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El golpe de Estado en Malí
Por Olivier Laurent
27 Abril 2012
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Soldados amotinados dirigidos por el capitán Amadu Sanogo
tomaron el poder el 22 de marzo de 2012 por la mañana en
la capital de Mali, Bamako, y decidieron disolver las instituciones,
suspender la Constitución, instaurar un toque de queda
y cerrar las fronteras por una duración indeterminada.
Se calcula que el golpe de Estado que empezó el miércoles
ha causado cuarenta muertos, varios de los cuales son civiles.
Todavía no es seguro que la Junta haya logrado apropiarse
de todos los resortes del poder.
El portavoz de la Junta, Amadu Konaré, es teniente;
no parece haber oficiales de alta graduación en la Junta
ya que o bien han sido detenidos o no ha opuesto resistencia alguna.
Reprochaban al presidente Amadu Tumani Turé, en el poder
desde 2002, ser "incompetente" ante la rebelión
de los tuaregs del norte del país. Esta rebelión
empezó el 17 de enero dirigida por el Movimiento Nacional
de Liberación del Azawad (MNLA) y otros rebeldes, reforzado
por veteranos de la guerra de Libia del año pasado fuertemente
armados que lucharon en favor del dictador Muammar Gadafi.
El 1 de febrero una manifestación de mujeres, esposas
y madres de militares muertos durante los combates entre el ejército
de Mali y los rebeldes del MNLA, acusaba al gobierno de haber
"enviado a sus hombres al matadero sin preparación
y sin el material adecuado". El motivo principal de la manifestación
fue el anuncio del descubrimiento de una fosa común que
contenía los cadáveres de 40 militares, aunque el
gobierno solo había anunciado dos muertos en los enfrentamientos.
Según la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios
de las Naciones Unidas, los combates entre el ejército
maliano y los rebeldes tuareg han desplazado a 206.000 personas
desde mediados de enero, sobre todo hacia Mauritania, Níger,
Burkina Faso y Argelia.
Turé, entonces general, había llegado al poder
gracias a un golpe de Estado en 1991 contra el dictador Mussa
Traoré. Entregó el poder a los civiles tras las
elecciones de 1992 que llevaron al poder a Alfa Umar Konaré,
de la Agrupación Democrática Africana (RDA, por
sus siglas en francés), vinculada al PCF. Tras abandonar
el ejército, Turé se convirtió en presidente
en 2002 por medio de las elecciones.
Si bien los Estados occidentales y la ONU han proferido las
recriminaciones habituales, se dejaba ver que la OTAN ya no consideraba
a Turé un aliado fiable. El pasado 24 de noviembre L' Express
citaba a un alto responsable francés familiarizado con
la región y que conservaba el anonimato, el cual se quejaba:
"Estamos muy enfadados con los malianos. Ya se trate de las
células de al-Qaeda en el Magreb islámico que operan
en el extremo norte del país, de sus relaciones con los
tuaregs o del tráfico de cocaína latinoamericana
camino de Europa, ya no se trata de la pasividad sino de la complicidad.
Tenemos pruebas irrefutables. [Al-Qaeda] es hay más fuerte
que antes de que se lanzara en 2008 el Plan Sahel, un dispositivo
antiterrorista en el que París ha hecho inversiones enormes".
El mes pasado Turé concedió una entrevista a
L ' Express en la que declaró: "En relación
a las rebeliones árabo-tuaregs locales, Gadafi se había
comprometido en la mediación, el desarme y la reinserción.
Su caída deja un vacío. [...] Desde un principio
habíamos avisado a la OTAN y a los demás de los
efectos colaterales de la crisis libia, pero no se nos escuchó".
De hecho, Turé mantenía una estrecha relación
con Gadafi, de la que no "se arrepiente en absoluto. Libia
ha hecho sustanciales inversiones en nuestro país en hoteles,
turismo, agricultura y banca, lo que ha contribuido a nuestro
desarrollo".
La caída de Gadafi diseminó importantes cantidades
de armas en esta región y más allá: el 15
de octubre la prensa dejaba constancia de un primer convoy de
400 veteranos a bordo de 80 vehículos militares que volvía
a Mali y al día siguiente un primer soldado maliano había
muerto en una emboscada en la región.
También en octubre el periódico alemán
Der Spiegel citaba al presidente del Comité Militar de
los Países de la OTAN, el almirante italiano Giampaolo
Di Paola, el cual explicaba: "Más de 10.000 misiles
suelo-aire, que representan una grave amenaza para la aviación
civil, podrían salir de Libia y encontrarse en malas manos
de Kenya en Kunduz". En junio las fuerzas nigerianas habían
interceptado un convoy de más 600 kilos de Semtex procedente
de Libia.
Tradicionalmente los tuaregs solo reclamaban una autonomía
interna en Mali y solo desde la caída de Gadafi y el establecimiento
de unas relaciones supuestamente más estrechas con al-Quaeda
reclaman la independencia completa. En reacción a la intensificación
de esta lucha los tuaregs que viven en el sur del país
son víctimas cada vez más a menudo de agresiones
racistas.
La situación económica del norte de Mali explica
en gran parte el atractivo que ejerce la rebelión sobre
la juventud tuareg. Es uno de los 25 países más
pobres del mundo, con un PIB anual de 1.300 dólares por
habitante. La tasa de inflación pasó del 1% en 2010
al 3,6% el año pasado. El desierto cubre más de
la mitad del país y no contiene petróleo; lo esencial
de la actividad económica se concentra en el sur, en torno
al río Níger. Los nómadas representan un
10 % de la población.
Para Pierre Boilley, director del Centro de Estudios de los
Mundos Africanos (CEMAF, por sus siglas en francés) "esto
traduce su amargura concerniente a lo que ellos consideran la
marginación de su región y el fracaso de las políticas
de integración que se establecieron a su favor en la década
de 1990".
En la entrevista concedida a L ' Express Turé explicaba
que "la pobreza y la precariedad ofrecen un terreno fértil
al terrorismo y al integrismo. Los yijadistas avanzan ocultos
bajo una cobertura caritativa. Inteligentemente, su objetivo son
las familias desfavorecidas o la juventud desocupada. Un chaval
roba un 4 X 4 o hace de guía no por adhesión ideológica
sino por dinero. Nuestros enemigos se infiltran a través
de lo humanitario, hay que responderles por medio del desarrollo".
Lejos de tratar de proteger las vidas de sus hombres, los dirigentes
de la Junta se lanzaron a una batalla de envergadura alrededor
de Kidal en el noreste contra las fuerzas islamistas tratando
de luchar militarmente contra un movimiento cuyas raíces
están en la crisis económica y en la desestabilización
de la región engendrada por la guerra de la OTAN en Libia.
Traducido
del francés para Rebelión por Beatriz Morales
Bastos
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