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Dos cruces históricos mundiales
El significado moderno de la de Declaración de Independencia
y de la Batalla de Gettysburg
Por Joseph Kishore
8 Julio 2013
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el autor
Este artículo de perspectiva política se publicó
en ingles en nuestro sitio el primero de julio 2013
Esta semana conmemoramos dos grandes acontecimientos en la historia
de los Estados Unidos y del mundo: la Declaración de Independencia
y la Batalla de Gettysburg de la Guerra Civil estadounidense.
El 4 de julio de 1776, hace 237 años, el Congreso Continental
hizo suya la Declaración de Independencia, escrita por
Thomas Jefferson. La Declaración refleja las grandes ideas
de la Ilustración y anuncia que son "obvias las verdades"
-condenadas con saña por todos los gobernantes de esos
días- "que todos los hombres son creados iguales"
y que poseen "derechos inalienables" a "la vida,
la libertad, y la búsqueda de la felicidad."
La Declaración no termina allí, con esas palabras.
Anuncia también que "en el momento en que una forma
de gobierno se vuelva destructora de esos propósitos, el
pueblo tiene derecho a reformarla o abolirla, y a instituir un
nuevo gobierno en base a aquellos principios, y a organizar sus
poderes en aquellas formas, que le parezcan los más probables
para lograr su seguridad y felicidad." Para el reino inglés
en Londres, la Declaración era tanto ilegal como traidora.
Si el Rey George III hubiera logrado capturar a los signatarios
de la Declaración, los hubiera trasladado a Inglaterra
y los hubiera colgado. Se dio el triunfo de la Revolución
estadounidense. La historia honra a los que fueron su inspiración,
a los que la dirigieron y a los que lucharon por ella, empuñando
las armas.
Hace 150 años ocurrió la Batalla de Gettysburg,
87 años después de proclamarse la Declaración
de la Independencia. La batalla ocurrió entre el 1 de julio
y el 3 de julio de 1863 y tuvo lugar en un pueblo en el sur del
estado de Pensilvania, a sólo 129 Kilómetros de
la capital del país. Fue una lucha ciclópea entre
los ejércitos del Norte y del Sur. Hubo 35,000 muertos
y heridos. La esencia del conflicto no era ni más ni menos
que la destrucción de la esclavitud. Pasados tres días,
bajo el fuerte calor del verano, la victoria coronó a los
soldados del Norte.
La Batalla de Gettysburg no significó el fin de la Guerra
Civil estadounidense, que continuaría dos años más;
significó una cima en la lucha contra la esclavitud en
los Estados Unidos. Seis meses después que se pusiera en
efecto la Proclamación de la Emancipación del presidente
Abraham Lincoln, la batalla forzó un repliegue de la invasión
del Norte por el General Robert E. Lee. El Sur nunca lograría
recobrarse se la derrota que sufrió en Gettysburg.
Cuatro meses después, en un discurso inaugurando el
Cementerio Nacional del Soldado en Gettysburg, Lincoln puso el
dedo en el renglón relacionando la Declaración de
la Independencia con la Guerra Civil: "Hace cuatro veintenas
y siete años," dijo Lincoln, "nuestros fundadores
hicieron nacer en este continente una nueva nación, concebida
en la libertad y dedicada a la idea que todos los hombres son
creados iguales." Los que habían sacrificado sus vidas
en Gettysburg -ofreciendo "su última providencia colmada
de consagración" para que el "gobierno del pueblo,
para el pueblo y por el pueblo, no desaparezca de la tierra,"
palabras de Lincoln.
Estos dos acontecimientos entrecruzan la época histórica
de revoluciones democráticas burguesas en los Estados Unidos
y en todo el mundo. Los principios que concretizaron tienen un
significado que va más allá de esa época,
que es más universal. Las revoluciones democráticas
burguesas anticiparon las grandes revoluciones sociales. La Guerra
Civil americana le "sonó el clarín" a
las futuras luchas de la clase obrera internacional, analizaba
Marx.
¡Qué diferencia entre los principios de esas revoluciones
y el comportamiento del actual gobierno! Por esa razón,
el presidente Obama no ha dicho nada significativo del 150avo
aniversario de Gettysburg. Esta semana cientos de miles sí
lo celebran, pero la prensa calla.
¿Qué podrían decir? ¿Cómo
evocar las tradiciones de la Guerra Civil y de la Revolución
sin derramar ante todos su gran hipocresía?
La lista de agravios contra el Rey George III no es nada comparado
con la que hace el gobierno de Estados Unidos todos los días.
Con el pretexto fraudulento de la "guerra al terror"
se aplastan los derechos que la Constitución americana
garantiza, como la libertad de expresión, la prohibición
de allanamientos arbitrarios, el derecho a procedimientos legales
y el de ser juzgado por un jurado, la protección contra
la autoincriminación y la prohibición a tratamientos
crueles e inusuales. El gobierno está destripando la constitución
de todos esos derechos. El poder presidencial va mucho más
allá de lo que se podría haber imaginado el Rey
George; el presidente se da el derecho de asesinar a quien quiera,
incluyendo a ciudadanos estadounidenses, arbitrariamente y con
impunidad.
El gobierno americano está abocado en una campaña
atroz para capturar y enjuiciar al filtrador Edward Snowden, por
el supuesto crimen de poner al descubierto para todo el mundo
una operación ilegal de espionaje con un alcance increíble;
el gobierno recoge y ejerce vigilancia sobre cada email y llamada
telefónica, todas las visitas al Internet, y toda
comunicación vía Facebook y Skype,
tanto dentro como fuera de los EE.UU. Este delito a ojos del gobierno
lo condena de traidor
Dentro del país, un tribunal militar procesa a Bradley
Manning por revelar las transgresiones de las FF.AA. norteamericanas.
En Gran Bretaña, Julian Assange, fundador de WikiLeaks,
hace un año fue forzado a refugiarse en la embajada de
Ecuador en Londres.
Se transforma así la estructura política nacional.
Boston -donde se acunó la Revolución- fue aislado
y puesto bajo la ley marcial después de explotar bombas
durante el maratón de esa ciudad. Este junio, una persona
que parecía tener información sobre los dos sospechosos
de poner las bombas, fue matado a balazos por la FBI durante la
interrogación. El gobierno nunca dio ninguna explicación
convincente de su muerte.
Todas las instituciones del gobierno están infectadas
con el virus de dictadura. La Corte Suprema la semana pasada reaccionó
a su manera al aniversario de Gettysburg barriendo con una de
las partes claves de la Ley de Derechos al Votante, la principal
ley democrática que salió de las luchas por los
derechos civiles de los 1950 y 1960. Al abolir esa importante
cláusula, la Corte ataca a la 15ava enmienda de la Constitución,
que data del 1870 y que le otorga al Congreso autoridad para impedir
que ningún Estado pisoteé el derecho a votar por
razones raciales o de color de piel.
El comportamiento del congreso nacional, en manos de multimillonarios,
facilita y conspira en la destrucción de la democracia.
Los expertos, columnistas, y editores de la prensa oficial dirigen
su veneno hacia aquellos que desenmascaran los actos criminales
del gobierno, protegiéndolo.
Lejos de representar un gobierno "del pueblo, por el pueblo,
para el pueblo," los testaferros políticos de la aristocracia
financiera actual defienden el gobierno "de los ricos, por
los ricos, para los ricos." Los estafadores financieros y
la gerencia de las empresas siguen amontonando increíbles
fortunas mientras que la sociedad atraviesa por un terrible retroceso.
Odian y temen a la gente.
Las tradiciones de la Revolución Americana son una parte
íntegra de la conciencia popular. Se honra la memoria de
los próceres que dirigieron y defendieron la Revolución,
especialmente la memoria de Abraham Lincoln. El pueblo "nunca
se olvidará lo que ellos hicieron aquí," dijo
Lincoln, refiriéndose a los soldados de Gettysburg. Los
cientos de miles que visitan Gettysburg esta semana demuestran
con su presencia la verdad de esas palabras.
A pesar de todo lo que la prensa y los grupos políticos
hacen para contaminar la conciencia popular, no se han borrado
de ellas las grandes luchas históricas, ni en los Estados
Unidos ni en todo el mundo.
Los verdaderos herederos de las ideas, principios y tradiciones
de 1776 y 1863 son los obreros americanos y de todo el mundo.
Otra vez, en esta época, defender la democracia demanda
revolución, pero bajo condiciones diferentes. Para frenar
y dar vuelta a la evolución hacia la dictadura, es necesario
crear un movimiento en el seno del proletariado, basado en el
entendimiento de que la democracia es antagónica al capitalismo.
La verdadera libertad debe enraizarse en la igualdad social. Todo
lo que tiene de progresivo la historia de los Estados Unidos debe
ser defendido, completado y ampliado a través de la lucha
por el socialismo.
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