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Obama en las Naciones Unidas
La voz arrogante del imperialismo
Por Bill Van Auken
26 Septiembre 2011
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El presidente Obama pronunció un vacío y arrogante
sermón en las Naciones Unidas el miércoles, adornado
con perogrulladas sobre la paz, con el propósito
de ocultar las políticas depredadoras de Washington.
El presidente de EE.UU. recibió una tibia reacción
de los jefes de Estado, ministros de exteriores y delegados a
la ONU reunidos. Ni una sola línea en su discurso provocó
aplausos. La novedad de hace dos años, cuando Obama hizo
su primera aparición ante el organismo posando como campeón
del multilateralismo en contraste con Bush, se evaporó
hace tiempo. Como el mundo llegó a saber muy rápido,
el cambio de ocupante de la Casa Blanca hizo poco por cambiar
la dirección de la política exterior estadounidense
o por limitar la expansión del militarismo de EE.UU
El propósito inmediato del discurso de 47 minutos de
Obama fue suplementar una campaña entre bastidores de amenazas
e intimidación orientadas a obligar a la Autoridad Palestina
a abandonar su plan de buscar una votación en el Consejo
de Seguridad de la ONU sobre el reconocimiento de su condición
de Estado miembro soberano.
Washington ha prometido vetar cualquier intento de reconocimiento
de Palestina como Estado si llega al Consejo de Seguridad, una
acción que solo subrayaría el verdadero carácter
de la política imperialista de EE.UU. en Medio Oriente
y la hipocresía de sus afirmaciones de identificación
con los levantamientos revolucionarios de las masas árabes.
El discurso y la defensa por Obama de la amenaza de veto sirvieron
para lograr el mismo propósito: disminuir aún más
la popularidad del presidente de EE.UU. en el mundo árabe.
Según un sondeo reciente, su calificación favorable
en la región ha caído de cerca de un 50% cuando
llegó al poder a apenas 10%, aún menos que George
W. Bush en su segundo período.
Obama se apresuró a ir del podio en la sala de la Asamblea
General a una reunión y una presentación conjunta
con Benjamin Netanyahu. El primer ministro israelí elogió
las observaciones de Obama y dejó claro que los dos trabajan
en una estrategia conjunta para forzar al jefe de la Autoridad
Palestina, Mahmud Abbas, a que abandone la solicitud de reconocimiento
del Estado. Se informó el jueves de que hubo esfuerzos
por lograr que la delegación haga una petición de
reconocimiento enteramente simbólica y acepte postergar
cualquier votación hasta después de la reanudación
de las negociaciones con Israel mediadas por EE.UU.
Ha habido dos décadas de esas conversaciones que no
han llevado a ninguna parte, mientras Israel ha expandido incansablemente
los asentamientos sionistas en Cisjordania y Jerusalén
ocupados. Desde el inicio de las negociaciones en 1991, la cantidad
de colonos es más del doble, mientras Cisjordania ha sido
dividida internamente por asentamientos, carreteras de seguridad
y puestos de control, así como el muro de seguridad del
apartheid que la separa de Israel.
Las observaciones de Obama en el discurso en la ONU representaron
aún más acomodo con Israel que con su propuesta
de mayo para una reanudación de las conversaciones, que
según dijo entonces deberían basarse en las fronteras
anteriores a 1967 con trueques mutuamente acordados.
Esa declaración, que apoyó implícitamente
la demanda de Israel de retener los asentamientos existentes,
simplemente reiteró la política oficial del gobierno
de EE.UU. desde el gobierno de Clinton. No obstante, la simple
referencia a las fronteras provocó una tormenta de críticas
de Netanyahu, de la derecha isaelí y del Partido Republicano.
En su discurso ante la ONU, Obama no mencionó ni las
fronteras de 1967 ni ninguna propuesta de detener la expansión
de asentamientos en Cisjordania. En su lugar, presentó
la base para propuestas de negociaciones como: Los israelíes
deben saber que cualquier acuerdo provee garantías para
su seguridad. Los palestinos merecen conocer la base territorial
de su Estado. Como dejaron claro las demás observaciones
del presidente, ambas condiciones deben ser dictadas por Israel.
Mientras, según las informaciones, los funcionarios
estadounidenses amenazan entre bastidores a la Autoridad Palestina
con la detención de toda ayuda de EE.UU. si sigue adelante
con la solicitud de reconocimiento, en su discurso Obama describió
el recurso a la ONU como un atajo que no lograría
nada.
Descartando el papel de la institución a la que había
elogiado retóricamente al comienzo de sus observaciones,
Obama dijo: La paz no llegará a través de
declaraciones y resoluciones de la ONU, si fuera tan fácil,
ya se habría logrado. Por cierto, numerosas resoluciones
de la ONU sobre los sufrimientos de los palestinos han sido repudiadas
e ignoradas tanto por Israel como por Washington. EE.UU. ha utilizado
su veto en el Consejo de Seguridad para evitar muchas más.
Respondiendo evidentemente a las críticas derechistas
de candidatos presidenciales republicanos, quienes lo han denunciado
por lanzar a Israel bajo el autobús con su
observación sobre las fronteras de 1967 en mayo pasado,
Obama hizo todo lo posible para descartar los agravios históricos
sufridos por el pueblo palestino y se identificó incondicionalmente
con Israel.
Sobre los palestinos, solo dijo que merecen un Estado
soberano propio y que han visto que esa visión
ha sido retardada durante demasiado tiempo.
Eso fue seguido por una declaración de que el
compromiso de EE.UU. con la seguridad de Israel es inconmovible,
y nuestra amistad con Israel es profunda y duradera. Continuó
con su descripción de Israel como país rodeado
de vecinos que han librado varias guerras contra él",
cuyos ciudadanos han muerto por cohetes disparados contra
sus casas y atacantes suicidas contra sus autobuses. Se
refirió a Israel como un país pequeño
en un mundo en el cual algunos dirigentes de naciones mucho
más grandes amenazan con borrarlo del mapa. Y terminó
invocando el Holocausto.
Estos hechos no pueden negarse, dijo. Nadie podría
llegar a adivinar de esta selección de hechos
que unos 4 millones de palestinos viven bajo la opresión
y la constante violencia de la ocupación israelí,
y que otros 5 millones son refugiados, expulsados de su patria.
Tampoco, en realidad, se podría tener la menor idea
de las constantes guerras que el pequeño Israel,
con sus fronteras elásticas, ha librado contra sus vecinos.
Entre las más recientes están la guerra de 2006
contra el Líbano, que causó la muerte de 1.200 civiles
y la destrucción de gran parte de la infraestructura de
ese país, y la Operación Plomo Fundido
de 2008 contra Gaza, que costó la vida a casi 1.500 palestinos,
en comparación con 13 israelíes.
Con un tono de exasperación, Obama reconoció
que para muchos en esta sala, el problema palestino
es un tema que sirve de test de las afirmaciones de
Washington de ser un campeón de los derechos humanos y
la democracia.
En realidad, sin embargo, el resto del discurso resultó
igual de revelador en cuanto a la hipocresía y los intereses
imperialistas que impregnan las políticas de Washington
en todo el mundo.
La premisa presentada al principio del discurso de Obama fue
que el gobierno de EE.UU. está empeñado en la
búsqueda de la paz en un mundo imperfecto. El discurso
incluyó un manido refrán, repetido tres veces: la
paz es difícil.
Elaborando sobre este tema, Obama se refirió a las retiradas
parciales de soldados de la guerra y ocupación de ocho
años y medio de duración en Iraq, y la guerra de
una década en Afganistán. Alardeó de que
para finales del año, solo 90.000 soldados estarán
desplegados en esas guerras.
El objetivo de Washington, dijo es forjar una cooperación
de iguales con Iraq fortalecida por nuestro apoyo
para Iraq, para su gobierno y sus fuerzas de seguridad,
y una cooperación duradera con el pueblo
de Afganistán. Afirmó que esos cambios demuestran
que la marea de la guerra se retira.
La retórica sobre cooperación, sin
embargo, se refiere a los planes aplicados por la Casa Blanca
y el Pentágono para mantener tropas estadounidenses, agentes
de la CIA y bases de EE.UU. en ambos países, mucho más
allá de las fechas fijadas para la retirada de EE.UU. El
imperialismo estadounidense está determinado a seguir persiguiendo
los objetivos que subyacieron en las guerras desde el comienzo:
control hegemónico sobre las reservas estratégicas
de energía en la Cuenca del Caspio y el Golfo Pérsico.
Obama procedió a continuación a ensalzar la Primavera
Árabe, y declaró: Hace un año
las esperanzas del pueblo de Túnez fueron reprimidas...
Hace un año, Egipto había conocido a un presidente
durante casi treinta años.
Sobra decir que el presidente estadounidense no hizo ninguna
referencia a qué apoyo mantuvo durante tanto tiempo en
el poder a los dictadores Ben Ali y Mubarak, ni a los actuales
intentos de Washington de rescatar a los regímenes que
dirigieron, y de reprimir los movimientos de masas populares que
impusieron su derrocamiento.
De ahí, pasó a elogiar la guerra de la OTAN en
Libia, declarando que, al autorizar esa intervención imperialista,
las Naciones Unidas estuvieron a la altura de su Carta.
En realidad, la guerra representó una violación
fundamental de la doctrina de esa Carta, que proclama la igualdad
soberana de todos los Estados miembros, exige que todas
las disputas se solucionen de manera pacífica e insiste
en que los Estados miembros se abstengan en sus relaciones
internacionales de la amenaza del uso de la fuerza contra la integridad
territorial o la independencia política de cualquier Estado.
En el caso de Libia, EE.UU. y sus aliados de la OTAN se las
agenciaron, proclamando la amenaza de una inminente masacre en
Bengasi, para obtener una resolución autorizando todas
las medidas necesarias para proteger a los civiles. Utilizaron
esa resolución como cobertura de una guerra de cambio de
régimen. Las potencias de la OTAN realizaron miles de ataques
aéreos y enviaron soldados de las fuerzas especiales para
organizar, entrenar y armar a una fuerza rebelde para
una guerra que ha costado la vida a decenas de miles de libios.
El objetivo de esta guerra, como las de Afganistán e Iraq
anteriormente, es la dominación de las reservas estratégicas
de energía, así como insertar el poder militar occidental
en medio de una región que enfrenta la agitación
revolucionaria.
Así debe funcionar la comunidad internacional,
declaró Obama en relación con la operación
libia, lo que trae a la memoria la descripción de Lenin
de la Liga de Naciones, predecesora de la ONU, como cocina
de ladrones.
Hablando de tareas inacabadas y potenciales intervenciones
imperialistas futuras, Obama condenó a Irán por
no reconocer los derechos de su propio pueblo y llamó
a que la ONU imponga nuevas sanciones contra Siria. ¿Estaremos
junto al pueblo sirio, o con sus opresores?, preguntó.
Ante los sangrientos eventos de Yemen, donde han masacrado
a más de 100 civiles en los últimos tres días,
Obama no pudo ignorar por completo los levantamientos contra regímenes
respaldados por EE.UU. en la región. En Yemen, sin embargo,
no hubo llamado alguno a oponerse a los opresores, solo un llamado
a buscar un camino que permita una transición pacífica.
Aún más tibia fue su referencia a Bahréin,
la base de la 5ª Flota de EE.UU. Declaró que EE.UU.
es un cercano amigo de Bahréin. Respecto a ese país,
donde miles han sido asesinados, torturados, encarcelados, golpeados
y despedidos de sus empleos por pedir derechos democráticos,
propuso solo un diálogo significativo, mientras
justificaba la represión sugiriendo que los bahreiníes
enfrentan fuerzas sectarias que los desgarrarían.
El resto del discurso consistió de un recitado vacío
y poco convincente de las usuales perogrulladas. Incluyeron la
eliminación de las armas nucleares, respecto a las cuales
Washington, sentado sobre el mayor arsenal nuclear del mundo y
único Estado que ha utilizado armas semejantes, sermoneó
a Corea del Norte e Irán. Arremetió contra la pobreza
y la enfermedad e insistió en la necesidad de no
postergar la acción exigida por el cambio climático.
Agregó llamados por los derechos de las mujeres así
como de los gays y las lesbianas.
Sobre el tema decisivo que enfrentan millones de trabajadores
en EE.UU. y en todo el globo, Obama reconoció que la
recuperación económica es frágil, que
demasiada gente carece de trabajo y que demasiados
tienen dificultades para subsistir. Refiriéndose
al multibillonario rescate de los bancos, alardeó: Actuamos
en conjunto para evitar una depresión en 2009 e insistió
en que Una vez más debemos tomar una acción
urgente y coordinada.
Pero como en todos los demás temas incluidos en su discurso,
el presidente estadounidense no tuvo ninguna propuesta de acción
coordinada, de ningún programa o política.
En última instancia, la retórica vacía de
Obama es una expresión directa de la profunda crisis que
afecta al capitalismo estadounidense y a su elite financiera gobernante
mientras enfrenta el colapso económico y la amenaza de
agitación revolucionaria.
Traducido
del inglés para Rebelión por Germán
Leyens
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