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El asesinato de Trevyon Martin

Por Patrick Martin
02 Abril 2012

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Este artículo apareció por primera vez en nuestra sitio en su ingles original el 26 de marzo, 2012

La matanza a tiros de Trayvon Martin, gratuita y sin provocación, ha desencadenado una ola de manifestaciones y demandas que exigen el arresto y juicio del asesino. Martin fue el joven negro de 17 años de edad acribillado a balazos hace un mes en Sanford, estado de la Florida. El asesino era voluntario de un grupo que vigila ese barrio exclusivo.

Evidentemente, el asesino, George Zimmerman, es un individuo con problemas psicológicos. Hijo de un militar veterano, aspiraba a ingresar al cuerpo de la policía. Más bien no pudo y reemplazó sus sueños organizando el grupo de vigilancia. Llevaba consigo una pistola-en infracción de las reglas del grupo mismo-y persiguió y enfrentó a Martin a pesar de que un despachador policiaco del 911 le había dicho que desistiera de semejante acción.

Las copias taquigráficas del 911 claramente muestran que Zimmerman puso a Martin en sus miras debido a la edad y raza de éste. Conversaciones por un teléfono celular entre Trayvon y su novia de dieciséis años en Miami muestran que, lejos de buscar pleito, el joven se había dado cuenta de que era seguido y trató de escapar lo más rápido posible sin correr, pues no quería llamar la atención.

Hubo manifestaciones por todo el país este último fin de semana, inclusive servicios dominicales en la ciudad de Nueva York en que integrantes del público asistente vistieron "hoodies"- sudaderas con capucha- para mostrar su solidaridad con el joven asesinado. Miembros del equipo de baloncesto profesional, Miami Heat, también vistieron hoodies. La semana pasada, decenas de miles marcharon en Sanford y miles más se reunieron en ciudades a través de todo el país.

Esta reacción popular es auténtica, de emociones profundas. Muestra la compasión instintiva que amplios sectores de la juventud y la clase trabajadora de todas las razas y diferentes grupos étnicos sienten por el joven asesinado y su familia. Millones se han indignado porque la policía de Sanford y los procuradores rehúsan arrestar al pistolero o presentar cargos contra él.

Existe otro proceso opuesto que acompaña esta avalancha de indignación pública: la condena de la matanza por los políticos Demócratas y Republicanos con el Presidente Barack Obama a la cabeza; condena bien calculada desde el punto de vista político.

El viernes, en una declaración minuciosamente organizada, Obama se aprovechó de un evento sin relación alguna-el anuncio de la persona nominada para dirigir al Banco Mundial -para expresar compasión por los padres de Trayvon Martin y abogar por una investigación completa por el Departamento de Justicia; investigación que ya había comenzado varios días antes.

Los tres candidatos principales que todavía quedan en la carrera electoral para obtener la nominación del Partido Republicano a la presidencia-Mitt Romney, Rick Santorim y Newt Gingrich-emitieron sus propias declaraciones, haciéndole eco a la de Obama. Santorum y Gingrich fueron más lejos que Obama al criticar a las autoridades locales por no arrestar y encausar a Zimmerman.

La hipocresía de estos comentarios es verdaderamente sorprendente. No hubo ninguna investigación por el Departamento de Justicia, y ninguno de los candidatos presidenciales se presentó en el Jardin de Rosas de la Casa Blanca cuando el mes pasado policías de Nueva York acribillaron a balazos a Ramarley Graham, joven negro de 18 años en su propia cocina; Graham no llevaba armas.

Actos bestiales como éste suceden a diario en Estados Unidos. La semana pasada, el alcalde de Albuquerque, en el estado de Nuevo México, públicamente lanzó un llamado para que se le pusiera fin a la práctica de la Asociación de Oficiales de la Policía de pagar una gratificación de hasta $500 a todo agente de la policía que participara en un tiroteo con consecuencias mortales. Los críticos han dicho que esta práctica equivale a ofrecer recompensas por las cabezas de la juventud obrera y minoritaria, quienes son víctimas desmesuradas de la violencia y los abusos policiales.

Hasta los casos más flagrantes de violencia policial resultan en amonestaciones menores. La semana pasada, el Departamento de Policía de Nueva York [NYPD] por fin despidió a uno de los policías que había participado en la matanza de Sean Bell, joven trabajador negro acribillado por más de 50 balas cuando salía de un club nocturno. Había ido ahí para celebrar la víspera de su boda. Ninguno de los policías que participó en esta ejecución ha pasado un solo día en la cárcel.

El asesinato de Trayvon Martin es consecuencia de la política reaccionaria que ha dominado a los Estados Unidos por más de treinta años. La demagogia basada en la ley y la orden [la disciplina social] se ha usado para justificar la violencia policiaca o de los patrulleros que toman la ley en sus manos, lo que ha culminado en la adopción de proyectos legislativos, tales como la infame ley del estado de la Florida, "Resistamos" ["Stand Your Ground"], y otras leyes semejantes en casi otros veinte estados. Estas leyes autorizan a individuos que "razonablemente temen" que un asaltante les pueda perjudicar gravemente a ellos o a otras personas el uso de fuerza mortífera en lugares públicos. Según un estudio, los "homicidios justificados" han triplicado en la Florida desde que se adoptara la ley en 2005.

El incidente es en sí mismo consecuencia de la crisis social que se ahonda. La tasa de desempleo en todo el estado de la Florida casi llega al 10%, y las condiciones de vida en Sanford, pueblo al borde de la zona metropolitana de la ciudad de Orlando, se han deteriorado gravemente en años recientes. De acuerdo a informes de la prensa, la comunidad cerrada donde viven Zimmerman y el padre de Trayvon Martin no es un enclave de ricos, sino un sector de ingresos medianos en que las ejecuciones hipotecarias aumentan e inquilinos reemplazan a los dueños de casas incapaces de pagar sus hipotecas.

Que la tragedia de Sanford retumba entre amplias capas de la clase trabajadora y juventud se debe en gran parte a las condiciones sociales y políticas que han cambiado en Estados Unidos y a nivel internacional. Millones han perdido sus empleos y sufrido la reducción brutal de sus niveles de vida a causa de la crisis y la recesión económica internacional. A la misma vez, las reducciones presupuestales han devastado la educación pública y otros servicios sociales esenciales. La juventud no tiene futuro. Se enfrenta a toda una vida de salarios bajos y empleos que no ofrecen seguridad, o se ven obligados a ingresar a las fuerzas armadas para ser enviados a luchar en un sin fin de guerras de y ocupaciones coloniales estadounidenses.

Obama y sus rivales Republicanos, que compiten para convertirse en comandantes en jefe de la aristocracia bancaria de Estados Unidos, se muestran compasivos por la muerte de Trayvon Martin porque la clase gobernante en general detecta las vibraciones que vienen de abajo y teme las consecuencias.

Es necesario que el pueblo trabajador y la juventud aprendan las lecciones políticas de estos acontecimientos. Deben evitar la trampa que les tiende la política basada en la identidad racial y las invocaciones al Partido Demócrata que charlatanes envejecidos, tales como Al Sharpton y Jesse Jackson, fomentan. Es esencial que la clase trabajadora establezca un movimiento socialista de masas en oposición al sistema de ganancias privadas y a la maquinaria del estado que usa la violencia y la represión para defender las fortunas de los súper ricos.

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