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A veinte años de la disolución de la URSS
La crisis capitalista y la radicalización de la clase
trabajadora en el 2012
Por David North
13 Marzo 2012
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Lo que sigue es el informe de David North, presidente del
Consejo Editorial Internacional del World Socialist Web Site
y presidente del Partido Socialista por la Igualdad (PSI) de los
Estados Unidos, a una serie de asambleas regionales del PSI realizadas
durante enero, 2012.
Acabamos de terminar un año que ha sido testigo de eventos
extraordinarios a través del mundo. 2011 será recordado
en la historia como el año en que se vio un resurgimiento
de la lucha de clases a nivel internacional. Tan sólo un
año atrás, enormes manifestaciones tumbaron una
dictadura en Túnez. El colapso del régimen de Ben
Ali fue seguido de manera casi inmediata por la erupción
social en Egipto que consiguió, en cuestión de semanas,
la destitución de Hosni Mubarak. El World Socialist
Web Site valoró correctamente el significado histórico
de la lucha que se desenvolvía en la Plaza Tahrir de Cairo.
En una columna de perspectiva publicada el 1 de febrero, el WSWS
declara: La historia ha retornado con venganza. Lo que ahora
se está desarrollando en El Cairo y a través de
Egipto es una revolución, una de verdad.
El WSWS no subestimó las dificultades que la clase trabajadora
egipcia confrontaba, ni tampoco anticipamos una victoria fácil
sobre la burguesía, cualesquiera que fuera el destino del
mismo Mubarak. Nosotros escribimos:
La revolución está sólo en sus
primeras etapas. La fuerza de la clase trabajadora desatada por
el levantamiento masivo apenas está comenzando a definirse
en términos de plantear demandas especificas. Apenas se
están formulando las cuestiones programáticas.
Recién emergiendo de décadas de represión,
la clase obrera no ha definido aún su propio programa.
No podría ser de otra manera en los momentos tempranos
de la lucha.... Como es de esperarse en los primeros compases
de una convulsión revolucionaria, las consignas que predominan
son de carácter general democrático. Las élites
gobernantes, por temor al abismo al que se aproximan, buscan
desesperadamente mantener lo que pueden del viejo orden. Entonces
hacen todo tipo de promesas de "reformas". Las capas
superiores desean cambiar la sociedad en la medida en que no
ponga en peligro su riqueza y estatus social. Ardientemente llaman
a la "unidad" de todas las fuerzas democráticas;
en el marco del control político, por supuesto, de los
representantes de la clase capitalista.
Hace casi un cuarto de siglo, el Comité Internacional
de la Cuarta Internacional (CICI) predijo que el siguiente período
de las luchas revolucionarias asumiría rápidamente
dimensiones internacionales. Al aplicar este concepto al continuo
desarrollo de los eventos en Egipto, el WSWS declaró:
A través del mundo la desigualdad social ha llegado
a proporciones pasmosas. En efecto, de acuerdo a algunos reportes,
la desigualdad social en los Estados Unidos es peor que la que
existe en Egipto y Túnez. Más aún, a través
de Europa y los Estados Unidos, los gobiernos exigen e imponen
reducciones enormes de los gastos sociales. capas cada vez más
amplias de la clase trabajadora están cayendo en la pobreza.
Los regímenes políticos que existen en
los países capitalistas avanzadosaunque sin lugar
a dudas equipados con agencias de propaganda mucho más
sofisticadasestán tan osificados y son tan insensibles
al movimiento de las masas como el gobierno egipcio.
Lo que ahora ocurre en las calles de El Cairo, Alejandría
y a través del país tiene un significado histórico
mundial. Los eventos en Egipto revelan la forma que tomará
el cambio social en cada país, incluyendo en los más
avanzados. Estamos siendo testigos, en esta ancestral tierra
de los primeros capítulos de la revolución socialista
mundial.
Esta perspectiva fue confirmada mientras el conflicto social
se expandía a través del globo. En cuestión
de semanas luego de la caída de Mubarak, comenzaron manifestaciones
enormes en Wisconsin en contra de los ataques del gobierno estatal
de Walker a los derechos básicos de los trabajadores. En
Europa, estallaron enormes manifestaciones contra las severas
reducciones en los gastos sociales que el Banco Central Europeo
en España y Grecia ha exigido. Cientos de miles de israelíes
se manifestaron en contra de las deplorables condiciones sociales.
También ocurrieron amplias manifestaciones en China y Rusia.
El movimiento Ocupar Wall Street es el primer movimiento
popular contra la desigualdad social en los Estados Unidos en
más de una generación.
El WSWS tiene una actitud crítica hacia todos los movimientos
que surgieron en el 2011. Debemos reconocer que ninguno de éstos
se basan en programas socialistas o ,mucho menos, marxista. Los
partidos pequeño-burgueses, que para el WSWS forman la
pseudo-izquierda, laboran incansablemente para prevenir
que todo movimiento de la clase trabajadora desafíe al
dominio burgués. En Egipto, los Socialistas Revolucionarios
(que no son ni socialistas ni revolucionarios) han han buscado
sembrar ilusiones tanto en los militares como en la Hermandad
Musulmana. Los mismos procesos traicioneros funcionan en Grecia
y España, donde las organizaciones pseudo izquierdistas,
tales como SYRIZA y ANTARSYA en Grecia y la Izquierda Anticapitalista
en España, mantienen las grandes manifestaciones de trabajadores
y jóvenes amarradas a la la política burguesa.
Las manifestaciones en los Estados Unidos aún no han
involucrado a secciones significantes de la clase trabajadora.
Éstas todavía siguen siendo un movimiento predominantemente
estudiantil. Las fuerzas políticas que dominan estas manifestacioneslas
cuales esconden su política bajo la consigna de la No
Políticarepresentan capas de la clase media
insatisfechas con la distribución de la riqueza dentro
del 10 por ciento más alto de la población. Ellos
buscan una mejora en su posición financiera y posición
social.
Sin embargo, el movimiento ha atraído un apoyo popular
considerable. La mayoría de aquellos que han participado
en varias manifestaciones son totalmente sinceros en su oposición
a la desigualdad social actual. Sería un serio error, a
causa de la política pequeño-burguesa y reformista
del liderazgo del movimiento, descartar de plano estas manifestaciones,
que reflejan la creciente ira popular. A través del país,
los trabajadores y los jóvenes han visto a las manifestaciones
como una reacción, por largo tiempo esperada, a la concentración
de la riqueza en un pequeño porcentaje de la población,
al parasitismo criminal de las instituciones financieras, a los
abusos del poder corporativo y al implacable deterioro de los
niveles de vida de la gran mayoría de estadounidenses.
Como explicara el WSWS en la primera columna de perspectiva del
nuevo año:
En medio de una crisis económica, la caída
del nivel de vida, el aumento de la desigualdad social, el desorden
estatal, las catástrofes ecológicas y la creciente
amenaza de una nueva guerra mundial, comienza a emerger un consenso
de que el capitalismo ha fallado. La expansión de los
conflictos sociales, en los que ya han participado decenas de
millones en todo el mundo, indica que la crisis objetiva del
capitalismo está entrando en la conciencia subjetiva de
la fuerza revolucionaria fundamental en este planeta, la clase
trabajadora internacional.
Para las clases gobernantes de los Estados Unidos y en todo
el mundo, los eventos del 2011 son muy inquietantes. Hay un amplio
sentimiento de que las manifestaciones del año pasado continuarán
y serán más intensas en el 2012. En el Financial
Times, Moisés Naím escribió a inicios
de este mes: La desigualdad será el tema central
del 2012... En el 2012, la coexistencia pacífica con la
desigualdad terminará y las demandas y promesas para combatirla
se convertirán en las más feroces y más amplias
desde el fin de la guerra fría. Otro comentario en
el Financial Times, por Anne-Marie Slaughter, advierte:
El tema predominante del 2012 será más de
lo mismo: continuas manifestaciones en muchos países se
transformarán en revoluciones.
En reconocimiento del significado del movimiento social del
2011, la revista Time nombró al Manifestante
como persona del año. La revista observa en
los eventos del año pasado el fin del largo período
de apatía social y política que siguió a
la disolución de la Unión Soviética en 1991,
evento celebrado por Francis Fukuyama como el fin de la
historia. Time escribe que durante los años
que siguieron: El crédito era sencillo, la complacencia
y la apatía era común, y las manifestaciones callejeras
parecían eventos emocionales, obsoletos y extraños,
equivalentes a la caballería de guerra a mitad del Siglo
XX. Las raras manifestaciones en el mundo desarrollado parecían
ineficaces e irrelevantes.
Pero el largo período de estancamiento social y político
ha llegado repentinamente a su fin. El Times escribe:
En resumen, 2011 fue diferente a cualquier otro año
desde 1989, pero más extraordinario, más global,
más democrático; ya que en el 89 las desintegraciones
del régimen habían sido el resultado de una desintegración
única en la sede, un interruptor que, desde Moscú
privó de energía a todo el sistema. Paralelamente,
el 2011 también se diferencia de cualquier otro año
desde 1968 en que los que participan en las grandes protestas
tienen mucho más que arriesgar. Lejos que ser una celebración
de la contracultura, como en el 1968, las nuevas protestas se
convierte en rebeliones cabales, que derrocan gobiernos; que
cambian el curso de la historia. En todas nuestras vidas no se
había visto nada como el 2011, comparable sólo
al 1848, cuando una protesta callejera en París, se transmutó
en tres días de revolución que transformaron a
la monarquía en una democracia republicana y luego - en
cuestión de semanas inspiraron un avalancha imparable
de protestas e insurrecciones en Munich, Berlin, Viena, Milán,
Venecia, y en docenas de otros lugares en Europa, gracias, en
parte, a las nuevas tecnologías (el telégrafo,
el ferrocarril, las imprentas industriales).
La comparación del Time de los eventos del 2011
con aquellos de 1848 y 1968 es simplista y no puede someterse
a un serio análisis político, histórico y
social. Las dinámicas sociales y políticas de esos
movimientos eran mucho más distintas. No reseñaremos
aquí los eventos de aquellos años, pero el rol de
la clase trabajadora en aquellas luchas fue de mayor envergadura.
En 1848, en particular, la lucha de la clase trabajadora asumió
un carácter insurreccionario y revolucionario. En las luchas
de aquel año aparecen el proletariado y el socialismo como
fuerzas principales. Y 1968 no fue una simple celebración
de la contracultura. Una masiva huelga general que planteó
la cuestión del poder de la clase trabajadora ocurrió
en Francia. En aquella lucha, una sección substancial de
la clase trabajadora encontró inspiración en el
socialismo. Que el capitalismo lograra sobrevivir se debe a las
política deliberadamente contrarrevolucionarias del estalinista
Partido Comunista Francés.
Sin embargo, el artículo del Time -en la medida
que provee una penetración sobre la respuesta de la clase
dirigente a los eventos del 2011- es significativa. El comentario
de Time se concentra casi en su totalidad sobre los elementos
descontentos de la clase media que le dieron a las protestas del
año pasado su particular tenor político. El artículo
se interesa mayormente en los segmentos educados y de clase
media a los que el Time llama las vanguardias
de la protesta. Subrayando este enfoque es una seria consternación
de que las élites dirigentes: los súper ricos -
el 0.1 por ciento y el o.01 por ciento de la población-
se hayan imprudentemente aislado del resto de la sociedad. La
masiva concentración de riqueza ha alienado a importantes
segmentos de la clase media que cada vez más han tomado
consciencia del abismo que los separa de los súper ricos
y se siente insatisfecha con éste en términos de
riqueza oportunidad, influencia y prestigio. Como resultado, ellos
han llegado a compartir un sentimiento de que los sistemas
políticos y las economías de sus países se
han vuelto disfuncionales y corruptos; democracias falsas manipuladas
para favorecer a los ricos y poderosos y de prevenir el cambio
social.
El descontento es el producto del colapso económico
del 2008. Durante los años de la burbuja, escribe
Time, les goteaba suficiente dinero para mantenerlos
semi felices, pero ahora la crisis financiera sin fin y el estancamiento
económico los hace sentir idiotas.
Time considera que los eventos del 2011 son una señal
de alarma. Las élites dirigentes deberían estar
conscientes del peligro que puede surgir de su propio aislamiento
social. A pesar de que la palabra socialismo no aparece
una sola vez en su artículo (y sólo hay una referencia
fugaz a la clase trabajadora), Time nota que
la base de datos del medio de noticias Nexus ahora registra
casi 500 menciones de desigualdad cada semana; la
semana previa antes de iniciarse el movimiento Ocupar Wall Street
habían tan solo 91.
Más allá de los sectores más o menos privilegiados
de la clase media, desatisfechos con la distribución de
la riqueza dentro del 10 por ciento más rico se encuentra
la enorme masa del pueblo trabajador, cuyas condiciones de vida
atraviezan por un deterioro inmenso e implacable.. Una mejoría
en sus condiciones de vida es imposible sin que entren en una
lucha abierta contra el sistema capitalista, con todas las implicaciones
revolucionarias que semejante lucha supone. En 2012 se verá
la participación de capas cada vez más amplias de
la clase trabajadora en tales luchas. Entre las tareas más
críticas que nuestro partido confronta es desarrollar dentro
de la clase trabajadora una consciencia de sus propios intereses
sociales y políticos, e introducir en estas luchas una
orientación socialista. El PSI debe tratar de fomentar
entre los trabajadores y la juventud el entendimiento de que sus
luchas dentro de los Estados Unidos forman parte íntegra
de la lucha de clases internacional; y de que la lucha contra
la clase gobernante estadounidense debe basarse en una estrategia
socialista internacional.
Veinte años desde la disolución
de la URSS
Los problemas de la orientación política y la
conciencia no pueden superarse sin entender el contexto histórico
mundial que juega un papel tan profundo en el desarrollo de la
clase trabajadora como una fuerza revolucionaria internacional.
Las luchas que estallaron en el 2011 pusieron fin al período
de 20 años de estancamiento político cuyo origen
se encuentra en la disolución de la URSS el 25 de Diciembre
de 1991, cuando la bandera de la Unión Soviética
arrió en el Kremlin. Aquel evento, resultado de décadas
de traición estalinista, tuvo un inmenso impacto desorientador
sobre la clase trabajadora. El fin de la URSS desató una
explosión de triunfalismo burgués, la cual proclamó
que este acontecimiento representaba la refutación incontestable
del marxismo y el fin del socialismo. Estas aseveraciones se basan
esencialmente en la identificación del marxismo y el socialismo
con el estalinismo.
Desde su fundación bajo el liderazgo de León
Trotsky en 1938, la Cuarta Internacional había condenado
a la burocracia estalinista como sepulturera de la Unión
Soviética. Su programa de fundación advirtió
que la burocracia, a menos de que fuera derrocada por la clase
trabajadora en una revolución política, funcionaría
de manera cada vez más abierta como instrumento de restauración
capitalista. Después de la victoria soviética sobre
la Alemania nazi, surgieron tendencias revisionistas en la Cuarta
Internacional que cayeron en fila detrás de sectores pequeño
burgueses que intentaban establecer cierta forma de contrapeso
reformista izquierdista o nacionalista radical al imperialismo
por medio de una alianza con el Kremlin y sus partidos títeres.
Los revisionistas pablistas trataron de justificar su traición
al programa revolucionario de Trotsky al proclamar que el socialismo
se lograría dentro de la Unión Soviética
e internacionalmente bajo la dirigencia de los estalinistas, aunque
durante un proceso que abarcaría siglos.
Es difícil apreciar hoy la influencia que el aparente
poder del régimen estalinista ejerció sobre los
pablistas y las formaciones políticas pequeño burguesas
de izquierda. Nada les podía parecer más estable
e inquebrantable que el régimen del Kremlin. Las varias
tendencias del capitalismo estatales decir, las organizaciones
de clase media que proclamaban que la burocracia soviética
no era una casta parasítica, como Trotsky había
insistido, sino una nueva clase dirigenteparticiparon en
esta glorificación del poder estalinista. Nada les parecía
más absurdo que la predicción de Trotsky que el
régimen estalinista, a menos de que fuera derrocado por
la clase trabajadora, llevaría a la Unión Soviética
a la ruina.
Para la decada de los 1980,, escepticismo hacia el análisis
de Trotsky reinaba ya
en la dirigencia del Partido Revolucionario de los Trabajadores
[Workers Revolutionary Party, WRP; siglas en inglés], en
aquel tiempo la sección británica del Comité
Internacional. Recuerdo una conversación en 1983 en la
cual, para mi asombro, Mike Banda, secretario general del WRP,
me dijo que la advertencia de Trotsky fue una equivocación.
La historia habría resuelto la cuestión
de la eterna supervivencia de la URSS. Pero ¿no significaba
esto, le pregunté a Banda, que el análisis del estalinismo
sobre el cual Trotsky había basado su decisión de
fundar la Cuarta Internacional estaba equivocado? Banda respondió
a mi pregunta con una respuesta evasiva. Sin embargo, en menos
de tres años,Banda repudiaría a Trotsky, renunciaría
a la Cuarta Internacional y proclamaría su admiración
por Stalin.
Cuando Gorbachov asumió el puesto de secretario general
en Marzo, 1985, los revisionistas estaban ansiosos por proclamarlo
el nuevo mesías socialista. Recibieron su políticas
de glasnost y perestroika con éxtasis. Ninguna
de estas tendencias hizo ni siquiera el menor esfuerzo de someter
al programa político y socioeconómico de Gorbachov
siquiera al más mínimo escrutinio crítico.
Ernest Mandel, el principal teórico pablista, alabó
a Gorbachov como el político viviente más importante
y criticó la ridícula teoría de que
el líder soviético está tratando de reintroducir
el capitalismo en la Unión Soviética. [Ernest
Mandel, Beyond Perestroika, Verso Books, 1989, pág.
129 - nuestra traducción]
La "ridícula teoría" que criticaba
Mandel era la del Comité Internacional de la Cuarta Internacional.
En marzo, 1987, el Comité Internacional publicó
un análisis detallado de toda la programática del
régimen de Gorbachov. Se titulaba "¿Qué
pasa en la URSS? ("What is happening in the USSR?")",
y advertía que las nueva política introducida por
el Kremlin tenía como objetivo la destrucción de
las formas de propiedad establecidas en base a la Revolución
de Octubre de 1917. La declaración decía:
"Bajo condiciones en que la crisis del capitalismo occidental
cada vez más afecta la economía soviética,,
las reformas de Gorbachov socavan las bases de la economía
planificada. Al permitir que 20 ministerios y 70 empresas estatales
establezcan sus propias relaciones comerciales con países
y empresas capitalistas y mantengan el 40 por ciento de las divisas
extranjeras para ellos mismos, Gorbachovpor la primera
vez desde que Lenin y Trotsky derrotaron el intento de Stalin
de vincular a los hombres del NEP ("Nueva Economía
Política") con el mercado mundialdebilita el
monopolio estatal del comercio extranjero. Al mismo tiempo inicia
un proceso de acumulación capitalista, el cual minará
seriamente las relaciones de propiedad nacionalizadas".
[Declaración del CICI, 23 de marzo, 1987, Cuarta Internacional,
Junio 1987, pág.38 ]
Este análisis ha sido reivindicado por investigaciones
académicas sobre las causas del colapso económico
soviético que facilitaron la disolución de la burocracia
de la URSS. En Russia since 1980 Rusia desde 1980], publicado
en el 2008 por Cambridge University Press, los profesores Steven
Rosefielde y Stefan Hedlund presentaron evidencias de que Gorbachov
introdujo medidas que en retrospectiva parecen haber tenido el
objetivo de sabotear la economía soviética. "Gorbachov
y su séquito", escriben, "parecen haber tenido
propósito venal y secreto para que las cosas se descontrolaran
rápidamente" (pág. 38). En un desvastador analisis
de las políticas de Gorbachov, Rosefielde y Hedlund dicen:
"La historia revela que los nietos del golpe de estado
bolchevique destruyeron a la Unión Soviética no
en un valiente esfuerzo para adelantar la causa de la prosperidad
comunista o, incluso, de retornar a su hogar común europeo,
sino que transformaron a los administradores y ministros soviéticos
en bandidos errantes (corsarios usurpadores de riquezas) con
el tácito apoyo presidencial para privatizar los ingresos
y la riqueza del pueblo para provecho propio bajo el nuevo gobierno
de los señores moscovitas (pág. 40).
"En lugar de, con esmero mostrar la debida diligencia
sobre uso personal de los ingresos estatalesidea inculcada
a todos los bolcheviques desde 1917Gorbachov dio an entender
que le permitiría a una contrarrevolución desde
abajo abrir la caja de Pandora. Permitió a las empresas
y a otros no sólo maximizar las ganancias para el estado,
lo cual tenía sus beneficios, y también apropiarase
indebidamente de los bienes del estado y sus ganancias al extranjero.
Durante el proceso, los gerentes rojos hicieron caso omiso a
los contratos y a las obligaciones de estado, desorganizando
la circulación de materiales intermedios entre industrias
y desencadenaron una depresión de la que la Unión
Sovietica nunca se recuperó y de la que Rusia apenas ha
salido. [p.47]
"Considerando todos los acalorados debates que luego
ocurrieron de cómo Yeltsin y su terapia de shock'
generaron saqueo en masa, hay que señalar que el pillaje
comenzó bajo Gorbachov. Fue su negligencia maligna que
transformó la retórica del Comunismo de mercado
en el pillaje de los bienes de la nación.
"La magnitud de este saqueo fue asombrosa. No sólo
llevó a la Unión Soviética a la bancarrota
y obligó al presidente ruso, Boris Yeltsin, a recurrir
a los G-7 por un préstamo de U$ 6 mil millones en ayuda
el 6 de diciembre de 1991, sino que desató una caída
en picada de la producción total que comenzó en
1990, acertadamente conocido como catastroika.
"En retrospectiva, la economía soviética
no se derrumbó porque la economía de comando liberalizada
en 1953 estaba marcada para la muerte. El sistema era ineficiente,
corrupto y reprobable en una miríada de maneras, pero
sostenible, tal como la CIA y la mayoría de sovietólogos
insistían. Fue destruída por la tolerancia y complicidad
de Gorbachov en permitir a los corsarios malversaran los ingresos
del estado, hurtaran materiales, privatizaran caprichosamente
y sacaran al exterior a sus ganancias mal adquiridas, todo lo
que desorganizó la producción". (pág.
49)
El análisis de Rosefielde y Hedlund, aunque preciso
en su análisis de las acciones de Gorbachov, es simplista.
La política de Gorbachov se puede entender sólo
dentro del marco de factores políticos y socioeconómicos
más fundamentales. Primero, y más importante, la
verdadera crisis objetiva de la economía soviética
(la cual existía y precedió por muchas décadas
al ascenso al poder de Gorbachov) se desarrolló a partir
de las contradicciones de la política nacionalista autárquica
ejercida por el régimen soviético desde que Stalin
y Bujarín introdujeran el programa del "socialismo
en un solo país" en 1924. El rápido crecimiento
y la complejidad cada vez mayor de la economía soviética
requería acceso a los recursos de la economía mundial.
Este acceso podía lograrse sólo de una o dos maneras:
por medio de la extensión de la revolución socialista
hacia los países capitalistas avanzados, o a través
de la integración contrarrevolucionaria de la URSS en las
estructuras económicas del mundo capitalista.
Para la burocracia soviética, casta social parasítica
comprometida a la defensa de sus privilegios y aterrada de la
clase trabajadora, la solución revolucionaria a las contradicciones
de la economía soviética era absolutamente inconcebible.
El único trayecto que podía se podía contemplar
era el segundo: capitulación al imperialismo. Este segundo
curso, más aún, le abriría a los sectores
dirigentes de la burocracia la posibilidad de asegurarse permanentemente
sus privilegios y expandir vastamente su riqueza. La casta privilegiada
podría convertirse en una clase dirigente. La corrupción
de Gorbachov, Yeltsin y de sus compinches no era nada más
que la manera que la burocracia utilizó para alcanzar este
resultado completamente reaccionario e inmensamente destructivo.
El 3 de octubre, 1991, menos de tres meses antes de la disolución
de la URSS, di una conferencia en Kiev en la cual impugné
el argumento ampliamente propagado por el régimen
estalinistade que la restauración del capitalismo
traería inmensos beneficios al pueblo. Declaré:
"En este país, la restauración capitalista
sólo puede tomar lugar en base de la destrucción
generalizada de las fuerzas productivas ya en existencia y de
las instituciones socioculturales que dependen de ellas. En
otras palabras, la integración de la URSS en la estructura
de la economía capitalista mundial sobre una base capitalista
no significa el lento desarrollo de una economía nacional
atrasada, sino la rápida destrucción de una que
ha sostenido condiciones de vida que fueron, por lo menos para
la clase trabajadora, mucho más parecidas a aquellas que
existían en los países avanzados que a las del
tercer mundo. Cuando se examinan las varias estratagemas
que los partidarios de la restauración capitalista han
tramado, sólo se puede concluir que son tan ignorantes
del verdadero funcionamiento de la economía capitalista
mundial como era Stalin. Ahora preparan el terreno de una tragedia
social que eclipsará a la política pragmática
y nacionalista de Stalin." . [Soviet Union at the
Crossroads ", publicada en The Fourth International
(Otoño-Invierno 1992, Volumen 19, No.1, pág.109).
Énfasis en el original].
Hace poco más 20 años s, el 4 de enero, 1992,
la Liga Obrera [organización predecesora del Partido Socialista
por la Igualdad en EE.UU.] celebró una reunión en
Detroit para considerar las implicaciones históricas, políticas
y sociales de la disolución de la URSS. Al leer de nuevo
el informe de ese congreso tantos años después,
creo que los años lo han confirmado. El documento declaraba
que la disolución de la URSS "representa la liquidación
jurídica del estado obrero y su reemplazo con regímenes
abierta e innegablemente consagrados a la destrucción de
lo que queda de la economía nacional y del sistema de planificación
que surgió de la Revolución de Octubre. El decir
que la CEI (Comunidad de Estados Independientes) o sus repúblicas
independientes siguen siendo estados obreros sería separar
completamente a esa definición del contenido concreto que
esa frase expresaba durante periodos anteriores". (David
North, The End of the USSR, Labor Publications, 1992, pág.
6).
El informe continúa:
"Un partido revolucionario debe enfrentarse a la realidad
y decir las cosas tal como son. La clase obrera soviética
ha sufrido una grave derrota. La burocracia ha devorado el estado
obrero antes de que la clase trabajadora pudiera ser capaz de
barrer con la burocracia. Este hecho, por desagradable que sea,
no refuta la perspectiva de la Cuarta Internacional. Desde cuando
esta fue fundada en 1938, nuestro movimiento ha declarado repetidamente
que si la clase trabajadora no fuese capaz de destruir a la burocracia,
entonces la Unión Soviética sufriría una
catástrofe. Trotsky no llamó a la revolución
política como una especie de respuesta exagerada a tal
o cual acto de malversación burocrática. Dijo que
una revolución política era necesaria porque sólo
de esa manera se podría defender a la Unión Soviética,
como estado obrero, contra el imperialismo". (pág.
6)
A manera de explicar por qué la clase obrera soviética
no había logrado sublevarse en oposición a la liquidación
de la Unión Soviética por la burocracia, plantee
la siguiente pregunta: ¿Cómo era posible que la
destrucción de la Unión Soviética, luego
de sobrevivir los horrores de la invasión nazi, podría
llevarse a cabo "por un miserable grupo de gangsters de poca
monta actuando en interés de la escoria de la sociedad
soviética?" Ofrecí la siguiente respuesta:
"Debemos responder a estas preguntas haciendo hincapié
en las consecuencias de las enorme destrucción de los
cuadros revolucionarios llevada a cabo en la Unión Soviética
por el régimen estalinista. Fueron liquidados casi todos
los representantes de la tradición revolucionaria que
conscientemente preparó y dirigió la revolución.
En paralelo con los líderes políticos de la revolución,
los representantes más creativos de la intelectualidad
que había florecido en los primeros años del estado
soviético también fueron aniquilados o atemorizados
para que permanecieran callados.
"Además, debemos señalar la profunda separación
la clase trabajadora y la propiedad estatal. La propiedad pertenecía
al estado, pero, como Trotsky había señalado, el
estado "pertenecía" a la burocracia. La distinción
fundamental entre la propiedad estatal y la propiedad burguesapor
muy importante que sea desde un punto de vista teóricose
volvió menos y menos relevante desde el punto de vista
práctico. Es cierto que la explotación capitalista
no existía en el sentido científico del término,
pero ello no alteraba el hecho que las condiciones cotidianas
de la vida en las fábricas, minas y otros centros de trabajo
eran tan miserables como las que podían encontrarse en
cualquier país capitalista avanzado, y, en muchos casos,
bastante peor".
"Finalmente, debemos considerar las consecuencias de
la prolongada decadencia del movimiento socialista internacional...
"Especialmente durante la década pasada, el colapso
de una resistencia efectiva de la clase trabajadora contra la
ofensiva burguesa en todas partes del mundo desmoralizó
a los trabajadores soviéticos. El capitalismo asumía
un aura de invencibilidad, aunque ésta no
era nada más que el reflejo ilusorio de la cobardía
de las burocracias obreras en todo el mundo, las cuales una y
otra vez han traicionado a los trabajadores y capitulado ante
la burguesía. Lo que los trabajadores soviéticos
sufrieron no fue la encarnizada resistencia de sectores obreros
a la ofensiva internacional del capital, sino las derrotas y
sus consecuencias". (pág. 13-14)
El informe relacionaba la destrucción de la URSS por
la burocracia gobernante a un fenómeno internacional de
mayor alcance. La destrucción de la URSS se reflejó
en los Estados Unidos en la destrucción de los sindicatos,
aún cuándo éstos no eran más que objetos
contundentes para defender a la clase trabajadora.
"En todos los rincones del mundo, inclusive en los países
avanzados, los trabajadores están descubriendo que sus
propios partidos y sus propias organizaciones sindicales participan
en la reducción y el empobrecimiento sistemáticos
de la clase trabajadora". (pág. 22)
Finalmente, el informe descarta toda noción de que la
disolución de la URSS significaba una nueva era de desarrollo
capitalista progresista.
"Millones de personas van a ver lo que el imperialismo
realmente es. La máscara democrática le será
arrancada. La mentira de que el imperialismo es compatible con
la paz va a ser desenmascarada. Los mismos factores que obligaron
a las masas a emprender la lucha revolucionaria en el pasado
volverán a existir. Los trabajadores de Rusia y Ucrania
van a recordar por qué hicieron una revolución
en primer lugar. Los trabajadores estadounidenses van a ser recordados
por qué ellos mismos en otra época participaron
en las luchas más masivas contra las grandes empresas.
Los trabajadores de Europa van a ser recordados que su continente
fue cuna del socialismo y de Karl Marx." (pág. 25).
Las secuelas de la disolución de la
URSS: 20 años de crisis económica, decadencia social
y reacción política
De acuerdo a la teoría liberal, la disolución
de la Unión Soviética debió haber producido
un nuevo florecimiento de la democracia. Por supuesto, nada por
el estilo ocurrió; ni en la ex URSS ni en los Estados Unidos.
Además, la desintegración de la Unión Soviéticala
llamada derrota del comunismono fue seguida por el resurgimiento
triunfante de sus enemigos irreconciliables en el movimiento obrero
internacional: los partidos políticos y sindicatos socialdemócratas
y reformistas. Lo contrario ocurrió. Todas estas organizaciones
atravesaron, después de la desintegración de la
URSS, una crisis devastadora y final. En los Estados Unidos, el
movimiento sindicalistacuya preocupación principal
durante toda la Guerra Fría había sido la derrota
del comunismoha fracasado. Durante las dos décadas
que siguieron al colapso de la Unión Soviética,
la AFL-CIO (American Federation of Labor -Congress of Industrial
Organization: Federación Estadounidense del Trabajo
- Congreso de Organización Industrial) perdió una
porción considerable de sus miembros y se redujo a un estado
de absoluta impotencia. Dejó de existir como organización
obrera en todo el sentido importante y social de la palabra. Al
mismo tiempo, en todas los partes del mundo, la posición
social de la clase obrera se deterioró en forma dramáticadesde
el punto de vista de su capacidad para influenciar la dirección
de la política del estado y para incrementar su porción
de la plusvalía.
Importantes conclusiones resultan de ese fenómeno. Primero,
la desintegración de la Unión Soviética no
brotó de los supuestos fracasos del marxismo y el socialismo.
Si ese hubiese sido el caso, las organizaciones obreras anti marxistas
y anti socialistas habrían prosperado en la era post-soviética.
El hecho de que estas organizaciones experimentaron fracasos vergonzosos
impulsa a uno a descubrir la característica que comparten
esas organizaciones, en cuanto al programa y a la orientación
de las denominadas organizaciones obreras, "comunistas"
y anti-comunistas por igual. ¿Qué elemento común
tiene el ADN político de todas estas organizaciones? La
respuesta es que, a pesar de sus nombres, sus alineamientos políticos
conflictivos y diferencias ideológicas superficiales, las
grandes organizaciones obreras del período posterior a
la Segunda Guerra Mundial comparten políticas esencialmente
nacionalistas. Le ataron la suerte de la clase trabajadora a uno
que otro estado nación. Esto las dejó incapaces
de responder a la creciente integración de la economía
mundial. El surgimiento de empresas transnacionales y el relacionado
fenómeno de la globalización capitalista hicieron
añicos de todas las organizaciones obreras que se basaban
en un programa nacionalista.
La segunda conclusión es que el mejoramiento de las
condiciones de la clase trabajadora internacional estaba vinculado,
en un grado u otro, a la existencia de la Unión Soviética.
A pesar de la perfidia y los crímenes de la burocracia
estalinista, la existencia de la URSS, un estado que se originó
en una revolución socialista, impuso sobre el imperialismo
estadounidense y europeo ciertas restricciones políticas
y sociales que de lo contrario hubieran sido inaceptables. El
ambiente político de las últimas dos décadas
se caracteriza por el desenfrenado militarismo imperialista, las
violaciones de la ley internacional, y el repudio de los principios
esenciales de la democracia burguesa, y es el resultado directo
de la disolución de la Unión Soviética.
La disolución de la URSS resultó ser, para todos
los que fueron sus ciudadanos, un desastre colosal. Veinte años
después de la Revolución de Octubre, a pesar de
todos los crímenes políticos del régimen
estalinista, las nuevas relaciones de propiedad establecidas después
de la Revolución de Octubre habían hecho posible
una extraordinaria transformación social en la Rusia atrasada.
Aun después de sufrir una horrorosa cantidad de pérdidas
durante los cuatro años de guerra con la Alemania nazi,
la Unión Soviética experimentó en los 20
años que siguieron a la guerra un estupendo crecimiento
en su economía, crecimiento que estuvo acompañado
por avances en la ciencia y la cultura que asombraron al mundo
entero.
Pero, ¿cuál es el veredicto de la experiencia
post-soviética del pueblo ruso? Primero y antes que nada,
la disolución de la URSS puso en marcha una catástrofe
demográfica. Diez años después de la disolución
de la Unión Soviética, la población rusa
se encogía a un ritmo anual de 750,000 personas. Entre
1983 y 2001, el número de nacimientos anuales se redujo
a la mitad. 75 por ciento de mujeres embarazadas en Rusia sufría
una especie de enfermedad que ponía en peligro a su niño
por nacer. Sólo uno de cuatro niños nacía
sano.
El estado general de la salud del pueblo ruso deterioró
dramáticamente después de la restauración
del capitalismo. Hubo un pasmoso incremento en el alcoholismo,
enfermedades al corazón, el cáncer y las enfermedades
venéreas. Todo esto ocurrió en el contexto de un
colapso catastrófico de la economía de la ex URSS
y un incremento dramático de la pobreza.
En cuanto a la democracia, el sistema post-soviético
fue consolidado sobre la base del genocidio. Por más de
70 años, la disolución de la Asamblea Constituyente
llevada a cabo por el régimen bolchevique en Enero de 1918
-un evento que no implicó la perdida de una sola vida-
fue condenada por el imperialismo con bombos y platillos como
una imborrable e imperdonable violación de principios democráticos.
Pero en Octubre de 1993, habiendo perdido una mayoría en
un parlamento electo de manera popular, el régimen de Yeltsin
ordenó el bombardeo de la Casa Blanca -la sede del parlamento
ruso- que se encontraba localizada en medio de Moscú. Estimaciones
del número de personas que murieron en el asalto militar
se elevan a 2,000. Sobre la base de esta carnicería, el
régimen de Yeltsin efectivamente se transformó en
una dictadura basada en las fuerzas militares y de seguridad.
El régimen de Putin-Medvedev continúa la misma dictadura.
El asalto la Casa Blanca fue apoyada por la administración
Clinton. A diferencia de la disolución de la Asamblea Constituyente,
el bombardeo del parlamento ruso es un evento que pasado al olvido.
¿Qué decir de la cultura en la Rusia post-soviética?
Como siempre, hay personas talentosas que hacen lo mejor que pueden
para producir trabajos serios. Pero el cuadro general es uno de
desolación. Las palabras que han emergido de la disolución
de la URSS y que definen a la cultura rusa moderna, lo que queda
de ella, son "mafia", "biznessman" y "oligarca".
Lo que ha ocurrido en Rusia es sólo una expresión
extrema de un colapso social y cultural que se puede observar
en todos los países capitalistas. ¿Puede incluso
decirse con certeza que el sistema económico diseñado
en Rusia es más corrupto del que existe en Gran Bretaña
o los Estados Unidos? Los oligarcas rusos quizás sean más
groseros y más vulgares en los métodos que emplean.
Sin embargo, cabe argumentar que sus métodos de saqueo
son menos eficientes que aquellos que son empleados por sus homólogos
en las cumbres financieras de Estados Unidos. Después de
todo, los oligarcas financieros estadounidenses, cuyas operaciones
especulativas casi causan el colapso de la economía estadounidense
y global en el otoño del 2008, fueron capaces de organizar,
en cuestión de días, la transferencia de la carga
total de sus pérdidas al público.
Es innegable que la disolución de la URSS al final de
1991, abrió enormes oportunidades para el uso del poderío
estadounidense; en los Balcanes, el Oriente Medio y Asia Central.
Sin embargo, visto en todos sus aspectos, la erupción del
militarismo estadounidense es la expresión de una tendencia
más profunda e históricamente significativa: la
disminución a largo plazo de la posición económica
del capitalismo estadounidense. La disolución de la URSS
no dio marcha atrás a esa tendencia. La historia del capitalismo
estadounidense durante las últimas dos décadas ha
sido de decadencia. Los breves episodios de crecimiento económico
han sido basados en una especulación irresponsable e insostenible.
El boom Clinton de los noventa fue intensificado por la "irracional
exuberancia" de la especulación de Wall Street, la
denominada burbuja punto.com. Los grandes iconos corporativos
de la década -del cual Enron era el símbolo más
brillante- adquirieron inmenso valor económico sobre la
base de operaciones totalmente criminales. Todo se hundió
en el 2000-2001. El posterior resurgimiento fue intensificado
por la frenética especulación en las viviendas.
Y, finalmente, ocurrió el colapso del 2008, del cual aún
no hay una recuperación.
Cuando los historiadores comiencen a recuperarse de su estupor
intelectual, relacionarán al colapso de la URSS y el declive
prolongado del capitalismo estadounidense como episodios en una
crisis global, que surge de la incapacidad de hacer progresar
las masivas fuerzas de producción desarrolladas por la
humanidad sobre la base de la propiedad privada de los medios
de producción y dentro del marco del sistema de estados
nacionales.
El Comité Internacional y la perspectiva
de la revolución socialista mundial
En períodos de reacción política, el nivel
de análisis social decae precipitosamente. Hay una renuncia
general de los principios. Los intelectuales, confundidos y desorientados
por el cambio en los vientos políticos, parecen perder
la capacidad razonamientos o racionales o sistemáticos.
Sienten un impulso irresistible de conformarse a y captar la simpatía
de la "opinión pública". Todas estas vergonzosas
tendencias son reforzadas por la constatación de que la
conformidad puede resultar ser financialmente lucrativo y que,
a la inversa, la disidencia puede tener un precio caro.
El colapso de la Unión Soviética fue seguido
por una renuncia casi universal del marxismo y de la perspectiva
del socialismo internacionalista por parte de los intelectuales
de izquierda. A la vez que éstos repudiaban sus propia
asociación con el marxismo, empezaron a menospreciar las
luchas revolucionarias del siglo veinte, que ahora consideraban
como un gran error. El profesor Eric Hobsbawm, un viejo miembro
del Partido Comunista Británico y apologista del Estalinismo,
declaró que la disolución de la URSS en 1991 había
traído al "corto" siglo veinte (el cual, aseguraba,
había comenzado en 1914) a una conclusión. Este
concepto del "corto siglo veinte" era, esencialmente,
un eco del "Fin de la Historia" de Fukuyama. Ahora que
el disturbio de las guerras y revoluciones habían llegado
a su fin, todos podían volver a convertirse en liberales
autosuficientes.
La revisión de la historia es parte de un proceso más
amplio de reacción intelectual asociado con el dominio
del posmodernismo y relacionadas escuelas del irracionalismo filosófico
anti-materialista. El desglose intelectual no expresa simplemente
la desmoralización personal a raíz de las derrotas
políticas, aunque esta desmoralización jugó
un rol concreto en la repudiación post-soviética
del marxismo por tantos académicos e intelectuales. En
un nivel más profundo, el repudio al marxismo refleja un
proceso objetivo de diferenciación social. Los estratos
sociales más afluentes de la clase media -de donde provienen
los intelectuales y para los que hablan- cada vez más se
alienan de la clase trabajadora. La ruptura de los intelectuales
con el marxismo y el socialismo refleja sus conexiones materiales
e intereses compartidos con la élite gobernante. Ése
es el fundamento esencial de la integración política
de innumerables tendencias de "izquierda", dentro de
los Estados Unidos, y en el resto del mundo, en la estructura
de la política burguesa.
El CICI crece a fuerza de luchas contra todas esas retrógradas
tendencias sociales, políticas e intelectuales. No es accidental
que el CICI haya resistido todas las tendencias a rendirse después
de la disolución de la URSS. Es el resultado de las luchas
libradas en los 10 años previos, comenzando en 1982, contra
el entreguismo político del Workers Revolutionary Party
(WRP) de Gran Bretaña. Mirando más a fondo en la
historia, la lucha contra el WRP se surgió de la lucha,
diez años antes, dentro de la Liga Obrera (la predecesora
del Partido Socialista de la Igualdad) contra el oportunismo de
Tim Wohlforth y contra el SWP (Socialist Workers Party, en español,
Partido Socialista de los Trabajadores) de Joseph Hansen. Aquella
larga historia de lucha, que renovó los vínculos
entre el CICI y su legado trotskista, le permitió al Comité
Internacional elaborar una perspectiva revolucionaria mundial
que permitió analizar correctamente las principales características
de la crisis global en desarrollo y preparar al movimiento para
los inmensos cambios puestos en marcha por la desintegración
de la URSS.
Al examinar la evolución del CICI en los últimos
20 años, se debe hacer hincapié en ciertos "momentos"
claves de su desarrollo.
(1) En Marzo de 1992, en su 12avo plenum, el CICI hizo hincapié
en el significado de una lucha específica y sumamente
consciente para reconstruir una cultura socialista internacional
dentro de la clase trabajadora. Dentro de este contexto, el CICI
desarrolló en el curso de los siguientes veinte años
una importante labor en las cuestiones de arte.
(2) En Febrero de 1993, el Comité Internacional comenzó
una estrecha colaboración intelectual con el difunto Vadim
Rogovin y lanzó una contraofensiva internacional en contra
de lo que fue identificada como "La Escuela Post-Soviética
de la falsificación histórica". La defensa
de la memoria histórica de la Revolución de Octubre
y, en particular, del rol de León Trotsky ha sido un principal
componente del trabajo del CICI en estas últimas dos décadas.
Entre 2007 y 2010, el CICI publicó refutaciones detalladas
y desenmascaramientos de los ataques a Trotsky por los historiadores
reaccionarios Ian Thatcher, Geoffrey Swain y Robert Service.
Estos escritos fueron publicados bajo el título de "En
defensa de León Trotsky".
(3) En Junio de 1995, la Liga Obrera comenzó su transformación
en el Partido Socialista de la Igualdad, un proceso político
que contó con la aprobación de y que fue adoptado
por todas las secciones del CICI.
(4) En Febrero de 1997, comenzó el trabajo para establecer
la World Socialist Web Site, que se inauguró oficialmente
en Febrero de 1998.
(5) En Marzo del 2003, se realizó la primera conferencia
nacional pública del Partido Socialista de la Igualdad
y el World Socialist Web Site, acontecimiento que marcó
el comienzo de un crecimiento considerable del Partido Socialista
de la Igualdad.
(6) Durante los años que siguieron, con el crecimiento
del PSI, el partido desarrollo su ofensiva contra las bases filosóficas
reaccionarias del radicalismo pequeño-burgués.
De particular importancia en este aspecto fue la publicación
de "Marxism, History and Socialist Consciousness".
(7) En Agosto del 2009, el Partido Socialista de la Igualdad
en los Estados Unidos celebró su congreso de fundación,
en el cual adoptó "Las Bases históricas e
internacionales del Partido Socialista por la Igualdad".
En los próximos tres años, las secciones del CICI
en Australia, Alemania, Gran Bretaña y Sri Lanka también
celebraron sus congresos de fundación.
(8) Dos años después, en Agosto del 2010, en
su primer congreso bianual nacional el PSI adoptó un programa
político en el que se basarían sus luchas dentro
de la clase obrera.
Hay un pasaje memorable de "Macbeth", el cual es
citado por el difunto Leopold Haimson en la introducción
a su importante trabajo histórico "Los marxistas rusos
y los orígenes del bolchevismo": "Si podéis
penetrar las semillas del tiempo y decir cual crecerá y
cual no.
Las semillas plantadas por la Liga Obrera y el CICI hace muchos
años han crecido, nutridas por las cuatro décadas
pasadas de intenso trabajo teórico, político y práctico.
Una verdadera tendencia trotskista internacional, que ahora emerge
de estas semillas, abarca toda continuidad histórica del
marxismo.
La tarea que confrontamos en el 2012 es la de intervenir en
las luchas sociales que se expanden y reclutar las mejores fuerzas
entre los trabajadores y jóvenes para la lucha por el socialismo.
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