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Cientos de miles de estudiantes chilenos marchan en defensa del derecho a la educación

Por Bill Van Auken
16 Abril 2013

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Este artículo originalmente apareció en inglés en nuestro sitio el 13 de abril, 2013.

Aproximadamente un cuarto de millón de estudiantes participaron en manifestaciones por todo Chile el jueves pasado para exigir la buena educación gratis para todos.

La mayor acción ocurrió en la capital, Santiago, donde más o menos 150,000 estudiantes universitarios y de bachillerato, en alianza con maestros, profesores y otros trabajadores, marcharon desde la Plaza Italia en el centro de la ciudad hasta la estación Mapocho en la sección norte.

Aunque se suponía que la marcha habría de culminar en un mitin con actuaciones culturales, los manifestantes estudiantiles pronto se encontraron bajo el ataque de los carabineros, que son la policía nacional militarizada de Chile. Protegidos por cascos y escudos, usaron gases lacrimógenos y cañones de agua, así como también pistolas de bolas a colores, para dispersar a las multitudes. Por lo menos 109 personas fueron arrestadas. Varios resultaron heridos.

Manifestaciones menores tomaron lugar en otras ciudades del país.
La marcha fue una de las mayores manifestaciones desde el fin de la dictadura del General Augusto Pinochet, respaldada por Estados Unidos, en 1990 luego de 17 años en el poder. El movimiento de las masas estudiantiles tiene el objetivo de acabar con el sistema educativo basado en el “libre mercado” institucionalizado bajo el represivo régimen.

El gobierno de Pinochet, con el respaldo asesores económicos estadounidenses, implacable y drásticamente redujo el patrocinio gubernamental a la educación a favor de un sistema descentralizado: Las escuelas privadas eran subvencionadas y a los padres se les otorgaba bonos con los cuales pagar por la educación.

El sistema agravó lo que ya era una profunda desigualdad social en Chile que negaba la buena educación a la juventud de los pobres y de la clase trabajadora. El resultado fue, en términos relativos, el sistema educativo universitario más caro del mundo.

El gobierno apenas cubre el 15 por ciento de los costos. De acuerdo a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), los estudiantes pagan el resto. En Estados Unidos, el gobierno, según la OCDE, cubre el 40 por ciento y en Europa, por los menos hasta recientemente, los gobiernos han contribuido el 80 por ciento. El sistema chileno ha fomentado un sector bastante lucrativo basado en los préstamos estudiantiles y castigado con deudas abrumadoras a los que desean obtener títulos universitarios.

La manifestación—la primera a nivel nacional este año—ocurrió en medio del alboroto causado por la quiebra y el escándalo financiero en la Universidad del Mar, institución privada cuya clausura el gobierno ha ordenado debido a manifestaciones estudiantiles, huelgas de hambre y ocupaciones. Por lo menos otras once universidades se encuentran bajo investigación, y el Ministro de Educación del país, Harald Beyer, quien ha sido suspendido, ahora se encuentra en proceso de destitución a causa de acusaciones relacionadas con el escándalo.

La manifestación también se llevó a cabo en el contexto de la campaña electoral presidencial. Las dos coaliciones políticas principales—Alianza (derechista), que ostenta el poder con el Presidente Sebastián Piñera a la cabeza, y Concertación, dirigida por el Partido Socialista—se preparan para celebrar las elecciones de primera ronda a fines de junio. Las elecciones finales tendrán lugar el 17 de noviembre.

En Alianza, tres políticos derechistas que han prestado sus servicios al gabinete de Piñera—Andrés Allamand, Laurence Golborne y Pablo Longueira—ahora compiten para la nominación.

En Concertación, el favorito es la ex presidente chilena, Michele Bachelet, quien anunció su candidatura hacia fines del mes pasado luego de regresar a Chile de Nueva York, donde había sido nombrada directora de ONU Mujeres.

El movimiento estudiantil comenzó en el 2006 cuando Bachelet era presidente y estudiantes de las escuelas preparatorias [bachilleratos, liceos, escuelas secundarias] se tiraron a las calles en lo que en ese entonces llegó a llamarse la Revolución de los Pingüinos (debido a los uniformes en blanco y negro). El movimiento de masas surgió de las frustraciones crecientes producidas por la falta de la buena educación pública a bajo costo.

Concertación, que estuvo con las riendas del poder durante 20 años después de la dictadura de Pinochet, nunca cambió la constitución en cuanto a la educación; mantuvo intocables los reglamentos socio económicos que había heredado del régimen militar.

La hostilidad hacia ambas coaliciones capitalistas era palpable. Durante la marcha el jueves, los estudiantes llevaban pancartas que decían: “Ya no creo en ti, Michelle” y “Bachelet, Piñera: la misma miseria”. Manifestantes cantaban: “¡Se nos devolverá la educación gratis que Pinochet y Bachelet nos quitaron!”

A medida que se acercan las elecciones, sin embargo, elementos de la pseudo izquierda dentro del movimiento estudiantil laboran duro para desviar y subordinarlo a la campaña de Concertación.

En particular está el caso del Partido Comunista de Chile (estalinista), el cual forjó una alianza electoral parcial con el frente dirigido por el Partido Socialista que participó en las elecciones congresales del 2006. Ahora se prepara para llevar a cabo negociaciones con Bachelet y otros funcionarios de Concertación para respaldar a la ex presidente para otro plazo.

Los Demócratas Cristianos se han opuesto públicamente a esta alianza; han sido los aliados derechistas principales del Partido Socialista desde que terminara la dictadura. La dirigencia del partido ha criticado acérrimamente al presidente del Partido Comunista, Guillermo Teillier, después de éste admitir en una entrevista con la revista semanal, El Semanal, que había autorizado un atentado de muerte contra Pinochet en 1986.

Es evidente que Bachelet desea parecer algo izquierdista y por eso quiere al Partido Comunista a su lado. Desde su retorno ha anunciado que, une vez elegida, tiene toda intención de presentarle al Congreso un proyecto de ley que prohíba la educación lucrativa y fomente la educación gratis. También quiere consagrar sus esfuerzos al establecimiento de una nueva constitución. Pero dado que su propio gobierno y el de Concertación fracasaron en hacer algo igual durante más de dos décadas, los manifestantes estudiantiles poco creen en estas promesas.

Hacia fines del año pasado, Camilo Escalona, cabecilla del Partido Socialista en el Senado chileno, le aseguró a un grupo de negociantes chilenos que Bachelet era el mejor candidato para hacerle frente a la “amenaza contra la seguridad” que la creciente desigualdad social había creado.

Las tensiones sociales que se intensifican se han expresado recientemente en una serie de huelgas de masas, inclusive la lucha prolongada de los trabajadores portuarios que comenzó el mes pasado y la huelga nacional de un día por los mineros del cobre el 9 de abril. Las huelgas forzaron a Piñera a declarar en público el miércoles que las luchas de estos trabajadores podían causar un “daño enorme”.

Declaró que “es necesario hacer esta advertencia, porque he visto muchos países que se han descarrilado, simplemente porque la gente no se da cuenta de lo fácil que es destruir un país y lo difícil que es construir un buen país para todos”.

“It is necessary to issue this warning because I have seen many countries that have been derailed, simply because the people haven’t realized that it is difficult to build a country that works for everyone, yet it is so easy to destroy it,” he declared.

Además de la furia desatada contra Bachelet durante la trayectoria de la marcha el jueves en Santiago, los manifestantes estudiantiles también reaccionaron con hostilidad hacia la distribución de volantes promoviendo la candidatura de Camila Vallejo, ex dirigente de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (FECH) quien se convirtiera en celebridad internacional en el 2012. Ahora se ha postulado como candidata parlamentaria del Partido Comunista.

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