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La campaña de Obama resalta el callejón sin
salida que es el sistema político estadounidense
Declaración por Jerry White, candidato presidencial
del PSI
14 Mayo 2012
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el autor
Con sus apariciones en campus universitarios durante los últimos
días, el presidente Obama ha lanzado de manera oficial
su campaña de reelección. Estos eventos mediáticos,
cuidadosamente elaborados, en el que se ven a audiencias seleccionadas
de estudiantes universitarios entregando ovaciones, son sólo
un ensayo de vacua demagogia.
Los comentarios del presidente resaltaron el enorme abismo
que existe entre millones de trabajadores en los EE.UU. y los
auto-complacientes políticos cuyas riquezas y estilos de
vida los aíslan de la miseria social que ellos perpetúan.
Quizás el comentario más significativo de Obama
fue su tributo al sistema capitalista:
"Nosotros creemos que el libre mercado es una de las fuerzas
más grandes en el progreso en la historia humana",
declaró, y añadió "que los negocios
son el motor del crecimiento, y los tomadores de riesgos e innovadores
deben ser recompensados".
Tales comentarios son hechos en medio de la más grande
crisis capitalista desde la Gran Depresión. El fracaso
del sistema capitalista es demostrado de manera diaria en el pasmoso
crecimiento de la desigualdad social, el colapso de economías
enteras, terribles medidas de austeridad y la persistencia de
la necesidad y miseria social.
Más de tres años y medio del colapso financiero
del 2008, Europa desciende a una nueva recesión y crisis
de deuda, la actividad económica se desacelera por todo
el mundo y las condiciones sociales que millones confrontan en
los Estados Unidos son terribles y se están volviendo peor.
En sus comentarios, Obama trazó un retrato mítico
de la historia estadounidense en donde cualquiera que haya trabajado
duro y seguido las reglas ha sido recompensando con éxito
y riquezas. Sobre su primera carrera presidencial, declaró:
"Venimos juntos para reclamar el acuerdo básico que
construyó a la clase media más grande y a la nación
más próspera sobre la tierra".
¡Qué tonterías! En vez de "un acuerdo
básico", la clase trabajadora tuvo que ejercer una
dura lucha por cada ganancia que alcanzó. En la medida
en que arrancó concesiones por parte de propietarios corporativos
y el gobierno, por ejemplo, durante el New Deal de la década
de 1930 o las reformas del Great Society de los sesenta, fue principalmente
debido al miedo de la clase dirigente por la revolución
social.
En las últimas tres décadas, los trabajadores
han confrontado una implacable guerra contra sus trabajos, estándares
de vida y derechos sociales; una guerra apoyada por ambos partidos
del gran capital. Esta guerra ha sido acelerada bajo la administración
Obama ya que ha buscado que los trabajadores paguen por el colapso
del capitalismo estadounidense, principalmente después
del Crack del 2008.
En un esfuerzo para desviar atención de su propia responsabilidad,
el presidente culpó la presente crisis económica
completamente en los republicanos, añadiendo que ellos
se desviaron de los "valores estadounidenses" y permitieron
a "los especuladores de Wall Street obtener enormes beneficios
realizando apuestas con el dinero de otras personas".
La elección para los votantes, Obama dijo, era entre
los demócratas que luchan por "estadounidenses que
trabajan duro " y republicanos "que insisten que debemos
volver a las políticas que crearon este desastre en primer
lugar". Opacándose a sí mismo con Romney, Obama
declaró: "Medimos a la prosperidad no sólo
contando cuántos multimillonarios producimos, sino viendo
que tan bien le está yendo a la familia promedio".
El presidente y sus escritores de discursos creen, sin duda,
que, contrario al dicho de Lincoln, ellos pueden engañar
a toda la gente todo el tiempo.
Si las condiciones de la familia promedio fueran parte realmente
de los criterios del presidente, él habría reconocido
que su primer gobierno ha sido un miserable fracaso. Decenas de
millones de trabajadores aún continúan sin trabajo
o han sido obligados a aceptar recortes salariales y de beneficios.
Millones de hogares no pueden pagar sus hipotecas o ya han sido
desalojados. Una generación entera de jóvenes deja
la universidad cargando sobre sus espaldas deudas insostenibles
o con poca o ninguna posibilidad de encontrar un trabajo, ni qué
hablar sobre uno que pague un salario digno.
La expresión de preocupación por las familias
promedios, no obstante, fue sólo para el consumo popular.
Desde el momento en el que entró a la Casa Blanca, Obama
ha hecho todo lo que ha podido para servir los intereses de los
súper-ricos. Después de transferir trillones a los
bancos de Wall Street, el presidente usó la amenazada liquidación
de GM y Chrysler para recortar por la mitad los salarios de nuevos
trabajadores, lo que precipitó una ola de recortes de pagos
y beneficios por todo el sector privado y público. El presidente
se ha unido con los republicanos para recortar trillones en programas
sociales y ya ha acordado destripar programas básicos de
ayuda social como Medicare y Medicaid.
Los mercados de valores y las ganancias de las grandes corporaciones
se han recuperado y han vuelto a los niveles previos a la crisis
mientras que a los ricos les va mejor que nunca. Mientras tanto,
la participación en el PIB de la trabajadores se encuentra
en su nivel más bajo desde la década de los veinte.
El presidente no dijo nada sobre los niveles récord
del desempleo de larga duración o del crecimiento de la
pobreza y del hambre. En vez de eso, él repitió
el absurdo comentario de que la economía se estaba recuperando
y produciendo un número récord de nuevos empleos.
En un comentario que podría haber sido articulado por
el ícono republicano Ronald Reagan, Obama denunció
los "despilfarros" del gasto público. "Miren,
nosotros no esperamos que el gobierno solucione todos nuestros
problemas y no debería intentarlo... Cuando era joven,
trabajé con un grupo de iglesias católicas que me
enseñaron de que ningún programa para la pobreza
puede realizar tanta diferencia como la bondad y compromiso de
un alma generosa. No todas las regulaciones son inteligentes.
No todos los dólares sacadas de los impuestos son gastados
sabiamente. No todas las personas pueden ser ayudadas cuando ellas
se rehusan de ayudarse a sí mismas".
Jactándose de que "firmó como ley $2 trillones
en recortes de gasto" el presidente aseguró a los
bancos: "Y ahora quiero terminar el trabajo racionando al
gobierno, y recortando más desperdicio...".
Obama y los manipuladores que trabajan para él esperan
engañar a la gente empacando a sus salvajes recortes de
presupuesto con la habladuría del "sacrificio equitativo"
y la elevación de impuestos a los ricos. Pero cualquier
escaso incremento que se proponga a los impuestos de los ricos
-algo que tiene poca posibilidad de ser aprobado en cualquier
caso- será contrarrestado por aún más recortes
de presupuesto.
El presidente, harto consciente de la profunda oposición
al militarismo y la guerra, dijo poco sobre la política
extranjera aparte de que ya no habían más estadounidenses
luchando en Irak y de que la guerra en Afganistán acabaría
por el 2014. No sólo las dos afirmaciones son falsas, sino
que el presidente se está preparando para nuevas guerras
en nombre del imperialismo estadounidense contra Siria, Irán
y por último China.
En el 2008, bajo condiciones de una oposición masiva
en los EE.UU. e internacionalmente al Presidente Bush, los medios
y poderosas secciones de la élite financiera y del aparato
militar-inteligencia promovieron a Barack Obama para proveer una
cirugía estética al estado de EE.UU.. Su campaña
fue apoyada por la fraternidad de los liberales de clase media
alta y los defensores ex-izquierdistas de la política de
identidad quienes clamaron que el primer presidente afro-americano
abogaría los intereses de la gente común.
Los últimos tres años y medio han demostrado
que ningún cambio importante puede ser alcanzado dentro
de los partidos de las corporaciones. Las necesidades y aspiraciones
de la amplia mayoría de la gente no encuentran ninguna
expresión dentro de un sistema político que es controlado
por los mismos bancos y corporaciones que ejercen una dictadura
sobre la sociedad.
La lucha para defender los derechos sociales más básicos
-trabajos decentes, estándares de vida, educación,
cuidado de la salud y un futuro libre de guerra- requiere la movilización
política independiente de la clase trabajadora contra los
demócratas y republicanos y el sistema capitalista que
defienden.
Mi compañera de candidatura Phyllis Scherrer y yo estamos
tomando parte en las elecciones para proveer una alternativa socialista
a las millones de personas trabajadoras que son ignoradas en este
sistema política. Nuestro objetivo es construir un nuevo
liderazgo que preparare las luchas de masas que emergerán
ya sea Obama o Romney ganen las elecciones, y luchar para que
la clase trabajadora tome el poder político en sus propias
manos para llevar a cabo la transformación socialista de
la economía.
La campaña de Obama resalta el callejón sin salida
que es el sistema político estadounidense
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