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Una nueva etapa en la crisis del euro
Por Peter Schwarz
27 Agosto 2012
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Publicado en inglés el 26 de julio 2012
Al leer los últimos titulares sobre la crisis del euro
al lector le da una sensación de déjà
vu. Al igual que el verano pasado, las agencias internacionales
de calificación de crédito-Moody's, S&P,y Fitch-hacen
negativas sus evaluaciones, las tasas de interés de los
bonos gubernamentales se elevan a cumbres cada vez más
altas y los gobiernos anuncian nuevas medidas de austeridad. Sólo
que esta vez España reemplaza a Grecia -cuya economía
es tan sólo la quinta parte de la española- como
nuevo punto focal de la crisis.
A pesar de los miles de millones en rescates financieros y de
los billones inyectados por el Banco Central Europeo, y de ronda
tras ronda de medidas de austeridad, el euro se encuentra más
cerca que nunca al borde del precipicio. "Creemos que Europa
camina como sonámbula hacia un desastre de proporciones
incalculables", advirtieron17 destacados economistas europeos
en un informe publicado el 24 de julio.
Sería ingenuo atribuirle el estado cada vez peor de la
crisis a una respuesta puramente técnica por parte de los
mercados a la creciente deuda pública de los países
europeos del sur. Inclusive el editorial del Financial Times
del miércoles 25 de julio reconoció que la deuda
pública española está "muy por debajo
del promedio de la zona euro", y de que "no hay razones
económicas subyacentes para cambiar la opinión que
de España se tenía hace una semana". No obstante,
las tasas de interés a los bonos españoles de diez
años ya exceden el nivel crítico del 7 por ciento.
Agazapados detrás del ataque al euro yacen intereses fundamentales
de clase. La oligarquía financiera internacional que domina
los mercados financieros y las bolsas de valores no descansará
hasta que sean escombros todos los logros sociales ganados por
la clase trabajadora europea después de la Segunda Guerra.
En sus ojos, los convenios colectivos que fijan sueldos y derechos
obreros son restricciones ilegítimas sobre su riqueza,
así como lo es el gasto gubernamental para la educación,
la salud, las pensiones, los servicios públicos y la infraestructura.
Un patrón definido ha sido establecido. Primero las agencias
internacionales de calificación degradan la solvencia de
un país; le sale más caro a algún gobierno
obtener crédito. El país cae en una trampa de deuda
y apela a la Unión Europea (UE) y al Fondo Monetario Internacional
(FMI). Estas instituciones, dominadas por los principales bancos
internacionales, garantizan los préstamos de los acreedores
y decretan drásticas medidas de austeridad. El país
cae en una recesión; sigue subiendo la deuda fiscal, cosa
que crea mayores demandas de austeridad y se profundiza la recesión
aun más. Ese vicioso círculo continúa hasta
que se destruyen todas las conquistas sociales y la clase trabajadora
acaba en ruinas.
El World Socialist Web Site ha advertido en varias ocasiones
que lo que ocurría en Grecia marcaba el futuro europeo.
Ahora le toca a España.
Los mercados financieros no descansarán hasta que el estándar
de vida de la clase trabajadora por toda Europa haya caído
al mismo nivel que de la China u otros países de bajos
sueldos. Esta semana la agencia internacional de calificaciones
de crédito Moody's cambió de estable a negativo
su pronóstico para la deuda de Alemania, de Holanda, de
Luxemburgo y del fondo de rescate europeo (Centro de Estabilidad
Financiera Europea-CEFE), lo que recalca que ninguna nación
europea se salvará de esa coreografía; los ataques
a la clase trabajadora no se detendrán detrás de
las fronteras de España o de Italia.
El que los bancos y fondos de inversión estén elevando
las tasas de interés de los bonos fiscales españoles
es una señal de su preocupación acerca de la enorme
oposición popular de la clase obrera española a
la última ronda de recortes del gobierno de Rajoy. El sábado
20 de julio, millones de personas en 80 ciudades marcharon para
protestar contra el incremento en el impuesto de valor adquirido
(IVA) y contra los recortes de presupuesto y empleos en el sector
público. La clase trabajadora española ha dejado
en claro que no está dispuesta a retornar a las décadas
de pobreza y opresión que fueron consecuencia del triunfo
fascista en la Guerra Civil Española (1936-39).
Para que esta resistencia triunfe, los trabajadores de España
y de toda Europa deben aprender las lecciones griegas. En ese
país también, millones lucharon contra los dictados
de austeridad de la UE, del FMI y de su propio gobierno. Las huelgas
generales y las protestas en masa paralizaron al país una
y otra vez sin servir para nada.
Durante los últimos dos años, el estándar
de vida de la población griega ha caído en un 50
por ciento. El desempleo ha alcanzado niveles récord, la
pobreza y el número de personas sin hogar ha estallado.
La situación social es catastrófica. El partido
de derecha Nueva Democracia, el mismo que fue sacado del poder
en el otoño del 2009, ha vuelto al mando. Hoy en día
la bancarrota estatal ocurre bajo condiciones de un gobierno de
coalición de "unidad nacional" dirigido por la
burguesía de derecha.
¿Cómo ha podido ocurrir esto?
La responsabilidad yace primero y ante todo con el partido socialdemócrata
PASOK que, después de su triunfo electoral hace tres años
prometiendo reformas sociales, impuso sin piedad alguna las medidas
de austeridad dictadas por la troika: la Comisión Europea,
el Fondo Monetario Internacional y el Banco Central Europeo. En
esto, PASOK dependió de sus cómplices en el aparato
sindical para contener y disipar la resistencia de la clase trabajadora
y proteger al gobierno, restringiendo la oposición de los
trabajadores a huelgas de un sólo día y a protestas
impotentes. Siempre cuando una huelga de los trabajadores amenazaba
con escaparse del control de los oficiales sindicales y movilizar
a otros sectores de la clase obrera, los sindicatos se empeñaban
en aislarla, asfixiarla, y a no hacer nada ante la maniobras del
estado para aplastarla.
Los sindicatos a su vez se apoyan en una alianza con la Coalición
de la Izquierda Radical (SYRIZA), y también en sus numerosos
defensores pseudo-izquierdistas. Estos últimos insisten
en la subordinación de los obreros a la maquinaria sindical,
cuya traición encubren.
SYRIZA ha pregonado por doquier su rechazo a las medidas de austeridad
del gobierno. De esa manera ha logrado convertirse en el segundo
partido más fuerte del país en las recientes elecciones.
Al mismo tiempo, les ha dejado en claro a los lords de las finanzas
que mantendrá a Grecia en la zona euro y garantizará
el pago de las deudas griegas. SYRIZA se opone rotundamente a
que Grecia se separe de la Unión Europea.
En verdad, SYRIZA defiende los intereses políticos de la
burguesía griega. Sus diferencias con PASOK y Nueva Democracia
son puramente tácticas; se basa en las secciones privilegiadas
de la clase media que, aunque sientan la amenaza de las medidas
de austeridad exigidas por la UE, se ven aún más
intimidadas por la resistencia de la clase trabajadora. En la
defensa de sus privilegios económicos, estos estratos sociales
ofrecen sus servicios a la burguesía. Socavan y suprimen
la oposición de la clase trabajadora, con la esperanza
de negociar un mejor trato para ellos mismos. La línea
de SYRIZA, en pocas palabras, es oponerse a la revolución
social y defender el capitalismo en Grecia y Europa.
La lección griega es que clase trabajadora sólo
puede asegurar sus derechos y defender pasadas conquistas sociales
rompiendo con los sindicatos y las organizaciones de pseudo-izquierda
como SYRIZA. Debe luchar por un programa socialista e internacionalista,
y construir una nueva dirección revolucionaria.
La Unión European es el principal mecanismo de subyugación
de Europa a las exigencias de los mercados financieros. Es imposible
combatir las medidas de austeridad de la UE y a la misma vez defenderla
y al capitalismo también. Hay que movilizar toda la clase
trabajadora europea para acabar con esta unión, la confabulación
de los banqueros y de sus integrantes gobiernos capitalistas,
y establecer los Estados Unidos Socialistas de Europa.
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