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El rescate minero en Chile expone las precarias condiciones
de trabajo
Por Rafael Azul
25 Octubre 2010
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el autor
El colapso de la mina de oro y cobre San José, que mantuvo
atrapados a 33 mineros por 10 semanas a 700 metros bajo tierra
ha prestado atención en la seguridad de las mina chilenas.
En los últimos 30 años, la industria minera,
la cual representa 40 por ciento del producto bruto interno de
Chile, se ha beneficiado de los altos precios del cobre, el oro
y otras materias primas mientras que mantenía sus costos
a un nivel bajo por medio del descuido de la seguridad de las
operaciones y la aceleración de la explotación de
su personal minero.
Antes del colapso, la mina San José, la cual extraía
oro y cobre, realizaba operaciones bajo tierra relativamente pequeñas.
Los ingresos anuales en la mina excedían los $20 millones.
En Septiembre, como resultado del último colapso, el Grupo
San Sebastián, el cual opera la mina San José, presentó
una solicitud declarándose en bancarrota. Esta acción
coloca un signo de interrogación sobre la capacidad de
la compañía de proveer la compensación prometida
a los mineros que fueron atrapados, además de salarios
pasados que les debe a otros 300 trabajadores en la mina.
El Grupo San Sebastián, de hecho, está demandando
que el gobierno chileno primero descongele $10 millones de activos
como condición para pagarle a los mineros, en efecto manteniendo
como rehén la compensación que le debe a los trabajadores
en su disputa con el gobierno.
Informes indican que los mineros y sus familias están
demandando a los propietarios de la mina y al gobierno chileno
por $27 millones de dólares por las condiciones en la mina.
Brunilda González, la alcaldesa del pueblo de Caldera,
ubicado cerca de la mina, declaró que los mineros y sus
familiares se encuentran furiosos por el hecho de
que la mina San José fuese reabierta en Mayo del 2008 sin
ninguna mejora en seguridad después de que muriese un geólogo
de la mina en el 2007.
La reapertura de la mina, sin ninguna mejora en seguridad,
fue justificada como una respuesta a la creciente demanda china
por el cobre y el oro. Bajo estas condiciones, tanto el gobierno
de la entonces presidenta Michelle Bachelet, y el Grupo San Sebastián,
concluyeron que la vida de los mineros era un precio pequeño
de pagar en comparación a la expectativa de grandes ganancias.
Mientras que la minería en Chile es, por lo general,
peligrosa, esta mina en particular tiene un historial de accidentes
mineros en los cuales muchos trabajadores han resultado muertos
y heridos. En el 2004, el sindicato de los mineros realizó
una petición pidiendo el cierre de la mina por su abismal
registro de inseguridad. La petición fue motivada por la
muerta del minero Pedro González que murió a causa
de un desprendimiento de rocas. La demanda del sindicato fue denegada
por un tribunal de apelaciones chileno. En el 2007, antes del
cierre, los trabajadores de la mina una vez más realizaron
una petición por su cierre, después de la muerte
de tres mineros. Una vez más, la petición fue denegada
por las cortes.
Más temprano este año, en Julio, el deslizamiento
de rocas en San José hirió con severidad a un minero,
Gino Cortez, cuya pierna tuvo que ser amputada. Cortez mantuvo
que las medidas elementares de seguridad, como la instalación
de una malla de alambre en el techo de la mina para la prevención
del deslizamiento de las rocas, nunca fueron llevadas a cabo.
Mientras esperaban ser rescatados los 33 mineros en San José,
otro trabajador murió por el deslizamiento de unas rocas
en otra mina.
El incidente de la mina San José pone de manifiesto
el deterioro de la seguridad en la minas en Chile desde la dictadura
de Augusto Pinochet. Bajo Pinochet, en el nombre de regulación
y el capitalismo del libre mercado, prácticamente todas
las regulaciones de seguridad fueron desmanteladas. Una persona
clave en aquel proceso fue Jose Piñera, ministro de trabajo
en 1980 y hermano mayor del actual presidente Sebastián
Piñera,. Se le dio la tarea de crear un código laboral
que no interfiriera con las ganancias de las grandes empresas.
En el nombre de un código laboral más flexible,
uno que estimulara el crecimiento económico, José
Piñera abolió los derechos laborales que habían
sido ganados a través de décadas de enconadas luchas
por parte de la clase trabajadora chilena.
El código de trabajo establecido en 1980 continúa
siendo la ley del país en el Chile hasta el día
de hoy. Como resultado, el 50 por ciento de la clase trabajadora
de Chile no tiene empleo estable. Por lo menos 5 de los 33 mineros
rescatados de San José caen en esta categoría.
En línea con esta política, la cual ignora la
seguridad de la mina y les niega a los trabajadores sus derechos
básicos, una sucesión de gobiernos de la Concertación,
el compartimiento del poder del Partido Socialista con la Democracia
Cristiana desde el fin de la dictadura, el gobierno chileno aún
tiene que ratificar el acuerdo de la Organización Internacional
del Trabajo de 1995. La Convención 176 compromete a las
naciones mineras como Perú, México y Chile de que
lleven a cabo un mínimo de medidas de seguridad y saneamiento
así como que se comprometan erradicar la muerte de mineros
creando una política nacional de salud y seguridad, la
cual incluiría inspecciones regulares como también
provisiones para proteger a los mineros de represalias cuando
ellos denuncien las violaciones a las regulaciones de seguridad.
El último punto es un verdadero problema en Chile, donde
los trabajadores son rutinariamente despedidos por quejarse de
sus condiciones laborales. A pesar de la insuficiencia del acuerdo
de la OIT, tan sólo 24 países lo han ratificado.
En adición a Chile, el acuerdo de la OIT ha sido ignorado
por otras principales naciones mineras como Australia, Canadá
y Rusia.
Desde el comienzo del siglo, unos 350 mineros han muerto en
accidentes mineros en Chile, un número que fácilmente
podría ser una subestimación. De acuerdo a Dick
Blin, un portavoz de la Federación Internacional de los
Sindicatos Generales de Trabajadores Químicos, Energéticos
y Mineros (ICEM, siglas en inglés), mundialmente, unos
12,000 mineros mueren cada año, una cifra mucho más
alto que las oficiales. La falta de reportes sobre fatalidades
en las minas es más evidente en las minas pequeñas,
como la mina San José.
En una entrevista radial, Marco Canales, el presidente de la
Confederación Única de Trabajadores chilena (CUT),
señaló que las reglas laborales que fueron implementadas
en 1980 por José Piñera siguen en funcionamiento.
Canales dijo que el país carece de regulaciones mineras
mínimas. También señaló que las violaciones
de seguridad y saneamiento también proliferan en la agricultura,
donde los trabajadores son expuestos a químicos peligrosos.
Incluso los casos en los que las regulaciones existen, estas
son pobremente impuestas y cuando una violación es descubierta,
la administración de la mina casi siempre encuentra que
es más barato pagar las multas que arreglar el problema.
Esto se aplica también a las violaciones en la mina que
resultan en heridas o muertes. Canales señala que hay un
insuficiente entrenamiento para los mineros. Dos de los 33 mineros
rescatados en San José habían sido recientemente
contratados sin ninguna experiencia de trabajo en minas.
Al mismo tiempo que la CUT denuncia las condiciones en las
minas y otras industrias, guarda silencio sobre su propio rol.
En los últimos 20 años la CUT ha estado completamente
integrada a la estructura del estado chileno y como tal ha sido
en gran parte incapaz de provocar el rechazo de las leyes laborales
de Pinochet.
En el 2008, debido a que los efectos de la crisis financiera
global estaban afectando los precios del cobre y provocando el
incremento del desempleo, el CUT canalizó la furia de la
clase trabajadora hacia el callejón sin salida de las protestas
por un día, permitiendo que el gobierno Chileno ataque
los derechos de educación y pensiones y bloquee los incrementos
en el salario mínimo. El desempleo en Chile excede el 8,5
por ciento, con una tasa de 20 por ciento de desempleo para los
trabajadores jóvenes.
Tales condiciones crean escepticismo entre muchos trabajadores
chilenos de las promesas del estado chileno sode que se realizarn
cambio.
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