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Sudan: Una Historia de Sangre y Petróleo en África
Por Ann Talbot
01 Febrero 2011
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el autor
Este artículo apareció en nuestro sitio en
su inglés original el 11 de enero.
Reportes mediáticos sobre el referendo para determinar
si las provincias sureñas de Sudán deberían
separarse han tomado un carácter de celebración,
incluso antes de que las votaciones terminen el fin de semana.
El mismo tono es asumido en una columna de opinión en el
New York Times escrita por el presidente Barack Obama
Este "histórico voto es un lucha por auto-determinación
que se viene realizando desde hace tiempo", declara el presidente
norteamericano. "Un exitoso voto será una causa de
celebración y un inspirador paso hacia delante en el largo
viaje de África hacia la democracia y la justicia".
Tales declaraciones son falaces. No hay duda sobre el entusiasmo
por la separación en el sur, debido a la esperanza de que
una línea fronteriza pueda ser trazada debido a la guerra
civil entre el norte y el sur que lleva décadas. Dos millones
de personas han muerto en el conflicto que comenzó desde
el momento de independencia en 1956 y ha continuado hasta el 2005,
con los últimos 21 años siendo los más destructivos.
El número de aquellos que han sido desplazados es de casi
4 millones. Generaciones enteras han crecido en campos de refugiados.
Pero el referendo no tiene nada que hacer con auto-determinación,
paz o democracia. Está dictado por los esfuerzos de los
Estados Unidos para ganar una ventaja estratégica en relación
a China, el cual domina la industria petrolera sudanés,
80 por ciento del cual está localizado en el sur. Su objetivo
es la creación de un estado títere que se convierta
en una plataforma para la dominación estadounidense de
la región entera.
La separación del sur y la creación de un nuevo
estado capitalista tan sólo perpetuaría conflictos
religiosos y étnicos, y el resultado más probable
sería una reanudación de enfrentamientos bélicos.
Ya se ha reportado que más de 30 personas han sido asesinadas
en enfrentamientos sobre la supuesta frontera entre el norte y
un nuevo estado en el sur.
Los EE.UU. está completamente consciente de tal posibilidad.
Washington ha estado armando y entrenando al sureño Ejército
de Liberación Popular Sudanés (ELPS) en preparación
para un posible asalto en Khartoum, en el norte, al cual los EE.UU.
apoyaría. Esta es la amenaza que subraya las veladas amenazas
de Obama al gobierno de Omar al-Bashir de que "si tu cumples
tus obligaciones y escoges la paz, habrá un camino para
las relaciones normales con EE.UU., incluyendo el levantamiento
de sanciones económicas y el comienzo del proceso, de acuerdo
a la ley de los Estados Unidos, de retirar a Sudán de la
lista de estados que patrocinan el terrorismo. Al contrario, aquellos
que desobedecen sus obligaciones internacionales confrontarán
más presión y aislamiento".
Los más de 50 estados que ahora existen en África
y las fronteras entre ellos han sido todas forjadas por las maquinaciones
históricas de las antiguas potencias coloniales. Gran Bretaña,
Francia, Alemania, Bélgica, Portugal, etc., marcaron las
fronteras que siguen hasta hoy para designar sus esferas de influencia
en contra de sus rivales, y usualmente las trazaban para precisamente
apoyar y explotar conflictos étnicos como parte de una
estrategia de división, conquista y dominio. Este es un
legado del "Repartimiento de África" del siglo
19 con consecuencias hasta el día de hoy.
La propuesta creación de un estado en el sur de Sudán
no tiene un linaje menos innoble que el de la previa creación
de la República de Biafra durante la guerra civil nigeriana.
Como Sudán, las fronteras de Nigeria fueron determinadas
por los reclamos de los poderes imperialistas rivales. Después
de su independencia en 1960, el país fue desgarrado por
el conflicto entre los semi-autónomos estados feudales
musulmanes en el desierto del norte y los cristianos y animistas
en el sur y este, donde las reservas de petróleo del país
están localizadas. En 1967, los gobernantes militares de
la región oriental declararon la independencia de Biafra,
provocando una guerra en la que un millón de civiles murieron
antes de que Biafra fuese reabsorbido por Nigeria.
Gran Bretaña, la antigua potencia colonial, no reconoció
a Biafra y se mostró indiferente ante la tragedia del pueblo
Ibo porque quiso salvaguardar las ganancias de Shell Oil, las
cuales estaban unidas a las relaciones de Londres con el estado
Nigeriano. Washington también apoyo a Nigeria. Francia,
Portugal, Israel, Rodesia, Sudáfrica y el Vaticano dieron
su apoyo a los separatistas de Biafra.
También se debe recordar la terrible historia de las intrigas
imperialistas en el misma Sudán. Desde la década
de 1880, Gran Bretaña intentó obtener el control
sobre Sudán para prevenir que Francia anexe una región
que controlaba las cabeceras del Nilo. Sudán se volvió
una colonia británica en 1898 después de sistemáticas
masacres de tropas africanas.
La actual división norte-sur es un legado del dominio británico.
Gran Bretaña instigó el enfrentamiento entre grupos
tribales, étnicos y religiosos. Obama está siguiendo
las huellas de Gran Bretaña al exacerbar tales divisiones.
Cables diplomáticos publicados por Wikileaks documentan
la manera como los EE.UU. secretamente a proveído de armas
al sur mientras que públicamente hablan de la paz. Bajo
el acuerdo de paz del 2005, el cual acabó la guerra civil,
se le permitió a los EE.UU. proveer equipos no-letales
y entrenamiento a la ELPS. Wikileaks confirmó que un cargamento
de tanques, lanzagranadas y cañones antiaéreos capturados
por piratas somalíes en el Golfo de Aden en el 2008 estaba
destinado para Sudán del sur, y no Kenya como los EE.UU.
aseguró en ese momento. El envío de armas era parte
de esfuerzos para armar al ELPS para estar preparado para el referendo
y separación actual.
El punto central de la política de EE.UU. en África
es su hostilidad al auge de China. Wikileaks publicó comentarios
de Johnnie Carson, Secretario Asistente para los Asuntos Africanos
de EE.UU., sobre la presencia de China en África, en los
cuales él identificó lo que llamó "alambres
de trampa" que desatarían una repuesta militar estadounidense:
"¿Han firmado acuerdos de bases militares? ¿Están
entrenando ejércitos? ¿Han desarrollado operaciones
de inteligencia? Una vez que estas áreas comiencen a desarrollarse
los EE.UU. empezará a preocuparse".
Carson continuó: "China no está en África
por razones altruistas. China está en África principalmente
por China".
Lo mismo es cierto, por supuesto, de los Estados Unidos, y es
éste y no China, quién está guiando el camino
para un aumento militar y proveyendo armas a regímenes
alrededor del continente.
El Secretario de Defensa Robert Gates ha declarado recientemente
su preocupación por las crecientes capacidades militares
de China. Gates advirtió antes de un viaje a Pekín
que los EE.UU. mejoraría su poder militar en respuesta
a la creciente inversión militar de China. "Tenemos
que responder apropiadamente con nuestros propios programas",
amenazó.
Los EE.UU. está iniciando una carrera de armamentos en
África, la cual, gracias a sus recursos petrolíferos
y minerales, está listo para convertirse en uno de los
campos de batalla estratégicos en la lucha en proceso por
la re-división del mundo.
Las masas de Sudán y las de todo continente africano están
convirtiéndose en rehenes de los rapaces diseños
de las más grandes potencias y de las élites locales
que funcionan como sus apoderados. La urgente necesidad es el
desarrollo de un movimiento político de masas de la clase
trabajadora africana y del campesinado que se dedique a la liberación
socialista del continente en alianza con la clase trabajadora
de los EE.UU., Asia, Europa y Latinoamérica.
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