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Hondureños exigen retiro de EE.UU. por muerte de civiles

Por Bill Van Auken
29 Mayo 2012

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El asesinato de por lo menos cuatro hondureños, incluyendo a dos mujeres embarazadas, en un ataque de un helicóptero estadounidense el 11 de mayo ha desatado furiosas protestas en Costa de Mosquitos, región remota del noreste hondureño.

El ataque ocurrió en una operación anti-drogas bajo la dirección de comandos estadounidenses trabajando como parte de un equipo de la Administración de Cumplimiento de Leyes sobre las Drogas (DEA, siglas en inglés) que había sido desplegado en la región. La DEA en Washington reconoció el miércoles que sus agentes armados estaban en el helicóptero cuando éste destrozó a tiros un bote en el río Patuca en el noreste, matando a dos hombres y dos mujeres.

El alcalde del pueblo cercano de Ahuas, Lucio Vaquedano, declaró a Associated Press en una entrevista telefónica que "aldeanos inocentes que no tenían nada que ver con el problema de las drogas estaban viajando en el bote como parte de su actividad diaria de pesquería... y fueron acribillados desde el aire". Se informó que aquellos que fueron asesinados estaban buceando para encontrar langostas y otras comidas marinas durante el ataque.

Residentes de la region quemaron edificios gubernamentales a raíz del ataque y exigieron que el personal estadounidense, incluyendo las tropas de operaciones especiales y los agentes de la DEA estadounidenses, se retiren.

"Aquellos que estaban en el bote eran pescadores, no traficantes de drogas", decía una declaración emitida por líderes del grupo indígena local Miskito que pueblan el área. "Por siglos hemos sido un pueblo pacífico que ha vivido en harmonía con la naturaleza, pero ahora declaramos que esos estadounidenses son personas non grata en nuestro territorio".

El Washington Post citó a Seren Trapp, prima de Candelaria Trapp, una de las mujeres asesinadas, quién la describió como madre soltera de seis hijos. "El bote estaba transportando gente y algo de cargo. Ellos estaban viniendo al pueblo para pasar el Día de las Madres", declaró. En una entrevista telefónica, ella insistió con que "ninguno de ellos eran contrabandistas".

Oficiales estadounidenses y hondureños declararon que el incidente tomó lugar durante una operación de decomiso de drogas montada después de que un avión militar de vigilancia de EE.UU. detectará un vuelo ilícito en el territorio. Las fuerzas hondureñas respondieron en tierra respaldadas por cuatro helicópteros estadounidenses. Afirmaron que los únicos muertos fueron dos narcotraficantes que habían disparado a uno de los helicópteros.

Oficiales estadounidenses han confirmado que los agentes de la DEA estadounidense estaban en el helicóptero que acribilló al bote, pero aseguraron que ellos no dispararon sus armas en el ataque. No obstante, esto no mitiga para nada la responsabilidad de Washington en las muertes ya que el helicóptero mismo era un avión estadounidense y su equipo estaba compuesto de contratistas guatemaltecos contratados por el gobierno estadounidense. La incursión fue lanzada a partir de espionaje ofrecido por fuerzas estadounidenses y no cabe duda de que en tales actividades el personal estadounidense es quién da las órdenes de disparo.

Un funcionario estadounidense que habló con el Washington Post declaró que una vídeocinta de vigilancia mostraba a una gran cantidad de personas descargando un avión de drogas, lo que demostraba que "varios miembros de la empobrecida comunidad de Ahuas estaban involucrados en tráfico de drogas".

"No hay nada en la aldea que fuese desconocido, o una sorpresa o un misterio sobre esto", el oficial declaró. "Lo que ocurrió fue que, por la primera vez en la historia de Ahuas, el orden público hondureño interfirió con el contrabando de narcóticos".

Esta insinuación de culpa colectiva a una aldea entera en la que habitan 1,500 personas es una justificación obvia de las muertes que ocurrieron en la operación orquestada por EE.UU.

Sin embargo, Vaquedano, el alcalde de la aldea, explicó que había dos botes en el río aquella noche; aquél de los contrabandistas de drogas, el cual iba río abajo y sin luz y aquel de los dos hombres y dos mujeres, el cual andaba con sus luces prendidas. "Primero los narcos abrieron fuego y luego los helicópteros de la DEA, mientras buscaban la zona, dispararon con sus armas al bote de los civiles, quizá pensando que ellos eran los narcos".

El sangriento incidente ha llamado la atención a la militarizada guerra contra las drogas que se ejerce en Honduras bajo la dirección del personal de la DEA y el ejército estadounidense.

Menos de una semana antes de los asesinatos en el río Patuca, el New York Times publicó un artículo titulado, "Hacia el funcionamiento de la base de Morocón, Honduras", el cual reporta que "el ejército de Estados Unidos ha aprendido lecciones de los conflictos de la última década que ahora aplica a la guerra contra las drogas que se está librando en la jungla del territorio de los indios miskitos..."

El Times informa que Mocoron era una de las "bases operacionales que funcionen" establecidas por el ejército estadounidense; basándose en "lecciones aprendidas en una década de contrainsurgencia en Afganistán e Irak, donde las tropas se mudaban de bases gigantes a puestos de avanzada dispersos por regiones remotas y hostiles para así poder hacerle frente a insurgentes".

Honduras ya era el lugar del más grande despliegue del ejército estadounidense en Latino América: Joint Force Bravo, que consiste de 600 tropas con sede central en la base aérea de Soto Cano, comúnmente conocida como Palmerola.

Honduras es una de los dos países latinoamericanas que han visto un aumento del gasto militar estadounidense en los dos últimos años. El otro es México, donde Washington, bajo la Iniciativa Mérida del 2008, se ha comprometido a proveer armas, entrenamiento y consejeros para llevar a cabo la guerra militarizada contra las drogas en México, la cual ha cobrado más de 50,000 vidas durante los últimos 5 años.

Además de expandir la base principal en Soto Cano y establecer hasta tres "bases operacionales que funcionen" en Morocón, Naco y Aguacate, el Pentágono también se prepara para establecer una importante estación de radares en el noreste hondureño, supuestamente para rastrear aviones de drogas.

Previamente, el ejército estadounidense poseía una base de radares en el país durante la década de los ochenta, cuando Honduras sirvió como la base de operaciones para la guerra de los "contras" dirigida por la CIA contra Nicaragua, además de llevar a cabo operaciones de contra-insurgencia en El Salvador. Ambas en conjunto cobraron la vida de decenas de miles de centroamericanos.

De acuerdo a cifras compiladas por el grupo pacifista Fellowship for Reconcilitation, en el año fiscal del 2011 el Pentágono aumentó sus gastos en contratos militares en un 71 por ciento en comparación al año pasado, alcanzando una cifra que llegaba a los $54 millones.

Esta presencia cada vez mayor del ejército estadounidense se une al papel indispensable del gobierno de Obama juega para sostener al régimen que tomara el poder en Julio, 2009, con el derrocamiento militar del presidente electo de Honduras, Manuel Zelaya y su forzado exilio del país. Washington negoció el pacto que llevó a las elecciones bajo los auspicios del régimen del golpe y que llevó al presidente derechista. Porfirio Lobo, al poder. Los que organizaron el golpe y posteriormente llevaron a cabo matanzas, torturas y miles de detenciones ilegales, disfrutan de impunidad total, mientras que los ataques a los derechos sociales y democráticos continúan sin cesar.

Desde que Lobo tomara las riendas del poder, 23 periodistas hondureños han sido asesinados, el último siendo Alfredo Villatoro, director de noticias de HRN, una de las principales estaciones de radio del país. Su cadáver fue encontrado después de haber sido secuestrado el 9 de mayo. Fue el segundo asesinato de un periodista tan sólo en los últimos 11 días. La ola de violencia desatada contra campesinos, trabajadores activistas políticos y defensores de derechos humanos después del golpe también ha continuado.

El gobierno derechista y represivo defiende los intereses de una oligarquía de financieros, industrialistas y grandes terratenientes junto con los de empresas multinacionales, contra una población empobrecida y descontenta. Honduras es el segundo país más pobre de Latino América después de Haití. Con una población de poco menos de 8 millones, tiene casi un millón de jóvenes que no pueden encontrar empleo o ir a la universidad, mientras que la tasa de desempleo en total flota por el 30 por ciento y el 60 por ciento de la población vive en la pobreza.

Estas condiciones son el legado de más de un siglo de opresión semi-colonial de Honduras por el imperialismo estadounidense. Ahora, bajo Obama, Washington se está aprovechando de la "guerra contra las drogas" como medio de reafirmar su papel dominante en el país y convertirlo en una base militar de operaciones a través de la región.

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