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El fiasco de JP Morgan y las razones para la nacionalización de los bancos.

Por Barry Grey
24 Mayo 2012

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En los días de compraventa desde que JP Morgan Chase anunció pérdidas masivas en derivados financieros, en la noche del 10 de mayo, el estimado monto de esas pérdidas subió de U$2 mil millones a más de U$6 mil millones. Para los que también incluyen la pérdida en las acciones de esta institución de finanzas, las pérdidas totales ascienden a U$ 30 mil millones

Ya había dicho Jamie Dimon, director ejecutivo de JP Morgan, cuando reconoció por primera vez la debacle del banco en una conferencia de prensa apresurada, que las pérdidas podrían crecer. El Wall Street Journal luego informó que el banco más grande de EE.UU. se había preparado para una pérdida de $4 mil millones para el año 2012.

Las pérdidas se amontonaron con una velocidad precipitada debido a la intervención de las compañías de capital privado y manejo de fondos - hedge funds - y de especuladores de Wall Street compitiendo entre sí que se apresuraron para tomar ventaja de los problemas de JP Morgan apostando contra los miles de millones de malas inversiones de ese banco.

El escándalo es evidencia de avaricia y perversión al centro del sistema financiero capitalista. Las cantidades malgastadas en la búsqueda completamente parasitaria de superganancias y los niveles obscenos de salarios ejecutivos ocurren a expensas de las necesidades vitales del pueblo.

Los miles de millones perdidos como resultado de tan sólo una serie de transacciones especulativas son una suma mucho más grande que el todo el presupuesto federal estadounidense de subsidios para que familias de pocos recursos paguen sus facturas de servicios públicos. Obama ha recortado - de $5 mil millones a $3,5 mil millones - el presupuesto para el Programa de Asistencia de Energía Casera para Gente de Bajos Ingresos (LIHEAP, siglas en inglés) , condenando a millones de familias a vivir sin calefacción ni electricidad.

El dinero perdido hasta ahora podría cerrar el déficit presupuestal de muchas ciudades estadounidenses, que actualmente se ven obligadas a eliminar empleos; recortar ingresos, educación y servicios sociales. La pérdida en JP Morgan muy probablemente terminará siendo igual o mayor que los más recientes recortes en asistencia de salud y educación propuestos en California por el gobierno de los Demócratas.

Pero, por supuesto, esto es sólo una minúscula fracción de los billones desviados de las necesidades sociales y de la producción útil para sostener a la aristocracia financiera, incluyendo, además, las colosales sumas que el gobierno ya les ha entregado a los bancos en el rescate financiero. (JP Morgan recibió $25 mil millones de los $700 mil millones del Programa de Ayuda a Activos Dañinos).

Las operaciones de los bancos y hedge funds no son sólo socialmente destructivos, también están acribillados de ilegalidades. Se le ha permitido a grandes firmas de Wall Street, como JP Morgan, fortalecer su agarre monopolístico. Empresas que, a toda ley, deberían haber sido desmanteladas o frenadas. En verdad, estas compañías existen por encima de todas estas leyes.

Dimon había dirigido personalmente la campaña pública de Wall Street contra muy modestos propuestas de limitar las prácticas especulativas bancarias. Había enfocado su oposición contra lo que se conoce como la Regla Volcker - parte de la ley regulatoria financiera de Dodd-Frank del 2010. Se supone que esta prohibiría a bancos con depósitos asegurados por el gobierno, como JP Morgan, usar sus fondos obtener lucro especulando en beneficio propio.

Bajo presión de los bancos, así como del Fondo de Reserva Federal [Banco Central de Estados Unidos] y del gobierno de Obama, los reguladores federales se habían pasado dos años estancados sin acuerdo sobre la misma Regla Volcker. Una versión preliminar publicada en octubre 2011, es tan débil que hasta permitiría las enormes apuestas hecha por la Oficina Principal de Inversiones de JP Morgan -con sede en Londres- al amparo de la "cobertura" del riesgo en la hoja de balance del banco.

Tan sólo el mes pasado Dimon había protestado que reportajes de la prensa sobre las inversiones con problemas de la Oficina Principal de Inversiones eran una exageración, una "una tormenta en un vaso de agua". En sí esta misma declaración representaría serias violaciones de la ley de inversiones que prohíbe que empresas engañen a inversionistas y al público sobre el estado de sus finanzas. Por otra parte, hay razones para sospechar estafas de contabilidad para encubrir las perdidas previas al informe del banco sobre sus ganancias del primer trimestre de este año, dado a conocer el 13 de abril.

Y aún así, el lunes 14 de mayo el Presidente Obama intervino para sacarle las castañas del fuego a Dimon y JP Morgan, diciendo que este director ejecutivo era "uno de los banqueros más astutos que tenemos" y alabando a JP Morgan por ser "uno de los bancos mejor administrados que hay". El miércoles, Mitt Romney, su probable rival republicano en la elección de Noviembre, quien se ha opuesto a todo fortalecimiento de las regulaciones bancarias, se refirió al fiasco de JP Morgan diciendo: "Así es como las cosas funcionan en los Estados Unidos. ".

De esta manera al pueblo estadounidense se le da la opción de votar por uno de dos proxenetas políticos de Wall Street. Nada demuestra con mayor claridad la relación corrupta e incestuosa entre los dos principales partidos y la élite financiera. Los políticos y reguladores no pueden poner la banca bajo control porque son sus sirvientes pagados.

Un día después de la declaración de Obama, el FBI anunció que iniciaba una investigación criminal preliminar sobre la conducta de JP Morgan. No obstante, Dimon y compañía no tienen nada que temer. Los fiscales federales no titubearon en asegurar que la investigación era simple rutina y de que nadie en el banco había sido acusado de algún delito. En realidad, no se ha enjuiciado a ni un solo banquero importante desde el colapso de Wall Street en el 2008. Bajo Obama el número total de juicios por fraude financiero ha sido el más bajo en veinte años.

Dimon - junto con el resto de los manipuladores financieros responsables por el desastre social y financiero - debería ser procesado y declarado criminalmente responsable por sus acciones ilegales y antisociales, .

Los trillones de riquezas mal adquiridas amasadas por Wall Street deben ser confiscados y usados para satisfacer urgentes necesidades comunitarias -trabajos, educación, vivienda, un seguro de retiro- y para reconstruir la infraestructura social.

Esto, sin embargo, requiere la acción colectiva independiente de la clase trabajadora. Sólo una ofensiva política por la clase obrera en base a medidas socialistas puede cerrar para siempre el Casino de Wall Street y acabar con el saqueo de la sociedad por los parásitos financieros. Hablar de reformar el sistema financiero es un fraude y una ilusión.

El debacle de JP Morgan provee una gran prueba de la necesidad de retirar los bancos de las manos de los banqueros y nacionalizarlos bajo el control democrático de la población trabajadora. La única vía de reorganizar el sistema financiero para satisfacer las necesidades de la sociedad el la vía al socialismo.

[este artículo fue publicado en inglés el 18 de mayo del 2012]

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