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Candidatos presidenciales de México no ofrecen ninguna respuesta a la crisis social

Por Rafael Azul
28 Junio 2012

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Queda menos de una semana para que las elecciones en México el 1 de Julio decidan qué candidato presidencial gobernará durante los próximos seis años y qué partido o partidos controlarán el congreso mexicano y los varios gobiernos estatales.

Las cosas se están volviendo peor para la clase trabajadora con cada día que pasa y los cuatro campañas políticas burguesas son incapaces de ofrecer soluciones serias a los arrolladores temas sociales que dominan la vida política mexicana: la corrupción; la guerra contra las drogas; la crisis de empleo y estándares de vida; y la malnutrición y hambruna en el norte.

Ninguno de los candidatos representa o ni siquiera hace un llamado a la clase trabajadora mexicana, una fuerza social cada vez más poderosa. Por ejemplo, México es ahora el quinto exportador de automóviles más grande del mundo.

Los dos candidatos favoritos son Enrique Peña Nieto, del Partido Revolucionario Institucional (PRI), el ex gobernador del estado de México, y Andrés Manuel López Obrador, del Partido de la Revolución Democrática (PRD), el ex alcalde de la Ciudad de México.

También entre los candidatos están Josefina Vásquez Mota del gobernante Partido de Acción Nacional (PAN) y Gabriel Quadri, del Partido de la Nueva Alianza (PANAL), el cual representa a Elba Esther Gordillo, la líder corrupta y oportunista del SNTE, el principal sindicato de profesores públicos.

Peña Nieto, descendiente de previos gobernadores, asegura ser el "nuevo rostro" del PRI -el partido que por largo tiempo dominó al país y que fue sacado de la presidencia el año 2000. Este candidato ha mantenido una ventaja en las encuestas de opinión que si bien es considerable se ha venido reduciendo. Posee además un abrumador apoyo de parte de los medios y del aparato del PRI, que aún controla a 20 de los 31 estados de México, y la mayoría de municipalidades.

El gobierno de Obama ya ha señalado sentirse cómodo con una victoria de Peña Nieto. Por ejemplo, un oficial le dijo al New York Times de que las ocasionales quejas nacionalistas por parte del candidato del PRI sobre el excesivo involucramiento de EE.UU. en la guerra contra las drogas no son más que "citas jugosas que está usando con obvios propósitos políticos". En encuentros privados con Peña Nieto, "lo que entendemos básicamente es que él aprecia y entiende por completo que si gana, va a seguir trabajando con nosotros".

En cuanto a López Obrador -que realizó una campaña populista para la presidencia en el 2006, sólo para ver la elección robada por un estrecho margen por Felipe Calderón del PAN- éste se ha desplazado notablemente hacia la derecha en el 2012. Ha abandonado muchas de sus promesas de expandir los beneficios sociales para los pobres y ha buscado audiencias empresariales para reasegurar a la clase capitalista de que no representa ninguna amenaza a sus ganancias, todo mientras declara que su campaña está basada en el "amor", es decir: en la reconciliación de las masas explotadas de trabajadores y campesinos de México con sus explotadores imperialistas.

La campaña del PRI parece haber sobrevivido al impacto de una revelación periodística hecha por el Guardian entre una relación corrupta entre el gigante televisivo Televisa y Peña Nieto (y con el PRI en total). El diario británico basó su informe en parte en documentos publicados por Wikileaks, en los cuales diplomáticos estadounidenses dieron la alarma de que Peña Nieto ha estado pagando a Televisa -con fondos públicos- por una favorable cobertura televisiva disfrazada de noticias.

Uno de los cables diplomáticos dice: "es ampliamente aceptado, por ejemplo, que el monopolio televisivo Televisa respalde al gobernador y le provea de una extraordinaria cantidad de tiempo al aire y otros tipos de cobertura". Peña Nieto puede que también haya pagado a encuestadoras para alterar los sondeos.

Las revelaciones confirman a muchos mexicanos lo que ya había sido reportado antes por revistas como Proceso, el semanario de Ciudad de México. En un debate, Peña Nieto no negó los cargos. Simplemente acusó al candidato del PRD de haber hecho similares maniobras durante su tiempo como alcalde en Ciudad de México.

Televisa es la más grande compañía de televisión en el mundo de habla hispana. Ha tenido lazos cercanos con el PRI por 30 años. El rol de Televisa en esta campaña se evidenció de una sucia manera el 11 de Mayo cuando furiosos estudiantes expulsaron a Peña Nieto y a su campaña de la Universidad Iberoamericana en Ciudad de México por la represión del candidato de los aldeanos de Atenco en el 2006.

Junto con TV Azteca, Televisa presentó al incidente como una sucia maniobra política por parte del PRD, esta alegó que las personas presentes no eran estudiantes sino operadores pagados de la campaña de López Obrador. En respuesta, 131 jóvenes postearon sus identificadores estudiantiles en YouTube y declararon que habían participado en la protesta contra Peña Nieto, desatando una campaña de solidaridad en Internet: #YoSoy132.

Las dos compañías mediáticas combinadas controlan alrededor del 95 por ciento de los canales de televisión libres en el país, de los cuales millones de mexicanos derivan sus noticias y entretenimiento.

La alianza Televisa/TV Azteca con el PRI desató protestas masivas en Ciudad de México el 23 de Mayo, más de 20,000 estudiantes y trabajadores marcharon y se concentraron, exigieron una televisión democrática y advirtieron que Nieto sería impuesto al pueblo de México por los medios de comunicación.

La corrupción - amiguismo, nepotismo, fraude, sobornos - que #YoSoy132 asocia con el PRI y Peña Nieto es endémico a la sociedad mexicana. Es más, no importa donde sea, es imposible limpiar al capitalismo de la corrupción; gane quién gane ninguno de estos políticos burgueses favorece la disolución ni de Televisa, o TV Azteca, ni de ningún otro monopolio u oligopolio, esto en una nación semicolonial dominada en gran parte por un puñado de multimillonarios, grandes bancos y corporaciones transnacionales. Cuando se preguntó a López Obrador lo de Televisa, éste contestó: "No va a requerirse que muera ninguna empresa."

En el mejor de los casos, Peña Nieto, López Obrador y Vásquez Mota están a favor de algún tipo de regulación para estas compañías, en el nombre de la transparencia, para lo cual requerirán que los multimillonarios dueños den su aprobación.

La guerra contra las drogas ha dejado unas 50,000 personas muertas desde que el presidente Calderón movilizase al ejército contra los carteles de drogas que operan en México. La guerra ha militarizado y brutalizado a gran parte de la sociedad mexicana, y ha profundizado los lazos entre la policía y ejército mexicano con sus contrapartes estadounidenses.

Al mismo tiempo, grandes números de oficiales militares han sido acusados de conexiones con los varios carteles de tráfico de drogas, incluido 12 generales: más recientemente Tomás Ángeles Dauahare, Roberto Dawe y Ricardo Escorcia, quiénes en Mayo fueron acusados de trabajar para el Cartel Beltrán Leyva, o Cartel del Golfo. Ellos ahora se encuentran bajo arresto en espera de ser instruidos de cargos.

Comentando sobre los arrestos, López Obrador del PRD culpó al gobierno de Calderón por haber manchado la imagen del ejército al exponerlo a las acusaciones de los carteles y los abusos de derechos humanos. Para él la corrupción meramente es una consecuencia de la guerra contra las drogas y no parte del rol represivo del ejército como institución. Como alternativa, propuso la creación de una fuerza policial nacional que gradualmente sustituya al ejército en la lucha contra los carteles.

Peña Nieto, que favorece crear una policía paramilitar de 40,000 miembros controlados por el gobierno federal para proseguir la guerra contra los sindicatos de drogas, suena esencialmente como un eco de lo que dice López Obrador en este tema.

Mientras la brecha entre ricos y pobres se agranda a través de la nación, los salarios reales para los trabajadores mexicanos se han estancado. La campaña de López Obrador estima que unos 6,000 empleos desaparecen cada día a través del país.

Mientras que los dos principales candidatos hacen un llamado por más trabajos en el sector formal e ingresos más altos para los trabajadores urbanos, sus propuestas carecen de detalles, excepto los del viejo lema neo-liberal de "levantar la productividad" protegiendo las ganancias y a través de la denominada flexibilidad en los mercados laborales, que significa hacer más fácil el despido de los trabajadores.

Cuando se dirigía a los maestros de la ciudad de Oaxaca, quienes han estado en una lucha casi continua por más empleos, y mejores salarios y condiciones de trabajo desde mayo del 2006, el candidato del PRD les sugirió a los educadores que trabajen más duro: "no va a haber maestros en las comunidades nada más de martes a jueves, va a haber de lunes a viernes", declaró López Obrador.

Otro tema en la elección mexicana es la hambruna en el norte. Las figuras más recientes en la devastadora crisis alimentaria muestra un incremento del 400 por ciento en malnutrición desde que la crisis comenzó el año pasado. En el estado más golpeado de Durango, más de 80,000 hogares en 1,250 villas, unas 250,000 personas, se encuentran en varios estados de hambruna, que van desde moderado a severo.

A pesar de los esfuerzos públicos y privados en ayuda alimenticia, no le está llegando suficiente comida a esas comunidades. Más aún, esta crisis está teniendo un serio impacto en los migrantes -impulsados por una peor crisis económica en Centro América- que viajan a la frontera EE.UU.-México. Este tema ha sido ignorado por las campañas presidenciales.

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