WSWS
: Español
Nuevos levantamientos señalan un punto de inflexión
en la revolución egipcia
Por Bill Van Auken
1 Diciembre 2011
Utilice
esta versión para imprimir | Email
el autor
Este artículo apareció en nuestro sitio en
su inglés original el 22 de noviembre, 2011.
Cientos de miles de trabajadores y jóvenes egipcios
afluyeron a la Plaza Tahrir (Plaza de la Liberación) de
Cairo y las calles de otras ciudades y pueblos, desde Alejandría
a Suez, desde el Bajo Egipto al Delta del Nilo, para protestar
la salvaje represión desatada por el ejército y
las fuerzas de seguridad en los tres últimos días
y pedir un fin al dominio de la junta militar respaldada por EE.UU.
Decenas de personas han sido asesinadas y más de 2,000
han sido heridas. Feroces batallas callejeras continuaron hasta
las horas tempranas de la mañana del martes en las calles
que rodeaban a la Plaza Tahrir. Un oficial en la morgue principal
de Cairo confirmó a Associated Press (AP) haber recibido
los cadáveres de 35 víctimas de la ofensiva del
lunes.
Entre los heridos algunos han perdido ojos y sufrido heridas
dolorosas en la cabeza debido a las latas de gas lacrimógeno,
balas de caucho, perdigones y munición real que fueron
disparadas a manifestantes desarmados. Se había ordenado
a soldados y policías disparar a la cabeza de la gente.
Otros civiles fueron golpeados sin piedad con cachiporras, algunos
aparentemente hasta la muerte.
La munición usada para matar, herir y mutilar a los
trabajadores y jóvenes egipcios es de fabricación
estadounidense y Washington está cuidadosamente observando
el levantamiento mientras continúa apoyando a sus clientes
y secuaces en el Comando Supremo de las Fuerzas Armadas (CSFA)
del Ejército Egipcio.
La Casa Blanca emitió una declaración mesurada
el lunes afirmando que el Presidente Barack Obama estaba "profundamente
consternado por la violencia en Egipto cuyo resultado es una trágica
pérdida de vida entre los manifestantes y las fuerzas de
seguridad." La declaración aconseja que "Ahora
es tiempo de moderación de ambas partes para que los egipcios
puedan ir hacia adelante juntos para forjar un Egipto fuerte y
unido". Sobre todas las cosas, la declaración insiste:
"Estos trágicos acontecimientos no deben obstaculizar
el camino de las elecciones".
A la vez que reparte la culpa por igual entre los manifestantes
desarmados y las fuerzas de seguridad los matan a ametralladora,
el gobierno estadounidense cínicamente expresa su "profunda
consternación" a la vez que apresura un paquete de
ayuda militar valorado en $1,3 mil millones de dólares
para Egipto a través del Congreso estadounidense para asegurar
que estas fuerzas permanezcan armadas hasta los dientes contra
las masas egipcias.
La preocupación primordial que las elecciones parlamentarias
programadas para el lunes 28 de noviembre sigan adelante no tiene
nada que ver con ningún compromiso del imperialismo estadounidense
con la democracia. Éste se enfoca en los eventos en Egipto
de la misma manera que en Libia, Siria, Yemen, Bahréin
y en todos lados, en algunos casos ejerciendo cambios de regímenes
y en otros apoyando a la represión del régimen,
con el objetivo de aprovecharse de los levantamientos en el Oriente
Medio y África del Norte para avanzar la campaña
de Washington por la hegemonía sobre la región y
sobre sus vastos recursos energéticos.
Son elecciones que nada tienen que ver con promover los intereses
y aspiraciones de las masas del pueblo trabajador egipcio, cuyas
huelgas y poderosas manifestaciones obligaron la salida el pasado
Febrero de Hosni Mubarak, dictador respaldado por EE.UU., después
de 30 años en el poder. Los trabajadores se arrojaron en
esta lucha histórica demandando empleos, niveles de vida
decentes y un punto final a la represión, a la explotación
y a los obscenos niveles de desigualdad social impuestos por la
oligarquía egipcia y el capital internacional, condiciones
que se habían deteriorado dramáticamente desde la
erupción de la crisis capitalista mundial.
Las demandas políticas y sociales de la clase trabajadora
egipcia, al igual que las de sus hermanos de clase en otras partes
en el Oriente Medio, Europa, los EE.UU. y del mundo entero, tan
sólo pueden realizarse en base de una lucha revolucionaria
por la transformación socialista de la sociedad.
La elección apoyada por EE.UU. tiene como objetivo proveer
una falsa legitimidad "democrática" a la continua
dominación de Egipto por los oligarcas nativos y sus secuaces
militares, junto con las empresas y bancos trasnacionales. El
gobernante Consejo Militar (CSFA) se ha asegurado a sí
mismo un dominio completo sobre la vida política en Egipto
al reservarse el poder de nombrar a cuatro-quintos de los delegados
a una asamblea constituyente, y también el poder de vetar
cualquier parte de la constitución que sea redactada. A
la misma vez mantiene toda la maquinaria de represión y
tortura creada por Mubarak, usándola para prohibir las
huelgas y protestas y arrestar y llevar ante tribunales militares
unas 12,000 personas en tan sólo los últimos nueve
meses.
Confrontado con el nuevo levantamiento popular, el gabinete
civil del país, instalado por el gobernante consejo militar
y encabezado por el ex ministro de Mubarak Essam Sharaf, ofreció
su renuncia en la noche del lunes. La renuncia que fue inusualmente
anunciada en la televisión estatal, es vista por algunos
como un intento de apaciguar las protestas de las masas. Al mismo
tiempo, aunque esta maniobra por ahora coloca poder total en las
manos del comando militar, podría abrir el camino a otra
maniobra política.
Un número creciente de figuras políticas y organizaciones
burguesas y pequeño-burguesas en Egipto, apoya la demanda
de un "gobierno de salvación nacional, "incluyendo
a Mohamed El Baradei, el ex jefe de la agencia de inspección
nuclear de las Naciones Unidas y actual candidato presidencial
egipcio. El 21 de Noviembre se informó que 37 grupos políticos,
incluyendo "liberales, islamistas y partidos de izquierda",
apoyan esta demanda a la vez que promueven por una protesta del
"millón" en la Plaza Tahrir para el 22 de noviembre.
Tal gobierno, instalado por el mismo comando militar egipcio
que ha llevado a cabo la sangrienta represión de los últimos
3 días, tendrá el objetivo central el estrangulamiento
de las luchas independientes de la clase trabajadora, todo en
nombre de preservar el interés nacional y la unidad de
la "revolución".
Tal camino está siendo facilitado por una colección
de partidos seudoizquierdistas en Egipto que, aunque se autodenominen
"socialistas" y "revolucionarios", están
determinados a subordinar las luchas de la clase trabajadora egipcia
a tal llamada transición "democrática"
de la junta militar y sus manipulados procesos de reelección.
Representa los intereses no de la clase trabajadora sino de las
secciones más afluentes de la pequeña burguesía
egipcia, estos grupos se oponen a cualquier lucha política
independiente de los trabajadores en base a un programa socialista.
Este es el caso, por ejemplo, de los Socialistas Revolucionarios
(SR), afiliado al Partido Socialista de los Trabajadores (SWP,
siglas en inglés) en Gran Bretaña y de manera extraoficial
con la Organización Socialista Internacional (ISO, siglas
en inglés) en los Estados Unidos. Este grupo, que ha acordado
en participar en las elecciones organizadas por los gobernantes
militares, publicó una declaración demagógica
condenando la represión e insistiendo que "nuestra
revolución no está completa". No obstante,
la única política concreta que propuso en el documento
fue el de la insistencia de que las masas tienen que "aplicar
las lecciones de la Revolución del 25 de Enero" y
"unir todas las fuerzas en nuestras 'Plazas de Liberación'
en un único frente, el cual tendrá el derecho de
hablar por la revolución".
Lo que esta altisonante retórica significa en práctica
el no impulsar ninguna demanda o iniciativa política que
no sea aprobada por todas las circunscripciones electorales del
"frente único", con El Baradei y los islamistas
de derecha de la Hermandad Musulmana en la cabeza.
Ese " frente único" propuesto del SR y otros
elementos de la clase media seudoizquierdista de Egipto sirve
para subordinar la lucha de los trabajadores y juventud egipcia
contra la desigualdad social y la explotación capitalista
a las falsas pretensiones democráticas de la burguesía
egipcia. Ésta está decidida a aplastar las huelgas
y las protestas de la clase trabajadora.
La verdadera lección del movimiento del 25 de Enero
es que la clase trabajadora puede alcanzar sus objetivos políticos
y sociales sólo forjando su independencia política
y movilizando las masas de los oprimidos detrás de una
campaña revolucionaria que derribe a la junta militar y
la reemplace con un gobierno obrero. La transformación
socialista de Egipto tan sólo puede ser lograda mediante
una lucha para acabar con el imperialismo por todo el Medio Oriente
como una parte de la contienda internacional por el socialismo.
La cuestión decisiva que confrontan los trabajadores
egipcios es la construcción de una nueva dirección
revolucionaria en base a una perspectiva socialista internacional.
Sólo a través de esa perspectiva puede la clase
trabajadora derrotar la ofensiva contrarrevolucionaria de la burguesía
egipcia y de sus cómplices pequeño burgueses de
la seudoizquierda, romper con el dominio del imperialismo y llevar
a cabo la lucha por una genuina transformación socialista
y democrática. Eso significa construir una sección
egipcia del Comité Internacional de la Cuarta Internacional.
Regresar a la parte superior de la página
Copyright 1998-2012
World Socialist Web Site
All rights reserved |