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¡Abajo con Gadafi! ¡No a la intervención
de EE.UU. y la OTÁN!
Por Patrick Martin y David North
16 Marzo 2011
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la lucha de las masas libias por el derrocamiento del régimen
de Muammar el Gadafi, una dictadura burguesa de derecha que ha
colaborado por mucho tiempo con los poderes imperialistas, y reemplazarla
con un verdadero gobierno popular y democrático. Pero rechazamos
por completo la pretensión de que el derrocamiento de Gadafi
debería ser logrado o que tan sólo puede ser logrado
a través de la intervención de los Estados Unidos
y la OTÁN.
El instrumento de la liberación del pueblo libio es
la clase trabajadora libia en una alianza con las masas a lo largo
del Norte de África y el Medio Oriente.
Desde hace mucho tiempo, un principio del movimiento socialista
su oposición a las intervenciones imperialistas. La experiencia
de la década pasada en Irak y Afganistán, por no
mencionar los antecedentes completos de la historia del siglo
veinte, han subrayado la exactitud de este principio.
El derrocamiento de Gadafi por una intervención de los
EE.UU. y la OTÁN, en vez de una por la clase trabajadora
liderando a las masas, no sólo significaría el fracaso
de la revolución, sino la instalación de otro régimen
colonial más. Posicionaría a las fuerzas militares
imperialistas en las fronteras con Túnez y Egipto, donde
levantamientos populares derrocaron a viejos dictadores pero que,
sin embargo, han dejado intacta la maquinaria estatal y la estructura
social capitalista. Sentaría la base para posteriores incursiones
en contra de las luchas revolucionarias que han sido generadas
por el colapso del mundo capitalista.
Esto es, en realidad, el motivo principal detrás de
los planes para la intervención militar directa contra
Gadafi, y no la simpatía por el pueblo libio.
A fines de la semana pasada se inauguró una conferencia
entre ministros de defensa de la OTÁN los EE.UU. y las
potencias europeas donde se debatió una intervención.
Fuerzas militares estadounidenses, británicas, francesas,
italianas y alemanas están en movimiento, preparándose
para tomar medidas como la imposición de una zona de exclusión
aérea, el envío de suministros militares para las
fuerzas rebeldes libias y directos ataques aéreos y navales
contra el gobierno de Gadafi.
La campaña por una intervención militar en Libia
fue ampliada el miércoles en un editorial del New York
Times, la principal voz editorial del imperialismo estadounidense.
Su abierto respaldo por una acción militar es vergonzoso,
reaccionario y deshonesto.
El editorial comienza criticando a la administración
Obama por no movilizarse lo suficientemente rápido para
organizar y justificar un rol militar estadounidense en la guerra
civil que ha erupcionado en las últimas tres semanas en
el país petrolífero.
De ahí, el Times va directo al grano y propone razones
"humanitarias" para una intervención estadounidense
en Libia. Aunque rechaza el uso de tropas terrestrespocas
de ellas están disponibles, debido a las demandas de las
guerras en marcha en Afganistán e Irakel editorial
declara que "alguna manera debe ser encontrada para apoyar
el levantamiento libio y detener al coronel Muammar el Gadafi
de masacrar a su pueblo".
Esta postura de preocupación por víctimas civiles
en Libia no tiene ninguna credibilidad. No ha habido pronunciamientos
en editoriales por parte del Times que demanden acciones militares
estadounidenses para que se detengan masacres previas en Túnez
y Egipto o las actuales masacres de manifestantes de oposición
en Irak, Yemen, Bahréin, Omán, Marruecos o Arabia
Saudita.
Tampoco el Times ha denunciado a Israel por bombardear a civiles
en Gaza o en Líbano. O, lo que es más, al gobierno
estadounidense por sus repetidos bombardeos de civiles en Irak,
Afganistán y Pakistán.
Buscando diferenciar su apoyo por la intervención en
Libia de la del lanzamiento de una guerra no provocada en Irak
por la administración Bush, el Times declara que para dar
legitimidad a una nueva aventura militar estadounidense en la
región "un respaldo creíble por parte del mundo
árabe parece absolutamente esencial".
Para ese fin, el Times elogia al Consejo de Cooperación
del Golfo, la alianza de las monarquías del Golfo Pérsico
dominada por los saudíes, por su apoyo en imponer una zona
de exclusión aérea en Libia. El consejo incluye
a Bahréin y Omán donde la policía ha asesinado
a manifestantes de oposición con impunidad, así
como Arabia Saudita, donde las protestas son ilegales bajo pena
de muerte.
Todos estos regímenes a los que el Times recurre son
dictaduras odiadas por sus propios pueblos.
El Times urge a los ministros de relaciones exteriores de la
Liga Árabe a que sigan el ejemplo del Consejo de Cooperación
del Golfo, notando que si se impone una zona de exclusión
aérea, "Egipto y algunos otros estados miembros tienen
los recursos militares para participar". Esta declaración
tiene las implicaciones más siniestras posibles. El ejército
egipcio fue la base de la dictadura de Mubarak y continúa
gobernando Egipto después de la resignación de éste,
actuando como el perro guardián tanto de la clase capitalista
egipcia como la de sus superamos imperialistas.
Haciendo participar a Egipto en la implementación de
una zona de exclusión aérea en Libia significaría
establecer contactos operaciones directos con el Pentágono.
Esto proveería al ejército egipcio de recursos adicionales
así como de un fortalecimiento para la inevitable confrontación
con los trabajadores y campesinos egipcios.
Mientras que el editorial elogia repetidamente a los rebeldes
libios, no toma en cuenta las disipadas fuerzas involucradas en
la oposición a Gadafi. Por un lado están los trabajadores
y campesinos oprimidos que son impulsados por el odio hacia el
régimen despótico. Por el otro lado están
los portavoces y líderes que hasta hace unas pocas semanas
atrás eran parte del gobierno y séquito de Gadafi.
Precisamente es entre estos elementos que las llamadas más
insistentes por intervención imperialista han venido.
Entre las mismas fuerzas rebeldes hay una amplia desconfianza
de los poderes imperialistas y sus maniobras para asegurar su
influencia política y acceso al petróleo libio.
Un portavoz de los rebeldes, Iman Bugaighis, declaró al
Guardian: "Los jóvenes no quieren una intervención
militar. El consejo revolucionario tomó eso en cuenta.
Como árabes, tenemos una muy mala historia de soportar
intervenciones militares extranjeras. La gente lo verá
como una especie de invasión".
El editorial del Times concluye: "Sería un desastre
si el coronel Gadafi lograse mantenerse en el poder sólo
por medio de la masacre a su propio pueblo". Pero, ¿de
qué otra forma los títeres estadounidenses como
Maliki en Irak y Karzai en Afganistán se mantienen en el
poder? El Times no considera un "desastre" la supervivencia
de la monarquía saudí, bajo la cual la decapitación
es el tratamiento promedio para la oposición política,
particularmente la de las capas más oprimidas.
Las fuerzas especiales, los buques de la armada y los aviones
militares de una docena de países ya han violado la soberanía
Libia de manera repetida, primero para "rescatar" a
los extranjeros atrapados entre la lucha, y de ahí por
el supuesto propósito de proveer ayuda humanitaria a civiles
libios.
Sin embargo, lejos de trabajar para reducir el número
de víctimas, las potencias imperialistas han incitado a
la guerra civil, estimulando a las fuerzas rebeldes a que se esparzan
del desierto hacia los bastiones, en gran medida fortificados,
de Gadafi en Surt y Trípoli. El inevitable baño
de sangre en tales condiciones desprevenidas, en muchos casos
involucrando a civiles sin ningún entrenamiento militar,
ha proveído forraje para la campaña de los medios
para que promocionen la intervención militar de los EE.UU.
y la OTÁN.
No hay ningún intento por parte del Times u otros partidarios
de un ataque de los EE.UU. o la OTÁN en Libia que haga
frente a sus propias contradicciones en sus propios argumentos.
Los disturbios han barrido con el Norte de África y el
Oriente Medio, y en cada caso excepto con Libia los poderes imperialistas
se han aliado con los atrincherados regímenes de derecha.
La posición agresiva contra Libia, sin embargo, está
dictada por intereses económicos y consideraciones estratégicas
geopolíticas que no tienen nada que ver con los derechos
humanos del pueblo libio. En efecto, si los Estados Unidos y las
potencias europeas concluyen a fin de cuentas, no obstante para
su pesar, que sus amenazas para intervenir militarmente fueron
inapropiadas y mal consideradas, ellos volverán a hacer
negocios con Gadafi.
Ni en Libia ni en ninguna otra parte del mundo puede la tarea
de derrocar a los dictadores regionalesquienes gobiernan,
después de considerar todos los aspectos, en nombre del
imperialismodársela a las maquinarias militares de
los Estados Unidos y Europa.
Como Marx y Engels insistieron al comienzo del movimiento socialista:
la liberación de la clase trabajadora es la tarea de la
misma clase trabajadora.
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