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Levantamientos en el Medio Oriente:
Producto de cambios estructurales a nivel mundial
Por Nick Beams
15 Marzo 2011
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La difusión de los levantamientos en el Oriente Medio,
comenzando con Túnez en enero, seguido por Egipto y ahora
extendiéndose por toda la región, es a veces vista
como una especie de contagio.
Sin duda, los jóvenes y trabajadores en un país
se inspiran, alimentándose y adquiriendo fuerzas, de los
movimientos sociales de masas en otros países. Pero la
rapidez de estos acontecimientos es, en última instancia,
el resultado de procesos más profundos enraizados en la
economía mundial que se están manifestando en todos
los rincones del globo.
La característica común más obvia en Túnez,
Egipto y Libialos tres principales focos de la tormenta
hasta el momentoes que en todos ellos se implementó
en los últimos 20 años un vasto programa de reestructuración
económica neo-liberal y de "libre mercado". Estas
políticas, incluida la privatización a gran escala,
la desregulación económica y financiera a nivel
nacional, la destrucción de decenas de miles de puestos
de trabajo y los recortes en los subsidios estatales, han sido
supervisados por el Fondo Monetario Internacional (FMI) en nombre
del capital financiero mundial .
En octubre pasado, el FMI publicó un informe en el que
lamentaba la general "falta de competitividad en el Oriente
Medio y África del Norte." Señaló, sin
embargo, dos "historias exitosas."
Túnez se había convertido en el "centro
de producción de bajo costo" de la región,
con un "reglamento simplificado, infraestructura moderna,
incentivos del gobierno y su compromiso con una economía
basada en una fuerza laborar de alto conocimiento, bien entrenada
y de bajo costo." La auto inmolación de un joven trabajador
desempleado en diciembre pasado fue el detonante de la revuelta
en Túnez.
En cuanto a Egipto, el país ha atraído una considerable
inversión global en tecnología de la información
(TI) con las recientes "reformas estructurales" para
crear "mejoras en el entorno empresarial."
Libia también ha sido objeto de informes alabadores.
El 28 de octubre del año pasado, el FMI felicitó
a las autoridades libias "por sus esfuerzos en apoyar el
papel del sector privado en la economía". Se calificó
de "encomiable" el esfuerzo para ampliar los mercados
financieros" y que ya no hay bancos de propiedad estatal
y en la Libia de hoy "socios extranjeros" participan
en seis de los 16 bancos operan en el país.
El informe del FMI también hizo hincapié en "los
avances" logrados en la reducción del número
de empleados públicos, señalando que de los 340.000
empleados de los servicios públicos transferidos a una
oficina central dedicada a la reducción de personal, aproximadamente
una cuarta parte había encontrado otras fuentes de ingresos.
Hizo un llamamiento a que se "acelere" el programa de
reducción de personal. Recientemente, el 9 de febrero de
este año, justo una semana antes que comenzara la sublevación
contra Gadafi, el FMI se refirió con entusiasmo al "ambicioso
programa" para privatizar los bancos y "desarrollar
el sector financiero incipiente, y elogió las reformas
estructurales en otras áreas y calificó las "leyes
de largo alcance" aprobadas el año pasado como una
buena señal destinada a "fomentar el desarrollo del
sector privado y atraer inversión extranjera directa".
Los directores del FMI "felicitaron a las autoridades
por su ambiciosa agenda de reformas" y por las importantes
leyes muchas aprobada el año pasado", complementado
por políticas destinadas a la adaptación de la mano
de obra para la transformación económica."
Visto en este contexto, los levantamientos en el Oriente Medio
sumen un significado más amplio. Se trata de la primera
revuelta contra el "libre mercado", programa que ha
tenido un impacto tan devastador en la posición social
de la clase obrera en los últimos 20 años. La privatización,
la profundización de la desigualdad social, el aumento
del desempleo juvenil, la falta de oportunidades para los jóvenes
universitarios recientemente graduados, la caída de los
salarios reales y la acumulación por una pequeña
minoría de una enorme riqueza a través de practicas
que sólo puede describirse como operaciones de saqueo criminalno
se trata solo del Medio Oriente, sino mas bien son fenómenos
globales.
Mientras que el programa de "libre mercado" del capital
financiero sentó las bases económicas objetivas
para los levantamientos, fueron las acciones de las autoridades
financieras a raíz de la crisis financiera global las que
le proporcionaron un impulso inicial importante.
Frente a la mayor catástrofe económica en años
ochenta, la respuesta de la administración Obama y el Banco
Federal Reserva de los EE.UU. ha sido la de continuar con las
mismas políticas que condujeron a la crisis, combinada
con salvajes ataques a las condiciones de vida de la clase trabajadora.
Lejos de ser regulado o controladopor no hablar de nacionalización
de la banca o de llevar a juicio a sus altos ejecutivos por sus
actividades delictivaslos bancos e instituciones financieras
han recibido siempre del banco central un crédito ultra
barato, lo que les permitía seguir acumulando ganancias
a través de la especulación y la manipulación
financiera.
Como el presidente del Banco Central de Reserva, Ben Bernanke,
explicara de manera explícita en un artículo publicado
en el Washington Post en noviembre pasado, el objetivo de la política
llamada "flexibilización cuantitativa", con cientos
de miles de millones de dólares inyectados al sistema financiero,
es impulsar los precios del mercado de valores. No sólo
las acciones, pero todos los activos, incluyendo bienes raíces,
tierras, materias primas y los alimentos se han convertido en
objetivos para grandes cantidades de capital financiero que buscan
acumular ganancias mediante la especulación.
Un estudio reciente realizado por el Fondo de las Naciones
Unidas para la Infancia (UNICEF) encontró que el número
de futuros y opciones negociados a nivel mundial en las bolsas
de commodities (productos agrícolas, metales, petróleo,
etc.) se cuadruplicó entre 2005 y 2010, con la negociación
en alimentos representando una "parte pequeña pero
de rápido crecimiento." El aumento en la especulación
ha ayudado al aumento de precios. Un índice de precios
de una canasta de alimentos de productos básicos internacional
publicado por la Organización de la Agricultura y la Alimentación
(FAO)que incluye productos lácteos, carne, azúcar,
cereales y oleaginosasaumentó en más del 30
por ciento entre junio y diciembre del año pasado. El precio
de los cereales, un alimento básico que representa más
de dos tercios de las calorías en la dieta de muchos países
en desarrollo, saltó por "la asombrosa cifra de 57
por ciento durante el mismo período."
El estudio encontró que los precios de los alimentos
no disminuyeron notablemente después de su máximo
en 2007-2008, y que en promedio en noviembre de 2010 eran cerca
de 55 por ciento mas altos que en mayo de 2007. El informe hace
referencia a uno de los factores clave que impulsan el levantamiento
popular: "Desde el año 2008", señaló,
"los hogares pobres han agotado sus medios de supervivencia,
tales como comer menos comidas, reducir los gastos en salud,
acompañado de un aumento de la deuda y trabajar más
horas en el sector informal, y su capacidad de recuperación
es muy limitada en 2011."
El aumento de precios de los alimentos y la inflación
generada por la crisis del capitalismo global ya ha tenido consecuencias
explosivas en el Oriente Medio. Amenazan incluso consecuencias
de mayor alcance en China. El gobierno chino vive con el diario
temor de una erupción de la clase trabajadora mucho más
grande que la que se desarrolló en respuesta a la inflación
de finales de 1980 y condujo a la masacre de la plaza Tiananmen
en junio de 1989.
El aumento de precios de los alimentos sólo es uno de
los efectos de la "reestructuración" que emanan
de la descomposición financiera mundial. Otros son los
enormes cortes al presupuesto que realizan los gobiernos europeos
y los gobiernos estatales en los Estados Unidos, con el fin de
hacer que la clase trabajadora pague por los billones de dólares
gastados en rescates bancarios.
Hay otros resultados emanando de los cambios estructurales
globales son ahora son inminentes, amenazando envolver directamente
a países como Australia y Brasil, que hasta ahora han escapado
a los peores efectos de la crisis económica mundial debido
a sus exportaciones de productos básicos, especialmente
a China.
Gran parte del aumento de la demanda, especialmente de mineral
de hierro, ha venido del auge en bienes raíces y la construcción
en China, impulsada por las políticas de crédito
barato puesta en marcha por las autoridades financieras chinas
y la política de flexibilidad cuantitativa
del Banco Central de Reserva estadounidense. Sin embargo, cuanto
más dure esta burbuja, mayores serán sus consecuencias.
Esta semana, el macroeconomista australiano y miembro del directorio
del Banco de Reserva de Australia, Warwick McKibbin, advirtió
que podrían ser incluso más desastrosas que las
consecuencias de la crisis de 2007-2008. Con el Producto Bruto
Interno (PBI) australiano 13 por ciento más elevado de
lo que hubiera sido sin el auge de los productos básicos
de exportación, el impacto del colapso de la burbuja va
a ser devastador.
Cualquiera que sea su forma particular, la situación
en cada país, como León Trotsky explicó,
es "una original combinación de las características
básicas del proceso mundial." En consecuencia, insistió,
las luchas de la clase obrera en un país determinado, cualquiera
que sea su forma inicial, sólo puede llevarse adelante
sobre la base de un programa internacional ya través de
la construcción del partido mundial de la revolución
socialista. Ese es el punto de vista del Comité Internacional
de la Cuarta Internacional hoy.
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