se nombre a una persona como Bergoglio como Papa -y su
celebración por de los medios noticieros y en los círculos
gobernantes- es una dura advertencia. El mensaje es claro: a la
vez que se aceptan los horribles crímenes llevados a cabo
en Argentina hace 30 años, aquellos en el poder contemplan
usar métodos similares una vez más para defender
el capitalismo de la creciente lucha de clases y de la amenaza
de la revolución social.
Regresar a la parte superior de la página
Copyright 1998-2012
World Socialist Web Site
All rights reserved |