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Violenta represión contra la oposición iraquí
Por Patrick Martin
22 Marzo 2011
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el autor
Este artículo apareció en nuestro sitio en
su inglés original el 9 de marzo 2011.
Docenas de policías armados cerraron el pasado domingo
en Bagdad las oficinas de dos partidos de la oposición
política en la más reciente demostración
de la realidad dictatorial del nominalmente democrático
gobierno del Iraq ocupado por EEUU.
Delegados del Partido de la Nación Iraquí y el
Partido Comunista Iraquí (PCI) dijeron que habían
asaltado sus oficinas dos días después de que decenas
de miles de iraquíes se echaran a la calle para manifestarse
contra el gobierno y sufrieran una violenta represión por
parte de las fuerzas de seguridad del Primer Ministro Nuri al-Maliki.
El gabinete iraquí negó que fuera a prohibir los
dos partidos, afirmando en cambio que los edificios eran propiedad
estatal y habían sido tomados porque el Ministerio de Defensa
necesitaba ahora esos edificios.
Un alto dirigente del Partido de la Nación Iraquí,
Mithal al-Alusi, dijo al New York Times que dirigentes
del Partido Dawa de Maliki le habían contactado antes de
las protestas del 4 de marzo para pedirle su apoyo para el gobierno.
Añadió que el ataque contra las oficinas era un
acto de venganza porque se negaron a prestar tal apoyo.
La acción contra el PCI y el Partido de la Nación
Iraquí es parte de la constante oleada de represión
política en Iraq, dirigida tanto por el gobierno de Maliki
como por sus principales socios de la coalición, los dos
partidos kurdos que controlan conjuntamente el gobierno regional
del Kurdistán.
Los periodistas que estaban cubriendo una protesta antigubernamental
el 4 de marzo en Basora, en el sur de Iraq, fueron también
atacados y golpeados por la policía.
Pistoleros vestidos con uniformes militares asaltaron una emisora
de radio independiente en la ciudad kurda de Kalar. El director
de la emisora, Azad Ozman, dijo a Associated Press que habían
estado informando ampliamente sobre las manifestaciones en Suleimaniya
contra los dos partidos gobernantes, el Partido Democrático
del Kurdistán y la Unión Patriótica del Kurdistán.
Estos ataques se produjeron a continuación de las redadas
por toda la nación del pasado domingo, en las que la policía
iraquí detuvo a 300 personas, principalmente periodistas
artistas, abogados y otros intelectuales que participaban en las
actuales protestas, celebradas durante los últimos viernes
en imitación de las inmensas manifestaciones egipcias que
obligaron a dimitir al Presidente Hosni Mubarak.
Los manifestantes centraron sus acciones en la Plaza Tahrir de
Bagdad, en honor de la plaza del mismo nombre situada en el centro
de El Cairo. Las protestas del viernes 25 de febrero fueron de
las mayores del mundo árabe, y en ellas las fuerzas de
seguridad dispararon a matar asesinando a 29 personas en al menos
ocho ciudades, incluyendo Bagdad, Faluya, Mosul y Tikrit.
El Washington Post describía así las protestas:
Testigos de Bagdad y de zonas del norte del país,
como Kirkuk, declararon haber observado cómo la pasada
semana fuerzas de seguridad con uniformes, chándales y
camisetas negros aparecieron en camiones y Humvees, atacaron
a los manifestantes, acorralaron a otros en cafés y en
sus casas y se los llevaron con los ojos vendados a centros de
detención del ejército. Barriadas enteras quedaron
bloqueadas principalmente zonas musulmanas sunníes
donde sus residentes se oponen por lo general a Maliki, chií-
para impedir que los vecinos se unieran a las manifestaciones.
Se golpeó también a los periodistas.
El Post citaba al activista por los derechos humanos Salam Mohammed
al-Segar, uno de los golpeados durante una sentada, quien declaró:
Maliki está empezando a actuar como Sadam Hussein,
quiere que todos los iraquíes que le critican le tengan
miedo. EEUU debe sentirse abochornado en estos momentos, ¿no
fueron ellos quienes nos prometieron un estado moderno y democrático?
¿Y qué es lo que tenemos en realidad?
La represión fue tan flagrante que la administración
Obama se sintió obligada a emitir un comunicado en el que
se decía que las autoridades estadounidenses estaban profundamente
preocupadas. Maliki defendió las acciones de las
fuerzas de seguridad, culpando a las víctimas y afirmando
que eran antiguos seguidores de Sadam Husein.
Las manifestaciones contra el gobierno continuaron el lunes 7
de marzo, a una escala inferior aunque miles de personas tomaron
las calles en Bagdad, Faluya y Suleimaniya en lo que denominaron
Día del Pesar, para marcar el primer aniversario
de las elecciones iraquíes que dejaron un parlamento gravemente
dividido y enfrentado. A pesar de ser el segundo en el número
de escaños conseguidos en el parlamento, Maliki logró
improvisar después de meses de negociaciones una coalición
de partidos chííes y kurdos para poder seguir en
el poder.
Las críticas a Maliki por parte de la administración
Obama y de periódicos estadounidenses como el Times
y el Post revelan crecientes tensiones entre el régimen-títere
iraquí y su amo estadounidense. Washington lleva ya tiempo
pensando que Maliki está muy próximo a Irán
y trata de asegurar la inclusión en el nuevo gobierno del
ex primer ministro Iyad Allawi, durante mucho tiempo agente de
la CIA.
El Partido Iraqiya de Allawi, que obtuvo sus principales apoyos
en las áreas de población sunní, consiguió
el mayor número de escaños en el parlamento, 91,
frente a los 89 de Maliki, pero se quedó sin ningún
puesto político importante y ahora está empezando
a desmembrarse. Ocho miembros de Iraqiya dejaron el partido esta
semana y anunciaron que iban a formar un nuevo bloque parlamentario.
El mismo Allawi declaró la pasada semana que no iba a aceptar
un puesto que era en gran medida ceremonial como jefe de un consejo
de seguridad nacional con escaso poder. En una conferencia de
prensa celebrada el 3 de marzo dijo que iba a declinar aceptar
el puesto debido a la falta de compromiso en la colaboración
nacional.
La conferencia de prensa hizo levantar las cejas a más
de uno porque se celebró en Nayaf, la ciudad santa chií,
y Allawi apareció codo con codo con Moqtada al-Sadr, el
líder de un movimiento chií que ha chocado repetidamente
con la ocupación de EEUU y que se alineó tras Maliki
sólo en las maniobras parlamentarias del pasado año.
Tanto Allawi como Al-Sadr criticaron la creciente concentración
de poder en manos de Maliki, especialmente tras un dictamen de
un tribunal que dio poder al primer ministro para colocar a sus
candidatos en el control del banco central de Iraq, el comité
por los derechos humanos y muchas otras agencias.
Sin embargo, más allá de los intereses de los opositores
burgueses de Maliki, hay una prueba indiscutible de un cambio
hacia la represión de masas por parte del régimen
creado por la invasión y ocupación estadounidense
de Iraq.
Un informe publicado el 21 de febrero por el Human Rights Watch,
que tiene su sede en EEUU, halló que los abusos a
los derechos humanos son el pan de cada día en Iraq.
Ocho años después de la invasión de
EEUU, la vida en Iraq ha empeorado notablemente para las mujeres
y las minorías, mientras periodistas y detenidos se enfrentan
a importantes violaciones de derechos, declaró la
organización. En la actualidad, Iraq está
en una encrucijada, o respeta los procesos debidos y los derechos
humanos o se arriesga a convertirse en un estado policía.
A pesar de los extendidos informes de torturas sistemáticas
por parte de los interrogadores de la policía iraquí,
decía el informe, las autoridades militares estadounidenses
siguen rutinariamente trasladando a los detenidos a las prisiones
iraquíes donde saben que van a ser sometidos a torturas.
Human Rights Watch destacaba la severa regresión en el
estatus de las mujeres y las niñas, quienes bajo la dictadura
laica de Sadam Husein y el Partido Baaz estaban mucho mejor
protegidas que en otros países de la región.
Los matrimonios obligados, la prostitución forzada, los
abusos domésticos y los abusos sexuales se han ido incrementando
de forma aguda desde el momento en que se produjo la invasión.
El informe también indicaba crecientes ataques sobre lo
que llamaba grupos marginados, incluyendo en ellos
a las minorías religiosas como los mandeos y sabeos, los
asirios, los cristianos caldeos y los yasidíes, así
como los malos tratos y discriminación contra decenas de
miles de amputados y otros minusválidos a causa de la guerra,
de las luchas civiles y los ataques terroristas.
Traducido
del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández
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