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La clase trabajadora de Estados Unidos y las elecciones presidenciales del 2012

Por Patrick Martin
23 Abril 2012

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Este artículo fue publicado en su inglés original el 16 de abril, 2012.

La competencia para la nominación del candidato Republicano a la presidencia ha llegado efectivamente a su conclusión, y parece que las elecciones presidenciales del 2012 serán entre el Demócrata en el poder, Barack Obama, y el gobernador Republicano del estado de Massachusetts, Mitt Romney.

Al pueblo trabajador se le ha presentado una alternativa que consiste de dos políticos multimillonarios reaccionarios. Uno de los candidatos, Romney, es un ex banquero de inversión cuya fortuna llega al cuarto billón de dólares. El otro, Obama, es un experimentado defensor de la aristocracia financiera.

No importa cuáles sean las diferencias políticas entre Romney y Obama, éstas están limitadas a material de segunda importancia. Los Republicanos y los Demócratas están de acuerdo acerca de los temas verdaderamente importantes: la continuación e intensificación de guerras imperialistas; la defensa de las ganancias privadas de los bancos y empresas gigantes a costillas de la clase trabajadora; y la expansión estructural de un estado policial en nombre de la guerra de duración indefinida "contra el terrorismo".

Los resultados de las urnas el 6 de noviembre no serán determinados por los deseos del pueblo de Estados Unidos, sino por la decisión de la clase gobernante en seguir confiando que el gobierno de Obama va a continuar defendiendo sus intereses o instalar una nuevo gobierno que introduzca ciertos cambios tácticos en su política. Los sentimientos y opiniones del pueblo apenan tendrán que ver con el proceso bajo circunstancias en que encuestas muestran que la mayoría de la población ven a Obama y a Romney con hostilidad.

Las elecciones presidenciales de Estados Unidos por mucho tiempo han sido dominadas por el engaño político y la manipulación que emplean los medios de prensa. La clase financiera controla a los dos partidos y se basa en los métodos más sucios de la mercadotécnica empresarial para promover a sus candidatos. Toda la corrupción de esta estructura tiene su propósito: crear la ilusión de que hay una alternativa política a la vez que ofrece alternativas aceptables a, y aprobadas por, la oligarquía empresarial.

La elecciones están completamente dominadas por el gran capital; que desvergonzada y abiertamente se usa para comprar candidatos y e influencia política. No hay nada verdaderamente democrático en todo el proceso electoral.

Obama fue elegido hace cuatro años luego de haber sido entrenado por la clase gobernante de Estados Unidos para canalizar por medios inofensivos la hostilidad popular hacia el gobierno de Bush y el Partido Republicano. El candidato le ofreció a las masas "esperanza" y "cambio", a la vez que le aseguraba a sus partidarios multimillonarios, sobre todo por medio de su apoyo al rescate de Wall Street, que él protegería sus intereses fielmente.

Ya hace tiempo que han desaparecido las ilusiones populares creadas en el 2008, durante la campaña que instaló a Obama en la Casa Blanca. Las acciones principales del gobierno en el poder dejan claro que los últimos cuatro años no representan ninguna ruptura con el gobierno de Bush. Más bien, representan una continuación.

Ello incluye la expansión y extensión del rescate de Wall Street, en combinación con una oposición a todo programa del gobierno que cree empleos o seriamente ayude a las víctimas de la crisis económica; la intervención en la industria automotriz para restaurar las ganancias de las empresas por medio de la reducción de los empleos, salarios, pensiones y otros beneficios de los trabajadores; la intensificación de los ataques contra los derechos democráticos, junto con la expansión de la vigilancia y el espionaje; la aseveración que el presidente tiene el derecho a ordenar asesinatos, inclusive de ciudadanos estadounidenses; la protección de torturadores auspiciados por el gobierno; la mantención del gulag de Guantánamo, que sigue abierto y funcionando; la intensificación de las guerras en Afganistán y Pakistán, además de guerras e intervenciones nuevas, bajo los auspicios de Estados Unidos, en libia, Yemen y Somalia, así como también amenazas contra Siria e Irán.

La característica clasista fundamental del gobierno de Obama se puede ver en el impacto que su política ha tenido sobre la distribución de los ingresos en Estados Unidos. Un estudio por Emmanuel Saez, de la Universidad de California en Berkeley, descubrió que en el transcurso del 2010, primer año completo de la "recuperación económica" según la Casa Blanca de Obama, el 1 por ciento más rico de los estadounidenses obtuvo el 93 por ciento del aumento total en el ingreso nacional. Los ingresos de este 1 por ciento más rico aumentaron en un 11.6 por ciento en solo ese año, mientras que decayeron los ingresos del 90 por ciento más pobre en realidad.

En un esfuerzo para ocultar su récord reaccionario, Obama ha decidido enfocar su campaña de reelección en la llamada "regla de Buffet", la cual puntualiza que los multimillonarios no deberían pagar una tasa de impuestos menor que la de los trabajadores. Aunque el presidente promueve esta propuesta como si fuera una exigencia dirigida contra los ricos, en realidad enfatiza como los Demócratas han repudiado el principio de impuestos [o rentas internas] escalonadas; es decir, que los ricos deberían pagar una tasa mucho mayor a la de los pobres y los trabajadores.

Las mismas fuerzas políticas que alabaron la elección de Obama otra vez tratan de arrastrar a la clase trabajadora y a la juventud detrás del Partido Demócrata. Los voceros del liberalismo estadounidense, desde el New York Times hasta la revista The Nation, presentan a este gobierno, culpable de asesinatos de las masas internacionalmente y de destruir los derechos democráticos en el país mismo, como si fuera la alternativa "progresista" a la política reaccionaria de la derecha Republicana.

A los partidarios de Obama se les han unido grupos pseudo izquierdistas, tales como la Internacional Socialist Organization [Organización Socialista Internacional], la cual apoya a los Demócratas por medio de elogios a los funcionarios de los sindicatos obreros que recaudan cientos de millones de dólares para reelegir a Obama y promueven a políticos afroamericanos del Partido Demócrata, tales como Jesse Jackson y Al Sharpton. Estas organizaciones, que representan a capas privilegiadas de la clase media alta, apoyan a Obama y a los Demócratas porque están a favor de su política anti obrera y militarista.

Los grupos liberales y pseudo izquierdistas que abogan por el voto a Obama para prevenir el "desastre" de un gobierno encabezado por Romney sólo merecen el desprecio. La verdad es que no importa si Obama o Romney triunfa en los comicios presidenciales, el próximo gobierno presidirá sobre la política más derechista en la historia de Estados Unidos.

Una vez que las elecciones terminen, los dos partidos se quitaran sus máscaras de diferencias intransigentes y unirán sus fuerzas para atacar a la clase trabajadora. Los Demócratas y los Republicanos están de acuerdo con que se impongan reducciones drásticas en los gastos sociales, inclusive la destrucción del Seguro Social, Medicare y Medicaid, así como también otros programas esenciales, desde las estampillas para alimentos hasta la protección del medio ambiente. Están de acuerdo con intensificar la agresión en el extranjero y amenazan con lanzar nuevas guerras en Siria, Irán y por doquier en el Medio Oriente, que es rico en petróleo. Y también se han puesto acuerdo en cuanto a la represión de la creciente oposición a esta política entre los trabajadores y la juventud.

El gran peligro al cual se enfrenta el pueblo trabajador es que los capitalistas tienen un monopolio sobre el poder político por medio del control que ejercen sobre los dos partidos oficiales. El tema decisivo en las elecciones del 2012 es el establecimiento de un movimiento popular de las masas basado en un programa socialista y dedicado a la preparación de la lucha por el poder en contra del sistema de ganancias privadas.

El Partido Socialista por la Igualdad participa en estas elecciones presidenciales con nuestros propios candidatos, Jerry White para presidente y Phyllis Scherrer para vicepresidente, para llevar nuestro programa socialista revolucionario al más amplio público posible. Le instamos a todos los trabajadores y jóvenes que consideren el programa del PSI, que apoyen la campaña de Jerry White y Phyllis Scherrer, que decidan unirse al Partido Socialista por la Igualdad y establecer una presencia más profunda en la clase trabajadora.

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