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La revolución egipcia
Por David North
4 Febrero 2011
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el autor
Con las protestas masivas, ocupaciones de fábricas y
demandas por una huelga general indefinida contra la dictadura
del presidente Hosni Mubarak, la clase trabajadora está
surgiendo como la fuerza motriz de la revolución egipcia.
Aunque las noticias sobre los eventos son escasas, es claro que
las huelgas y las protestas se están extendiendo a todas
ciudades y pueblos de este país de 80 millones de personas.
??
La clase dominante y sus voceros en los medios de comunicación
se han estremecido con la demostración del inmenso poder
social de la clase trabajadora. El New York Times denunció
que las protestas son cada vez "una lucha de clases abierta",
y CNN explicó que el colapso en el valor de las acciones
de empresas petroleras norteamericanas con inversiones en Egipto
se debía al temor de que "un nuevo gobierno podría
expropiar sus concesiones de explotación del subsuelo."
El temor de la aristocracia financiera, sin embargo, va mucho
más allá que la pérdida de un yacimiento
de petróleo, o incluso de una vía acuática
como el Canal Suez, que es esencial para el comercio mundial.
Lo que está en juego son cuestiones políticas muchos
más fundamentales.
La revolución egipcia está asestando un golpe
devastador al triunfalismo pro-capitalista que siguió a
la liquidación de de la URSS a manos de la burocracia soviética
en 1991. En aquel entonces, la lucha de clases, el socialismo
y el marxismo fueron declarados como irrelevantes en el mundo
moderno. La historia" en el sentido de "La
historia de toda sociedad hasta ahora existente es la historia
de la lucha de clases" (Carlos Marx y Federico Engels)
había terminado. De ahora en adelante, las revoluciones
para los medios de comunicación eran aquellas clasificadas
de antemano con "un código de colores", políticamente
orquestadas por el Departamento de Estado de EE.UU., y luego ejecutadas
por los sectores pudientes pro-capitalista de la sociedad.
Los eventos de Túnez y Egipto han hecho trizas tal escenario
complaciente y reaccionario. La historia ha vuelto con venganza.
Lo que se está viviendo en El Cairo y en Egipto es la cosa
realla revolución. "El rasgo característico
más indiscutible de las revoluciones es la intervención
directa de las masas en los acontecimientos históricos",
escribió León Trotsky, el mayor especialista en
la materia. Esta definición de la revolución aplica
con toda su fuerza a lo que está pasando hoy en Egipto.
La revolución está sólo en sus primeras
etapas. La fuerza de la clase trabajadora desatada por el levantamiento
masivo apenas está comenzando a definirse en términos
de plantear demandas especificas. Apenas se están formulando
las cuestiones programáticas. Recién emergiendo
de décadas de represión, la clase obrera no ha definido
aún su propio programa. No podría ser de otra manera
en los momentos tempranos de la lucha. Una vez más, en
palabras de Trotsky: "Las masas no van a la revolución
con un plan preparado de reconstrucción social, pero con
un sentimiento claro de que no pueden soportar el antiguo régimen...
El proceso político fundamental de la revolución
consiste así en la comprensión progresiva de un
clase de los problemas derivados de la crisis socialla orientación
activa de las masas por un método de aproximaciones sucesivas
".
Como es de esperarse en los primeros compases de una convulsión
revolucionaria, las consignas que predominan son de carácter
general democrático. Las élites gobernantes, por
temor al abismo al que se aproximan, buscan desesperadamente mantener
lo que pueden del viejo orden. Entonces hacen todo tipo de promesas
de "reformas". Las capas superiores desean cambiar la
sociedad en la medida en que no ponga en peligro su riqueza y
estatus social. Ardientemente llaman a la "unidad" de
todas las fuerzas democráticas; en el marco del control
político, por supuesto, de los representantes de la clase
capitalista. La personificación de esta "unidad"al
menos por el momentoes Mohamed El Baradei.
Sin embargo, el tipo de unidad democrática propuesto
por El Baradei ofrecerá nada sustancial a la clase trabajadora,
los pobres del campo y los amplios sectores de jóvenes
que han salido a las calles. No se pueden satisfacer las necesidades
vitales de las masas de la sociedad egipcia sin un cambio radical
en las relaciones de propiedad existentes y la transferencia del
poder político a la clase obrera.
El New York Times, en uno de sus raros casos de lucidez política,
llamó la atención sobre el conflicto social subyacente
en Egipto: "El abismo creciente entre ricos y pobres en El
Cairo ha sido uno de los aspectos visibles de la vida urbana durante
la última décaday especialmente los últimos
cinco años... Pero como el gobierno de Mubarak ha dado
pasos hacia la privatización de más empresas del
gobierno, dando inicio a un auge económico para algunos,
los egipcios ricos han huido de la ciudad. Ellos se han refugiado
en sus comunidades cerradas, llenas de grandes casas de estilo
americano en torno a clubes de campo, y se ha hecho visible la
lejanía de sus vidas a las de los egipcios promedio".
Pero, ¿es esta situación un fenómeno puramente
egipcio? La descripción del New York Times del abismo social
en El Cairo podría aplicarse del mismo modo a prácticamente
todas las grandes ciudades en el mundo capitalista, incluyendo
los Estados Unidos. Consideremos, por ejemplo, la situación
en Nueva York. Según un informe recientemente publicado
por el Instituto de Política Fiscal, de uno por ciento
el más rico de los residentes de Nueva York recibió
44 por ciento del ingreso total que se paga a todos los residentes.
En todo el mundo la desigualdad social ha alcanzado proporciones
asombrosas. De hecho, según algunos informes, la desigualdad
de ingresos en los Estados Unidos es mayor que la que existe en
Egipto y Túnez. Por otra parte, en toda Europa y los Estados
Unidos, los gobiernos están exigiendo e implementado recortes
masivos en el gasto social. Consecuentemente, cada vez más
sectores de la clase obrera están hundiéndose en
la pobreza.
Los regímenes políticos que existen en los países
capitalistas avanzados, aunque sin duda cuenta con más
sofisticada agencias de propaganda, son tan osificados e indiferentes
al descontento de las grandes masas como el gobierno egipcio.
La semana pasada, el presidente de los Estados Unidos dio su discurso
del "Estado de la Unión" pero no mencionó
que cerca del 10 por ciento de la población del país
está desempleada. Para Obama, un indicador más importante
del Estado de la Unión es la "subida" del valor
de las acciones en Wall Street.
Lo que se está desarrollando en las calles de El Cairo,
Alejandría y en todo el país es de importancia histórica
mundial. Los acontecimientos en Egipto revelan la forma como ocurrirá
el cambio social en todos los países, incluyendo a los
más avanzados. Estamos siendo testigos en esta tierra antigua
de los primeros indicios de una nueva época de la revolución
socialista mundial.
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