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Viaje de Obama a Latinoamérica tiene como objetivo
salvar intereses estadounidenses
Por Bill Van Auken
22 Marzo 2011
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el autor
El viaje del presidente Barack Obama a Latinoamérica,
mientras los EE.UU. y sus aliados se preparan para la guerra contra
Libia, ha generado reproches por parte de algunos de sus críticos
en Washington. En realidad, sin embargo, el tour y la guerra tienen
causas comunes: el petróleo y los intereses imperialistas
de EE.UU.
El viaje de cinco días de Obama lo llevará a tres
países: Brasil, Chile y El Salvador. Este marca su primer
viaje a Latinoamérica desde su elección en el 2008
y su primer enfoque público en la región desde su
asistencia a la Cumbre de las Américas en Trinidad, a donde
el nuevo presidente fue enviado para presentar un nuevo rostro
pero con el fin de alcanzar los mismos intereses estratégicos
en la región que fueron buscados por su predecesor, George
W. Bush.
Esto consiste en gran parte en la imposición de acuerdos
de libre comercio y políticas de libre mercado
que radican en retirar barreras al capital extranjero, desregular
los mercados financieros y privatizar lo que queda de las empresas
estatales para el beneficio de corporaciones y bancos con sede
en EE.UU. Al mismo tiempo, involucra la promoción de las
guerras gemelas contra las drogas y el terrorismo como medios
de imponer la hegemonía militar y política de los
EE.UU. en el hemisferio.
Mientras que Obama proclamó su compromiso del multilaterismo
y su creencia en que todos los países de la región
deberían ser tratados con igualdad, dos años después
ya es abundantemente claro que su administración representa
una continuidad en vez de un cambio. Desde que Obama asumiera
la presidencia ha mostrado a los EE.UU. apoyando el sangriento
golpe en Honduras, la continuación del bloqueo de la era
de la Guerra Fría contra Cuba y la intensificación
de ataques y deportaciones de inmigrantes latinoamericanos.
El ex presidente de Brasil Luiz Inacio Lula da Silva, el ex líder
sindicalista que se convirtió en el máximo promotor
de los intereses del capital brasileño y extranjero, había
elogiado inicialmente la ascendencia de Obama. Por al final de
su presidencia, sin embargo, Lula declaró que nada
había cambiado, y acusó a Obama de comportarse
como si él fuese la cabeza de un imperio. Sus
sentimientos expresaban no el desprecio de la clase trabajadora
por el imperialismo y la explotación de las corporaciones
trasnacionales, sino la frustración de la burguesía
brasileña con las políticas estadounidenses que
inciden sobre sus intereses de lucro.
Ahora Obama se dirige a Brasil para su primer encuentro con la
sucesora de Lula, Dilma Rousseff, quién habiendo tomado
la presidencia en enero pasado ha indicado que su administración
está dispuesta a buscar un acomodo más cercano con
Washington al mismo tiempo que cumple aún más con
las reglas que dictan Wall Street y la élite dirigente
brasileña.
Dilma, como los brasileños llaman a la nueva presidenta,
ha indicado que está preparada para modificar la posición
de Brasil sobre Irán, la cual se volvió una fuente
de fricción con Washington. Ella ha reemplazado al ministro
de relaciones extranjeras del país, Celso Amorim, quién
estuvo asociado con la negativa de apoyar mayores sanciones contra
el programa nuclear de Irán. Antonio Patriota, el ex embajador
en Washington que está casado con una oficial de la ONU
nacida en EE.UU. ha sido instalado en su lugar.
En el frente económico, ella rechazó las demandas
de los sindicatos brasileños por un importante incremento
en el salario mínimo, imponiendo en vez de ello un aumento
que dejaría a las secciones más pobres de la clase
trabajadora por debajo de la tasa de inflación. Y, en sus
primeros días en el cargo, anunció recortes presupuestarios
de 30 mil millones de dólares.
Obama ha planeado su viaje a Brasil, el país que ahora
se jacta de ser la séptima economía más grande
el mundo, como una búsqueda de nuevos acuerdos que supuestamente
producirían empleos para trabajadores estadounidenses,
impulsados por las exportaciones. Según las propias palabras
de Michael Froman, su asesor de seguridad nacional en asuntos
económicos internacionales: Este viaje se trata fundamentalmente
de la recuperación de los EE.UU., exportaciones estadounidenses
y la relación crítica que Latinoamérica juega
en nuestro futuro económico y en generar empleos acá
en los Estados Unidos.
En su primer día en Brasilia, Obama y Roussef copresidirán
una reunión entre casi 300 ejecutivos de empresas brasileñas
y estadounidenses. Entre los que acompañan al presidente
estadounidense se encuentra el gerente general de Boeing, quién
espera que bajo Rousseff la compañía pueda obtener
un contrato, que fue aplazado, por nuevos aviones de combates
brasileños, valorizados en 6 mil millones de dólares,
que la administración de Lula parecía haberse inclinado
a favor de Rafale, la competencia francesa de Boeing.
Asimismo, alto en la agenda de Obama se encuentra el petróleo.
Los enormes conglomerados petroleros estadounidenses están
determinados en ser los principales beneficiarios del descubrimiento
de importantes reservas petrolíferas que se encuentran
fuera de las costas atlánticas de Brasil. Petrobras, la
corporación energética controlada por el estado
brasileño, actualmente envía hasta 60 por ciento
de sus exportaciones al mercado estadounidense.
El objetivo de Washington no es sólo el de asegurar que
las nuevas reservas descubiertas serán dedicadas a las
necesidades energéticas estratégicas de los EE.UU.,
sino también de que las grandes empresas petrolíferas
estadounidenses puedan participar directamente en la fase más
lucrativa de su explotación.
Durante encuentros anteriores con el secretario del tesoro Timothy
Geithner y una delegación del senado estadounidense, Rousseff
había indicado que estaba preparada para discutir tales
tratos. Bajo condiciones en los que los levantamientos sociales
y políticos están barriendo con el Oriente Medio,
se ha vuelto aún más crítico asegurar acceso
a las reservas brasileñas, las cuales se espera que lleguen
a ser las décimas más grandes del mundo.
Mientras que Washington está ejerciendo presión
para las concesiones, la agroindustria brasileña tienen
sus propios intereses. Los aranceles comerciales estadounidenses,
los cuales incluyen un recargo de 54 centavos por galón
sobre el etanol, han efectivamente eliminado del mercado estadounidense
a muchos productos brasileños. Ningún acuerdo comercial
está siendo preparado para que sea ratificado durante el
viaje, y no es probable que la administración Obama resista
al poderoso lobby de los agroindustriales dentro de los EE.UU.
si es que fuese a derrumbar los muros arancelarios.
Entre otros asuntos que sin lugar a dudas serán discutidos
en sesiones a puerta cerrada en Brasilia está el de la
continuación del gobierno del Partido de los Trabajadores
en cuanto al rol del país como un subcontratista del Pentágono
en la ocupación imperialista de Haití. El ejército
brasileño se hizo cargo de la misión de estabilización
de las Naciones Unidas en Haití en el 2004, tan sólo
meses después de que los EE.UU. hubiesen orquestado un
golpe contra el presidente elegido, Jean-Bertrand Aristide, y
hubiesen enviado a los infantes de marina. Desde entonces, las
tropas brasileñas han sido usadas para reprimir huelgas
y manifestaciones antigubernamentales por la empobrecida clase
obrera haitiana.
En la víspera de la partida de Obama, el principal oficial
del departamento de estado en Latino América, Arturo Valenzuela,
se vio obligado durante una conferencia de prensa a negar lo obvio:
que uno de los principales objetivos del tour de Obama es el de
contrarrestar la creciente influencia de China en la región.
Todos nos beneficiamos del comercio internacional,
declaró. Vivimos en un mundo globalizado.
Pero cuando Obama escribió en artículo de opinión
publicado por USA Today el viernes sobre su supuesta búsqueda
de trabajos en un mundo ferozmente competitivo, la
competencia que él tiene en mente en Latinoamérica
viene de China.
En Brasil, China sobrepasó a los EE.UU. como su socio comercial
número uno en el 2008. En el 2010, el comercio total entre
Brasil y China alcanzó los $56 mil millones, comparados
con los $47 mil millones que hubo en el comercio entre Brasil
y los EE.UU. Es también la más grande fuente de
inversiones extranjeras directas en Brasil, sumando unos $15 mil
millones el año pasado en varios proyectos. Las importaciones
brasileñas desde China, mientras tanto, han incrementado
en 500 por ciento desde el 2005.
China también se ha vuelto el principal socio comercial
de Chile, la segunda parada en el tour de Obama.
Mientras que Washington está buscando acceso al petróleo
brasileño, también lo está haciendo China.
Como la revista Businessweek reporta: China Petroleum
& Chemical declaró el mes pasado que puede competir
por los derechos de explotación y ya ha tomado un 40 por
ciento de participación en la unidad brasileña de
Repsol YPF, una compañía energética española.
Además de convertirse en el consumidor principal de las
materias primas, que van desde la soya al cobre y al mineral de
hierro, China ha invertido fuertemente en proyectos de infraestructura
diseñados para obtener mejores accesos a las riquezas de
la región. Estos incluyen un nuevo ferrocarril que vincula
las costas atlánticas y pacíficas de Colombia, rivalizando
de manera potencial con el Canal de Panamá. China también
se ha vuelto una fuente importante de financiamiento para gobiernos
latinoamericanos, proveyendo una manera alternativa menos onerosa
que la del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, ambos
bajo el control de EE.UU., los cuales previamente dominaron casi
indiscutiblemente en la región.
Obama y sus oficiales estadounidenses están intentando
contrarrestar este masivo desafío, en el lugar en el que
el imperialismo yanqui consideró por largo tiempo como
su propio patio trasero, en parte apelando a los resentimientos
de la élite dirigente brasileña por la subvaluación
del yuan chino, lo cual hizo que los bienes chinos se vuelvan
más competitivos en los mercados latinoamericanos. Mientras
que tales resentimientos existen, sin embargo, ellos son contrarrestados
por el enojo entre los capitalistas brasileños por la relajada
política monetaria del Banco Federal de Reserva de los
EE.UU., a la cual le echan la culpa por la sobrevaluación
del real brasileño.
En las vísperas de la partida de Obama, la embajada estadounidense
en Brasil anunció sin ninguna explicación que se
habían cambiado los planes para que el presidente estadounidense
pronunciar un discurso a aire abierto el domingo ante una masiva
audiencia en Cinelandia, una plaza central en Rio de Janeiro,.
En vez, han sido trasladadas al teatro municipal.
El anuncio se produjo debido a la amenaza de manifestaciones por
sindicatos brasileños y organizaciones de izquierda que
han declarado a Obama persona non grata. Mientras
tanto, se esta llevando a cabo una masiva operación de
seguridad en Rio, con 45 calles en el centro de la ciudad cerradas
al tráfico y helicópteros con equipos de visión
nocturna y térmica sobrevolando la zona, transmitiendo
imágenes a comandos militares y policiales.
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