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¡No a la intervención imperialista en Libia!
Por Patrick Martin
15 Marzo 2011
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Los Estados Unidos y las potencias europeas se están
preparando para una intervención militar directa en Libia.
Ellos están buscando aprovecharse de un legítimo
levantamiento popular contra el gobierno de 41 años de
Muammar Gaddafi, prevenir la posibilidad de que un régimen
mucho más radical emerja, e instalar a un títere
de estilo colonial en lugar de la desacreditada dictadura.
En particular, es extraordinaria la rapidez con que cambia
la política estadounidense. Washington ha pasado de mantener
un relativo silencio en cuanto al movimiento anti-Gaddafi a ser
el principal proponente de una intervención foránea.
Como en cualquier operación estadounidense en la región,
las fuerzas motrices son de un carácter dual: primero,
apropiarse de los recursos de uno de los mayores países
productores de petróleo y, segundo, la búsqueda
de los intereses más amplios del imperialismo estadounidense
en el Oriente Medio y en el Norte de África. Las fuerzas
militares imperialistas en territorio libio estarían en
posición de influenciar el curso futuro de los eventos
en Egipto, Túnez, Argelia y Marruecos, países que
se encuentran en crisis, así como también a través
del Sahara en Sudán, Chad, Níger y Nigeria.
Nadiesobretodo el mismo pueblo libiodebe creer
en las pretensiones de preocupación humanitaria presentadas
para justificar la entrada de fuerzas militares estadounidenses,
británicas, francesas, alemanas, italianas y de otros países.
Estas potencias se mantuvieron al margen cuando los dictadores
de Túnez y Egipto, Zine El Abidine Ben Ali y Hosni Mubarak,
masacraban a manifestantes exigiendo trabajos, derechos democráticos
y un fin al saqueo llevado a cabo por corruptas élites
gobernantes. Ellos ofrecieron asistencia política, diplomática
y, en algunos casos, asistencia directa de seguridad en un esfuerzo
de apoyar estos regímenes títeres.
Durante las mismas dos semanas en las que las fuerzas de seguridad
de Gaddafi acribillasen a manifestantes de la oposición,
crímenes similares fueron cometidos por los aliados de
los EE.UU. en Omán y Bahréin y por el cliente régimen
estadounidense en Irak sin ninguna reprensión pública
por Washington. Por supuesto, en esos casos no se habló
de la organización de una campaña internacional
por intervención militar.
Un bombardeo masivo de propaganda se ha puesto en marchatal
como se hizo para allanar el camino para la intervención
de EE.UU. y la OTÁN de Bosnia y Kosovo en la década
de los noventaresaltando atrocidades cometidas por el régimen
de Gaddafi para argumentar que se necesita una intervención
conjunta por parte de las potencias imperialistas para "salvar"
al pueblo libio. La secretaria de estado Hillary Clinton marcó
la pauta el lunes, denunciando el uso de "matones" y
"mercenarios" de Gaddafi y declaró que "No
hay nada fuera de la mesa siempre y cuando el gobierno libio continúe
amenazando y matando libios". El primer ministro británico
David Cameron puso de su parte, declarando en la Cámara
de los Comunes que "De ninguna manera descartamos el uso
de activos militares" en Libia.
Siguiendo el ejemplo de Washington, Londres y otras capitales
imperialistas, los medios internacionales se han enfocado enormemente
en el supuesto uso del poder aéreo por las fuerzas de Gaddafi
en contra de los rebeldes en Libia oriental y alrededor de Trípoli,
la ciudad capital. Los ataques que actualmente han sido documentados
son muy pocos, ya que muchos de los pilotos de Gaddafi han desertado.
El ministro de relaciones exteriores de Australia, Kevin Rudd,
declaró después de una reunión con Clinton
que se debería imponer inmediatamente una zona de exclusión
aérea. "Guernica es conocida en todo el mundo por
el bombardeo de una población civil", declaró,
refiriéndose a la masacre llevada a cabo por aviones de
guerra nazi durante la Guerra Civil Española. "Hemos
visto evidencia de aquello en Libia. No debemos simplemente permanecer
de brazos cruzados mientras atrocidades similares son cometidas
otra vez". Lejos de permanecer de brazos cruzados, Australia
ha sido un socio mayor en las guerras de agresión estadounidenses
en Irak y Afganistán, guerras que han producido atrocidades
mucho más grandes.
La postura europea-estadounidense de indignación humanitaria
no tiene credibilidad. Hasta hace dos semanas, estas potencias
coqueteaban con Gaddafi para obtener lucrativos contratos en la
explotación de los recursos petrolíferos y gasíferos
de Libia. Un desfile de pretendientes occidentalesCondoleezza
Rice de EE.UU., Tony Blair de Gran Bretaña, Chirac de Francia,
Berlusconi de Italia, Zapatero de Españasiguieron
el olor de petróleo hasta Trípoli. Ellos no prestaron
atención al estado policíaco de Gaddafi o a los
gritos que salían de sus cámaras de tortura.
Los Estados Unidos realizó una significativa inversión
política y financiera en el cultivo de relaciones amistosas
después de evaluar como un mayor logro estratégico
el repentino acercamiento de Gaddafi hacia Washington y la política
extranjera estadounidense después del 2003. Hillary Clinton
recientemente agasajó a uno de los hijos de Gaddafi en
Washington y nombró al presidente fundador de la Asociación
de Negocios Libio-Estadounidense. como coordinador del Departamento
de Estado para asuntos de energía internacional.
Las potencias que ahora se están alineando para retornar
a Libia, como los presuntos patrones de las fuerzas de oposición
que han tomado control de la mayoría del país, están
siendo impulsadas por los mismos apetitos de lucro y pillaje.
Y a pesar de sus declaraciones de apoyo por el derrocamiento de
Gaddafi, la entrada de fuerzas militares de los Estados Unidos
y las antiguas potencias coloniales europeas no será a
favor de aquellos que verdaderamente luchan para derrocar a la
dictadura.
La intervención extranjera inflamará la hostilidad
popular. Muchos de aquellos participando en el alzamiento en Benghazi
ya han declarado su vehemente oposición a la entrada de
las tropas estadounidenses y europeas. Tal intervención
le daría a Gaddafi la oportunidad de reanudar su falsa
postura como un anti-imperialista y dar a su régimen un
nuevo aliciente en su vida.
Igualmente cínicas son las afirmaciones de preocupación
por el futuro de los cientos de miles que han huido de Libia desde
que empezó el combate el 17 de Febrero en Benghazi. Los
voceros oficiales de los varios poderes imperialistas aseguran
que sus compatriotas, muchos de ellos técnicos y otros
funcionarios de compañías de petróleo, están
en peligro y deben ser rescatados. Al mismo tiempo, aquellos países
con una línea costera con el mediterráneoItalia,
Francia, Españahan advertido de una avalancha de
refugiados viniendo de la creciente guerra civil. Ambos problemas,
por supuesto, tienen la misma "solución": intervención
militar, dentro de Libia y alrededor de su línea costera.
La campaña anti-Libia es en el sentido más literal
de la palabra un ensayo en el pillaje. La primera acción
principal ha sido la efectiva incautación de 30 mil millones
de dólares en activos libios mantenidos en las instituciones
financieras de los EE.UU. y miles de millones más en las
cuentas europeas después que el Consejo de Seguridad de
las Naciones Unidas aprobara una resolución sanciones contra
Libia. Aunque fue denominado como un "congelamiento"
de activos, es en realidad la confiscación de los recursos
que pertenecen al pueblo de Libia.
Tan flagrante es el robo que el primer ministro turco Recep
Tayyip Erdogan, hablando en una conferencia de negocios en Alemania,
se vio obligado a objetar: "Los errores hechos por los gobiernos
no deberían ser pagados por el pueblo", declaró.
"Creemos que discusiones sobre una intervención en
Libia o sanciones son preocupantes considerando al pueblo de Libia
y a los extranjeros en ese país". Declaró que
las potencias extranjeras deberían actuar en Libia "desde
una perspectiva humanitaria y no por consideraciones de sus intereses
petroleros".
El impulso hacia la intervención militar se está
acelerando. El gobierno de Berlusconi en Italiala antigua
potencia colonial en Libia y el mayor comprador de su petróleooficialmente
repudió su pacto de no agresión con el régimen
de Gaddafi. Esta es la preparación legal necesaria para
la acción militar italiana dentro de Libia y la intervención
de aviones estadounidenses en Aviano y otras bases aéreas
de la OTÁN en Italia.
Luego, la administración Obama confirmó que ha
empezado a redistribuir equipos navales en el Mar Mediterráneo,
posicionándolos dentro del rango de Libia. El Pentágono
fue tomado desprevenido por la rápida propagación
de disturbios dentro de Libia, habiendo despachado al portaaviones
USS Enterprise a través del Canal de Suez hacia el Mar
Rojo el 15 de Febrero, en una demostración de fuerza, cuatro
días antes del derrocamiento del presidente egipcio Mubarak.
El grupo de combate del portaaviones continuó hacia el
Mar Arábigo, "mostrando la bandera" en apoyo
de Saleh, el asediado dictador pro-EE.UU. de Yemen, y los emiratos
petroleros del Golfo Pérsico.
Un portavoz del pentágono anunció hace poco:
"Tenemos planificadores trabajando y varios planes de contingencia
y... como parte de ello estamos reposicionando fuerzas para ser
capaces de proveer la flexibilidad una vez que las decisiones
sean hechas". El Enterprise y un pequeño porta-helicópteros,
el USS Kearsage, se han trasladado ahora hacia el Mar Rojo, para
que tomen posición ya sea de volver a transitar el Canal
de Suez o lanzar ataques aéreos contra objetivos libios.
La operación bajo discusión varía entre esfuerzos
de "rescate" como aquellos montados por comandos británicos
y alemanes, a las de una zona de exclusión aérea,
a las de un desembarque total de los infantes de marina.
Una preocupación adicional de los EE.UU. es el rol de
China, el cual está montando su primera operación
militar en el Mar Mediterráneo. Pekín ha despachado
la fragata Xuzhou de su patrulla anti-pirata en Somalia hasta
la costa libia, cruzando el Canal de Suez, para asistir en la
evacuación de 30 mil ciudadanos chinos, la mayoría
de ellos trabajadores de construcción, atrapados en la
lucha.
Hay un elemento de desesperación y extrema imprudencia
en la campaña anti-Libia. Esta erupcionó tan sólo
unos días después que el Secretario de Defensa de
EE.UU. Robert Gates en un discurso a una audiencia militar declarase:
"En mi opinión, cualquier secretario de defensa en
el futuro que le recomiende al presidente enviar de nuevo un gran
ejército de tierra estadounidense a Asia o hacia el Oriente
Medio o a África debería tener su cabeza examinada',
como el General MacArthur tan delicadamente lo dijo".
Gates expresaba el pesimismo producido por la insoluble oposición
de la población afgana a la larga ocupación militar
estadounidense, así como a las preocupaciones de los altos
mandos militares por la menguante condición de la fuerza
de voluntarios después de 10 años de constantes
despliegues ultramarinos.
A pesar de tales temores, sin embargo, hay una lógica
detrás de las acciones del imperialismo y la administración
Obama. El objetivo final de los EE.UU. y la intervención
europea es el de llenar el "vacío político"
en Libia, como el New York Times lo denominó su edición
dominical, al convertir el país en un protectorado de los
países imperialistas.
Un experto estadounidense en Libia, escribiendo en la revista
Newsweek, comparó directamente una intervención
en Libia al prolongado rol de los EE.UU. en los Balcanes. La situación
política en Libia, escribió, "sugiere la de
los Balcanes en vez de la del vecino Egipto o Tunisia como posibles
precursores para la construcción de estado en Libia. Como
con el caso de los Balcanes, la comunidad internacional podría
tener un rol largo y positivo para jugar al proveer pericia y,
temporalmente, fuerzas de seguridad".
En otras palabras, Libia se convertirá en una semi-colonia,
gobernada por los Estados Unidos y sus compañeros depredadores
de Europa Occidental, quienes tomarán control de las reservas
de petróleo y transformarán su territorio en una
base estratégica de operaciones contra los alzamientos
en masa que ahora barren con el Oriente Medio y el Norte de África.
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