Los sindicatos, la pseudo-izquierda y la masacre en Sudáfrica
Por Joseph Kishore
31 Agosto 2012
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Publicado en inglés el 24 de Agosto del 2012
La masacre de 34 trabajadores en huelga en Marikana, Sudáfrica,
en una mina propiedad de la empresa Lonmin, ha puesto en evidencia
el rol de los sindicatos oficiales de esa nación y del
mundo entero, en respuesta al agravamiento de la lucha de clases.
Un río de sangre ahora separa a los mineros del Sindicato
Nacional de Trabajadores Mineros (National Union of Mineworkers,
SNTM), el componente central del Congreso de Sindicatos Sudafricanos
(Congress of South African Trade Unions), aliado íntimo
del partido gobernante: el Congreso Nacional Africano (National
African Congress). Es evidente, luego de estos sucesos, que el
SNTM es una herramienta de represión y asesinato.
La erupción del enojo obrero contra los propietarios
de la gigantesca mina coloca a los trabajadores en un conflicto
directo con las organizaciones que supuestamente los representan.
Después de la masacre, el secretario general del SNTM Frans
Baleni exigió que todos los trabajadores regresaran a su
trabajo y dejaran que la policía reprima a los culpables
de la violencia y de los asesinatos, quienes, según el
SNTM, vienen a ser los mismos trabajadores.
El conflicto entre la clase trabajadora y el SNTM no está
limitado a Marikana. En el sitio Web de la industria minera, mineweb.com,
aparecieron hace poco estas palabras: "Lo que realmente preocupa
es que los mineros estén pasando por alto al SNTM, lo que
sugiere una falta total de confianza en ese tradicional sindicato
minero. El SNTM es visto como un servidor del gobernante partido
político del Congreso Nacional Africano, esto es, como
parte del nuevo establishment Sudafricano".
Es internacional esta colaboración que junta a los sindicatos
con las empresas y el gobierno. También es internacional
la rebelión creciente de trabajadores contra estas instituciones
derechistas y procapitalistas, como tajante respuesta a las medidas
de contra-revolución social de la clase gobernante.
En Europa, siempre y cuando las luchas se han escapado de los
límites que los sindicatos imponen, estos han colaborado
con el gobierno para reprimirlas. Durante la huelga de los controladores
aéreos españoles en el 2010, el gobierno consiguió
que tanto los sindicatos como los aliados políticos de
éstos, apoyaran su empeño en derrotar esa huelga.
En los Estados Unidos, una serie de luchas importantes han
hecho erupción en los dos últimos años en
contra de la AFL-CIO (American Federation of Labor-Congress of
Industrial Organizations, la más grande federación
gremial de ese país), dado que los obreros proponen luchar
contra los ataques capitalistas contra empleos, sueldos y beneficios,
un asalto coordinado y organizado hoy en día por el gobierno
del presidente Obama.
En el año 2010, los trabajadores en Indianápolis,
Indiana abrumadoramente rechazaron un recorte salarial de 50 por
ciento favorecido por el sindicato automotriz (UAW); en esa ocasión
expulsaron a los ejecutivos sindicales de su junta gremial. Una
sección de los trabajadores formó un comité
de base independiente para organizar una lucha para defender empleos
y sueldos. Pocos meses antes, unos trabajadores automotrices se
planteaban casi violentamente contra los oficiales del UAW que
estaban a favor del cierre de la planta NUMMI en Fremont, California.
Tan sólo hace una semana, los trabajadores en la planta
Chrysler Dundee Engine en Michigan, enojados por ser forzados
a trabajar horas extras y por la imposición de dos escalafones
de sueldos votaron abrumadoramente contra un contrato local, cosa
que sorprendió y fastidió a la patronal y al UAW.
No bien se escapan las luchas del control gremial -como en la
huelga de los trabajadores de Caterpillar en Joliet, Illinois-
los trabajadores rápidamente descubren que los sindicatos
maniobran para aislarlos y derrotarlos.
Estos acontecimientos afirman de manera poderosa el análisis
del Comité Internacional de la Cuarta Internacional sobre
la naturaleza de los sindicatos. En 1993, la Liga Obrera (Workers
League) norteamericana, predecesora del Partido Socialista de
la Igualdad, explicaba que la degeneración gremial tenía
raíces en una perspectiva nacionalista y procapitalista,
hecha inútil por la globalización de la producción
y el colapso del orden social de la posguerra: "El papel
que juegan esos aparatos burocráticos en cada país
ha pasado del de presionar a los patrones y al estado por obtener
concesiones para los trabajadores, al de presionar a los trabajadores
por concesiones a los patrones con el propósito de atraer
capitales".
En Marikana, los sindicatos han cruzado otra línea;
pasan de presionar a los trabajadores a su abierta y violenta
represión. Cuando la circunstancias lo requieran, estas
organizaciones harán lo mismo en Europa, los Estados Unidos
y en todas las otras partes del mundo.
Los esfuerzos de los trabajadores para salirse de esas instituciones
indignan tanto a la patronal como a las organizaciones de clase
media que simulan ser "izquierdistas" o peor aun socialistas.
Es típico un artículo sobre la masacre de Sudáfrica
publicado el 21 de Agosto-después de cuatro días
de silencio-por la Organización Socialista Internacional
(International Socialist Organization, OSI) en los EE.UU. Después
de fingir cínicamente solidaridad con los trabajadores
y criticar al SNTM, el OSI deja claro que se opone inflexiblemente
a cualquier intento de romper el agarre de esta institución.
El OSI incluso critica al sindicato rival del SNTM, la más
militante Asociación Sindical de Trabajadores Mineros y
de Construcción (Association of Mineworkers and Construction
Union, ASTMC).
"Sin lugar a dudas, los jefes mineros se alegran de ver
la discordia cada vez más intensa entre las diferentes
alas del movimiento obrero de Sudáfrica", apunta el
OSI: "Y por momentos los líderes del ASTMC han sido
obligados a emprender maniobras que agravan las divisiones que
los patrones mineros más desean fomentar".
En realidad, las compañías mineras no se "alegran"
por la "discordia cada vez más intensa" entre
estos dos sindicatos. Lo que las tiene desesperadamente aterradas
es que sus aliados del SNTM puedan perder el control. El ISO deja
bien claro que está resuelto a prevenir "divisiones"-en
otras palabras: prevenir que la clase obrera se oponga al SNTM.
El OSI reimprimió un artículo-del periódico
Sudafricano Amandla!-de censura al ASTMC por avanzar "demandas
poco realistas" y "por no condenar la violencia de sus
miembros". Es como si los trabajadores mismos fuesen los
culpables por las muertes por atreverse a desear un salario decente.
Amandla!, alineada estrechamente con el Frente de Izquierdas
Democráticas (Democratic Left Front) de Sudáfrica,
escribe en otra parte que "el papel de los sindicatos, acabadas
las negociaciones salariales, consiste en transmitir decisiones
al resto de los obreros". Supuestamente éstos aceptarían
las "transmisiónes" sin queja alguna.
El OSI y sus copensadores internacionales son portavoces de
sectores reaccionarios, despreocupados y privilegiados de la clase
media alta. Para éstos, los sindicatos son vistos tanto
una fuente de carreras lucrativas como un mecanismo para mantener
control político y orgánico sobre la clase trabajadora
y prevenir una lucha consecuente contra el capitalismo.
Sin embargo, cualesquiera sean las esperanzas de los ejecutivos
sindicales y de sus aliados, la crisis objetiva ahora coloca a
millones de personas sobre un sendero diferente: el de la formación
de nuevas organizaciones de lucha y hacia el socialismo. Los sangrientos
eventos en Sudáfrica exponen la raya de división
de clases; deben transformarse en una experiencia estratégica
para la clase trabajadora internacional.
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