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Gobierno boliviano reprime violentamente protesta indígena

Por Bill Van Auken
29 Septiembre 2011

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El gobierno del presidente Evo Morales llevó a cabo una sangrienta represión de una marcha de indígenas el domingo pasado protestando contra la construcción de una nueva carretera a través de sus tierras.

Unos 500 policías paramilitares rodearon el campamento de más de mil indígenas, entre ellos cientos de mujeres y niños, lanzando gases lacrimógenos, golpeando a los manifestantes con palos, tirándolos de cara al piso y esposándolos.

El asalto mató a un bebé de tres meses de edad, que murió de asfixia por los gases lacrimógenos. Muchos más resultaron heridos y al menos 37 fueron reportados como desaparecidos, entre ellos varios niños.

El ataque sorpresa llegó el mismo día que Morales había anunciado su intención de poner el proyecto de la carretera a un referéndum en Beni y Cochabamba, los dos departamentos cuyo territorio cruzaría, y que invitaba a los de la marcha para reunirse con él en el palacio de gobierno.

Un comandante de la policía justificó el violento ataque diciendo que los indígenas habían puesto en peligro a la policía por llevar arcos y flechas. También se refirió al supuesto "secuestro" el día anterior del canciller boliviano, David Choquehuanca, quien fue enviado a iniciar un diálogo con los líderes de la protesta. Al parecer, las mujeres indígenas habían tomado a Choquehuanca de los brazos y persuadido para marchar con ellas. Más tarde éste afirmó que fue utilizado como "escudo humano" para romper el intento de la policía de bloquear la marcha.

La policía había tenido como objetivo rodear a los manifestantes y transportarlos en aviones de vuelta a donde habían empezado. Este plan fue impedido, sin embargo, cuando cientos de indignados residentes de la ciudad de Rurrenabaque, ubicada cerca de donde el asalto de la policía se llevó a cabo, ocuparon la pista del aeropuerto local y los bloquearon los aviones con troncos de árboles y neumáticos incendiados. Los residentes luego rodearon los autobuses en los que se encontraban los manifestantes, ahuyentaron a la policía y liberaron a sus cientos de cautivos.

En La Paz, el ministro del Interior Sacha Loretta afirmó que la policía había decidido liberar a los detenidos "para evitar la confrontación".

La marcha había comenzado 41 días antes en la norteña ciudad de Trinidad. Su objetivo era la capital de La Paz, a 500 kilómetros al suroeste, donde los manifestantes intentaban protestar contra el plan de construir la a través del territorio indígena y parque nacional Isiboro-Secure, conocido por sus siglas en español, TIPNIS.

La reserva incluye 3.860 kilómetros cuadrados de la cuenca amazónica boliviana, y está habitada por unas 50.000 personas pertenecientes a tres diferentes grupos indígenas que han habitado la zona desde hace siglos. Es el centro de gran parte de la biodiversidad de Bolivia y fuente de la mayoría del agua del país.

La confrontación ha creado una crisis para el gobierno de Morales y llevo a la renuncia el lunes del ministro de defensa, Cecilia Chacón. "No estoy de acuerdo con la intervención en la marcha y no se puede justificar la medida, cuando existían otras alternativas", escribió en una carta a Morales.

Mientras tanto, cientos de miembros de otros grupos indígenas han iniciado protestas, incluyendo huelgas de hambre en Santa Cruz y Cochabamba y una vigilia en La Paz. Y la Central Obrera Boliviana (COB), ha convocado una huelga general para el miércoles en apoyo de los indígenas amazónicos.

Morales, quien fue elegido presidente en 2005 como el líder del Movimiento al Socialismo, o MAS, se refiere sí mismo como el primer jefe Estado indígena en Bolivia. Él supervisó los cambios a la Constitución del país para declarar a Bolivia un "Estado Plurinacional" y de otorgar un grado de autonomía política y cultural de los pueblos indígenas.

Desde el principio, sin tomar en cuenta el nombre de su partido, el gobierno de Morales ha seguido una política de promoción del desarrollo capitalista, tanto mediante la ampliación de las concesiones al capital extranjero y la defensa de los intereses de la burguesía nativa. El gobierno ha calificado su política de "capitalismo andino-amazónico".

Aunque en un principio fue capaz de ganar apoyo popular a través de la implementación de programas de asistencia social modesta, hecha posible por el aumento de precios para las exportaciones bolivianas, en el último año se ha enfrentado a una serie de huelgas generales y protestas sociales contra los precios de los alimentos, estancamiento de los salarios y los recortes en subsidios del gobierno.

Ante esta situación, el gobierno ha tratado de movilizar a los grupos indígenas en su apoyo, denunciando a los trabajadores bolivianos que luchan por aumento de salarios como un "grupo con interés especiales".

Ahora, el gobierno ha tratado de caracterizar la protesta de los indígenas de la Amazonía como un instrumento de la derecha boliviana y la embajada de los EE.UU. cuyo objetivo es "defender el capitalismo."

En realidad, el proyecto de carretera, promocionado por el gobierno de Evo Morales como un medio para el desarrollo de las zonas más pobres del país, es otra manifestación de la enorme subordinación de la economía de Bolivia a los intereses del capital brasileño. Es financiado por préstamos de Brasil y construido por una empresa brasileña. Su objetivo principal será la creación de una ruta para las exportaciones brasileñas, en especial la soja, a los puertos del Pacífico de Chile y Perú y, desde allí, a los mercados asiáticos.

El mayor temor de los indios del Amazonas es que la carretera abrirá la región a la explotación de la madera y a los bolivianos sin tierra de las montañas en busca de nuevas áreas para cultivar la cosecha más rentable del país, la coca.

El gobierno de Morales, que es un ex presidente del sindicato de cocaleros, evidentemente ha tratado de ganar apoyo entre los grupos indígenas del altiplano que han tratado de cultivar en la zona amazónica. Unas cuantas docenas de ellos trataron de bloquear la marcha con barricadas.

Esto llevó al canciller Choquehuanca a advertir de posibles actos de violencia entre los diferentes grupos indígenas e incluso a compararlo con el conflicto genocida entre Hutus y Tutsis que costó la vida de cientos de miles de personas en Ruanda.

En realidad, el brutal ataque a los indígenas del Amazonas ha sido condenado por los representantes de los pueblos indígenas en todo el país. "Nos sentimos avergonzados de lo que está sucediendo en nuestro país", dijo Reynaldo Flores, un portavoz del grupo en huelga de hambre en Cochabamba.

Waldo Albarracín, el ex defensor público de Bolivia, dijo a la agencia de noticias AFP que en la violencia del domingo la policía representaba "un acto reprobable de la represión política similar a las producidas por los gobiernos de facto" que gobernó Bolivia bajo las dictaduras militares en las décadas de 1960 y 1970.

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