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Mineros chilenos rescatados después de un calvario
de diez semanas
Por Patrick Martin
19 Octubre 2010
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el autor
El exitoso rescate de 33 mineros chilenos, enterrados bajo
toneladas de roca y escombros por casi diez semanas, fue una causa
de celebración en los centros mineros de Caldera y Copiapo,
en todo Chile y alrededor del mundo, particularmente en las regiones
mineras donde los trabajadores y sus familias confrontan los mismos
peligros todos los días como sus hermanos chilenos.
Los mineros, atrapados bajo tierra por 69 días, parecen
saludables después de su terrible experiencia, la cual
comenzó con 17 días de aislamiento completo cuando
ellos fueron incapaces de hacer contacto con el mundo exterior
y no estaban al tanto de los esfuerzos de rescate.
El día final del rescate se realizó sin ninguna
falla. Cada viaje de 40 minutos de la cápsula de rescate
traía otro minero a su familia y amigos en espera, seguido
por un viaje al hospital donde serán monitoreados de cerca
por otros dos días.
El esfuerzo de rescate fue un triunfo de la colaboración
internacional entre científicos, ingenieros y trabajadores
mineros usando la tecnología más avanzada. Tres
operaciones de perforación independientes fueron llevadas
a cabo hasta que una llegó al lugar donde los mineros habían
encontrado refugio después de la explosión inicial
que destruyó a la mina.
Los ingenieros de la NASA trabajaron junto con la marina chilena
para construir la cápsula usada para traer de vuelta a
los mineros a la superficie a través del hoyo de 70 centímetros
de diámetro que fue perforado para alcanzarlos a una profundidad
de 700 metros cubiertos de rocas.
La operación de perforación fue excepcionalmente
difícil debido a la naturaleza de las rocas y las extensivas
operaciones mineras en ella. En un punto, una broca fue hecha
añicos cuando chocó con un apoyo de metal para un
túnel abandonado que no estaba en ningún mapa.
Los mineros sobrevivieron más tiempo bajo tierra que
ningún otro grupo. El último en ser rescatado fue
Luis Urzua, el capataz del turno, a quién se le atribuye
la supervivencia de los hombres atrapados por 17 días en
aislamiento, cuando la comida tenía que ser cuidadosamente
racionada, incluyendo la única fuente de proteína,
2 onzas de atún enlatado cada 48 horas.
Las escenas de los mineros rescatados llegando uno por uno
a la superficie captó la atención del mundo. La
cobertura en vivo del rescate fue transmitida en cadenas televisivas
en todo el mundo. Multitudes fueron reunidas en Times Square en
la Ciudad de Nueva York y en muchas otros lugares para ver el
acontecimiento en grandes pantallas.
Un minero de carbón joven y despedido de la compañía
Massey en Virginia del Oeste declaró al World Socialist
Web Site: "Pienso que es genial. Esto es simplemente maravilloso.
No importa si son mineros de Chile o China o de donde sea, cuando
un hombre va bajo tierra todos conocemos el peligro y sentimos
por cada uno."
"Todo el mundo está tan feliz por ellos. Esto muestra
que los mineros no tenemos que morir bajo tierra. El problema
es que para las compañías, la seguridad cuesta tiempo
y dinero y todo lo que le importa a Massey es extraer carbón'."
El minero de Massey señaló que el refugio de
seguridad que salvó a los mineros chilenos en el desastre
inicial no existe en las minas de carbón estadounidenses.
"Esto hubiera salvado a los hombres en Upper Big Branch,
ellos murieron en un minuto", declaró. "Pero
si hubiesen tenido los espacios de seguridad, los 12 mineros en
Sago estarían vivos".
A pesar de las incesantes invocaciones de Dios, el rescate
fue el producto de la ciencia y la ingeniería, la solidaridad
humana y el trabajo organizado, sistemático y colectivo,
no la fe religiosa.
El entierro de los mineros el 5 de Agosto, a 700 metros bajo
tierra, fue causado por la explotación capitalista de la
clase trabajadora, en la cual los mineros son tratados como una
mercancía desechable, algo mucho menos valiosa para los
dueños multimillonarios que el cobre, el carbón,
el níquel y el oro que ellos extraen con su trabajo.
La criminal negligencia de la seguridad de la compañía
minera, San Esteban Primera, ha sido muy bien documentada. La
mina San José sufrió serios daños en una
explosión en el 2007 y se esperaba que fuese cerrada, pero
los propietarios resumieron las operaciones, a pesar de que se
ordenó que cerraran la mina debido a violaciones de seguridad.
En años recientes 12 mineros han muerto en esa mina.
Después del colapso, los mineros podrían haber
escapado a través de una salida de evacuación, pero
no había ningún mandato legal para una escalera
de emergencia. Un segundo colapsó, 48 horas después,
boqueó la salida. Las galerías de la mina fueron
apuntaladas con madera en vez de los soportes más fuertes
de acero porque la madera es más barata.
Brunilda González, la alcaldesa del pequeño pueblo
donde muchos de los mineros viven, declaró que se le permitió
a la mina de 100 años operar sólo debido a sobornos
de funcionarios del gobierno. Ella hizo un llamado para que se
enjuicie a los propietarios tomando nota de que ningún
hombre de negocios chileno ha sido encarcelado por la negligencia
que condujo a la muerte de un trabajador. De acuerdo a la agencia
de noticias Inter Press Service, tan sólo en el 2009 Chile
hubo un total de 191,685 accidentes en el trabajo, incluyendo
443 muertes.
Mario Sepúlveda, el segundo minero en ser traído
a la superficie, condenó las condiciones que confrontan
los mineros. "Creo que este país debe entender de
una vez por todas que todos debemos hacer cambios en el mundo
del trabajo, de que debemos hacer muchos cambios", declaró.
"No podemos quedarnos donde estamos. Creo que a los negocios
se les debe dar los medios para administrar para que ellos hagan
cambios en las prácticas laborales".
La mayoría de los mineros atrapados ha trabajado en
condiciones brutales por décadas. Mario Gómez, ahora
de 63 años, entró a las minas a los 12. Víctor
Segovia, de 48, comenzó a trabajar como un ayudante a su
padre a los 8. Muchos de los mineros de San José están
por encima de los 50, esto es un producto de la industria minera,
la cual favorece a los trabajadores jóvenes y fuertes en
las grandes minas y obliga a los trabajadores más viejos
a buscar empleo en las minas más pequeñas con condiciones
menos saludables.
Mientras que 33 mineros fueron salvados, otros 33 mineros han
muerto en lo que va de este año en Chile. De acuerdo al
reporte sobre el desarrollo humano de la ONU, Chile es el décimo
noveno estado más inequitativo en el mundo. El 10 por ciento
más rico recibe el 40 por ciento de las ganancias y gastos
de Chile, mientras que la población más pobre obtiene
sólo el 1.6 por ciento.
La desigualdad social es el producto de dos décadas
de dictadura brutal bajo el General Augusto Pinochet, quién
salvajemente reprimió a la clase trabajadora e impuso políticas
de libre mercado diseñadas por discípulos del economista
monetarista de derecha Milton Friedman que fueron entrenados en
los EE.UU. Estas políticas economicas han sido continuadas
por los sucesores civiles de Pinochet, conservadores, liberales
y social-demócratas.
Un elemento principal de estas políticas fue el abandono
de la regulación industrial. Como resultado de ello, sólo
hay 16 inspectores de seguridad para toda la industria minera,
el principal sector de exportación del país. En
la región de Atacama, donde la mina San José está
localizada, tan sólo tres inspectores son responsables
por 884 minas de pequeño y medio tamaño.
El presidente chileno Sebastián Piñera, un hombre
de negocios multimillonario, quién fuera el candidato del
partido que representa a los herederos políticos de Pinochet,
tiene vínculos directos con ese régimen. José
Piñera, su hermano, fue el ministro de minería y
trabajo de Pinochet y promocionó una Ley Minera Constitucional
en 1981. La ley pavimentó el camino para la privatización
de la mayoría de las minas chilenas y, por lo tanto, creó
las condiciones para una brusca deterioración en las condiciones
de seguridad.
En otras palabras, mientras Sebastián Piñera
ha aprovechado de la atención pública de la prensa
para presentarse a sí mismo como el defensor del esfuerzo
de rescate, su propia fortuna se basa en las políticas
que condujeron al desastre.
Marta, una profesora retirada que vive en Melipella, una ciudad
regional a una hora de Santiago, la capital, criticó la
propaganda pro-Piñera de la prensa chilena en sus comentarios
con el World Socialist Web Site.
"La situación aquí con los mineros ha sido
extraordinaria", ella declaró. "En la localidad,
muchas escuelas han sido cerradas para que los niños vean
la cobertura en vivo en la televisión. La cobertura de
los medios de comunicación ha sido increíble. Cada
minuto de espera ha sido dedicado a seguir cada comentario ridículo
y patético hecho aquí por el presidente y su esposa.
Es un completo circo, donde la prensa chilena ha tomado parte
para presentar al presidente en una buena luz y hacer que aparezca
como que se preocupa por estos mineros. Cuando estos mineros estaban
diciendo que el lugar era inseguro, nadie los escuchó,
incluyendo el presidente, la prensa y la compañía
que causó la situación."
"Muchas personas están tan horrorizadas por el
intento de Piñera de tomar ventaja de la situación
de rescate que no pueden obligarse a así mismos a observarla.
Solamente prendimos el televisor cuando supimos que el primer
minero estaba siendo rescatado y entonces lo apagamos. Creo que
el intento completo del presidente de tomar ventaja del rescate
le ha salido por la culata, porque la gente ha visto que su vacía
consternación por estas personas que, si no hubiese sido
por el desastre minero, estarían viviendo ahora en una
pobreza terrible".
Estas minas tienen la peor reputación, hay poca protección
para los mineros y a las compañías se les ha permitido
por años que exploten como les plazca. De hecho, la única
razón por las cuales estos mineros arriesgaron sus vidas
en el primer lugar es porque ellos necesitaban dinero: la mina
era muy conocida por ser insegura."
"Nos sentimos muy bien de que gente de otros países
haya formado parte de la tecnología de rescate y de que
la gente alrededor del mundo lo haya estado observando, pero observar
al patético presidente nos ha repelido".
Igualmente cínico ha sido el esfuerzo del presidente
estadounidense Barack Obama para tomar parte de la atención
pública. Él apareció ante cámaras
de televisión en la tarde del miércoles, elogiando
al exitoso rescate como un milagro. Notó, de manera completamente
gratuita, que el operador de la perforadora que perforó
el hoyo hasta llegar a los mineros era un estadounidense que había
sido reubicado de su trabajo como un contratista del ejército
norteamericano en Afganistán, donde estaba excavando pozos
de agua para bases militares estadounidenses.
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