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: Español
La economía brasileña es acosada por la inflación
y la desaceleración de la producción
Por Bill Van Auken
23 Abril 2013
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el autor
IBGE, la agencia de estadísticas de Brasil, anunció
que la tasa de inflación del país se ha disparado
hasta atravesar el límite puesto por el gobierno el mes
pasado, alcanzando 6.59 por ciento en los últimos 12 meses.
Esta ha marcado la primera vez desde Noviembre del 2011 que la
tasa ha excedido el límite al que el gobierno apunta.
La subida de la inflación ha sido causada por un fuerte
incremento en el precio de la comida y otros artículos
de consumo, con la clase trabajadora y los pobres brasileños
recibiendo un mayor impacto que las cifras oficiales sugieren.
En comparación con el año pasado, el precio de los
tomates y las papas casi se duplicaron, mientras que el arroz
ha subido 30 por ciento y los frijoles casi 28 por ciento.
Subrayando el incremento de los precios de comida se encuentra
tanto la especulación de mercancías y la concentración
cada vez mayor del sector agricultura en las manos de agronegocios
que producen mercancías para la exportación -principalmente
soya- en vez del mercado de consumo doméstico.
El ministro de finanzas brasileño Guido Mantega respondió
a las últimas cifras declarando que la inflación
es "dañina a toda la economía entera"
y de que el gobierno "no escatimará esfuerzos para
que la inflación no sea propagada".
Las cifras de inflación son malas noticias para el gobierno
del Partido de los Trabajadores de la presidenta Dilma Rousseff,
el cual busca utilizar los recortes a los impuestos y las bajas
tasas de interés para estimular al crecimiento casi estancado
de Brasil, cuya economía de $2.2 trillones está
proyectada en convertirse en la quinta más grande del mundo
por e 2015.
Los economistas predicen que la tasa de inflación obligará
al banco central de Brasil a levantar las tasas de interés
de su récord bajo de 7.25 por ciento a 8.5 por ciento.
Brasil ha establecido repetidos recortes a las tasas de interés
desde Agosto del 2011 para dar marcha atrás a la descendiente
producción industrial, la cual el año pasado cayó
por más del 20 por ciento y continuó hacia abajo
en los primeros meses de este año. El producto bruto interno,
mientras tanto, se alzó con un anémico 0.9 por ciento
en el 2012, el más bajo de las llamadas naciones emergentes
del BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica).
La caída del crecimiento ha sido atribuido a una fuerte
caída tanto en las inversiones extranjeras como domésticas
así como una estrepitosa caída en la tasa de crecimiento
de comercio con China, el principal socio comercial de Brasil
y mayor inversionista extranjero. El mineral de hierro, el acero
y la soya conforman casi el 80 por ciento de las exportaciones
de Brasil a China, y la caída de los precios de las mercaderías
han golpeado duro debido a que el propio crecimiento económico
de China ha caído a su nivel más bajo desde 1999.
Brasilia se encuentra iniciando negociaciones formales con la
Unión Europea este verano para alcanzar un acuerdo de libre
comercio cuyo objetivo es bajar su dependencia a China-. El gobierno
de Rousseff ha buscado implementar una serie de medidas que tienen
como objetivo incrementar las inversiones y el crecimiento a través
del desarrollo del mercado doméstico, pero al parecer con
pocos resultados. Previas iniciativas habían incluido tasas
de interés baratas, duros impuestos a las transacciones
financieras para detener la afluencia especulativa de capital
de inversiones extranjera, imponer recortes a la tasa de electricidad
-principalmente para beneficiar los sectores de minería
e industria- e intervenciones repetidas para ajustar la tasa de
interés de Brasil.
Desde que tomase el poder a comienzos del 2011, Rousseff ha abogado
las privatizaciones, particularmente en el sector de la transportacion,
incluyendo los aeropuertos, los puertos, las carreteras y las
vías férreas y dirigido recortes de impuestos a
los negocios, mientras que al mismo tiempo toman un abordaje confrontacional
y de línea dura, como la que mostraron a una huelga masiva
de unos 400,000 empleados federales el pasado Agosto.
Se reporta que Rousseff mantiene reuniones regulares con los principales
ejecutivos de negocios brasileños y organizando "foros
de CEOs" en Palacio do Planalto, el palacio presidencial
brasileño, para poder adaptar mejor las políticas
de su gobierno a los intereses lucrativos de la aristocracia financiera
del país.
Entre las últimas iniciativas del gobierno, anunció
a comienzos de mes que extenderá rebajas de impuestos a
la nómina a 14 sectores más de la economía:
incluyendo construcción, ingeniería, vías
férreas y navíos (shipping). Previamente, tales
rebajas de impuestos eran otorgados a la industria automotriz
y manufacturadoras de bienes duraderos. Se espera que las nuevas
concesiones otorguen unos $2.7 mil millones en ingresos federales.
Después de una década en el poder, los primeros
ocho de ellos bajo el presidente Luiz Inácio Lula da Silva,
un ex sindicalista de los trabajadores metalúrgicos, las
políticas económicas centrales del Partido de los
Trabajadores (Partido dos Trabalhadores-PT) son completamente
pro-capitalistas y mayormente forman parte de la continuidad de
la llamada agenda neo-liberal introducida por previos gobiernos.
Al mismo tiempo, han buscado calmar el malestar social con programas
de asistencia social mínimos, el principal siendo la "bolsa
familia", que provee un pequeño sueldo de dinero para
las familias más pobres en el país.
Aunque el gobierno se jacta de que estas políticas han
elevado por encima de la pobreza a 40 millones de brasileños,
esta es una cuestión de ser elevado por un poco encima
de los límites de la pobreza, algo que la inflación
sostenida puede erosionar rápidamente.
Cada vez más, los sectores capitalistas de Brasil insisten
con que la única manera de restaurar el crecimiento es
bajar los costos, lo que significaría recortar los salarios
y los beneficios sociales para los trabajadores brasileños.
Semejante curso inevitablemente pondrá al llamado Partido
de los Trabajadores en una confrontación directa con la
clase trabajadora brasileña.
Hay señales crecientes de que la combinación de
inflación y estancamiento económico están
creando las condiciones para semejante choque.
En la ciudad sureña de Porto Alegre, una serie de protestas
que han incluido confrontaciones directas entre los manifestantes
y la policía militar erupcionaron en respuesta a un intento
de aumentar los pasajes de buses. La última de estas manifestaciones
el 1 de Abril mostró al menos a 6,000 estudiantes y trabajadores
paralizando las calles de la ciudad. Poco después, una
corte intervino con un mandato judicial bloqueando el aumento
de pasajes.
Y en el noroeste del país, en la región Amazonas,
el gobierno de Rousseff envío tropas armadas para reprimir
una huelga de unos 25,000 trabajadores que construyen el complejo
hidroeléctrico del Río Madeira. La unidad militar
de la Força Nacional fue desplegada bajo pretexto de que
previas huelgas habían llevado a violentas confrontaciones.
"El objetivo es asegurar la seguridad del pueblo, la propiedad
y el mantenimiento del orden público, proteger las obras
de infraestructura de las plantas", decía una declaración
de Brasilia. Los proyectos están siendo construidos por
los conglomerados de construcción Camargo Correa y Odebrecht;
ambos han forjado lazos cercanos con el gobierno del PT.
Las compañías han empezado a despedir a los trabajadores.
Más de 450 fueron despedidos el sábado pasado, el
ejército los obligó a entregar sus insignias de
identificación".
Aparte de luchar por la mejora de sueldos y condiciones, los trabajadores
exigen la desafiliación de su sindicato, al cual acusan
de no haber apoyado su lucha.
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