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Washington-Protesta masiva en demanda de los derechos de los trabajadores inmigrantes

Por Bill Van Auken
24 Marzo 2010

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Decenas de miles de trabajadores inmigrantes y sus partidarios marcharon el domingo en Washington para exigir el fin a la represión anti-inmigrantes y estatus legal para los millones de trabajadores indocumentados que viven en los EE.UU. La manifestación en Washington fue sin duda la protesta más grande en los Estados Unidos desde la elección de Barack Obama en noviembre de 2008,

Los organizadores calculan en 200.000 el número de manifestantes. La multitud llenó la alameda de Washington entre el Capitolio y el monumento a Lincoln. Si bien la gran mayoría de los manifestantes eran latinos y jóvenes, muchos de ellos mexicanos y centroamericanos, también hubo grandes contingentes de inmigrantes africanos y asiáticos. Muchos manifestantes llegaron en autobuses de lugares tan lejanos como Texas, Florida y California.

También fue la mayor manifestación en el tema de la inmigración desde 2006. Entonces, se dieron protestas y marchas masivas en las principales ciudades del país como respuesta a un proyecto de ley aprobado por una Cámara de Representantes dominada por el Partido Republicano que convertía las violaciones en inmigración de un delito civil a un delito federal, en esencia, convirtiendo casi 12 millones de trabajadores indocumentados en los EE.UU. en criminales de la noche a la mañana.

Los medios de comunicación controlados por las corporaciones dieron poca cobertura a la enorme manifestación del domingo, mientras que representaba como un genuino movimiento de masas al puñado de manifestantes de derecha, reunidos fuera del capitolio, opuestos a la legislación de salud de Obama, centrada en cortar costos médicos.

Entre los muchos trabajadores inmigrantes hay una creciente indignación por la incapacidad del gobierno para actuar en su promesa de poner en efecto una reforma integral de las leyes de inmigración del país durante su primer año en el cargo.

En cambio, se ha dado una continuación e intensificación de las políticas anti-inmigrantes que se llevaron a cabo bajo la administración Bush, con un aumento en las deportaciones.

Durante el primer año de Obama en el cargo, las autoridades de inmigración deportaron a casi 388.000 personas, el mayor número en la historia. El número de deportados en 2009 fue más del doble que el del 2001, durante el primer año de George W. Bush en la presidencia. El número de inmigrantes detenidos, a menudo en condiciones inhumanas, ha pasado de poco más de 20.000 en 2001 a más de 33.000 durante el primer año de Obama en la Casa Blanca.

La criminalización de la población inmigrante no ha disminuido. Entre los reclusos en las cárceles federales, los no-ciudadanos representan el 30 por ciento, la mayor parte de ellos sólo por delitos relacionados con la inmigración. En los últimos dos años, ha habido un aumento del 45 por ciento en el número de personas encarceladas por esos delitos.

La administración de Obama ha dado decenas de millones de dólares para aumentar las celdas para inmigrantes en las cárceles. A la vez, ha ampliado el denominado programa 287(g) que proporciona fondos federales para, esencialmente, habilitar a la policía local en la aplicación de las leyes federales de inmigración.

Las redadas de inmigrantes no han cesado. Recientemente, la Agencia de Control de Inmigración y Aduanas de los EE.UU. (ICE en inglés) informó de detenciones de trabajadores indocumentados en una planta empacadora de carne en Nebraska y una cadena de restaurantes en Maryland. Los portavoces del ICE insisten en que estas no son "redadas", sino "hacer cumplir la ley".

Otro programa que fue presentado bajo la administración Bush-"comunidades seguras"-se ha ampliado bajo Obama. Consiste en ordenar a las autoridades pertinentes que comprueben el estatus de inmigración de las personas en las cárceles locales, incluso aquellos con delitos leves.

Ahora, cuando se acercan la nueva ronda de elecciones en noviembre de 2010, la Casa Blanca de Obama ha declarado una vez más su compromiso con la reforma de la política de inmigración. Dos tercios de los electores hispanos votaron por el candidato demócrata a la presidencia en 2008. Existe una creciente preocupación entre los dirigentes demócratas de que muchos de estos electores se alejarán de las urnas en disgusto por las políticas de la administración.

Sin embargo, la llamada reforma de la inmigración acogida por Obama no hará nada para aminorar los ataques a los inmigrantes.

La semana pasada, el presidente declaró su apoyo a una propuesta legislativa presentada por el senador demócrata Charles Schumer de Nueva York y el senador republicano Lindsey Graham de Carolina del Sur. En una columna de opinión publicada en el Washington Post, Schumer y Graham esbozan su propuesta bipartidista, pero no precisan detalles.

Los dos senadores inician su columna con un llamado a la represión más eficaz de los inmigrantes indocumentados. Mientras alaban la intensificación en el cumplimento de la ley de inmigración, se lamentan que "muchas personas que buscan entrar ilegalmente lo están logrando."

Como solución, Schumer y Graham abogan por la militarización de la frontera México-EE.UU., mayor gasto en la construcción de barreras reales y "virtuales", y aumentar el número de agentes de la Patrulla Fronteriza desplegados para detener a los inmigrantes que cruzan la frontera.

También prometen "más personal que se desplegará en la frontera de inmediato para llenar las deficiencias en la capacidad de aprehensión".

También pidieron una mayor integración de la ley de inmigración con los departamentos locales de la policía y cárceles para "mejor capturar y deportar a los que cometen delitos." Ellos no hacen distinción entre delitos graves-que tanto los gobiernos de Bush y Obama dicen ser el foco principal-y delitos menores, ofensas no violentas que se utilizan en la gran mayoría de los casos para deportar a los indocumentados.

La legislación propone también integrar en la bases de datos policiales sobre delincuentes buscados,
la información sobre las personas que han entrado legalmente en los EE.UU. y cuyas visas vencieron.

Uno de los aspectos más controvertidos de la legislación propuesta-y que tiene implicaciones de largo alcance para los derechos democráticos de los ciudadanos de EE.UU.-es la creación de tarjetas de Seguro Social biométricas "de alta tecnología, a prueba de fraude", sin la cual nadie en los EE.UU. podría conseguir trabajo.

El reclamo de Schumer y Graham que la información sobre las tarjetas no se incorporaría a bases de datos del gobierno no es creíble. Lo que se propone es la introducción de las tarjetas de identificación nacional que puedan proporcionar a la policía y las agencias de inteligencia con una infraestructura nueva y amplia para la vigilancia a gran escala y control político.

Después de estas medidas de hacer cumplir la ley, la segunda prioridad principal del plan Schumer-Graham es "desarrollar un sistema racional de la inmigración legal [que] es esencial para garantizar la prosperidad económica de Estados Unidos en el futuro", es decir, adaptando la ley de inmigración para satisfacer los intereses económicos de EE.UU. las corporaciones y la élite financiera.

Su propuesta aumentaría la emisión de visados a "los mejores y más brillantes del mundo "-los más proclives a generar ingresos altos-mientras que introduciría "un sistema racional para la admisión de los trabajadores menos calificados."

Este "sistema racional" equivale a un régimen de trabajo temporal, similar al infame programa de braceros utilizados por los intereses agrícolas de hace medio siglo. Los senadores sostienen que esto facilitaría una "deseada migración circular," con los trabajadores inmigrantes "que vienen a ganar dinero y luego volver a casa." El plan crearía una nueva categoría de trabajadores explotados, prácticamente sin derechos y totalmente a merced de sus empleadores y el gobierno.

En cuanto a los cerca de 12 millones de trabajadores indocumentados que ya están en el país, Schumer y Graham proponen "un camino hacia adelante duro pero justo " que, para la gran mayoría, no permitiría escapar de la represión y la discriminación impuesta a esta sección de la clase obrera.

En primer lugar, estos trabajadores "estarían obligados a admitir que violaron la ley y a pagar su deuda a la sociedad mediante trabajo comunitario y el pago de multas e impuestos atrasados." Una vez más, se esta criminalizando a toda una población, mientras que las multas e impuestos que son una condición para su "legalización" estarían fuera del alcance de millones de trabajadores indocumentados, que están entre los peor pagados y sufren de forma desproporcionada por el desempleo masivo afectando a los EE.UU..

Además, aquellos que buscan estatus legal tendrían que "pasar verificaciones de antecedentes y ser competentes en inglés." Al final de todo este proceso, declaran Schumer y Graham, estarían obligados a ir "al final de la cola de posibles inmigrantes para ganar la oportunidad de trabajar hacia la residencia legal permanente. "

No se especifican todas las consecuencias de ir a la "al final de la cola". En las primeras propuestas de inmigración que abortaron, esto significaba ser forzados a regresar a sus países de origen para esperar su turno para entrar a los Estados Unidos, rompiendo además las familias.

La declaración escrita de Schumer y Graham no incluye una sola palabra acerca de poner fin a la práctica inhumana de separar a los niños de sus padres a través de las deportaciones, el desmantelamiento de un sistema de ganancias de detención de inmigrantes que cada día condena a decenas de miles de personas a las mas espantosas condiciones que violan los derechos humanos básicos, o levantar el reinado de terror que las redadas de la policía estatal ICE le imponen a comunidades enteras.

Obama declaró que esta propuesta reaccionaria era "un prometedor marco bipartidista" que "puede y debe ser la base para ir hacia adelante".

Es cierto que en caso de que esta legislación progrese, será cada vez más reaccionaria, cuando la administración de Obama y el liderazgo demócrata en el Congreso ceden ante la campaña chauvinista de derecha de los republicanos, que acusan a los demócratas de conceder una "amnistía".

Al final, el resultado más probable es que la legislación será desechada por el Congreso, de la misma manera que una propuesta reaccionaria similar fue desechada en 2007 después que la derecha política montase una campaña para hacer a los inmigrantes los chivos expiatorios de la crisis social.

Para las multitudes que se congregaron en Washington el domingo y los millones más de trabajadores inmigrantes que representan, la administración de Obama y todo el sistema bipartidista ofrecen sólo intensificar la opresión y la explotación. Una verdadera solución a la crisis que enfrentan los trabajadores inmigrantes requiere de la unificación de la clase obrera en su conjunto, una lucha común por un programa socialista que incluya el derecho de los trabajadores de todas las nacionalidades que viven y trabajan en el país de su elección con plena igualdad de derechos.

Lea también:
¿Qué significan las manifestaciones de los inmigrantes para la lucha de clases en Estados Unidos?

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