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La lucha de los estudiantes chilenos y el legado de 1973
Por Luis Arce y Rafael Azul
20 Septiembre 2011
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Este 11 de septiembre, trabajadores y jóvenes marcharon
en Santiago de Chile, en conmemoración del 38 aniversario
del golpe de estado que, con el respaldo de la CIA, derrocó
al gobierno de Salvador Allende y dio paso a 17 años de
brutal dictadura militar encabezada por el general Augusto Pinochet.
Durante esa gran marcha por la capital chilena hubo enfrentamientos
entre manifestantes y la policía antimotines, la fuerza
paramilitar de los Carabineros. Además de numerosos heridos,
también hubo un saldo de 21 detenciones. Para intimidar
a la multitud, la policía utilizó fuerzas a caballo,
cañones de agua y gases lacrimógenos.
La protesta del 11 de septiembre siguió a tres meses
de manifestaciones de estudiantes secundarios y universitarios
exigiendo el fin de la educación con fines de lucro y una
educación universitaria gratuita para todos los chilenos.
Ese movimiento creció hasta transformarse en un desafío
al gobierno de derecha del presidente Sebastián Piñera,
llegando a incluir la demanda por una nueva constitución
que reemplace la que fue impuesta por el General Pinochet.
Esa constitución, consecuencia de golpe militar de 1973
en Chile, una de las más sangrientas derrotas sufrida por
la clase obrera internacional, dio lugar a una serie de contrarreformas
capitalistas para revertir las medidas reformistas implementadas
durante el gobierno de Unidad Popular de Allende, apuntando hacia
un nuevo orden, con la educación y la salud subordinada
a las ganancias privadas, las pensiones privatizadas, etc.
Las protestas continúan. Los estudiantes chilenos de
la Confederación Estudiantil (CONFECH) protestaron en Santiago,
Valparaíso y Concepción el 13y 14 de septiembre
en solidaridad con una huelga de 48 horas de unos 25.000 trabajadores
en el sector de la salud municipal. Los trabajadores de la salud
se movilizaban por mejoras de sueldos, condiciones de trabajo
y de la infraestructura de salud. También protestaron el
hecho de que el Ministerio de Salud no haya cumplido con un acuerdo
pactado en noviembre pasado. Al igual que en la lucha de los estudiantes,
la causa del conflicto en el sector de la salud pública
es la privatización y la inadecuada financiación
fiscal.
Anteriormente, los estudiantes universitarios y de secundaria
habían participado en una huelga de dos días, el
24 y 25 de agosto, organizada por la principal federación
sindical de Chile, la CUT (Central Unitaria de Trabajadores).
Menos del 13 por ciento de la fuerza laboral chilena está
sindicalizada.
Los medios de comunicación internacional han trazado
paralelos entre las manifestaciones masivas y huelgas en Chile
y el movimiento popular que se extendió por el Oriente
Medio a principios de este año, hacen referencia al invierno
chileno" (el invierno está por finalizar en el hemisferio
sur) comparándolo a la "primavera árabe".
Estas luchas, separadas por la distancia, tienen en común,
entre otras cosas, la ausencia de un programa claramente definido
y de una dirección revolucionaria consciente.
Las luchas de los estudiantes representan una confrontación
no sólo contra el gobierno derechista de Piñera,
sino también contra los partidos de "centro-izquierda"
que forman la Concertación, coalición liderada por
los partidos Demócrata Cristiano y Socialista, que desde
el fin de la dictadura se ha encargado en continuar con la política
educativa de la época de Pinochet.
Sin embargo, la dirección sindical y de los estudiantes,
dominada por el estalinista Partido Comunista de Chile (PCCh),
están decididas a mantener el explosivo movimiento de masas
dentro del marco político burgués chileno y limitar
las reformas a lo que las elites gobernante del país acepten.
Esta es la política llevada a cabo tanto por la dirección
de la CUT, que está en manos del Partido Socialista y el
PCCh, y la Confederación de Estudiantes de la Universidad
de Chile (FECH), cuya más conocida líder, Camila
Vallejo, es miembro del movimiento de la Juventud Comunista. El
camino en el que están tratando de llevar el movimiento
estudiantil es el de las negociaciones con el gobierno de Piñera,
sin cambiar la constitución de Pinochet.
El resurgimiento de los estudiantes y las luchas obreras en
Chile va mano a mano con la desarrollo de todo tipo de ilusiones
en el periodo de Allende y de su gobierno de Unidad Popular. Toda
una gama de nuevas organizaciones ha surgido con nombres como
Partido del Socialismo Allendista, Movimiento Amplio Allendista,
Frente Estudiantil allendista, y Socialistas Como Allende.
El Partido Comunista de Chile es la organización que
más se esmera en promover estas ilusiones. Para ello, cuenta
con la ayuda de ciertos grupos pablistas revisionistas, que están
haciendo todo lo posible para confundir a una nueva generación
que despierta a la lucha ocultando la traición política
que en Chile produjo la derrota estratégica de 1973 para
la clase obrera.
Los trabajadores chilenos pagaron un precio terrible por esa
traición; miles fueron asesinados y torturados por la dictadura
militar y un millón de chilenos se vieron obligados a huir
del país. La dictadura destruyó los niveles de vida
de los trabajadores y sus derechos democráticos y sociales,
sentando las bases para el radical política de privatizaciones
y desregulación que es conocida en los círculos
internacionales del capitalismo como el "milagro chileno".
La idea central de la línea del PCCh se puede leer en
un documento publicado en su sitio web: Breve
Historia del Partido Comunista de Chile.
El la idea central de este documento es la glorificación
de la estrategia del Frente Popular, introducido por el Comintern
estalinista después de la victoria de Hitler en Alemania,
esta estrategia buscaba aliar a los partidos comunistas con los
partidos puramente burgueses en nombre de la lucha contra el fascismo.
El precio de estas alianzas fue la supresión, a manos de
los estalinistas, de las luchas revolucionarias de la clase obrera;
la experiencia más trágica de esa estrategia fue
la trágica derrota del proletariado español en la
Guerra Civil.
Es de destacar que casi dos décadas después de
la disolución de la Unión Soviética y la
liquidación de los ex partidos comunistas de todo el mundo,
los estalinistas chilenos vuelven a invocar este legado desacreditado.
Se debe a que, con o sin la burocracia estalinista de Moscú,
corresponde al papel desempeñado por el PCCh de hoy, que
consiste en la subordinación de la clase obrera a los partidos
burgueses.
Hoy en día, como los estalinistas chilenos precisan,
esta perspectiva se traduce en el apoyo al proceso nacional,
popular y revolucionario" que ha llevado al poder a regímenes
burgueses, desde Hugo Chávez en Venezuela hasta el gobierno
del Partido del Trabajo en Brasil.
La distorsión histórica de PCCh dice del gobierno
de la Unidad Popular que "es hasta ahora la más grande
conquista del movimiento obrero", citando las mejores condiciones
económicas para la clase trabajadora, así como la
nacionalización, o la "chilenización",
como entonces se le llamaba, de la minería y otros sectores
- medidas que habían comenzado antes de Allende con el
Presidente Demócrata Cristiano Eduardo Frei.
En 1970 una oleada de militancia obrera llevó a Allende
al poder. La interrogante decisiva es cómo fue derrotado
ese gran movimiento de la clase obrera, produciendo la represión
terrible de la dictadura de Pinochet sólo tres años
más tarde.
Como es bien sabido, la CIA, trabajando en íntima colaboración
con la derecha chilena y los militares, implementó un programa
para desestabilizar y derrocar al gobierno de Allende. Las palabras
Henry Kissinger : "No veo por qué tenemos que esperar
y ver como un país se vuelve comunista por la irresponsabilidad
de su propio pueblo" son bien conocidas.
Pero ¿Cómo fue que la clase obrera no estuvo
preparada para derrotar ese complot contrarrevolucionario? El
PCCh busca responder a esta pregunta con una fraseología
reaccionaria. Se afirma que el partido carecía de "elaboración
teórica" y de "visión" para "empujar
con la misma fuerza como lo hizo en lo económico social,
los cambios que debían hacerse en la superestructura de
la sociedad: el Estado, las Fuerzas Armadas, la Justicia, etc."
Esto es una mentira. La "elaboración teórica"
y la "visión" del Partido Comunista de Chile
están arraigadas en la perspectiva estalinista del Frente
Popular y en la "vía parlamentaria al socialismo",
que hizo del PCCh el defensor más fiel del Estado burgués
y el enemigo más cruel de la lucha revolucionaria de la
clase obrera. Se posicionó en el ala derechista del gobierno
de la Unidad Popular. Hizo uso de los tres años entre la
elección de Allende y el golpe militar para desorientar,
desmoralizar y desarmar - literal y políticamente - a la
clase obrera chilena.
Los intentos de los trabajadores para derrotar la reaccionaria
huelga de los patronos mediante el establecimiento de comités
industriales - llamados cordones industriales - y preparativos
para defenderse de la amenaza de un golpe de estado fascista formando
organizaciones de defensa independientes fueron reprimidos brutalmente
por el gobierno de Allende y los estalinistas. Una ley de control
de armas tuvo el propósito de llevar a cabo allanamientos
y confiscaciones de armas en las fábricas y los distritos
obreros, mientras que los barrios obreros más militantes
fueron puestos bajo ley marcial.
Los estalinistas exigieron que la clase obrera confiara en
las fuerzas armadas, mientras que Allende invitaba a los generales
a su gabinete. Apenas unos meses antes del golpe fascista-militar,
el entonces secretario general del PCCh, Luis Corvalán,
avalaba el "carácter absolutamente profesional de
las FF.AA."
La traición fue facilitada por el previo desmantelamiento
del movimiento trotskista chileno. Con el pleno apoyo de la organización
pablista internacional dirigida por Ernest Mandel, este movimiento
se disolvió dentro del MIR (Movimiento de Izquierda Revolucionaria),
de carácter centrista. Propagaron ilusiones en el castrismo
y el guerrillerismo, combinado con una posición oportunista
de "apoyo crítico" hacia el gobierno de Allende.
Con la aguda intensificación de la lucha de clases en los
meses anteriores al golpe, el MIR incluso retiró su oposición
electoral al gobierno de la Unidad Popular; en ningún momento
propuso alternativas revolucionarias a la traición que
preparaba los dirigentes estalinistas y socialdemócratas.
Actualmente los herederos del pablismo chileno juegan un papel
similar. Dos organizaciones, el Partido de Trabajadores Revolucionarios
(PTR) y el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), ambos
sucesores del movimiento argentino dirigido por el difunto Nahuel
Moreno, laboran arduamente, cada uno en su propia manera, para
subordinar la insurrección de la juventud chilena al estalinismo.
Oscilando entre el escepticismo en la capacidad revolucionaria
de la clase obrera y la adoración de su espontaneidad,
el PTR emitió un documento el 25 de agosto llamando a los
estudiantes y los trabajadores a ejercer presión sobre
el Partido Comunista, el Partido Socialista y los sindicatos para
que abandonen sus posiciones reformistas y que en su lugar dirijan
la lucha de los estudiantes en una dirección revolucionaria.
De la misma manera, aplaudiendo a las masas y pregonando la
reconstrucción de la CUT, el PRT (que también favorece
el asalto imperialista contra Libia), en un comunicado publicado
el 7 de agosto llamó a los trabajadores y estudiantes a
forzar a la CUT y a otras [sin nombre] organizaciones de la clase
obrera a romper con la burguesía y tomar el camino revolucionario.
Independientemente de las diferencias que puedan tener entre
sí, tanto el PRT y el PTR insisten en la promoción
de fatales ilusiones entre los estudiantes y trabajadores y esos
partidos históricamente desacreditados, los mismos que
fueron responsables de la subordinación de la clase obrera
al Estado capitalista de Allende, y así pavimentaron el
camino a Pinochet, clamando que, bajo la renovada presión
de las masas, éstos se convertirán en organizaciones
revolucionarias.
El papel de la pseudo izquierda es aún más abiertamente
evidenciado por la Organización Socialista Internacional
(ISO) en los EE.UU., que ha respondido a los acontecimientos en
Chile al hacerse parte con los medios de comunicación burgueses
en elevar la figura de la dirigente estalinista estudiantil, Camila
Vallejo. Endosa así la decisión a finales del mes
pasado del liderazgo de la federación estudiantil, encabezada
por Vallejo, a entablar negociaciones con el gobierno derechista
Piñera. Comenta la ISO: "Pero el presidente millonario
y líder estudiantil comunista tienen poco en común."
Al revés, la política estalinista de subordinar
el movimiento de la clase obrera al Estado capitalista le brinda
a Piñera el instrumento político indispensable para
sofocar las protestas masivas.
Aceptando pasivamente el derecho de los estalinistas para liderar
este movimiento y la promoción de la ilusión de
que este partido contrarrevolucionario puede ser forzado hacia
la izquierda, las pseudo-izquierdas, desde los pablistas chilenos
hasta la ISO estadounidense, crean las condiciones para nuevas
derrotas.
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