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Peña Nieto propone privatización de petróleo mexicano

Por Rafael Azul
8 Enero 2013

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este artículo fue publicado en inglés el 18 de diciembre del 2012

Tan pronto como Enrique Peña Nieto, el candidato del PRI (Partido Revolucionario Institucional), ganó las elecciones presidenciales en julio, comenzó a implementar una agenda conservadora y a favor de las empresa privada, primero con su apoyo a la legislación de la reforma laboral y después proponiendo medidas energéticas. El eje central de esas medidas es la privatización de Pemex.

En una visita a Brasil en setiembre, Peña Nieto indicó que apoyaba lo que se conoce como el "modelo de Petrobrás". Petrobrás es la compañía nacional de petróleo de Brasil.

Comenzando en 1997, se transforma a Petrobrás de una compañía de petróleo completamente nacional a una que es propiedad de inversionistas en la cual el Estado es dueño del 60 por ciento de las acciones.

En conferencia de prensa después de un encuentro con la presidenta brasileña Dilma Rousseff, Peña Nieto dijo de que el modelo de Petrobras “es un modelo que, sin duda, inspira lo que queremos hacer en México”. El presidente mexicano atribuye la supuesta eficiencia de Petrobras a la entrada del capital privado. Refiriéndose a Pemex, declaró de que una inyección de capital privado sería beneficioso para las inversiones y el crecimiento de empleos en México.

Unas semanas después en Alemania, Peña Nieto volvió a anunciar su intención de presentar ante la legislatura una ley de reforma energética y declaró que sus modelos para Pemex eran tanto Petrobrás como Ecopetrol de Colombia. El recién electo presidente declaró que "México no puede posponer por más tiempo la experiencia exitosa que se ha tenido en otros países, y que ahora debe corresponder a México llevarla a cabo, porque de aferrarnos a paradigmas de carácter ideológico o a resistencias apegadas a este principio, me parece que estaremos posponiendo beneficios para todos los mexicanos".

De la misma manera que con Pemex, Petrobrás también fue sometido a una campaña de descrédito público. Al igual que con Pemex también fue privada de financiamiento para su modernización.

La privatización de la compañía brasileña concluyó en la pérdida de unos 30,000 empleos. El mercado mundial establece los precios del combustible y petróleo doméstico, mientras que los impuestos a las ganancias de los inversionistas privados son bajos en relación a los estándares internacionales.

La referencia a Ecopetrol es aún más ominosa. La privatización de esa compañía en el 2003 estuvo acompañada por salvajes ataques, secuestros y asesinatos de trabajadores petroleros por parte de los escuadrones de muerte, paramilitares de derecha. De acuerdo a unos cálculos conservadores, unos 200 trabajadores han sido asesinados por los escuadrones de la muerte desde el 2003. Por lo menos otros 400 han sido expulsados, junto con sus familias, de sus hogares y pueblos. En Mayo del 2004, el gobierno colombiano del ex presidente Álvaro Uribe respondió a una huelga de 3,800 trabajadores petroleros que protestaban la represión salvaje en el centro petrolero de Barrancabermeja con la militarización de la región, sembrando terror entre de miles de trabajadores y sus familias y despidiendo a los trabajadores más militantes de las refinerías y campos petroleros.

Los principales beneficiarios de la privatización de Ecopetrol han sido Chevron Texaco (EE.UU.), BP-Amoco (Reino Unido), y Schlumberger (Austria).

La privatización de Pemex desatará de manera inevitable una fuerte oposición en México y el presidente Peña Nieto no es ajeno a la represión. Los estudiantes y jóvenes mexicanos que protestaron su inauguración en la Ciudad de México y Guadalajara el 1ero de Diciembre experimentaron esto de primera mano; los manifestantes fueron agarrados, arrastrados y golpeados.

Como gobernador del estado de México él ordenó en 2006 el ataque a la comunidad de San Salvador Atenco, el cual resultó en dos muertes, 100 heridos y el asalto sexual a veintiún mujeres, todo esto seguido de duras sentencias de prisión contra los líderes de la comunidad. Durante su campaña, matones organizados del PRI atacaron a jóvenes manifestantes en eventos de campaña. El slogan "Pemex es de los mexicanos", aunque nunca una realidad, continua siendo una fuente de orgullo nacionalista para los mexicanos. Es la única compañía del Estado que no fue privatizada en los años ochenta.

Desde entonces, una forma secreta de privatización paso por paso ha ocurrido por medio de la tercerización. Según el portavoz Alfredo Hernández Peñalosa de Unión de Trabajadores de Confianza, Pemex ahora contrata más del 60 por ciento en perforación de pozos, mantenimiento y reparación en compañías extranjeras privadas. La subcontratación también representa el 70 por ciento de la cantidad que Pemex presupuesta para estos propósitos.

Esta política ha desplazado a miles de trabajadores dotados y técnicos. Aquellos que sí encuentran trabajo terminan contratados por obra y sin ningún o poca seguridad laboral. Mano a mano con esta tercerización, Pemex también ha desmantelado bastante de su infraestructura petroquímica. El cierre de una planta petroquímica en Camargo, Chihuahua resultará en la destrucción de 5,000 trabajos.

La compañía nació durante la nacionalización de la industria petrolera de 1938, como respuesta del gobierno nacionalista burgués de Lázaro Cárdenas a la masiva rebelión laboral en las instalaciones de Shell y Standard Oil. Las huelgas y las ocupaciones por mejores salarios y un día laboral más corto duraron siete meses.

La misión original de Pemex fue la de asegurar las necesidades de petróleo doméstico y promover los intereses nacionales (es decir, burgueses).

Actualmente, Pemex es la compañía mexicana más grande, sea pública o privada. Generó más de $124 mil millones de ingresos el año pasado en productos refinados y petróleo crudo. Los altos ingresos no se traducen en ganancias; éste perdió $9 mil millones en el segundo cuarto del 2012.

Pemex se he vuelto ahora un monopolio de petróleo atado al mercado energético global y comprometido, en el nombre de la eficiencia, a los intereses de lucro de la banca -el capital financiero, los bancos privados y las instituciones financieras que poseen su deuda- y de los contratistas privados. Pemex también está muy relacionado con Repsol, la compañía petrolera española, con la que anunció a comienzos de este año una asociación que incluye la posesión de las acciones de Repsol por la firma mexicana.

Los economistas del sector privado echan la culpa a la baja rentabilidad de Pemex a contratos chuecos y solapados con los suministradores de equipo de perforación de petróleo y otros contratistas; en los pagos al sindicato de trabajadores petroleros para que supriman el descontento laboral; en una caída en los valores de las acciones de Repsol; y en los excesivos impuestos gubernamentales (más del tercio del ingreso del gobierno federal viene de las ganancias de la compañía).

En contraste, Peña Nieto y la clase gobernante mexicana promueven la noción de que las dificultades de Pemex son el resultado de la intrínseca ineficiencia de ser una corporación estatizada y de los altos salarios, beneficios y pensiones que la compañía da a sus trabajadores. Ellos insisten en que todo esto sería solucionado con la inyección de capital privado.

En paralelo al proceso de privatización se encuentra la gradual eliminación de los subsidios al combustible para los consumidores domésticos, quienes pronto serán obligados a comprar petróleo al precio del mercado mundial.

La transformación de Pemex en una sociedad anónima es una manera de entregarla a las compañías privadas y no le hace que el gobierno planee poseer una gran parte de sus acciones, o incluso una mayoría.

Previendo los cambios, tanto Exxon Mobil y BP han establecido vínculos más estrechos con Pemex.

Un artículo reciente en el Financial Times cita al CEO de Exxon Mobil Rex Tillerson, quién declaró en junio de que el gigante petrolero estaba llevando a cabo estudios conjuntos con la firma mexicana “para que nos podamos conocer el uno al otro”. Sin embargo, añadió: “Va a tomar un proceso largo... Y si el siguiente paso otorga un camino para que Exxon Mobil participe, lo haremos”.

BP ha ofrecido compartir con Pemex la tecnología de limitación de fugas de petroleo que obtuvo de su experiencia en el Golfo de México “sin ningún costo” para los mexicanos, como un medio de crear un relación de trabajo con Pemex.

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