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El foco de la crisis del euro se desplaza a España
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Por Peter Schwarz
21 Abril 2012
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España se enfrenta al mismo destino que ha caído
sobre Grecia. Bajo la presión de la Unión Europea
y los mercados financieros internacionales, el país está
cayendo en una espiral descendiente de austeridad y recesión.
Desde el comienzo del año, el gobierno conservador de
Mariano Rajoy ha adoptado recortes presupuestarios valorados en
37 mil millones de euros. Éstos están diseñados
para satisfacer las exigencias de la Unión Europea y reducir
el déficit presupuestario del 8,5 por ciento del producto
interno bruto (PIB) el año pasado al 3,0 por ciento el
año que viene. Para la población española,
que ya sufre una tasa de desempleo del 23 por ciento y una tasa
juvenil de más del 50 por ciento, esto significa un sufrimiento
insoportable.
A pesar de estas drásticas medidas de austeridad, los
mercados financieros están intensificando su presión
sobre el país. El lunes, las tasas de interés de
los bonos públicos a diez años subieron más
del 6 por ciento, el nivel más alto en cinco meses. Este
nivel no es sostenible. Grecia, Irlanda y Portugal pidieron ayuda
internacional cuando las tasas de interés en sus bonos
gubernamentales alcanzaron niveles similares.
La razón de la subida de los tipos de interés
es la profunda recesión causada por las medidas de austeridad
del gobierno. El Fondo Monetario Internacional (FMI) prevé
una descenso económico del 1,8 por ciento en el transcurso
del año para España. Para la zona euro en su conjunto,
el FMI prevé una contracción del 0,3 por ciento.
Como resultado, a pesar de los dolorosos recortes, el objetivo
de déficit presupuestario no se alcanzará y la deuda
nacional seguirá aumentando.
La recesión también está intensificando
la crisis de los bancos españoles, que están sentados
sobre una pila enorme de activos no comerciales e hipotecas tóxicas.
En la actualidad 700.000 pisos están vacíos y a
la espera de un comprador, y las hipotecas suman un total de 176
mil millones de euros, como consecuencia de la explosión
de la burbuja inmobiliaria en el periodo 2002-2008.
En general, el total de la deuda privada en España se
sitúa entorno a los 1,8 billones de euros. Con la recesión,
el número de deudores que no pueden pagar sus hipotecas
y préstamos está creciendo, y los bancos tienen
que amortizar las propiedades sin venderlas utilizándolas
como garantía.
Los economistas de prestigio internacional están advirtiendo
de los efectos de que España y Europa se hundan cada vez
más en la recesión como resultado de las medidas
de austeridad. El economista norteamericano Joseph Stiglitz dijo
en el marco de una conferencia en Berlín: "No puede
ser una solución para el continente que España se
salve matándose". Su colega, Barry Eichengreen, dijo
que sin los gastos y el crecimiento no puede haber solución
a los problemas en Europa.
Paul Krugman, que al igual que Stiglitz es un laureado ganador
del permio Nobel de economía, escribió en el New
York Times que los estadistas europeos estaban a punto de cometer
un suicidio económico para todo el continente. Los problemas
presupuestarios de España fueron una consecuencia de la
depresión económica, no su causa, argumentó.
El especulador George Soros dijo que temía que los programas
de austeridad en Europa podrían conducir a una tragedia
de proporciones históricas.
Incluso la directora del FMI, Christine Lagarde, advirtió
que el gobierno español no se precipite demasiado con la
austeridad y deje espacio para políticas de "estímulos
para el crecimiento", que, sin embargo, no deben afectar
al presupuesto.
Estas sugerencias son ignoradas debido a la resistencia de
Bruselas, y Berlín en particular, que insisten en una política
de austeridad inflexible. El gobierno alemán teme que le
pidan que proporcione la financiación masiva si España
titubea con las medidas de austeridad.
Si la cuarta economía más grande de la zona euro
fuera a buscar el apoyo del Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE)
(en inglés European Stability Mechanism (ESM)), que los
gobiernos europeos acordaron, sólo después de una
dura disputa, en marzo, su capacidad de actuación se saturaría.
La MEDE tiene fondos que ascienden a 800 mil millones euros, algunos
de los cuales ya han sido asignados a Grecia, Portugal e Irlanda,
mientras que la deuda pública española supone por
sí sola alrededor de 700 mil millones euros. De esta cantidad,
180 mil millones de euros deben ser refinanciados este año.
Si España buscara ayuda al fondo de rescate, es muy
probable que Italia fuera el próximo objetivo de los mercados
financieros. La deuda pública de ese país asciende
a casi 2 billones de euros.
Lagarde, Soros, Krugman, y compañía, no se oponen
a los recortes en el gasto social, los salarios y los puestos
de trabajo que componen el núcleo de las medidas de austeridad.
A lo que se refieren por "estímulos para el crecimiento"
son la destrucción de las protecciones legales frente al
despido y otros derechos sociales, que son, vistos desde sus ojos,
como limites a los beneficios de las corporaciones junto con los
generosos traspasos monetarios a los bancos, siguiendo los ejemplos
establecidos por los gobiernos de los Estados Unidos y el británico.
Bajo discusión son las nuevas inyecciones de dinero
por el Banco Central Europeo. El año pasado, el BCE otorgo
préstamos por un valor total de 1 billón de euros
a una tasa de interés de tan solo un uno por ciento y una
duración de tres años. Esta fruta caída del
cielo para los bancos se prestó después, a cuatro
o cinco veces más la tasa original de interés, a
varios gobiernos europeos.
En particular, los bancos españoles han aprovechado
el crédito barato del BCE, utilizándolo para comprar
bonos del Gobierno español. Esto no ha hecho más
que profundizar la dependencia de los bancos en la deuda pública
y aumentar la determinación de los mercados financieros
para apuntalar sus inversiones en bonos del Estado imponiendo
incluso medidas de austeridad más duras sobre la clase
trabajadora.
Bruselas está debatiendo si utilizar el dinero de la
MEDE para salvar a los bancos. Estos fondos ya no fluirían,
como es el caso de ahora, a los gobiernos y, a través de
los gobiernos, a los bancos, y en su lugar serían inyectados
directamente a los bancos, blindándolos de los efectos
de la recesión.
La directora del FMI Lagarde expreso su preocupación
por el estado de los bancos españoles y exigió su
recapitalización. Dijo el Frankfurter Allgemeine Zeitung:
"lo que más me preocupa es que los supervisores bancarios
españoles y europeos están preocupados porque los
bancos españoles no están adecuadamente capitalizados,
no disponen de un parachoques suficiente..."
Mientras que los gobiernos y los expertos discrepan sobre los
detalles de la política fiscal, están de acuerdo
en la cuestión fundamental: utilizar la crisis para revertir
el nivel de vida y las condiciones laborales de la clase trabajadora
europea a donde estaban hace décadas. Recesión y
desempleo masivo se están empleando para este fin, con
la asistencia destacada de los sindicatos y partidos de "izquierdas",
que trabajan para contener y disipar la oposición popular.
La crisis está desarrollando su propia dinámica.
Si España e Italia ya no pueden financiar su deuda, el
euro y la Unión Europea apenas podrán sobrevivir.
Europa se encamina a feroces conflictos políticos y de
luchas de clase. La clase obrera debe prepararse para esto rompiendo
con todas las organizaciones y partidos que la atan al sistema
capitalista y las instituciones reaccionarias de la Unión
Europea y levantar la bandera de los Estados Unidos Socialistas
de Europa.
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