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: Español
¿Quién gobierna en Los Estados Unidos?
Por Barry Grey
17 Junio 2013
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el autor
Este artículo apareció originalmente en inglés
en nuestro sitio el 10 de junio 2013.
James Clapper, director de espionaje para los Estados Unidos (National
Intelligence), acaba de amenazar con enjuiciar a toda persona
que revele o filtre información acerca de un vasto programa
estatal de vigilancia electrónica secreta. Clapper lanzó
sus amenazas después haberse declarado el presidente Barack
Obama en apoyo a ese programa, que tiene el propósito de
espiar tanto a la ciudadanía norteamericana como a incontables
millones de personas en todo el mundo.
El sábado 8 de junio Clapper criticó acerbamente
al diario británico, The Guardian, y al Washington
Post de los EE. UU., por publicar "revelaciones peligrosas"
sobre programas de la Agencia Nacional de la Seguridad del Pentágono
(National Security Agency, NSA), diseñados para
espiar a diario a la población mundial, incluyendo a la
de Estados Unidos, y captar cientos de miles de comunicaciones
del Internet, incluyendo correos electrónicos, chats, vídeos,
fotografías y recibos de tarjetas de crédito.
Según la agencia de prensa Reuters, funcionarios del Departamento
de Justicia y del FBI han indicado que el gobierno investigará
las filtraciones de información con miras a imputar faltas
criminales. Para el gobierno de Obama, el crimen no es la flagrante
violación inconstitucional del derecho a privacidad del
pueblo sino la filtración al público de programas
de espionaje secreto.
Los comentarios de Obama el viernes pasado en defensa de los programas
de la NSA caracterizaron a las noticias como "exageración
publicitaria". Para el presidente el espionaje estatal de
la población es una "modesta manipulación"
de los derechos que la Constitución garantiza.
Comentarios como ese dejan bien claro que ya no existe ninguna
noción de derechos democráticos. Este presidente,
ex profesor de derechos constitucionales, expresa elocuentemente
la perspectiva de una clase gobernante que ha roto con los ideales
políticos sobre los cuales los Estados Unidos se fundaron.
Obama dirige un país donde el presidente puede mandar y
lograr que se lleven a cabo asesinatos ilegales de personas en
todos los rincones del mundo, incluyendo de ciudadanos estadounidenses;
donde ciudades como Boston pueden ser puestas bajo ley marcial
de facto; donde el gobierno puede apoderarse de récords
telefónicos y correspondencia electrónica de periodistas
investigadores; donde todos aquellos que revelan los crímenes
de guerra de Estados Unidos, tales como el soldado Bradley Manning,
son torturados y enjuiciados por "traición a la patria";
donde el presidente puede mandar a la cárcel para siempre
a presuntos terroristas sin juicio en prisiones militares.
Esta transformación plantea una pregunta: ¿Quién
gobierna en Los Estados Unidos?
Defendiendo tergiversaciones de la Constitución, que había
jurado defender, Obama insiste que ha consultado con el Congreso,
y que cuenta con su autorización. Obama también
apunta al visto bueno de las cortes y tribunales de Los Estados
Unidos. No miente.
No obstante, todo el mundo sabe que al pueblo norteamericano no
se le ha consultado para nada; se le ha mentido sobre la destrucción
de sus derechos democráticos. De nada sirve ya la expresión
"democracia burguesa" para describir un sistema político
que completamente desecha todo lo que que reste de la soberanía
popular.
La colaboración secreta entre las fuerzas armadas, las
agencias nacionales de seguridad e inteligencia y las grandes
empresas en proyectos de espionaje sistemático e ilícito
contra el pueblo revela quienes son los que verdaderamente mandan
en los Estados Unidos. Empresas gigantes, como AT & T,
Verizon, y Sprint, y otras del Internet -Google,
Microsoft, Facebook y Twitter- ofrecen al
FBI y a la CIA acceso a información sobre de cientos de
millones de personas, sin que ninguna de estas agencias estatales
tenga ningún derecho.
De nada sirven la legislatura y los dos partidos políticos
principales sino para aprobar, sin ninguna consideración
o debate, lo que decrete este cartel de las F.F. A.A., de la maquinaria
de espionaje y de Wall Street que verdaderamente gobierna al país,
mientras que los testaferros de la prensa popular desvergonzadamente
funcionan como su brazo derecho.
La cobardía y duplicidad del Congreso, sobre todo de los
Demócratas, y el servilismo de la prensa sólo sirven
para darle ánimo a los militares y a las agencias de inteligencia
para que sigan con sus planes de establecer una dictadura, cosa
que reluce por la manera en que todos estos ahora reaccionan a
las revelaciones de los programas de espionaje de la NSA. Mark
Udall, senador Demócrata dizque el crítico más
"fuerte" de dichos programas, comenzó su entrevista
en el programa por la CNN, "State of the Union",
con la promesa de apoyar la "guerra contra el terrorismo"
y con una crítica acérrima a la filtración
de información secreta.
Ni un solo periódico importante o medio noticioso ha exigido
que se le ponga fin al espionaje, que la NSA se cierre, que se
enjuicie a todo funcionario responsable del espionaje ilícito,
o que se inicien trámites de juicio político contra
Obama, cuyos "grandes crímenes y delitos" en
violación de la Constitución son mucho peor que
lo que hizo Nixon. El New York Times publicó el
sábado 8 de junio un artículo de primera página
titulado, "Se considera que el análisis de datos privados
personales es crucial en la lucha contra el terror". El artículo,
defensa descarada del espionaje de la NSA, se basa en declaraciones
de ex funcionarios de inteligencia.
Más que ninguno de lo gobiernos anteriores de Estados Unidos,
hoy día el gobierno de Obama encarniza la consolidación
del poder de las fuerzas armadas y de la CIA en alianza con la
clase empresarial. El poder de lo que el presidente Dwight Eisenhower
en 1961 apodó "el complejo militar industrial",
está en constante aumento; bajo Obama se ha hecho enorme;
cosa que va acompañada con la fusión del ejecutivo
y la maquinaria de seguridad nacional.
La propia historia personal de Obama parece haberlo convertido
en el instrumento ideal de este proceso. Bien se sabe que después
de graduarse de la universidad trabajó durante un año
para la compañía Business Internacional,
cuyo fundador ha admitido haber ofrecido cubierta a agentes de
la CIA en varios países.
De ninguna manera debe la biografía de Obama distraer de
los procesos sociales que son la causa fundamental de la aparición
de formas dictatoriales de gobierno en Estados Unidos. Hoy nadie
puede negar en serio que la "guerra contra el terror"
es -y siempre lo fue- una guerra contra el pueblo de Estados Unidos,
un pretexto de guerras imperialistas internacionales y un ataque
implacable contra los derechos democráticos.
La envergadura y alcance del espionaje -con todo hombre, mujer,
niño y niña en sus miras- plantea la pregunta: ¿A
qué le temen?
La burguesía se ve abrumada por la sensación de
su aislamiento social y político, con medidas políticas
que no cuentan con ninguna base seria de apoyo. Bajo el impulso
de la crisis capitalista, intensifica sus ataques contra las condiciones
de la gran mayoría del pueblo, y vive temiendo las consecuencias
de esa crisis. Sabe bien que su estructura de palillos se puede
desmoronar en cualquier momento, provocando terremotos sociales
revolucionarios.
Al fin de cuentas, la represión violenta es la única
respuesta posible que la clase gobernante tiene para el dilema
en que se encuentra. Por esa razón, encaramos el aumento
inexorable de los poderes policiales del Estado, dirigidos no
contra terroristas sino contra la clase trabajadora.
Ni un solo sector político de la clase gobernante ni ninguna
institución oficial es capaz de luchar contra los ataques
contra los derechos democráticos.
El Partido Demócrata y los presuntos "liberales"
de la clase burguesa cada vez más revelan que para nada
le interesan la defensa de los derechos democráticos. A
ellos se une la pandilla de liberales izquierdistas, representados
por la revista The Nation y la Organización Socialista
Internacional (International Socialist Organization, ISO);
ambos se han quedado callados sobre estas últimas filtraciones,
que sacan a la luz del día evidencia de la política
profundamente reaccionaria y antidemocrática del presidente
Obama. Sin el apoyo que esta presunta "izquierda" -una
derecha política en realidad- le da a Obama y a los Demócratas,
no podría el gobierno lanzar ataques de tan largo alcance
contra los derechos democráticos.
No cabe duda que estos derechos son de gran importancia para el
proletariado, antes que nada porque esas conquistas fueron el
resultado de grandes luchas revolucionarias. El hecho que hoy
la clase gobernante haya decidido acabar con ellos es una expresión
del fracaso histórico del capitalismo estadounidense y
mundial. La defensa de estos derechos ahora le corresponde a la
clase trabajadora.
Hay que construir un movimiento, independiente y político,
del pueblo trabajador y de la juventud. La defensa de los derechos
democráticos es inseparable de la lucha contra el Estado
capitalista y el capitalismo. Es fundamental para que esa lucha
triunfe construir el Partido Socialista por la Igualdad y convertirlo
en el liderazgo revolucionario de la clase obrera.
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