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Cuatro niños afganos asesinados en un ataque estadounidense
Por Bill Van Auken
15 Noviembre 2012
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Publicado en nuestro sitio en su inglés original
el 24 de octubre, 2012
El reciente asesinato de cuatro niños en un ataque de
EEUU y la desaparición y muerte de civiles a manos de las
tropas ocupantes han provocado de nuevo indignación y protestas
entre el pueblo afgano.
Con la guerra que EEUU lanzó inmersa ya en su doceavo
año, la violencia contra la población del país
sigue incrementándose. La oficina del presidente-títere
de Afganistán, Hamid Karzai, confirmó el martes
pasado los últimos incidentes. El peor de todos se produjo
el domingo en la provincia oriental de Logar, justo al sur de
Kabul.
Citando un informe del gobernador de la provincia, Mohammad
Iqbal Azizi, portavoz de la oficina de Karzai, relataba: Las
fuerzas de la OTAN llevaron a cabo el sábado por la tarde
una operación para detener a dos militantes armados pero
lo único que lograron fue matar a cuatro niños que
se hallaban apacentando el ganado.
La Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad de la
OTAN (ISAF, por sus siglas en inglés) reconoció
el martes que en el ataque podían haber muerto civiles.
El General John Allen, alto comandante de EEUU en Afganistán,
ofreció sus condolencias a las familias y dijo
que iba a enviar a varios oficiales para que ofrezcan una
indemnización y hagan llegar nuestro más profundo
pesar.
La matanza de los niños de Logar se produce solo una
semana después de que la ISAF emitiera una disculpa formal
por el asesinato de otros tres niños en un ataque aéreo
perpetrado en el distrito de Nawa, en la provincia sureña
de Helmand. Una muchacha y dos chicos murieron en el ataque del
14 de octubre, que, según el mando de la ocupación,
iba dirigido contra unos insurgentes que estaban colocando
dispositivos explosivos improvisados. Sin embargo, los testigos
aseguraron que en el lugar solo se encontraron los cuerpos de
los niños, que estaban recogiendo leña para el fuego.
Según las estimaciones de las Naciones Unidas, la guerra
en Afganistán ha matado o herido a más de 578 niños
en los primeros meses de 2012. Un informe de la ONU publicado
en agosto había logrado averiguar que durante la primera
mitad de este año, las dos terceras partes de las víctimas
de los ataques de EEUU y la OTAN en Afganistán habían
sido mujeres y niños.
En su debate con el candidato republicano Mitt Romney del pasado
lunes por la noche, el Presidente Barack Obama habló de
la intervención de EEUU como del experimento para
la construcción de una nación. En realidad,
la guerra lo único que ha conseguido es dejar devastado
el país, arrancando la mayor cifra de víctimas entre
los niños afganos.
Aunque Washington ha derramado cientos de miles de millones
de dólares en el país desde la invasión de
2001, Afganistán tiene aún la tasa de mortalidad
infantil más alta del mundo, con uno de cada cuatro niños
muriendo antes de alcanzar los cinco años.
En su comunicado del martes, Karzai declaró: A
pesar de los repetidos ruegos a la OTAN para que traten de evitar
las víctimas civiles, seguimos perdiendo vidas inocentes,
entre ellas las de muchos niños.
El segundo incidente condenado por Karzai fue una operación
militar conjunta desarrollada el 13 de octubre por tropas estadounidenses
y fuerzas-títere afganas en la sureña provincia
de Zabul, cerca de la frontera con Pakistán. En el ataque,
lanzado a media noche, se llevaron a cuatro civiles, según
el comunicado del Presidente afgano, y tres de ellos están
desaparecidos desde entonces.
Casi mil personas se manifestaron en lunes en Qalat, la capital
de la provincia de Zabul, bloqueando la autopista que va de Kandahar
a Kabul, para protestar contra esa operación y los continuos
ataques nocturnos perpetrados por EEUU. Estos ataques, que, después
de los ataques aéreos, son la principal causa de las bajas
civiles que están infligiendo las tropas ocupantes, son
profundamente impopulares en Afganistán.
Según la agencia Pajhwok Afghan News, la manifestación
de Qalat se desencadenó tras un ataque más reciente
en el que se llevaron arrestados a dos sastres. Abdul Qadir Qalatwal,
uno de los organizadores de la protesta y miembro del parlamento
local, manifestó que habían arrojado los cuerpos
decapitados en una zona desértica antes de dinamitarlos.
La agencia de noticias informó que la oficina del gobernador
de Zabul había confirmado la muerte de los dos hombres
y que estaba tratando de aclarar las cosas con las fuerzas
de la OTAN.
La ISAF confirmó que en ambos ataques habían
detenido a civiles, pero alegó que, en el caso del incidente
acaecido el 13 de octubre, los habían dejado libres, mientras
que en la operación del 20 de octubre, se los habían
entregado a la policía afgana.
La pregunta obvia que se plantea en los dos incidentes es si
las fuerzas estadounidenses están deteniendo a individuos
sospechosos de apoyar la resistencia frente a la ocupación
extranjera y si después se los entregan a un escuadrón
de la muerte afgano para que los liquiden.
En su debate del lunes por la noche, tanto Obama como Romney
insistieron en que el incremento, que había
triplicado el número de tropas estadounidenses desplegadas
en Afganistán, era un éxito, y que la transición
a la responsabilidad afgana de la seguridad en el país
se completaría en diciembre de 2014, fecha en que las tropas
estadounidenses volverían a casa.
Ambos hombres saben que eso es mentira. Los funcionarios de
la administración Obama están actualmente negociando
las condiciones de un Acuerdo Estratégico de Asociación
con el régimen de Karzai que va a suponer que 25.000 efectivos,
en su mayoría Boinas Verdes y otras unidades de Operaciones
Especiales, se queden allí durante otra década o
más.
Ambos partidos están comprometidos en la persecución
de los objetivos que provocaron la invasión, los mismos
de la posterior guerra contra Iraq: el uso de la fuerza militar
para imponer la hegemonía de EEUU sobre las estratégicas
reservas de energía de la Cuenca del Caspio y el Golfo
Pérsico.
Mientras tanto, la mayor parte de los encargados de entrenar
a las tropas y policía afganas siguen rechazando los optimistas
pronósticos acerca de la disposición de éstas
a asumir la responsabilidad en la cuestión de la seguridad.
El Washington Post, citando a funcionarios y oficiales
militares, informaba el sábado que las afirmaciones que
postulan que las fuerzas de seguridad afganas, que cuentan con
352.000 efectivos, están preparadas para la transferencia
de poderes de la ocupación dirigida por EEUU son palmariamente
falsas. Según el Post: Ningún batallón
del ejército afgano es capaz de actuar sin los asesores
estadounidenses. Muchos policías pasan más tiempo
estafando a la gente para que les den sobornos que patrullando.
Las unidades de la línea del frente a menudo no reciben
combustible, alimentos ni los recambios que necesitan para funcionar.
Los servicios de inteligencia, aviación y sanitarios siguen
en estado embrionario. Y puede que lo más alarmante sea
que un número cada vez mayor de soldados y policías
afganos vuelven sus armas contra sus socios estadounidenses y
de la OTAN.
El artículo, elaborado a partir de las entrevistas con
una docena de oficiales en activo que se dedican al entrenamiento
de las fuerzas afganas, deja claro que con las prisas de incrementar
los soldados y policías afganos hasta la cifra de 352.000,
Washington ha fallado a la hora de proporcionar un entrenamiento
adecuado o de investigar suficientemente si en esos efectivos
están incorporándose simpatizantes de los talibanes
o de otros grupos de oposición.
El ejército es algo tan inestable que algunas
de esas unidades se están viniendo abajo, le dijo
al Post un mayor de las Fuerzas Especiales implicado en
el programa de formación.
Traducido
del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández
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