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Estados Unidos: Lecciones políticas de la batalla en Wisconsin

Por Jerry White
30 Marzo 2011

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Hace tres semanas los republicanos del estado de Wisconsin usaron una maniobra de dudosa legalidad para que se apruebe el proyecto de ley del "reparo del presupuesto" y despojar a casi 375.000 profesores, enfermeras, funcionarios civiles y otros empleados públicos de sus derechos de negociación colectiva, mientras que al mismo tiempo imponen rigurosos recortes a sus ingresos netos mensuales.

La ratificación de Walker del proyecto de ley dos días después, el 11 de Marzo, fue aprovechado por los sindicatos nacionales y estatales como la ocasión para suspender la batalla que duró un mes en Wisconsin, la cual testimonió la más grande erupción de lucha de clase trabajadora en los EE.UU. en tres décadas. Desde la mitad de Febrero a la mitad de Marzo, cientos de miles de trabajadores y jóvenes participaron en protestas masivas, acciones laborales por profesores, huelgas de estudiantes secundarios y universitarios y la ocupación del edificio del Capitolio del Estado en Madison, la capital del estado de Wisconsin.

La nueva ley es parte de un ataque nacional contra los empleados públicos que está siendo llevado a cabo por ambos Demócratas y Republicanos, imponiendo medidas de austeridad cuyo objetivo es hacer que la clase trabajadora pague por la crisis económica. Los trabajadores están siendo despojados de sus derechos de negociación de contrato laboral y de declararse en huelga como parte de un plan para criminalizar todas las formas de resistencia colectiva de la clase trabajadora.

La semana pasada, un juez de Dan County, Wisconsin, dictó una orden de restricción temporal haciendo retrasar la implementación del proyecto de ley hasta que haya un fallo sobre si los republicanos violaron la ley del estado sobre las Reuniones Libres cuando ellos apresuradamente se reunieron para pasar la medida el 9 de Marzo.

Mientras tanto, afiliados locales de los dos sindicatos más grandes del estado-la Federación Americana de los Empleados Estatales, Condados y Municipales (AFSCME, siglas en inglés) y el Consejo de Asociación de la Educación de Wisconsin (WEAC, siglas en inglés)-han utilizado la demora para firmar decenas de extensiones de contrato antes de que la nueva ley entre en vigor.

Lejos de oponerse a los recortes de Walker, los sindicatos han incluido en los contratos las demandas del gobernador de que los trabajadores dupliquen lo que pagan por seguro médico y que cubran la mitad del costo de sus pensiones. A cambio, las autoridades de la ciudad y de las escuelas han acordado continuar deducendo las cuotas a pagarle a los sindicales de los cheques de pago de los -una acción prohibida bajo la ley de Walker que entrará en vigor sólo después de que los actuales contratos expiren.

Con los crecientes costos de alimentos, combustible, educación superior y otros gastos familiares, las concesiones tendrán un desgarrador impacto en los empleados públicos, quienes ya han sido afectados por años de congelación de salarios y permisos impuestos por el predecesor demócrata, el gobernador Jim Doyle. El empleado promedio podría perder hasta $4.000 al año, de acuerdo al economista de la Universidad de Wisconsin Steven Deller.

En varios casos, los sindicatos han aceptado recortes aún más profundos de los que Walker ha exigido, incluyendo en Green Bay, donde aceptaron recortes de sueldos para los profesores y un fuerte incremento en el número de estudiantes por aula.

Estos punitivos contratos son consistentes con la posición que los sindicatos tomaron durante la lucha que duró un mes. En cuestión de días, desde el estallido de las protestas-las cuales no fueron iniciadas por los sindicatos sino que surgieron principalmente fuera de ellas-los líderes de AFSCME y WEAC declararon que estaban dispuestos a aceptar las grandes concesiones de salarios y beneficios, haciendo una burla sus alardes de defender los derechos de negociación de contratos laborales.

Mientras que los trabajadores pelearon con enorme determinación para defender sus derechos de negociación-para así defender sus trabajos y estándares de vida-los burócratas sindicales dejaron claro que su única preocupación era preservar sus propios intereses institucionales, sobre todo, las cuotas mensuales que deducen de la paga de los miembros. A cambio de esto, ellos prometieron "paz laboral" y completa cooperación en obligar a los trabajadores pagar por la crisis económica causada por las actividades criminales de la élite financiera y corporativa.

Durante la lucha, los sindicatos trabajaron junto con los políticos demócratas para contener el movimiento, limitándolo a acciones de protesta y oponiéndose a las demandas por una huelga general de todos los trabajadores de Wisconsin.

Cuando miles acudieron al Capitolio del Estado en la noche del 9 de Marzo para oponerse a la aprobación del proyecto de ley-y resonaron en la rotonda del Capitolio los llamados a una huelga general-los oficiales sindicales urgieron por la calma y entonces dieron la orden de que los profesores y otros empleados se presenten a trabajar al día siguiente.

Para esconder su capitulación a Walker y disipar la oposición, los líderes sindicales les dijeron a los trabajadores que abandonen su lucha y concentren sus energías en una campaña para destituir a los legisladores republicanos y reemplazarlos por demócratas. Esto bajo condiciones en las que los demócratas han dejado claro que no se oponen a las concesiones de Walker o a los $1,5 mil millones en recortes de gastos incluidos en su presupuesto. En realidad, los demócratas se jactaron de que fueron ellos quienes habían llevado a cabo los recortes más profundos en la historia previa a Walker.

A escala nacional, la administración Obama ha encabezado el asalto contra los trabajadores automotrices, los trabajadores y los empleados federales y está colaborando con los republicanos en recortar el gasto social para pagar por los recortes de impuestos a los ricos y por el rescate financiero de Wall Street. Los gobernadores demócratas en California, Nueva York, Illinois y otros estados están llevando a cabo similares ataques a empleados públicos y profundos recortes en programas sociales.

La diferencia es que los demócratas buscan llevar a cabo estos ataques con la asistencia de la burocracia sindical, mientras que los republicanos buscan mutilar y marginalizar a los sindicatos. A cambio por los servicios de los líderes sindicales en reprimir la oposición de la clase trabajadora, el Partido Demócrata ha protegido la posición legal y los intereses financieros de la burocracia sindical. Los sindicatos, a su vez, proveen al Partido Demócrata con financiamientos y recursos humanos para sus campañas electorales y constituyen una parte importante de su aparato partidario.

La experiencia en Wisconsin revela que el conflicto de los intereses sociales no es solamente entre la clase trabajadora y los republicanos, sino entre la clase trabajadora por un lado y los sindicatos y ambos partidos capitalistas por el otro. Los sindicatos y los demócratas están persiguiendo intereses diametralmente opuestos a las necesidades más básicas de los trabajadores.

Los derechos sociales de los trabajadores-el derecho a un sueldo decente y un trabajo seguro, escuelas de calidad, cuidado de salud, alojamiento y una jubilación confortable-son incompatibles con el mantenimiento del sistema económico existente. La crisis del capitalismo estadounidense y mundial está detrás del cambio de la élite dominante hacia políticas de guerra de clases.

Los sindicatos y el Partido Demócrata defienden este fracasado sistema y por lo tanto insisten en poner todo el peso de la crisis en las espaldas de los trabajadores. Para luchar, la clase trabajadora debe montar una lucha industrial y política en contra del sistema capitalista y sus representantes políticos.

Durante la batalla que duró un mes en Wisconsin, la clase trabajadora comenzó a manifestar su inmensa capacidad por la lucha, el sacrificio y la solidaridad. Después de más de tres décadas en las que la lucha de clases fue reprimida artificialmente por los sindicatos, la clase trabajadora estadounidense anunció su retorno al escenario histórico y demostró su potencial revolucionario.

Para reunir su poder social, sin embargo, la clase trabajadora debe romper con el estrangulamiento por parte de los sindicatos y construir nuevas y verdaderas organizaciones democráticas de lucha en las fábricas, centros de trabajo y sus comunidades. Sobre todo, los trabajadores deben romper con el Partido Demócrata y construir un movimiento socialista de masas como la alternativa política a los dos partidos capitalistas y el sistema que ellos defienden.

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