WSWS
: Español
El agresivo giro de Obama en relación con Asia
Por Peter Symonds
3 Diciembre 2011
Utilice
esta versión para imprimir | Email
el autor
Este artículo apareció en nuestro sitio en
su inglés original el 24 de noviembre, 2011.
La gira de Obama por Asia la semana pasada marcó un
momento decisivo en geopolítica. En cada frente (diplomático,
económico y estratégico) el presidente estadounidense
dio curso a la confrontación con China ya que trató
de reafirmar el dominio estadounidense en la región del
planeta que crece más rápidamente.
En la Cumbre de Cooperación Económica Asía
Pacífico Obama lanzó la Asociación Trans
Pacífico, un pacto que tiene la función de garantizar
que el comercio regional se lleva a cabo en los términos
de Washington. En Canberra anunció el asentamiento de marines
estadounidenses en el norte de Australia, junto con un mayor uso
de las bases navales y aéreas australianas (la primera
expansión militar estadounidense en Asia desde el final
de la Guerra de Vietnam). A pesar de la oposición de China,
en la Cumbre del Sudeste de Asia en Bali Obama consiguió
el apoyo de los países del sudeste de Asia para forzar
una discusión sobre el Mar del Sur de China, unas aguas
territoriales discutidas que son de vital interés estratégico
y económico para China.
En su discurso ante el parlamento australiano Obama hizo explícito
el giro de su política exterior en relación a Asia.
Explicó que tras una década de luchar guerras en
Iraq y Afganistán Estados Unidos estamos volviendo
nuestra atención al vasto potencial de la región
Asia-Pácifico. Obama anunció que había
tomado una decisión deliberada y estratégica: como
nación del Pacífico, Estados Unidos desempeñará
un papel más amplio y más a largo plazo en dar forma
a esta región y a su futuro.
El giro hacia Asia no es una decisión reciente de Obama
sino que proviene de los profundos cambios en la economía
global que se reflejaron en la profunda insatisfacción
de las clases dirigentes estadounidenses con la orientación
estratégica del gobierno de George W. Bush. Bajo la capa
de una guerra contra el terrorismo, Bush había
sumido a Estados Unidos en dos guerras desastrosas que minaron
al ejército estadounidense, debilitaron a la diplomacia
estadounidense y generado una inmensa oposición interna.
El apoyo de ambos partidos a las guerras reflejaba un amplio
apoyo en Washington a la estrategia subyacente (garantizar la
hegemonía estadounidense en Oriente Próximo y Asia
Central sobre las mayores reservas de energía del mundo
para poder chantajear a los rivales asiáticos y europeos
de Washington). Sin embargo, lo que se había vendido como
victorias fáciles se convirtieron en pesadillas. Aumentaron
las críticas, especialmente por la incapacidad de Bush
para contener la cada vez mayor influencia de China en Asia.
La expansión económica de China en la última
década estuvo vinculada a una reestructuración fundamental
del proceso de manufacturación tras la crisis financiera
asiática de 1997-98. Las economías del este y sudeste
de Asia se integraron cada vez más en cadenas de producción
y distribución centradas en la producción en China.
Entre 2000 y 2010 el comercio anual chino con la Asociación
de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN, por sus siglas
en inglés) saltó de 39.400 millones de dólares
a 292.800 millones. Estos procesos económicos encontraron
su reflejo en acuerdos de libre comercio regionales y en la influencia
cada vez mayor de China en foros como ASEAN, ASEAN+3 y la Cumbre
del Este de Asia, reuniones a las que Estados Unidos o bien no
pertenece o bien no asistió.
La llegada de Obama a la presidencia fue respaldad por poderosas
secciones de la clase dirigente estadounidense que tenían
relación con la política exterior como un medio
de sacar a Estados Unidos de Iraq y Afganistán y de preparar
una campaña agresiva en la económicamente dinámica
región Asia-Pacífico. En medio de la crisis financiera
global de 2008-09, incialmente Obama tuvo que aplacar a Chinacon
altos cargos estadounidenses viajando a Beijing para urgir al
banquero de Estados Unidos a comprar más bonos
estadounidenses.
Sin embargo esta fase pasó rápidamente. El gobierno
Obama firmó el Tratado de Amistad y Cooperación
ASEANalgo que Bush se negó a aceptary logró
ser admitido en los foros basados en la ASEAN. En julio de 2009
la secretaria de Estado estadounidense Hillary Clinton declaró
en la cumbre de la ASEAN que Estados Unidos había vuelto
al Sudeste de Asia. En una reunión de la ASEAN celebrada
el año pasado Clinton afirmó que Estados Unidos
tenía intereses nacionales en las disputas
regionales en el Mar del Sur de China, lo que llevó al
ministro de Exteriores chino Yang Jiechi a declarar que las afirmaciones
de Clinton eran prácticamente un ataque a China.
Los esfuerzos diplomáticos estadounidenses se han dirigido
no solo a establecer aliados sino a sacar a países como
Birmania de la esfera de influencia de China.
Al igual que en Oriente Próximo, el abrumador foco de
atención del gobierno Obama en Asia se ha centrado en fortalecer
la postura militar estadounidense. En los dos últimos años
ha ido aumentando las relaciones estratégicas y militares
en la región, particularmente con Japón, India y
Australia. Estados Unidos ha suministrado barcos de guerra a Filipinas,
celebrado unos ejercicios conjuntos sin precedentes con Vietnam,
anunciado una vasta nueva venta de armas a Taiwan y eliminado
la prohibición de colaboración estadounidense con
las mal reputadas fuerzas especiales Kopassus. El año pasado
el gobierno Obama apoyó a Japón en su tenso pulso
con China en relación a la detención de un capitán
de barco de pesca chino en aguas en disputa y declaró provocativamente
que Estados Unidos estaba obligado bajo tratado a apoyar a japón
en cualquier conflicto.
La estrategia del Pentágono sigue centrada en controlar
los suministros de energía. Sin embargo, en vez de tratar
de situar a Oriente Próximo bajo su completo dominio político,
Estados Unidos está confiando en su fuerza militar para
dominar las vitales rutas de transporte marítimo de energía
y materias primas de China desde Oriente Próximo y África
a través de cuellos de botella clave (sobre todo el Estrecho
de Malaca) hacia el Mar del Sur de China. Estos planes recuerdan
la manera como Estados Unidos explotó su potencia naval
para imponer un bloqueo a Japón en 1941, lo que desencadenó
una cadena de acontecimientos que llevaron a la Guerra del Pacífico.
Dos significativas bajas políticas ponen de relieve
la intensidad de la campaña estadounidense en Asia. A pesar
de todo lo que Obama habla de democracia, su gobierno
no ha admitido oposición alguna, ni siquiera de sus aliados
mas estrechos. La Casa Blanca tuvo que ver con la dimisión
del primer ministro japonés Yukio Hatoyama en junio de
2010 y un mes después con el golpe del Partido Laborista
que echó al primer ministro australiano Kevin Rudd. El
crimen de Hatoyama fue oponerse a que se mantuviera
la base estadounidense clave de Okinawa. El de Rudd fue ofrecer
facilitar una mejora de relaciones entre China y Estados Unidos.
Ambos fueron reemplazados por figuras incondicionalmente pro estadounidenses.
La fuerza impulsora de esta peligrosa confrontación
es la relativa decadencia económica del imperialismo estadounidense
y el auge de China. Estados Unidos esgrime temerariamente su potencia
militar para compensar su debilidad económica mientras
trata de mantener su dominio global. A pesar de sus asombrosos
índices de su crecimiento económico China se encuentra
sacudida por contradicciones económicas y sociales, por
encima de todo, el explosivo desarrollo de la clase trabajadora
china. Beijing ya no puede permitirse hacer concesiones a Washington,
no más de lo que Estados Unidos puede permitirse ceder
una esfera de influencia asiática a China. El empeoramiento
de la crisis económica global ha magnificado estas tensiones
ya que cada potencia trata de reforzar su postura a expensas del
otro.
Algunos astutos comentaristas burgueses ya han tratado de trazar
paralelismos históricos. En un artículo publicado
el pasado viernes [18 de noviembre] el editor del Financial Times
Lionel Barber explicaba: A lo largo de los tiempos la fuente
del conflicto ha sido la incapacidad de acomodar a los poderes
emergentes o, más bien, la incapacidad de los poderes emergentes
para acomodarse al sistema estatal existente. Tras señalar
las guerras mundiales desencadenadas por el auge de Alemania y
Japón, advertía de los peligros de un error
de cálculo mutuo por parte de Estados Unidos y de
China. Barber pedía un Klemens von Metternich modero para
ajustar las relaciones entre las potencias del Pacífico,
como hizo el príncipe austriaco en Europa tras las guerras
napoleónicas.
Sin embargo, el siglo XIX fue un periodo histórico diferente.
La época del imperialismo que irrumpió en agosto
de 1914 ha estado marcada por dos guerras mundiales y ahora por
la amenaza de una catástrofe aún más devastadora.
La única manera de evitar la guerra es abolir sus causas
originarias: el sistema de beneficio y la división del
mundo entre Estados nación capitalistas rivales. El Comité
Internacional de la Cuarta Internacional es la única fuerza
política que busca unir, educar y movilizar a la clase
trabajadora internacional para esta tarea histórica.
Traducido
del inglés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos
Regresar a la parte superior de la página
Copyright 1998-2012
World Socialist Web Site
All rights reserved |