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El papel de la ex-izquierda en las protestas de los indignados en España

Por Robert Stevens
25 Junio 2011

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El fin de la ocupación de la Puerta del Sol en Madrid por los indignados, después de más de tres semanas, nos proporciona la oportunidad de hacer frente una vez más a la perspectiva planteada por el liderazgo de “autonomía/ y la no política.”

Las ocupaciones de las plazas en las grandes ciudades y los pueblos fueron provocadas por las crecientes dificultades y pobreza a las que se enfrentan los trabajadores y la juventud, que se oponían a las medidas de austeridad impuestas por el Gobierno de José Luís Rodríguez Zapatero del Partido Socialista Obrero Español (PSOE).

El origen de la manifestación del 15 de mayo, después de la cual el movimiento se denominó Movimiento 15-M, y de la cual surgió la “acampada” de la Puerta del Sol, fue convocada por diversas campañas basadas en internet, incluida la de Democracia Real Ya. Mientras que las ocupaciones reflejaban la rabia creciente de gran parte de la población hacia el PSOE y la oposición conservadora del Partido Popular (PP), nunca amenazaron el control del Gobierno.

Los más importantes grupos involucrados insistían que las protestas estaban basadas en “el principio” del “no liderazgo”. Se alegó que en vez del movimiento estar “dominado” por partidos políticos, numerosos colectivos se reunirían en asambleas auto-gestionadas para decidir el camino a seguir de las protestas en una estructura “horizontal.”

Varias formaciones pseudo-izquierdistas han defendido y se han escondido detrás de la cortina de humo de “la no política” para prevenir que emergiera un auténtico desafío político a la contrarrevolución social del PSOE y mantener así, el dominio completo de la burocracia sindical sobre la clase trabajadora.

Un papel clave está jugando Izquierda Anticapitalista (IA), los representantes españoles de la tendencia política denominada como Pablismo. Esta tendencia rompió con el trotskismo en los años 50 sobre la base de que las burocracias estalinistas y socialdemócratas y varios movimientos nacionalistas burgueses eran el vehículo de la transformación socialista de la sociedad. Décadas más tarde, muchos pablistas están ocupando posiciones de liderazgo en partidos que buscan la unidad de los restos de los antiguos partidos estalinistas y maoístas, en alianza con el aparato burocrático de los sindicatos.

Justo antes del fin de la acampada de la Puerta del Sol, Esther Vivas, líder de IA en Cataluña y miembro del comité de redacción de la revista pablista Viento Sur, escribía, “El movimiento ciudadano que se ha concentrado en la Puerta del Sol, y otras plazas de distintas ciudades españolas, a partir del 15 de mayo ha devuelto el debate político a la calle y han puesto en duda el papel de los partidos.”

Esto es una mentira. Junto con grupos como En Lucha - la sección afiliada al partido británico Socialist Workers Party- los pablistas fueron fundamentales para asegurar que el movimiento nunca desafiara los partidos políticos y los sindicatos que han llevado a la clase trabajadora y la juventud a esta situación tan desesperante.

El 21 de mayo el editor de Viento Sur, Miguel Romero, dio una reveladora entrevista a la principal publicación de los pablistas, International Viewpoint (Punto de Vista Internacional), en la que describe su papel fundamental en obstaculizar un movimiento independiente de la clase trabajadora.

El 29 de Septiembre del año pasado, 10 millones de trabajadores, casi el 70 por ciento de la población activa, apoyó una huelga general de 24 horas. Después, asustados de que este movimiento masivo opositor al PSOE se les fuera de las manos, los sindicatos renunciaron a organizar más acciones. En vez de esto, en febrero, los sindicatos acordaron un “gran pacto social” con el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero y la CEOE (Confederación Española de Organizaciones Empresariales). El pacto incluía un aumento de la edad de jubilación de 65 a 67 años en el 2013. Le precedieron una reducción de salarios de los funcionarios y del gasto social, además de una “reforma” reaccionaria de las leyes de protección laboral.

Romero apunta que esto causó gran hostilidad hacia los sindicatos, especialmente entre la juventud. Escribe, “Sin embargo, llevó a la ira entre los jóvenes que habían apoyado la huelga [de septiembre], solidarizándose con los piquetes y demás cosas. La idea se difundió que no había nada que esperar del sindicato mayoritario. En cuanto a los sindicatos minoritarios, como el de la CGT [anarco-sindicalista], tienen poco peso.”

“A principios del 2011, se podía sentir cierta tensión en la universidades,” añade, antes de decir, “pero a nivel de izquierda anticapitalista, éramos bastante pesimistas” (nuestro énfasis).

El pesimismo de la “izquierda anticapitalista” se debía exclusivamente a que la posición de las burocracias sindicales, dentro de las cuales sus miembros hacen una vida reconfortante y de las que dependen para vigilar y suprimir la lucha de clases, había sido socavada por parte de los trabajadores,

Su respuesta fue la de jugar un papel central en la formulación y promulgación de la agenda pro-capitalista que domina el movimiento de los indignados. Esto lo hicieron a través de cultivar relaciones con el liderazgo de la acampada de la Puerta del Sol.

Romero afirma, “la coordinación involucra a unas 60 personas. Tenían edades entre 25 y 28 años. Son graduados con buenas cualificaciones profesionales, desempleados, precarios, sufriendo condiciones laborales pobres, sin experiencia ni afiliación política. No había estudiantes entre ellos. En las marchas, había pocos jóvenes de los barrios populares.”

Mientras que el movimiento amplio abarcaba a más amplios sectores de la población de Madrid, incluidos jóvenes estudiantes, la descripción de Romero de la dirección del movimiento es precisa. No era un movimiento de clase obrera, sino uno basado en sectores de la clase media golpeado duramente por la crisis que les envuelve. Los pablistas decidieron trabajar asiduamente en este grupo para alejar el movimiento de una confrontación con el gobierno y sus aliados sindicalistas.

Romero explica, “en cuanto al manifiesto [del Movimiento 15-M] era bastante bueno ". Describiéndolo como un "programa de reformas democráticas y sociales", añade, "La ecología también está ahí, aunque de manera marginal. No hay gran conciencia anti-capitalista. El lema 'a a a anticapitalista' se dice a menudo en las manifestaciones, pero sin gran contenido ideológico” (nuestro énfasis).

Romero, sin embargo, no sólo alaba el manifiesto, pero reconoce que Izquierda Anticapitalista, de hecho, ayudó a formularlo e incluso tenía una presencia en los órganos de dirección de los supuestamente grupos "no políticos" que fueron sus autores nominales. "Hemos estado presentes en las concentraciones desde el principio. Antes, ya estábamos presentes en 'Juventud Sin Futuro'. Hemos pues, participado en la elaboración del Manifiesto", afirma.

La página web de Juventud Sin Futuro tiene una lista de adhesiones en las que se encuentra la coalición de Izquierda Unida liderada por los estalinistas y otras formaciones, entre ellos el dirigente pablista, Jaime Pastor. En 1969, Pastor, en el exilio en París, se unió a la Ligue Communiste Révolutionnaire francesa (Liga Comunista Revolucionaria - LCR), dirigida por Alaine Krivine. En 1971, ayudó a fundar la LCR española y jugó un papel importante durante décadas dentro del movimiento. Cuando la LCR española se unió a Izquierda Unida en 1995, Pastor formó parte del Consejo Político Federal.

La creación de Izquierda Anticapitalista en 2008 fue parte de un intento internacional por parte de los pablistas de distanciarse organizativamente de sus alianzas políticamente desastrosas con los estalinistas. En 2009 fue seguido de una transformación de la LCR francesa a Nouveau Parti Anti-Capitaliste (Nuevo Partido Anticapitalista—NPA), basado en un llamamiento a reagrupar las varias tendencias pequeño burguesas.

El manifiesto del movimiento de los indignados se adapta a los objetivos políticos de los pablistas, ni siquiera mencionan al PSOE por su nombre. El capitalismo y el fracaso del sistema basado en los beneficios nunca son mencionados El manifiesto se limita a declarar: "El estado actual de nuestro gobierno y el sistema económico no se ocupa de estos derechos [democráticos y sociales], y en muchos aspectos es un obstáculo para el progreso humano "(nuestro énfasis). Habla de "verdades inalienables", criticando un sistema económico y "una clase política que no nos escucha". Concluye con un llamamiento a "una revolución ética".

Romero sigue, “Tenemos buenas relaciones con la corriente autónoma no-sectaria que está muy presente en el movimiento. En general, es necesario ser prudente y reservado, notablemente en relación a la auto-afirmación: banderas, pegatinas y demás.”

Las “muy buenas relaciones” con la “corriente autónoma no-sectaria” estaba basado en deliberadamente ocultar sus identidades y agendas políticas. El blanco final de su fraude político eran las amplias masas de trabajadores y jóvenes españoles. Eran ellos los que fueron engañados en creer que la “autonomía” propugnada por el Movimiento 15-M representaba una dramática forma nueva de “auto-organización democrática,” en lugar de un refugio para las actividades de las corruptas y putrefactas organizaciones del establishment político.

Con el apoyo de los pablistas franceses, Izquierda Anticapitalista ayudó a establecer y glorificar las varias campañas basadas en internet que luego obtuvieron gran cobertura mediática en España. Los elementos en este movimiento que sinceramente quisieron oponerse al PSOE y al PP han sido impedidos de hacerlo por la prohibición impuesta sobre cualquier discusión sobre perspectiva y programa político.

En otras partes de la entrevista, Romero afirma, "Para nuestra tendencia política (jóvenes, no sectarios, no doctrinarios, y estrechamente vinculada a los movimientos sociales), es una oportunidad". En el léxico político de los pablistas, "no sectario" y "no doctrinario" es una admisión de su oposición al desarrollo de un movimiento socialista y revolucionario contra el capitalismo, y su preparación para defender los partidos del sistema y la burocracia sindical para conseguir este fin.

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